El teletrabajo en la era del coronavirus
Todos los periodistas de EL PA?S realizan su trabajo desde sus casas en un reto humano y tecnol¨®gico sin precedentes en la historia del diario
La redacci¨®n de un diario es un organismo vivo y casi siempre ca¨®tico que, sin embargo, tiene que producir informaci¨®n ordenada y clara en un ciclo que se prolonga durante 24 horas y, al mismo tiempo, destilarla en un producto de papel que trata de acercar a los lectores una foto fija del planeta una vez al d¨ªa. Y, ahora, cuando el mundo vive la peor crisis sanitaria en m¨¢s de un siglo, cuando un tercio de la humanidad se encuentra confinada en sus casas para tratar de frenar la propagaci¨®n del coronavirus, los diarios, entre ellos EL PA?S, han tenido que inventar una nueva forma de trabajar.
Desde el s¨¢bado de la semana pasada, la inmensa mayor¨ªa de la plantilla de este diario trabaja desde su casa: 425 personas, de las que 383 pertenecen a la redacci¨®n. A Miguel Yuste, sede de la redacci¨®n central, solo acuden los guardias de seguridad, el servicio m¨¦dico, mantenimiento, servicios generales y un ret¨¦n inform¨¢tico, en total unas 20 personas. En la redacci¨®n de M¨¦xico, que coordina la edici¨®n americana, se siguen las mismas normas. Todo lo dem¨¢s se hace desde los domicilios de los periodistas, y eso significa mantener la edici¨®n web permanentemente actualizada; coordinar un directo informativo que leen millones de personas y en el que participan decenas de periodistas; mantener las cuentas en redes sociales ¨C7,4 millones en Twitter, 5,6 millones en la de Facebook o 800.000 de Instagram¨C, que representan un canal de comunicaci¨®n constante y esencial con los lectores; grabar un podcast cotidiano, editar Newsletters, imaginar gr¨¢ficos novedosos o actualizar datos, seleccionar y publicar miles de fotos; escribir recomendaciones culturales cotidianas¡ Sin olvidar una edici¨®n de papel diaria, que debe ser dise?ada con cuidado y cerrada en hora, m¨¢s los diferentes suplementos semanales y, naturalmente, salir a buscar historias.
¡°Mientras todo el mundo est¨¢ en casa, nuestro trabajo es contar lo que ocurre ah¨ª fuera¡±, explica el reportero Manuel Viejo, que sigue saliendo a la calle junto a un reducido grupo de informadores ¨Cplumillas en el argot period¨ªstico¨C y fot¨®grafos. ¡°El pa¨ªs vive una situaci¨®n excepcional, quiz¨¢ el hecho que m¨¢s impacto ha tenido en nuestras vidas. Y nos ha tocado narrarlo y tratar de explic¨¢rselo a la gente. Salimos a la calle muy protegidos. Guantes, mascarilla y gel para limpiarnos las palmas de las manos. Y hacemos las entrevistas a una distancia de dos metros¡±.
Durante semanas, los periodistas de EL PA?S mir¨¢bamos con angustia las condiciones de trabajo de la delegada en China, Macarena Vidal Liy, y del enviado especial que narr¨® el comienzo del desastre de Wuhan, Jaime Santirso, que tuvo que pasar una cuarentena de 14 d¨ªas tras ser repatriado. Ahora todos nosotros, y la inmensa mayor¨ªa de nuestros lectores, somos ellos. Es un diario que se hace en condiciones extraordinarias, pero que tambi¨¦n se lee, se escucha y se ve en circunstancias que nadie hab¨ªa conocido desde la gripe espa?ola de 1918.
En su libro cl¨¢sico El periodista universal, publicado antes de la revoluci¨®n digital, David Randall explicaba que todos los peri¨®dicos deber¨ªan llevar esta advertencia a sus lectores: ¡°Este diario, y los centenares de miles de palabras que contiene, han sido producidos en aproxim¨¢damente 15 horas por un grupo de seres humanos falibles, que desde despachos atestados tratan de averiguar qu¨¦ ha ocurrido en el mundo recurriendo a personas que a veces son remisas a cont¨¢rselo y, otras veces, decididamente contrarias a hacerlo¡±. Ahora los ciclos no son de 15 de horas, sino de minutos, y en la actualidad muchos periodistas tienen que trabajar adem¨¢s cuidando a la vez a sus ni?os para hacer llegar a los lectores una informaci¨®n de la que pueden depender sus vidas, las de sus familias y las de todos los lectores.
¡°El teletrabajo consiste en hablar, hablar, hablar¡±, explica la subdirectora Cristina Delgado. ¡°Nuestro trabajo requiere una conexi¨®n total a tiempo real, para que los cambios que se hacen en la p¨¢gina web cada minuto est¨¦n coordinados. La noticia llega de la secci¨®n a trav¨¦s de un mensaje de texto o del equipo de ¨²ltima hora. Hay que crear el espacio en la portada, mover otra informaci¨®n de sitio, reajustar la foto, ajustar el espacio al titular, sube este bloque, baja el otro. Tres o cuatro pares de manos y ojos trabajan a la vez hasta que alguien dice: ¡®?Todo listo? ?Todos hab¨¦is acabado? Publico¡¯. En lugar de sentados a la misma mesa como es habitual, hablamos sentados todos alrededor de la misma videoconferencia, que se alarga durante 18 horas cada d¨ªa en Espa?a y otras tantas en M¨¦xico¡±.
Delgado lo resume con una palabra: ¡°Hiperconexi¨®n¡±. La redactora y reportera Natalia Junquera le pone cifras a esta conexi¨®n permanente: ¡°Todo es por tel¨¦fono y el m¨ªo echa humo. Los datos de consumo dan miedo y creo que son los m¨¢s elocuentes para explicar qu¨¦ supone para nosotros este cambio en la forma de trabajar: el promedio diario de uso, seg¨²n mi iPhone, esta semana, ha sido de 9 horas 11 minutos. Y el de notificaciones ¨Cme comunico con mis jefes para proponer temas o recibir encargos, as¨ª como con las fuentes, a trav¨¦s de Whatsapp¨C, de 819¡±.
Junquera echa de menos la comunicaci¨®n directa, verbal y no verbal, en la que se apoyan muchas de las miles de peque?as y grandes decisiones que forman la vida cotidiana de un diario. Ana Alfageme, una reportera de mucha experiencia enviada como refuerzo a la secci¨®n de Sociedad, donde se encuentra uno de los epicentros de la crisis, tambi¨¦n se pronuncia en el mismo sentido: ¡°Si eres periodista trabajar desde casa significa renunciar a un contacto imprescindible para armar las historias, especialmente si son de inter¨¦s humano. As¨ª que desarrollas una especie de o¨ªdo aumentado: tratas de captar las emociones en los cambios de ritmo en la conversaci¨®n, los silencios, el temblor que puede revelar el llanto... El calor de la redacci¨®n, los debates, los picos de estr¨¦s del cierre, todo eso se vive ahora en un silencio solo roto por el r¨¢pido teclear en varias pantallas y las alertas de Slack, WhatsApp y correo¡±.
Ana Pantaleoni, una de las responsables de coordinar la redacci¨®n de Barcelona, lleva mucho tiempo acostumbrada a trabajar a toda velocidad. Ahora, adem¨¢s, lo tiene que hacer con tres ni?os en casa: ¡°Encima los dos progenitores periodistas¡±, relata. ¡°El tel¨¦fono pero, sobre todo, el Whatsapp no deja de sonar. Los mayores parecen que se han adaptado mucho mejor que nadie a la situaci¨®n: a las 9 est¨¢n en su mesa, haciendo deberes. O al menos eso quiero pensar, aunque el iPad est¨¢ siempre con ellos y alguna pillada he hecho. El mediano cada poco tiempo se sienta en el sof¨¢ y abre el Fortnite: hora de patio (no s¨¦ cu¨¢ntos patios tiene en la vida real, pero en el confinamiento, muchos). Mi principal preocupaci¨®n es la peque?a de cuatro a?os: si me descuido est¨¢ frente a una pantalla. Jugamos, pintamos, cocinamos¡¡±. Todo esto ocurre mientras, ah¨ª fuera, el mundo vive la historia m¨¢s extraordinaria y terrible en d¨¦cadas y la actualidad, y por lo tanto la Redacci¨®n, se mantiene en permanente movimiento.
La implantaci¨®n del teletrabajo fue paulatina. Los primeros d¨ªas del estado de alerta todav¨ªa acud¨ªa a la redacci¨®n un peque?o ret¨¦n, mientras se iban sorteando obst¨¢culos t¨¦cnicos y se constru¨ªa una comunidad virtual ¨Cporque toda redacci¨®n es sobre todo una comunidad¨C utilizando los instrumentos tecnol¨®gicos a mano, sobre todo el tel¨¦fono, el servicio de mensajer¨ªa por WhatsApp y Slack, un programa de comunicaci¨®n para organizaciones, adem¨¢s de diferentes sistemas de videoconferencia. El redactor jefe de cierre de papel, Javier Rivas, explica: ¡°Lo m¨¢s complicado es tener que acostumbrarte a trabajar en unas condiciones mucho m¨¢s complejas. Es cuando te das cuenta del valor de la palabra¡±. Rivas calcula que puede recibir o realizar unas 200 llamadas cada jornada. Y la diferencia en las pantallas tambi¨¦n se nota: para fotograf¨ªa, dise?o, infograf¨ªa o maquetaci¨®n trabajar en la peque?a pantalla de un port¨¢til representa un reto adicional.
¡°Durante los primeros d¨ªas, en los que fuimos poco a poco desalojando la Redacci¨®n, resultaba muy extra?o ver ese gran espacio casi di¨¢fano completamente vac¨ªo mientras, a la vez, la web se iba actualizando al minuto y la edici¨®n en papel llegaba a las rotativas. Daba una cierta sensaci¨®n de irrealidad¡±, explica M¨®nica Ceberio, una de los directores adjuntos de EL PA?S. ¡°Tuvimos que adaptarnos muy r¨¢pido al teletrabajo. En cuesti¨®n de d¨ªas creamos todo tipo de protocolos para comunicarnos, nos cercioramos de que todo el mundo tuviera un ordenador con acceso adecuado al editor web y al editor de papel y fuimos creando canales para resolver dudas y problemas en torno a una situaci¨®n que era nueva para todos. Pero, a pesar de todas las dificultades t¨¦cnicas, de trabajar muchas veces teniendo que atender adem¨¢s a ni?os o a personas dependientes y con todos los problemas personales que est¨¢ crisis acarrea, los periodistas han sacado adelante tanto la edici¨®n digital como la de papel de manera ejemplar¡±.
Todo el mundo se pregunta qu¨¦ sociedad nos encontraremos cuando logremos salir de casa despu¨¦s del confinamiento. Los periodistas tambi¨¦n. ¡°El avance del teletrabajo puede ser una de las consecuencias m¨¢s positivas que nos dejar¨¢ esta crisis, por lo dem¨¢s desgraciada¡±, se?ala el subdirector Ricardo de Querol. ¡°Supongo que hace una d¨¦cada no habr¨ªamos estado preparados, pero esta vez desde el inicio del confinamiento hemos comprobado que es posible mantener el intens¨ªsimo ritmo informativo de EL PA?S con pr¨¢cticamente todo el personal en su domicilio. ?A qu¨¦ nos ha obligado esto? A ser m¨¢s eficaces, a no ahorrar esfuerzos¡±.
Las secciones que componen el diario buscan estrategias para mantenerse en contacto permanente porque el debate y la discusi¨®n forman parte del coraz¨®n del oficio. Cada dato importa y cada informaci¨®n es devorada por millones de lectores en todo el mundo porque se trata de una crisis que afecta a la salud, la vida cotidiana y la econom¨ªa de gran parte de los habitantes del planeta. La tecnolog¨ªa siempre ha sido un elemento esencial para el periodismo, que ha impulsado sus grandes transformaciones, y ha sido su principal aliada para llegar hasta los lectores. La imprenta, la linotipia, el tel¨¦grafo, el tel¨¦fono, los m¨®viles, Internet¡ cambiaron nuestra forma de trabajar para acabar incorpor¨¢ndose a nuestras rutinas, como en estos d¨ªas aciagos del coronavirus ocurre con todas las formas de comunicaci¨®n instant¨¢nea y videoconferencia imaginadas. Lo que se mantiene es el objetivo final del periodismo: como ha ocurrido tantas veces en la historia de este oficio, todo cambia para que todo siga igual y los lectores sigan siendo el ¨²nico centro de la historia.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
- El mapa del coronavirus: as¨ª crecen los casos d¨ªa a d¨ªa y pa¨ªs por pa¨ªs
- Preguntas y respuestas sobre el coronavirus
- Gu¨ªa de actuaci¨®n ante la enfermedad
- En caso de tener s¨ªntomas, estos son los tel¨¦fonos que se han habilitado en cada comunidad
- Pincha aqu¨ª para suscribirte a la newsletter diaria sobre la pandemia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.