El hartazgo y la necesidad relajan el aislamiento en Ciudad de M¨¦xico en la fase cr¨ªtica de la pandemia
Varias zonas de la capital mexicana rompen el aislamiento porque no pueden parar econ¨®micamente o porque no creen en la gravedad de la covid-19 pese a los llamados a quedarse en casa de las autoridades
Para Lilia Mart¨ªnez, el sonido de la tranquilidad es el zumbido de una rasuradora. La mujer, de lentes de contacto color miel, permaneci¨® dos semanas en casa en el aislamiento promovido por las autoridades sanitarias mexicanas. La estilista, de 42 a?os, impuls¨® los cortes de cabello a domicilio, pero no funcionaron. Sobrevivir a la cuarentena m¨¢s de un mes sin ahorros era un escenario espinoso. Por ello mont¨® un rudimentario sal¨®n de belleza con dos sillas, una larga extensi¨®n de luz y un espejo de mano a las afueras del mercado p¨²blico Morelos, al centro de Ciudad de M¨¦xico. Sobre el asfalto se menea para delinear las patillas de un chico. ¡°Mi idea es abrir todos los d¨ªas de esta pandemia, primero Dios¡±, dice Mart¨ªnez. ¡°Entre m¨¢s pienses sobre el coronavirus, m¨¢s miedo te metes¡±, lanza la peluquera, quien gana 35 pesos por cada corte (1,4 d¨®lares).
M¨¦xico entr¨® hace una semana en la fase tres de la epidemia, la m¨¢s cr¨ªtica. Las autoridades han utilizado el anuncio de la nueva etapa para alertar y apretar a muchos, que han comenzado a relajar las medidas de aislamiento sugeridas. Ciudad de M¨¦xico, la entidad que m¨¢s contagios (4.152) y fallecimientos tiene (270), es fiel reflejo del hartazgo y la necesidad que impiden frenar del todo a un monstruo de m¨¢s de 20 millones de personas.
La emergencia sanitaria oblig¨® a parar a todos los comercios no esenciales. Pero la incipiente crisis econ¨®mica que comienza a resentirse ha provocado que los comerciantes ocupen nuevamente las calles. As¨ª ha ocurrido en el popular y conflictivo barrio de Tepito. Los negocios ambulantes de pel¨ªculas, discos de m¨²sica y ropa piratas se han colocado nuevamente sobre las aceras. Incluso hay vestidos de quincea?eras y albercas inflables que se comercian bajo la mirada indulgente de los polic¨ªas con mascarillas que bromean. La zona, ubicada entre las alcald¨ªas Cuauht¨¦moc y Venustiano Carranza, es uno de los n¨²cleos de comercio clave de la capital mexicana. En ambos cuadrantes registran 468 casos de contagio y 36 fallecidos.
En esta fase de aceleraci¨®n de la epidemia, la estructura sanitaria del ¨¢rea metropolitana de Ciudad de M¨¦xico enfrenta el riesgo de colapso. La primera l¨ªnea de contenci¨®n sanitaria ya empieza a ceder. La secretaria de Salud de la capital, Oliva L¨®pez Arellano, ha advertido de la saturaci¨®n de los servicios de urgencia. Adem¨¢s, ya est¨¢n ocupadas casi la mitad de las 1.300 camas de atenci¨®n integral, con ventiladores para los pacientes graves, con las que cuenta el ¨¢rea metropolitana.
Sin embargo, muchos en Tepito no creen en la gravedad de la covid-19. Mar¨ªa de Lourdes Pardo era una de esas esc¨¦pticas. ¡°Dicen que esto es algo pol¨ªtico, que a algunos les est¨¢n pagando 20.000 pesos para que digan que est¨¢n muriendo de covid. Puras mentiras¡±, cuenta la responsable de un negocio de paletas de hielo. La muerte de su m¨¦dico de cabecera por coronavirus le demostr¨® que la cosa va en serio. ¡°Ac¨¢ la gente act¨²a normal, no usa cubrebocas y ves a los ni?os y chavos en las canchas de front¨®n. Las patrullas ya fueron a desalojarlos, pero no hacen caso¡±, reprocha. El coronavirus no amansa al barrio bravo de Ciudad de M¨¦xico.
El soci¨®logo Sergio Varela apunta esta misma idea como explicaci¨®n al por qu¨¦ los mexicanos siguen saliendo a la calle: ¡°La gente no cree en lo que no ve, en lo que no es palpable y ese ha sido un asunto clave durante la pandemia. La persona incr¨¦dula dice que nadie en su c¨ªrculo cercano se ha enfermado. Los mexicanos tampoco creen, hist¨®ricamente, en las versiones oficiales del caso Ayotzinapa, la matanza del 68 o incluso la cifra de muertes en el terremoto de 1985¡±.
A diferencia de la mayor¨ªa de los pa¨ªses de la regi¨®n que s¨ª ha decretado el toque de queda o la cuarentena obligatoria, el Ejecutivo de L¨®pez Obrador no ha impuesto medidas m¨¢s dr¨¢sticas por temor al impacto econ¨®mico. La jefa de Gobierno de la capital, Claudia Sheinbaum, que tambi¨¦n rechaza multar a quienes transitan por las calles o est¨¦n en aglomeraciones, reconoce que la ciudad enfrenta sus horas m¨¢s dif¨ªciles.
A siete kil¨®metros al sur de Tepito, una zona de clase media muestra c¨®mo se ha frenado el pist¨®n econ¨®mico de la capital, que aporta el 17% del PIB nacional. El centro comercial de Parque Delta se ha convertido en un enorme caparaz¨®n vac¨ªo al que entran con bolsas los vecinos. En la ¨²nica entrada que queda abierta un guardia de seguridad toma la temperatura de los clientes y les recuerda que solo pueden entrar con tapabocas. El agente impide el acceso a ?ngel Rivero y a su esposa, de 78 y 77 a?os, por ¡°ser de la tercera edad¡±, la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable en la epidemia. ¡°?C¨®mo vamos a comer ahora? ?Y a pagar las facturas?¡±, preguntan mientras se alejan indignados.
Adentro solo est¨¢n abiertas las tiendas de telefon¨ªa, el supermercado y los restaurantes que sirven a domicilio. A paso r¨¢pido cruza la mochila verde de reparto de Juan Rosales. El joven cuenta que a veces se preocupa por estar todo el d¨ªa de aqu¨ª para all¨¢, pero, dice que hay que comer. Lo mismo repiten fuera los vendedores de tapabocas, quienes ofrecen a 10 pesos (40 centavos de d¨®lar) un producto cuya demanda va a la baja: ¡°No son tantas las ventas. Casi todos traen el suyo ya¡±. Este domingo, la jefa de Gobierno de la capital mexicana anunci¨® el uso obligatorio de mascarillas.
Los cubrebocas son desde el inicio de la crisis la obsesi¨®n del alcalde del PAN (derecha) de Benito Ju¨¢rez, Santiago Taboada. Sigue el ejemplo de los pa¨ªses asi¨¢ticos, por lo que ha colocado a funcionarios uniformados de azul oscuro para repartir mascarillas en parques y pedir a la gente que se quede en casa. ¡°A veces la gente no hace caso y no se va a casa, pero no puedes poner sanciones, solo recomendar¡±, cuentan dos miembros del equipo dedicado a ¡°blindar la BJ¡± en el parque ?lamos. La alcald¨ªa Benito Ju¨¢rez, de 385.000 habitantes, tiene 191 casos de covid-19 confirmados y 11 fallecidos. Es una de las zonas de la capital donde m¨¢s ha bajado la movilidad, de acuerdo con las cifras del Gobierno federal.
Las ¨¢reas de juego y ejercicio cerraron con el anuncio de la fase tres de la epidemia. En el Parque de los Venados, uno de los m¨¢s grandes de la alcald¨ªa, contrastan la quietud de las placitas con una fila de cientos de personas aguardando su turno en el comedor m¨®vil, que reparte agua de lim¨®n, coditos con res y pan. La espera, dicen los responsables de la iniciativa, se hace m¨¢s larga cada d¨ªa de contingencia.
El Ejecutivo de Claudia Sheinbaum asegura haber disminuido el tr¨¢fico en un 75% en los ¨²ltimos d¨ªas. Las ¨²nicas restricciones impuestas por su Gobierno han sido disminuir el sistema de transporte p¨²blico en un 20% y limitar la circulaci¨®n por un d¨ªa a veh¨ªculos particulares seg¨²n el n¨²mero de matr¨ªcula. De acuerdo con la informaci¨®n que compila el Banco Interamericano de Desarrollo con el apoyo de la aplicaci¨®n Waze, la disminuci¨®n del uso del veh¨ªculo privado en la capital ha sido del 84%. Ese porcentaje ha variado en el ¨²ltimo mes: el viernes 10 de abril hubo una disminuci¨®n del 91%, pero subi¨® a 80% entre el 14 y 17 de abril. Sin embargo, el uso del metro se ha mantenido estable durante abril.
El dato no es menor cuando el Gobierno de L¨®pez Obrador admite que m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive al d¨ªa y necesita seguir movi¨¦ndose. La experta en terapia cognitivo-conductual Lucero Mieres considera que ¡°el comportamiento de la poblaci¨®n evolucionar¨¢ en funci¨®n de c¨®mo puedan dar salida a sus necesidades b¨¢sicas¡±, y en el caso del 56,7% de la poblaci¨®n que trabaja en el sector informal es una cuesti¨®n de ¡°supervivencia¡±: ¡°Elegir¨¢n indudablemente buscar alimentar a sus familias¡±.
Muchos capitalinos no siguen las recomendaciones de las autoridades porque no creen en los estragos de los que es capaz el virus originado en Wuhan. Salvador Gonz¨¢lez, de 62 a?os, hizo un viaje de dos horas en microb¨²s para visitar junto a su esposa el centro de Milpa Alta, en el sur profundo de la ciudad. ¡°Est¨¢ lindo para salir. Se disfruta mejor sin tanta gente¡±, dice engullendo unos esquites. ¡°Si no nos obligan a encerrarnos es porque esto es puro cuento¡±.
El municipio se extiende como una enredadera de calles flacas a los pies del volc¨¢n Tehutli. Sus 13 comarcas aisladas entre bosques recuerdan m¨¢s a la provincia. Entre estos pueblos la vida sigue su curso normal. Todav¨ªa atiende el sastre y los curanderos. Una de estas sanadoras es Carmen Carl¨ªn, de 54 a?os, quien trabaja en la plaza de San Pedro Atocpan tirando de los brazos y piernas de sus clientes y acomodando el cuello de cualquier curioso. ¡°La pandemia nos llega como un castigo natural¡±, dice la mujer de manos gruesas. ¡°Es un llamado para que dejemos esta vida superflua, de tantas injusticias, e intentemos meditar. Medito todos los d¨ªas, estoy en contacto con todo lo vivo. Por eso puedo seguir saliendo a trabajar¡±.
Los vecinos de San Pedro Atocpan hacen fila lo mismo para comprar un pollo rostizado que para hacer impresiones a color en la papeler¨ªa. ¡°Aqu¨ª no hay enfermos, seguimos trabajando¡±, dice ?ngeles Garc¨ªa, de 28 a?os, que atiende una fotocopiadora en el pueblo de San Pablo Oztotepec. La mitad de lo que dice no es cierto. Seg¨²n cifras oficiales, Milpa Alta reporta 112 enfermos entre sus 116.000 habitantes. El ¨²nico fallecimiento se registr¨® el pasado viernes. Es la tercera alcald¨ªa con la tasa m¨¢s alta de contagios por cada 100.000 personas en Ciudad de M¨¦xico. Garc¨ªa cuenta que el negocio cerr¨® una semana a principios de abril, pero que despu¨¦s volvieron a trabajar.
Los comerciantes de Milpa Alta centro afirman que hasta el 80% de su pueblo vive del nopal, el cactus comestible m¨¢s popular de M¨¦xico. Yohali Quiroz, de 25 a?os, los vende en la central de acopio con su madre. Al final de la tarde, los ¨²ltimos comerciantes recogen el esqueleto de lo que hace unas horas fue un mercado lleno. ¡°Aqu¨ª es como esa frase: pueblo chico infierno grande. Si hubiera tantos contagios, seguro que nos llegan los nombres¡±, dice Quiroz. ¡°El instinto de supervivencia, de mantenerse vivos, los obliga a salir. Solo una restricci¨®n legal les impedir¨ªa salir¡±, comenta el soci¨®logo Varela.
Hace unos d¨ªas, el v¨ªdeo de un cortejo f¨²nebre en esta zona acompa?ado de cientos de vecinos se hizo viral. Los milpaltenses fueron muy criticados. ¡°Hasta el alcalde nos llam¨® ignorantes¡±, recuerda Odelia Hern¨¢ndez, otra vendedora. ¡°Ignorante ser¨¢ ¨¦l, que lo votamos todos pero no entiende que debemos estar juntos en la tragedia¡±. Hern¨¢ndez cuenta que de su puesto se alimentan 15 bocas. ¡°Por supuesto que hay miedo si la enfermedad es grave, pero aqu¨ª matan m¨¢s los maridos, el hambre y los maleantes. Si me van a pedir que me quede en casa, que me prometan que vamos a estar m¨¢s seguras que en la calle¡±, asegura mientras pica nopales junto a otras dos trabajadoras, separadas por ninguna sana distancia.
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