La vida vecinal que enterr¨® el volc¨¢n de La Palma
El consultorio, la plaza, el colegio, el campo de f¨²tbol, la playa. Dos meses despu¨¦s del inicio de la erupci¨®n, los vecinos recuerdan c¨®mo los un¨ªan espacios comunitarios ahora sepultados por la lava
Cuando expresan su tristeza los damnificados por el volc¨¢n de La Palma, que este viernes cumple dos meses escupiendo lava, empiezan hablando de su vivienda, de sus jardines o de sus plataneras. Despu¨¦s aluden a otro tipo de p¨¦rdida. Es menos tangible, pero les aprieta el pecho cuando se cruzan con sus antiguos vecinos: la comunidad, el d¨ªa a d¨ªa que compart¨ªan los habitantes de las zonas ahora sepultadas por la lava. La erupci¨®n los ha dispersado. ¡°Me da mucha pena pensar que hemos perdido eso, que ya no tengo a mis vecinos, ni nos vamos a encontrar donde lo hac¨ªamos antes. Eso es irreparable¡±, dice Ana Delia Armas, una de las afectadas.
Esta son las historias de algunos de esos espacios, las plazas p¨²blicas en las que suced¨ªa la vida y que ahora son fuego y roca.
El colegio La Laguna: ¡°Era un punto de encuentro del barrio¡±
¡°Una escuela no es un edificio, es el espacio en el que se re¨²ne la comunidad¡±. Esta frase preside el centro cultural de Los Llanos de Aridane que acoge a alumnos y maestras del colegio La Laguna, devorado por la lava. Es una declaraci¨®n de intenciones de las docentes: ¡°No hablemos en pasado del centro¡±, pide la directora, M¨®nica Vi?a (50 a?os).
Exige la reconstrucci¨®n del centro para recuperar ¡°uno de los principales puntos de encuentro del barrio¡±. ¡°Es un colegio rural, donde la gente ven¨ªa andando. Luego las madres se quedaban fuera, hablaban, se tomaban un caf¨¦¡ Dec¨ªan que era su rinc¨®n¡±, recuerda la directora. ¡°La Laguna ten¨ªa una farmacia, un par de restaurantes, la asociaci¨®n de vecinos y nosotras. La vida cultural para ni?os la desarroll¨¢bamos fuera del horario escolar. D¨¢bamos talleres de todo tipo. Manten¨ªamos a la gente en el barrio, no ten¨ªan que desplazarse¡±.
La situaci¨®n ha cambiado radicalmente: de los 163 alumnos que ten¨ªa el centro antes de la erupci¨®n quedan 113. Los otros 50 acuden a otros colegios, m¨¢s cerca de las viviendas u hoteles a los que las familias han sido evacuadas. ¡°Les echamos de menos¡±, explica Vi?a.
La directora del centro asegura que el coste emocional de esta crisis en los alumnos est¨¢ siendo alt¨ªsimo: ¡°El otro d¨ªa una madre me contaba que su hijo le dijo que no se estaba portando tan mal como para que el volc¨¢n siguiese existiendo¡±. ¡°Tenemos que darles herramientas para que cuando lleguen a casa, que no es la suya y donde viven tres familias m¨¢s, sepan que pueden estar tristes, pero tambi¨¦n que hay momentos para la alegr¨ªa¡±, a?ade la directora del colegio.
Tambi¨¦n intenta hacer trabajo emocional con los padres: ¡°Son familias que ten¨ªan una vida normal, resuelta, digna. Y ahora hay muchos que no tienen nada, tienen que pedir el desayuno. No est¨¢n acostumbrados, tienes que ser delicado cuando les pides que se lleven una bolsa con cosas de aseo¡±.
El estadio de La Laguna-Todoque: ¡°Lo que m¨¢s me apena no es el campo en s¨ª, sino los recuerdos que se quedan ah¨ª¡±
Liguilla de ascenso a Tercera Divisi¨®n. El Club Deportivo Argual se enfrenta a El Paso, con mayor presupuesto y mejor plantilla. Los locales van perdiendo por un gol y el partido est¨¢ a punto de terminar. Y, entonces, Miguel Sosa marca este golazo.
El hist¨®rico gol de Miguel, el 1¡ã en la historia de nuestro Club en un Play-off de Ascenso.
Posted by Club Deportivo Argual on Sunday, April 28, 2019
¡°Al final no ascendimos, nos ganaron en el siguiente partido, pero aquel gol fue una locura. Nos daba opciones de subir. Estallamos de felicidad. Fue hist¨®rico¡±, se?ala Fran Vera (34 a?os), secretario del club. Sonr¨ªe cuando recuerda todo lo que ha vivido en el estadio de f¨²tbol de La Laguna-Todoque, ahora bajo metros y metros de magma. ¡°Nos junt¨¢bamos ah¨ª para comer paella, ech¨¢bamos caf¨¦s mientras entrenaban los ni?os. S¨¦ que se dice mucho, pero de verdad que all¨ª ¨¦ramos como una familia. Lo que m¨¢s me apena no es el campo en s¨ª, sino los recuerdos que se quedan ah¨ª¡±, asegura Vera.
Ahora juegan y entrenan en el campo de la Uni¨®n Deportiva Los Llanos de Aridane. ¡°Es una soluci¨®n temporal¡±, apunta, consciente de que la reconstrucci¨®n del campo de f¨²tbol no es una prioridad de las Administraciones p¨²blicas: ¡°Antes, obviamente, van las casas¡±.
Sin embargo, espera que el club pueda continuar con su actividad sea donde sea: ¡°Creo que estamos haciendo un gran trabajo. Por ejemplo, solamente hay otro club que, como nosotros, tiene equipo femenino¡±. Su hija es jugadora del Argual. ¡°Cuando la lava solo hab¨ªa devorado la mitad del campo lo mir¨¢bamos y me dec¨ªa: ¡®Al menos podemos jugar a f¨²tbol 7¡ä. Imag¨ªnate los lloros cuando termin¨® de destruirlo¡±.
El consultorio de Todoque: ¡°No era un centro de salud, era una plaza¡±
¡°?Es que para aqu¨ª la guagua?¡±, preguntaba Salvador C¨¢ceres (62 a?os), m¨¢s conocido como Chano, a los vecinos que se reun¨ªan en el consultorio de Todoque. ?l era el m¨¦dico de familia del min¨²sculo centro sanitario, que funcionaba gracias al esfuerzo de C¨¢ceres, la enfermera y la administrativa. ¡°Eso no era un centro de salud, era una plaza. Hab¨ªa dos bancos justo en la puerta donde se reun¨ªan los vecinos para hablar de sus cosas. Muchos iban sin cita, pero ya que estaban all¨ª te preguntaban si pod¨ªas medirles la tensi¨®n. Y yo les contestaba: pasen, pasen¡±. ¡°Los d¨ªas de anal¨ªtica¡±, contin¨²a C¨¢ceres, ¡°no te puedes imaginar todos los que se juntaban all¨ª¡±.
Ahora los tres trabajan en el centro de salud de Los Llanos, donde siguen atendiendo a sus antiguos pacientes. ¡°A¨²n est¨¢n en fase de shock. Lo que m¨¢s intento es bajarles la ansiedad que tienen¡±. Una buena parte de las consultas se desarrolla por tel¨¦fono, ya que muchos pacientes han sido realojados a hora y media en coche y m¨¢s de dos horas en autob¨²s. ¡°Hay una empat¨ªa entre nosotros que en este momento es muy necesaria. Nos conocemos de hace tantos a?os¡ El 95% de mi tiempo es para que se desahoguen, que ellos hablen y yo escuche. Quieren cont¨¢rtelo a ti para no dec¨ªrselo al vecino que ha sufrido la misma desgracia¡±, a?ade C¨¢ceres.
El m¨¦dico de familia cree que la colada es ¡°una cicatriz que nunca va a terminar de curarse¡±: ¡°A la gente mayor no les duele por ellos, sino por lo que han perdido sus hijos y nietos. Hablamos de personas que estaban acostumbradas a la vida de pueblo, entre plataneras y cabritas. Y ahora se ven semanas y semanas en pisos llenos u hoteles extra?os. No est¨¢n en prisi¨®n, pero es como si lo estuvieran¡±, finaliza.
La iglesia y la plaza de Todoque: ¡°Mov¨ªamos la vida social del barrio¡±
El colapso del campanario de la iglesia de Todoque fue la imagen de la cat¨¢strofe durante d¨ªas. ¡°Las campanas se escuchaban en todo el valle de Aridane¡±, recuerda Alberto Hern¨¢ndez (40 a?os), el p¨¢rroco del templo consumido por la lava. Asegura que su comunidad era fiel: ¡°Siempre hubo muy buena participaci¨®n. En otras parroquias cuesta encontrar quien lea, pero aqu¨ª hab¨ªa un calendario de dos meses sin que se repitiese un nombre¡±.
En la plaza tambi¨¦n ten¨ªa su sede la asociaci¨®n de vecinos del barrio, bajo la iglesia. ¡°Mov¨ªamos la vida social del barrio¡±, cuenta el presidente de la agrupaci¨®n, Roberto Leal (46 a?os). ¡°Hab¨ªa un grupo de teatro de personas mayores, Las decididas. Tambi¨¦n hac¨ªamos pilates, macram¨¦, yoga, cester¨ªa¡ Y muchos vecinos se casaban o celebraban las comuniones de sus hijos en el sal¨®n. Era muy grande¡±, explica Leal. ¡°Adem¨¢s¡±, contin¨²a el cura, ¡°hab¨ªa un grupo de mujeres mayores que se llamaba La Escuelita, que desarrollaba din¨¢micas para reforzar la memoria¡±.
El culmen de la plaza como centro social de la zona eran las fiestas patronales, que empezaban el 21 de agosto: ¡°Entonces celebr¨¢bamos conciertos, comida para todos, verbenas¡ Est¨¢bamos muy unidos¡±, recuerda Leal. ¡°Y las vistas que ten¨ªa la plaza del valle y del mar eran incre¨ªbles¡±, finaliza el p¨¢rroco.
Emanuela Arduini (45 a?os) era testigo de todo ello sirviendo caf¨¦s y cervezas en la plaza: ¡°Mi marido, mi hija y yo llev¨¢bamos el bar de la asociaci¨®n. Es muy dif¨ªcil llegar de fuera [son italianos] y que te reciban tan bien. No ten¨ªamos a nadie en la isla y nos acogieron. Los echamos mucho de menos¡±.
La playa de Los Guirres: ¡°Se hab¨ªa creado una comunidad muy especial¡±
¡°Me pas¨¦ dos d¨ªas llorando cuando la lava lleg¨® a la playa de Los Guirres¡±, cuenta N¨¦stor Lorenzo (45 a?os). Acud¨ªa a esa zona de costa ¡°todos los d¨ªas¡± con su mujer, Diana Rodr¨ªguez (41), su hija y su perra Henna. ¡°Aqu¨ª cen¨¢bamos, com¨ªamos, pas¨¢bamos el d¨ªa¡ Era como nuestra casa. El ¨²ltimo d¨ªa que fuimos est¨¢bamos nosotros solos y recuerdo que hab¨ªa un arco¨ªris en el cielo¡±, cuenta Rodr¨ªguez, mientras acaricia a Henna.
Los Guirres, m¨¢s conocida entre los vecinos como playa Nueva, era un espacio ¡°alternativo¡±, dice Rodr¨ªguez. ¡°Era la playa a la que te llevabas al noviete para que no te vieran tus padres. Era muy especial¡±, recuerda entre risas la directora del colegio de La Laguna.
Lorenzo y Rodr¨ªguez iban a la playa, principalmente, a surfear. Su perra Henna se quedaba mir¨¢ndolos bajo una sombrilla mientras ellos estaban en el agua intentando cabalgar el Atl¨¢ntico. ¡°Era una playa salvaje que ten¨ªa la mejor ola de La Palma¡±, explica Lorenzo. La fajana ha devorado toda la playa y sigue creciendo. ¡°Qui¨¦n sabe, a lo mejor sigue habiendo buenas olas cuando se pueda volver, pero ya no ser¨¢ lo mismo. Era una playa a la que se pod¨ªa llegar en coche con facilidad [algo no muy com¨²n en la isla], lo que atra¨ªa a personas de toda La Palma. Se hab¨ªa creado una comunidad muy especial que recib¨ªa a todo el que quisiera sumarse¡±, a?ade. ¡°Ahora no los vemos nunca. Todo esto es como una explosi¨®n que nos ha dispersado a todos¡±, apostilla Rodr¨ªguez.
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