¡°Se nos han olvidado los 70.000 muertos de la ola de calor de 2003¡±
La responsable de la OMS afirma que la esperanza de vida acusa el calentamiento global
La asturiana Mar¨ªa Neira (La Felguera, Langreo, 1960) lleva 13 a?os al frente del Departamento de Salud P¨²blica y Medio Ambiente de la OMS, en Ginebra. Orgullosa, menciona su reciente aparici¨®n en la lista de 100 personas que m¨¢s contribuyen a la lucha contra el cambio clim¨¢tico de la organizaci¨®n Apolitical, una influyente red de activismo, que se dio a conocer la semana pasada.
Pregunta. ?Le sorprende el dramatismo del informe de la Agencia de Meteorolog¨ªa espa?ola sobre el avance del calentamiento?
Respuesta. El s¨¢bado estuve en la celebraci¨®n del D¨ªa Mundial de la Meteorolog¨ªa y se describi¨® una situaci¨®n parecida a la espa?ola pero a escala mundial que elevaba a¨²n m¨¢s la preocupaci¨®n. Una lectura de los datos es que tenemos que tener m¨¢s ambici¨®n en la transici¨®n que necesitamos para que la temperatura no suba m¨¢s de esos 1,5 grados que es el punto de no retorno. Hasta en Suiza, aunque digamos que nos viene bien que suban las temperaturas, estamos teniendo unos veranos demasiado largos.
P. Usted afronta la subida de las temperaturas como parte de los efectos de la contaminaci¨®n, pero el calentamiento tambi¨¦n tiene un efecto claro en la salud.
R. Las olas de calor nos est¨¢n afectando a todos, pero parece que a los europeos se nos han olvidado los 70.000 muertos de la de 2003. El calor tiene un impacto directo en las enfermedades respiratorias y cardiovasculares, sobre todo de las poblaciones de m¨¢s riesgo, como los ancianos y los ni?os. Adem¨¢s, tambi¨¦n tiene un impacto en las enfermedades infecciosas. Estamos cambiando su estacionalidad y la distribuci¨®n geogr¨¢fica. Por ejemplo, el dengue, que es muy sensible al clima, ha aumentado la incidencia en muchas zonas porque el calentamiento favorece que el vector [el mosquito que lo transmite] se propague.
P. El diagn¨®stico parece claro, pero las soluciones no se ponen en pr¨¢ctica. ?Por qu¨¦?
R. Todos nos hacemos esa pregunta. ?Qui¨¦n est¨¢ en desacuerdo con que nuestras ciudades est¨¦n menos congestionadas, que se pueda caminar por ellas, que haya m¨¢s zonas verdes, que no haya r¨ªos con toneladas de pl¨¢sticos que no sabemos qu¨¦ efectos van a tener? Con esta situaci¨®n la esperanza de vida est¨¢ empezando a estabilizarse, y puede empezar a bajar. Nunca hemos estado en una situaci¨®n igual y no tenemos datos, pero las consecuencias van a ser cada vez peores. El 90% de la poblaci¨®n mundial est¨¢ respirando aire contaminado, y no hay una raz¨®n para ello. No la hay tampoco para que sigamos consumiendo pl¨¢stico como locos con esas manzanas que casi est¨¢n envueltas una a una; para que no apaguemos la luz cuando salimos de una habitaci¨®n ni para que no renunciemos a usar el coche aunque sea para trayectos de 15 minutos caminando.
P. ?Y qu¨¦ podemos hacer para que la situaci¨®n cambie?
R. El caso es que las acciones que hay que tomar son todas de sentido com¨²n. Probablemente las medidas no se toman porque nuestras t¨¢cticas de comunicaci¨®n no han sido las correctas. Se ha hablado de la protecci¨®n del planeta como algo totalmente contradictorio con el bienestar, y eso es falso; ah¨ª est¨¢ el ejemplo de Suecia, que es un pa¨ªs muy desarrollado con una buena pol¨ªtica medioambiental. El calentamiento es un efecto m¨¢s de la contaminaci¨®n debido principalmente al uso de los combustibles f¨®siles, y esta causa siete millones de muertes y tiene un coste sanitario de 4.000 a 6.000 millones. Cuando se habla de lo que cuesta cambiar el modelo no se tiene en cuenta esa cifra, una cantidad que ya hemos empezado a pagar en forma de enfermedad y muertes, porque el cambio clim¨¢tico causado por la contaminaci¨®n aumenta las enfermedades respiratorias, cardiovasculares, las cr¨®nicas como el asma o la obstrucci¨®n pulmonar, los accidentes cerebrovasculares, los infartos, y ese coste nunca lo hemos incorporado al sistema.
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