Una oportunidad para el sistema sanitario
Sin una direcci¨®n adecuada, se corre el riesgo de que nuestra sanidad se deteriore de manera irreversible
"Los chinos usan dos pinceladas para escribir la palabra crisis. Una pincelada significa 'peligro', la otra 'oportunidad'. En una crisis, toma conciencia del peligro, pero reconoce la oportunidad". John F. Kennedy. El Sistema Nacional de Salud es uno de los activos m¨¢s importantes de nuestros 40 a?os de democracia. De un sistema meramente asistencial, fragmentado y a cargo de la beneficencia y cuotas de los trabajadores, pasamos a otro descentralizado, p¨²blico y universal, articulado sobre la Ley General de Sanidad de 1986, financiado v¨ªa impuestos, con gran hincapi¨¦ en la salud p¨²blica, la atenci¨®n primaria y una medicina de excelencia en las 17 comunidades impensable hace unas d¨¦cadas.
Con este sistema, Espa?a ha aumentado en m¨¢s de 9 a?os la esperanza de vida, ha reducido a la cuarta parte la mortalidad infantil o a la mitad la mortalidad ajustada por edad. Ejemplos como el liderazgo mundial de la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes (ONT) en donaci¨®n de ¨®rganos durante 27 a?os, o nuestro sistema de M¨¦dicos Internos y Residentes (MIR), son referentes internacionales. Nadie tiene que buscar en el extranjero ning¨²n tratamiento porque no exista en Espa?a, dejando aparte las terapias experimentales no contrastadas.
Un impulso econ¨®mico importante, aunque inferior a los pa¨ªses del entorno sobre todo por la diferencia en costes laborales. Las comunidades dedican entre el 30% y el 40% de su presupuesto a sanidad, lo que en un sistema de cobertura universal siempre se queda corto y tiende a desfallecer cuando llega la prueba de esfuerzo.
Y eso fue lo que signific¨® la crisis: un estr¨¦s adicional que aflor¨® los problemas latentes. El gasto sanitario se redujo durante el periodo 2009/2014 entre 8.000 y 9.600 millones de euros, seg¨²n las fuentes, pasando de superar los 70.000 en 2009 a poco m¨¢s de 60.000 un lustro despu¨¦s: un descenso del 13,2%, que con la inflaci¨®n asciende a un 22%.
Los profesionales son clave en el sistema, deben renovarse. Sin ellos nada es posible
Es decir, la crisis se llev¨® por delante m¨¢s de 1 de cada 5 euros de lo que gast¨¢bamos en sanidad, y solo en 2016 alcanzamos las cifras brutas del 2009. En gasto per c¨¢pita, pasamos de 1.577 euros en 2009 a 1.419 en 2014 y 1.521 en 2016, a¨²n sin recuperar los niveles previos a la crisis, y sin contar inflaci¨®n, aumento de la demanda o nuevos f¨¢rmacos.
M¨¢s de la tercera parte de los recortes han ido al cap¨ªtulo de personal, que cay¨® en 3.200 millones, un 10,3%, por reducci¨®n de plantillas, paralizaci¨®n de contratos y reducci¨®n de salarios. La inversi¨®n en obras y equipos cay¨® un 7,5%, y en algunas comunidades super¨® el 20% paralizando cualquier proyecto de renovaci¨®n. La partida de formaci¨®n de profesionales en la ONT se redujo un 20% en 2013 y as¨ª sigue.
Este terremoto, solo parcialmente compensado despu¨¦s, ha aflorado problemas graves: tanto la atenci¨®n primaria, en su momento, bandera de la reforma sanitaria, como los hospitales, su cara m¨¢s visible, hacen agua, con listas de espera interminables, escasez de profesionales que se confiesan fuertemente desmotivados y con un relevo dudoso a la vista de la emigraci¨®n de los j¨®venes ante la precariedad laboral y los escasos salarios que les ofrecemos. El envejecimiento de las plantillas se extiende al parque tecnol¨®gico por falta de inversi¨®n, y al mantenimiento de los grandes hospitales, sobre todo los m¨¢s antiguos, que padecen con frecuencia episodios llamativos de goteras u otros deterioros.
A un sistema siempre infrafinanciado y con recortes adicionales, se une el encarecimiento de la demanda asistencial por el envejecimiento, el aumento de la poblaci¨®n, la introducci¨®n de medicinas y tecnolog¨ªas m¨¢s caras y las exigencias crecientes de una sociedad consciente de sus derechos. Y la mala financiaci¨®n de la dependencia hace recaer muchas de sus demandas sobre el sistema sanitario.
Frente a ello, una lamentable ausencia de liderazgo del Ministerio de Sanidad con un papel cada vez m¨¢s irrelevante: nueve ministros en los ¨²ltimos 10 a?os, algunos totalmente prescindibles, dan una idea de la situaci¨®n y muestran el escaso concepto en que los sucesivos Gobiernos han tenido esta cartera. Las soluciones vicariantes planteadas por las comunidades han sido tan diversas como inconexas, pero con un factor com¨²n, salvo excepciones: el car¨¢cter continuista con un sistema concebido el siglo pasado, pero inadecuado para atender los retos del siglo XXI. Tampoco los presupuestos tras la crisis han permitido una inyecci¨®n que pudiera dar soluci¨®n a estos temas
Un panorama no muy esperanzador. Sin embargo, las crisis siempre son fuente de oportunidades y en este caso no se trata de volver a la situaci¨®n previa, sino de dar un salto cualitativo que garantice su supervivencia para las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Las soluciones est¨¢n bien estudiadas. Un sistema m¨¢s preventivo que evite en lo posible las descompensaciones de los pacientes cr¨®nicos, una integraci¨®n primaria-hospitales que ofrezca una mejor continuidad en la atenci¨®n, con una fuerte inversi¨®n y mejor utilizaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas inform¨¢ticas y de comunicaci¨®n con teleasistencia que ayude a los ciudadanos a implicarse m¨¢s en su cuidado y de una forma m¨¢s eficiente. Integraci¨®n real y progresiva de los sistemas sanitario y sociosanitario para impedir repeticiones e ineficacia. Igualmente, un sistema hospitalario centrado en el enfermo y no en el servicio m¨¦dico, evitando multiplicidad de especialistas. Claves en este esquema: los profesionales, que deben mantenerse, renovarse, adecuarse a nuevas necesidades y, sobre todo, ilusionarse. Sin ellos nada es posible.
Para lograrlo no solo hace falta una financiaci¨®n adecuada, sino que debe emplearse de una forma adecuada y coordinada para devolver al sistema el ¨ªmpetu de sus primeros a?os. Imprescindible un liderazgo coordinador del Ministerio de Sanidad sin el cual dif¨ªcilmente se podr¨¢ avanzar y desde luego un acuerdo pol¨ªtico entre las fuerzas con responsabilidad de gesti¨®n que saque este tema de la confrontaci¨®n diaria.
Nada f¨¢cil, pero sin una direcci¨®n adecuada se corre el riesgo de no llegar a ninguna parte y que nuestra sanidad, hoy todav¨ªa la joya del estado del bienestar se vaya deteriorando de manera irreversible.
Rafael Matesanz es fundador de la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes (ONT).
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