El angustioso peregrinaje en busca de una unidad de cuidados intensivos de la familia Damasceno en Brasil
Ivanildo Damasceno muri¨® tras una semana en un centro de urgencias mientras su familia buscaba una cama en la red p¨²blica, reun¨ªa los ahorros para pagar una privada y recurr¨ªa a la Justicia


El brasile?o Ivanildo Vieira Damasceno, de 66 a?os, se despert¨® exhausto el domingo 26 de abril. Casi no hab¨ªa dormido en toda la noche, con fuertes dolores en el cuerpo, tos y fiebre. Estaba tan cansado que no pudo cuidar de los dos caballos que cr¨ªa en un terreno cercano a su casa en un barrio vulnerable de Fortaleza (en el nordeste de Brasil), ni visitar a los clientes para los que fabricaba pr¨®tesis dentales populares. Solo logr¨® ducharse antes de que uno de sus tres hijos le llevara al centro de urgencias donde le hab¨ªan explorado y devuelto a casa. Le ingresaron ante la sospecha de que hab¨ªa contra¨ªdo la covid-19 porque, adem¨¢s de la dificultad para respirar, ten¨ªa hipertensi¨®n y diabetes.
Lejos de su familia y sin poder recibir visitas, fue perdiendo cada vez m¨¢s la respiraci¨®n hasta el punto de que tuvieron intubarle. Entr¨® oficialmente en la lista de espera para una cama de la unidad de cuidados intensivos (UCI). Sin respuestas de los organismos oficiales cuando en Fortaleza el 97% de las plazas de hospital est¨¢n ocupadas y su familia tuvo que desplegar una operaci¨®n particular de guerra para conseguirle una plaza de UCI para superar la fase m¨¢s aguda de la enfermedad. Durante varios d¨ªas, pidieron ayuda a la sanidad p¨²blica, peregrinaron por hospitales privados, acudieron a la Justicia. Pero Damasceno muri¨® el 3 de mayo, antes de conseguir una cama UCI.
¡°La historia de nuestra familia es la historia de un sistema sanitario que ya est¨¢ colapsado¡±, dice en una entrevista telef¨®nica su nuera Leidiane Gon?alves. Ella acompa?¨® a su marido y cu?ados todas las tardes en el centro de urgencias. Comparti¨® la angustia de su familia y otras a la espera de alguna informaci¨®n sobre el estado de salud de sus allegados que no siempre obtuvieron. Hasta el segundo d¨ªa hospitalizado pudieron telefonearle al m¨®vil y Gon?alves le cont¨® que toda la familia esperaba ansiosa su recuperaci¨®n. Fue la ¨²ltima vez que hablaron, porque desde entonces no pudo atender las llamadas y prohibieron las visitas debido al riesgo de contagio. Cuando su suegro empeor¨® toda la familia se vio sumida en una odisea hasta entonces inimaginable: la lucha por una cama que los m¨¦dicos recomendaban en su historia cl¨ªnica, pero que no llegaba.
¡°Ve¨ªamos en los informativos que estaban habilitando m¨¢s camas UCI, y no entend¨ªamos por qu¨¦ no le daban una a ¨¦l¡±, dice Gon?alves. Cuando Urgencias manda un paciente a la UCI, se le registra en la central que regula el reparto de camas hospitalarias del municipio, que determina a d¨®nde derivarlo. La red p¨²blica dispone en Fortaleza de 337 camas de cuidados intensivos para enfermos de con covid-19 repartidas en 10 hospitales. Siete est¨¢n llenos y el resto por encima del 93%.
El problema es que la demanda crece m¨¢s r¨¢pido que la capacidad del poder p¨²blico para habilitar nuevas camas. Las autoridades locales estiman que ¡°el colapso¡± llegar¨¢ a finales de mayo, si la velocidad de contagio sigue igual. Seg¨²n el Gobierno del estado de Cear¨¢, la demanda de plazas hospitalarias se dispar¨® un 400% entre primeros de abril y de mayo. Para tratar de distribuir la demanda en un mayor espacio de tiempo, Fortaleza ha bloqueado las entradas y salidas de la ciudad y restringido la circulaci¨®n de personas y veh¨ªculos.
El sistema de salud ya est¨¢ desbordado. El traslado de un centro de urgencias a un hospital tardaba antes entre 24 y 48 horas, ahora puede incluso no llegar a producirse como sucedi¨® con Damasceno.
Ni el ayuntamiento de Fortaleza ni el Gobierno de Cear¨¢ informan cu¨¢l es el tama?o actual de la cola para una UCI, ni detalla los criterios de prioridad. Tampoco comenta el caso de Damasceno en particular.
A la espera de una cama en la red p¨²blica y viendo c¨®mo la enfermedad mataba a cientos de personas cada d¨ªa, sus parientes recurrieron incluso a la justicia. ¡°Cada hora que pasaba sent¨ªamos que era una hora menos para ¨¦l¡±, cuenta su nuera. Pero la documentaci¨®n m¨¦dica tard¨® y solo pudieron formalizar la petici¨®n la v¨ªspera del fallecimiento del Damasceno, cuenta Gon?alves. A la ma?ana siguiente, la abogada les dijo que se la hab¨ªan denegado.
Recurrieron tambi¨¦n la red privada. Una cama de UCI all¨ª costar¨ªa entre 15.000 y 20.000 reales (entre 2.400 y 3.200 euros) al d¨ªa. Hijos y amigos juntaron sus ahorros y estimaron cu¨¢nto podr¨ªan recaudar con la venta de dos coches de la familia y un pr¨¦stamo bancario. Calcularon que sumar¨ªan 100.000 reales (unos 16.000 euros), el equivalente a entre cinco y siete d¨ªas de hospitalizaci¨®n. Los tres hospitales que visitaron tampoco ten¨ªan plaza. ¡°Era nuestro acto de desesperaci¨®n. Lo que uno m¨¢s siente de esta p¨¦rdida es que ¨¦l a¨²n podr¨ªa tener alguna oportunidad si estuviera en una UCI. Puede que tambi¨¦n hubiera fallecido, pero por lo menos lo habr¨ªamos intentado¡±, dice ella.
En Brasil, el sistema privado de cuidados intensivos de Cear¨¢ y otros cinco estados ya est¨¢ saturado, seg¨²n la Confederaci¨®n Nacional de Salud.
Damasceno falleci¨® el d¨ªa 3. El m¨¦dico explic¨® a la familia que su tensi¨®n baj¨® mucho y que no respond¨ªa a la medicaci¨®n. Muri¨® lejos de Z¨¦lia, su compa?era durante 40 a?os, sin leer la carta que los nietos le escribieron cuando estaba ingresado. Se fue de este mundo con el sue?o incumplido de rodear la casa con un amplio porche. ¡°Sentimos impotencia. Hicimos lo que pudimos, pero ese esfuerzo parec¨ªa poco. Era como si la UCI fuese algo endiosado. Solo los dioses podr¨ªan alcanzarla. Nos merec¨ªamos un final feliz porque lo dimos todo, pero ese final no se ha producido¡±, dice su nuera.
El mismo d¨ªa de su muerte, fue enterrado en un f¨¦retro precintado y sin los resultados del test de coronavirus. Solo cinco familiares asistieron al entierro, ya que los funerales y las misas est¨¢n prohibidas durante la pandemia. El ritual religioso se limit¨® a una r¨¢pida oraci¨®n. ¡°Hemos perdido en una semana a una persona que queremos para siempre. La covid-19 es rastrera, r¨¢pida y letal. La gente tiene que quedarse en casa. No se puede tomar a la ligera lo que hemos vivido¡±, se desahoga Gon?alves.
Su suegro ni siquiera lleg¨® a pisar un hospital. Permaneci¨® ingresado una semana en un centro de salud de los que reciben pacientes con enfermedades moderadas y tienen una estructura m¨ªnima para estabilizar los casos m¨¢s graves. Ante la presi¨®n impuesta por la epidemia del coronavirus, tuvieron que adaptarse para atender al m¨¢ximo de gente posible all¨ª mismo.
En ese centro, el del barrio de Bom Jardim, hasta la sala de observaci¨®n se convirti¨® en cuarto de hospital, seg¨²n empleados del centro. Se colocaron nuevas camas, y se organiz¨® un espacio ¨Dcon lonas y camillas¨D en un terreno aleda?o. All¨ª, y tambi¨¦n en otros centros de urgencias de la capital de Cear¨¢, se intenta implantar lo m¨¢s cerca posible de la estructura una cama UCI para recibir pacientes con la covid-19.¡°Hemos cambiado nuestra funci¨®n. No est¨¢bamos preparados, pero intentamos suavizar el colapso. Tenemos muchas ganas de ayudar, pero hay d¨ªas que es desesperante¡±, dice una sanitaria de un centro de urgencias de Fortaleza que no quiso identificarse. Cuenta que en estos centros se puede intubar a los pacientes m¨¢s graves, pero que no hay respiradores para todos. Tampoco disponen de todos los medicamentos necesarios para monitorear a los pacientes. Tampoco hay m¨¦dicos intensivistas, especializados en UCI, para orientar al personal no especializado. ¡°Tenemos respiradores y medicamentos b¨¢sicos, pero no para una asistencia avanzada¡±, cuenta la profesional de la salud.
Los sanitarios cuentan que ya est¨¢n sobrecargados y que el flujo de pacientes crece cada d¨ªa. En Fortaleza se han instalado contenedores frigor¨ªficos en los centros de urgencias para preservar los cuerpos de los pacientes fallecidos por la covid-19 en estos centros. El ayuntamiento no respondi¨® a este peri¨®dico a la pregunta sobre cu¨¢l era la ocupaci¨®n de estos equipamientos en la actualidad. Tan solo coment¨® que se usar¨ªan ¡°si hiciera falta¡±.
Los profesionales sanitarios con los que convers¨® EL PA?S cuentan que no era inusual que se produjeran muertes en los centros de urgencias, pero que desde la pandemia son mucho m¨¢s frecuentes.
El trabajo se ve recompensado cuando, incluso con la escasez de la estructura, los pacientes que all¨ª se encuentran superan la enfermedad. "Los centros de urgencias no est¨¢n hechos para la covid-19, pero, ante la falta de espacio en los hospitales destinados a ellos, tienen que cuidar de ellos. Cuando alguien recibe el alta lo celebramos. No logramos derivar a esa persona, pero logramos salvarla¡±.
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