El horror de los internados religiosos: ¡°Si se met¨ªa en tu cama y llorabas, te daba una paliza. Era mejor que hiciera lo que quisiera¡±
El informe de EL PA?S con 251 casos de pederastia contiene 49 en seminarios, orfanatos y colegios, algunos de propiedad p¨²blica. Las v¨ªctimas tambi¨¦n narran violencia brutal: ¡°Una monja me quem¨® las manos y las piernas con una plancha¡±
Cuando el abuelo de Agust¨ªn Molleda lo dej¨® abandonado con dos d¨ªas de vida en el Hospicio Viejo de Le¨®n, las monjas lo bautizaron como E-83: la ¡°E¡± de ni?o exp¨®sito y su n¨²mero de ingreso. All¨ª pas¨® seis a?os, una antesala de relativa paz para lo que luego ser¨ªa el hospicio Ciudad Residencial Infantil San Cayetano, el orfanato leon¨¦s regido por los Terciarios Capuchinos, tambi¨¦n llamados amigonianos. En esta instituci¨®n, seg¨²n cuenta, sufri¨® agresiones sexuales y f¨ªsicas de 1955 a 1965 a manos de varios hermanos. ¡°Los abusos ocurrieron desde un principio y hasta el d¨ªa en que los religiosos se marcharon¡±, relata Molleda, que hoy tiene 72 a?os.
El hombre, que ha escrito varios libros sobre el centro, denuncia que cinco religiosos abusaron sexual y f¨ªsicamente de ¨¦l y de sus compa?eros: los hermanos Jos¨¦ Francisco Dob¨®n Lorente, Salvador Merino Fern¨¢ndez y Ram¨®n Ruiz Escudero, y los sacerdotes Julio Mart¨ªnez Gonz¨¢lez y Vicente Tercero Borr¨¢s. ¡°Se met¨ªan en nuestras camas por las noches. En otras ocasiones, nos llevaban a cuartos para masturbarnos. Nos castigaban sin comer, sin cenar. Yo sufr¨ª much¨ªsimas patadas y pu?etazos. ?Todo por nada! Por cosas que hace cualquier chiquillo¡±, relata.
Este es uno de los 43 testimonios de abusos en internados religiosos que figuran en el informe de EL PA?S con 251 casos de pederastia (cada caso representa a un acusado, que a su vez ha abusado de varias v¨ªctimas). El dosier ha obligado a la Iglesia a abrir una investigaci¨®n sin precedentes, despu¨¦s de que este diario lo entregara en diciembre al Papa y al cardenal Juan Jos¨¦ Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Espa?ola (CEE). Los casos de internados constituyen 49 de los 251, el 19,5% del total. Ser¨¢ uno de los ¨¢ngulos m¨¢s oscuros del esc¨¢ndalo que deber¨¢ afrontar, si prospera, la comisi¨®n independiente de expertos que ha propuesto el PSOE. Los abusos ocurrieron en esos lugares donde los menores estaban a¨²n m¨¢s indefensos, pues viv¨ªan all¨ª: colegios, seminarios, orfanatos, tanto de ¨®rdenes religiosas como de obispados. Tambi¨¦n en otros de propiedad p¨²blica, pero gestionados por la Iglesia, en los que, por tanto, la responsabilidad ¨²ltima es del Estado. Es un aspecto que tambi¨¦n ha surgido en otros pa¨ªses y debe ser tenido en cuenta a la hora de afrontar la atenci¨®n y reparaci¨®n a estas v¨ªctimas. Este tipo de centros suponen una parte de la historia de los abusos que ya destap¨® en 2015 el documental Los internados del miedo, de Montse Armengou y Ricard Belis.
Los episodios que relata Agust¨ªn Molleda en el internado San Cayetano de Le¨®n son numerosos, de tocamientos en clase a agresiones sexuales en las habitaciones de los religiosos. Destaca los abusos de Dob¨®n: ¡°Era el especialista¡±. Era habitual, cuenta, que jugase al f¨²tbol con los internos sin ropa interior bajo la sotana y se restregase contra ellos. En una ocasi¨®n, narra Molleda, Dob¨®n le llam¨® a un cuarto: ¡°Se quit¨® el h¨¢bito y se qued¨® desnudo. Justo en ese momento, tuvo que salir porque lo llamaron de la direcci¨®n. Me libr¨¦¡±. Son situaciones, asegura, de las que no hab¨ªa escapatoria. ¡°Si se met¨ªa en tu cama y llorabas, te pegaba una paliza. Era mejor que viniera y que hiciera lo que quisiera¡±, dice.
El centro era propiedad de la Diputaci¨®n de Le¨®n y lo asign¨® a los Terciarios Capuchinos en 1956. Permanecieron all¨ª hasta 1966, cuando se rescindi¨® el contrato, como refleja el acta del pleno de la Diputaci¨®n del 26 de junio de 1965: ¡°Sus sistemas de ense?anza y formaci¨®n, as¨ª como la pr¨¢ctica pedag¨®gica que viene empleando, no son los m¨¢s adecuados para la poblaci¨®n infantil y juvenil all¨ª acogida¡±. Les sucedieron los jesuitas. Los religiosos Dob¨®n, Merino, Ruiz y Tercero abandonaron la orden entre 1970 y 1980, seg¨²n informa la congregaci¨®n. Mart¨ªnez sigue en ella, aunque es ¡°de edad avanzada, jubilado y retirado de cualquier actividad pastoral desde hace muchos a?os¡±, precisa una portavoz de los amigonianos.
La lista de 251 denuncias de abusos que EL PA?S ha entregado al Vaticano y la Iglesia espa?ola
Molleda relata que un d¨ªa, en noviembre de 1965, se levantaron y los amigonianos ya no estaban, se hab¨ªan ido sin avisar. De hecho, los chicos se adue?aron del lugar hasta que llegaron tres jesuitas con el presidente de la Diputaci¨®n. Ha recordado la escena en algunos art¨ªculos Casimiro Bodel¨®n, ¨²ltimo rector de la instituci¨®n, que la orden dej¨® en 1985. Los jesuitas, asombrados, dijeron: ¡°Estos muchachos est¨¢n como salvajes¡±. ¡°Los jesuitas nos salvaron la vida y el futuro a muchos de nosotros, condenados con los Terciarios Capuchinos a la miseria¡±, concluye Molleda.
Ahora bien, uno de esos tres jesuitas que llegaron a San Cayetano era F. V., que estuvo all¨ª solo unos a?os y es acusado de abusos en el colegio de la orden en Le¨®n. Estaba en este centro de los jesuitas desde que abri¨® sus puertas en 1959 y permaneci¨® all¨ª al menos hasta 1980. Un exalumno lo acusa de abusos en los setenta: ¡°Era una instituci¨®n. Dirig¨ªa una asociaci¨®n juvenil, Los Kostkas, organizaba excursiones y campamentos en verano en Llanes [Asturias]. Pod¨ªa ser afable, pero tambi¨¦n col¨¦rico: lo recuerdo dando bofetadas echando espuma por la boca. Eleg¨ªa alumnos a los que acariciaba con un mismo perfil: delgaditos, rubios, de piel suave. Ya en BUP, en numerosas ocasiones bajaba en los recreos, se montaba en su coche, sub¨ªa a un ni?o peque?o y se iba con ¨¦l detr¨¢s del muro, fuera del colegio. Hab¨ªa un cura, F. Z., con el que ten¨ªamos confianza, moderno, para entendernos, y algunos de los mayores nos armamos de valor y se lo contamos. Le referimos tambi¨¦n casos que hab¨ªamos experimentado. Nos dijo que tomar¨ªan medidas. Pero no pas¨® nada: el padre V. sigui¨® recogiendo ni?os impunemente¡±.
Los casos de abusos en internados se reparten por toda Espa?a. El testimonio m¨¢s antiguo es de los a?os cuarenta, de un hu¨¦rfano que denuncia ¡°abusos y malos tratos¡± en el colegio de los maristas en Venta de Ba?os, en Palencia, entre 1944 y 1947, y luego tambi¨¦n en el de La Salle, en Palencia capital, donde fue despu¨¦s y estuvo hasta los 16 a?os: ¡°En los maristas ¨¦ramos unos 150 hu¨¦rfanos de la Polic¨ªa con edades de siete a nueve a?os. ?ramos ni?os sin padre y con la familia a muchos kil¨®metros. En Palencia hubo aut¨¦nticas palizas por simples travesuras infantiles. Deseo olvidarlo y que hechos as¨ª no vuelvan¡±.
El caso m¨¢s pr¨®ximo en el tiempo es de 1995, en el colegio Nuestra Se?ora de Guayente, una escuela de hosteler¨ªa de Sah¨²n, en los Pirineos de Huesca, de la orden de La Salle. Un exalumno acusa al hermano J. B. S. de pasar por las noches por los dormitorios para abusar de los internos: ¡°Hac¨ªa ronda para dar las buenas noches. La primera vez, con 15 o 16 a?os, me despert¨¦ porque not¨¦ que eyaculaba. Cuando abr¨ª los ojos me di cuenta de que no era un sue?o, sino que el hermano J. me hab¨ªa masturbado. Entre el miedo y la estupefacci¨®n, segu¨ª como si estuviera durmiendo. A todos nos hac¨ªa lo mismo, pero nunca dijimos nada. Una vez se lo coment¨¦ al director, pero ah¨ª qued¨®, como si nada¡±. Este religioso estuvo en el centro de 1985 a 1996, seg¨²n informaci¨®n de la orden.
Cap¨ªtulo aparte merece la violencia f¨ªsica, parte del clima de terror de muchos de estos centros. Una de las historias m¨¢s impactantes es la de Jordi Grau Folch, de 61 a?os. Describe crueles vejaciones en un hospicio en la localidad de Jes¨²s, en Tortosa (Tarragona), dirigido por monjas de las Hermanas de Nuestra Se?ora de la Consolaci¨®n, una orden fundada en este mismo municipio. Corr¨ªa el a?o 1965 y Grau ten¨ªa cinco a?os. ¡°Mi madre estaba separada con seis hijos y no nos pod¨ªa alimentar, y nos dej¨® a m¨ª y a mis hermanos en este centro, donde tambi¨¦n hab¨ªa hu¨¦rfanos, ancianos y personas de pobreza extrema. Padec¨ª y vi abusos f¨ªsicos. Un d¨ªa una monja me quem¨® con una plancha. Estaba planchando, la desenchuf¨® y me la pas¨® por las manos y las piernas. Recuerdo que tuve una pierna vendada. En otra ocasi¨®n, una monja me tir¨® contra el suelo y me parti¨® el labio, dej¨¢ndome una cicatriz de la nariz al labio superior, todav¨ªa tengo la marca¡±, relata. Tambi¨¦n lo tiraban a la piscina ¡ªconscientes de que no sab¨ªa nadar¡ª y lo sacaban antes de que se ahogara. ¡°Recuerdo haber sido encerrado a solas en un espacio grande donde guardaban los ata¨²des para cuando alguno de los ancianos mor¨ªa¡±. Este caso no ha sido incluido en el dosier de EL PA?S, pues Grau no denuncia abusos sexuales. Este diario ha llamado varias veces a la congregaci¨®n para obtener explicaciones y no ha recibido respuesta.
¡°Una c¨¢rcel ser¨ªa m¨¢s libre¡±
Agust¨ªn Llop denuncia que tambi¨¦n fue un ni?o abusado, tanto sexual como f¨ªsica y psicol¨®gicamente, en el seminario de los mercedarios de Reus, en Tarragona: ¡°Yo era muy inocente. Solo quer¨ªa ser cura para ayudar a los dem¨¢s¡±. Seg¨²n cuenta, el difunto padre F¨¦lix Jim¨¦nez iba los veranos a su pueblo a buscar ni?os para el centro. Llop fue uno de los ni?os captados, y con 12 o 13 a?os entr¨® en el seminario, en 1972. Recuerda que all¨ª Jim¨¦nez empez¨® sus tocamientos: ¡°Me ven¨ªa a buscar a mi cama cuando se apagaban las luces, a las once de la noche, y me llevaba a su celda. Me sentaba encima de ¨¦l y me manoseaba¡±, narra. ¡°Tengo mucho resentimiento y mucha rabia retenida. Mi inocencia, mis creencias y hasta mi bondad fueron pisoteadas, humilladas y trituradas. Me ha condicionado de por vida. Una c¨¢rcel ser¨ªa m¨¢s libre¡±, lamenta.
¡°No busco ning¨²n tipo de notoriedad. Me decid¨ª a dar este paso por estar harto de que la Iglesia minimizara los casos en Espa?a y no les diera importancia¡±, recalca Llop. Contact¨® a finales de noviembre de 2021 con los mercedarios de Arag¨®n para contarles su caso. La orden respondi¨® que proceder¨ªa a ¡°iniciar el correspondiente expediente¡± y que ¨¦l deb¨ªa presentar una ¡°denuncia para iniciar las pertinentes averiguaciones¡±. El padre superior provincial de la orden, Jos¨¦ Juan Galve, qued¨® en que se reunir¨ªa en persona con ¨¦l para tomar su testimonio. No obstante, pasaron dos meses y los mercedarios segu¨ªan sin contactar con Llop. EL PA?S llam¨® a la orden y un d¨ªa despu¨¦s Galve contact¨® de nuevo con Llop. ¡°Estamos investigando¡±, responde el religioso. Afirma que no les ha llegado ninguna otra denuncia contra F¨¦lix Jim¨¦nez, aunque Llop asegura que hubo m¨¢s v¨ªctimas.
En ese mismo seminario, otro antiguo alumno, Sergi, asegur¨® en 2014 en Diari de Tarragona que sufri¨® abusos en 1982 del padre Javier A., otro religioso. La orden se reuni¨® con el denunciante, le pidi¨® perd¨®n y apart¨® al acusado mientras investigaba lo sucedido. La congregaci¨®n informa ahora a EL PA?S de que el religioso fue absuelto y ha fallecido.
En los jesuitas, un exalumno denuncia abusos en el colegio San Luis Gonzaga de El Puerto de Santa Mar¨ªa, C¨¢diz. Ten¨ªa 14 a?os en 1965. Asegura que el hermano A. P. A., que daba clases de lat¨ªn, lo buscaba por las noches: ¡°Siempre ven¨ªa de madrugada a mi camareta y me llevaba a los aseos de los dormitorios para tocarme. Durante m¨¢s de 50 a?os he sufrido en silencio mis traumas. Primero por temor a que mis padres no me creyeran. Segundo, por verg¨¹enza. Durante a?os tuve la sensaci¨®n err¨®nea de ser c¨®mplice de aquellos abusos al no denunciarlos¡±. A?ade que el religioso abus¨® de al menos siete ni?os m¨¢s y que el profesorado lo sab¨ªa. Tras la publicaci¨®n del informe de EL PA?S, un exalumno del colegio jesuita San Estanislao de Kostka, en M¨¢laga, ha se?alado a este diario que A. P. A. tambi¨¦n estuvo all¨ª a finales de los a?os setenta y le acusa igualmente de tocamientos.
Otro jesuita se?alado es el padre J. P., del colegio de esta orden en Alicante, un centro donde han surgido acusaciones contra varios religiosos. En 1962, con siete u ocho a?os, F. B. M. entr¨® en ese internado: ¡°Empec¨¦ a orinarme en la cama y entonces el padre P., que sab¨ªa lo que me pasaba, por las noches siempre bajaba y ven¨ªa a mi cama hacia la una o las dos de la madrugada, cuando calculaba que ya me hab¨ªa orinado. Entonces me sub¨ªa a su habitaci¨®n, me desnudaba, me limpiaba, me secaba, me limpiaba el pene lentamente, me echaba polvos de talco y aprovechaba para toquetearme. Despu¨¦s me volv¨ªa a bajar¡±, narra.
Otro jesuita de este centro, J. L. C., es se?alado por sus incursiones en el colegio femenino de enfrente, de las Teresianas. Relata G. G. A., una exalumna: ¡°Eran los a?os sesenta. Nos daban largas charlas sobre los peligros de la sensualidad, como verse en el espejo al salir de la ducha o coger de la mano a alguien. En ese contexto, con tanta desinformaci¨®n, aparece el padre C., que impart¨ªa misa y era el confesor de alumnas. En confesi¨®n yo le relataba mis pecados del sexto mandamiento, sin entrar en detalles porque me daba mucha verg¨¹enza, y desde la perspectiva de adulta creo que eso le pon¨ªa cachondo, ya que insist¨ªa en que fuera m¨¢s concreta, pues si no, pod¨ªa cometer sacrilegio. Me dijo que necesitaba un padre espiritual y que fuera los s¨¢bados por la tarde a los jesuitas para aconsejarme. Pod¨ªa tener 14 o 15 a?os. Era 1969 o principios de 1970. Cuando llegaba, me recib¨ªa en una enorme sala fr¨ªa, con un sof¨¢ y varias sillas. Se pon¨ªa a mi lado, me levantaba la falda y me sobaba los muslos y las rodillas. No pod¨ªa concebir que tuviera esa doble moral, que urdiera toda esa trama del gran pecado para tener una adolescente a la que sobar a su disposici¨®n. Luego he tenido que ir mucho al psic¨®logo¡±.
Por el colegio jesuita de Alicante tambi¨¦n pas¨® en los a?os cincuenta Luis To Gonz¨¢lez, que luego protagoniz¨® un gran esc¨¢ndalo de pederastia en Barcelona en los a?os noventa. Era profesor del colegio jesuita de San Ignacio de la capital catalana y fue condenado en 1992 por abusar de una menor de ocho a?os. EL PA?S revel¨® en 2018 que fue trasladado a Bolivia a los dos meses de la sentencia. La orden confirma ahora que antes fue profesor en Alicante, aunque afirma que en este centro no consta ninguna denuncia contra ¨¦l: ¡°Estuvo all¨ª al principio de su etapa de formaci¨®n¡±.
¡°La violencia f¨ªsica era lo que mov¨ªa el entramado del colegio¡±
En los salesianos, otro denunciante que no desea ser identificado relata abusos en 1968 en el colegio San Bernardo de Huesca, con 11 a?os. Acusa a F. C. M, alias Nonius, y a J. R., conocido como El Patroclo, aunque ¨¦l consigui¨® evitarlos: ¡°Tuve que defenderme en numerosas ocasiones contra los depredadores sexuales, que en dormitorios, duchas, cine, teatro, patio o incluso en la propia iglesia me acosaron. A m¨ª y a todos¡±. Confiesa que siempre ha cargado con esos recuerdos: ¡°Tal fue el da?o psicol¨®gico y las numerosas aberraciones que tuve que sufrir o ver que a¨²n sufro pesadillas¡±. La orden precisa que F. C. falleci¨® en 2016 y J. R. sigue en la congregaci¨®n. Luego estuvo en Ushuaia, Argentina, y antes hab¨ªa pasado por los Hogares Mundet, de los salesianos, en Barcelona, un centro que apareci¨® en el documental Los internados del miedo. ¡°La violencia f¨ªsica era lo que mov¨ªa el entramado del colegio¡±, cuenta este antiguo alumno. Nadie se quejaba: ¡°Era la ¨¦poca de la dictadura. El miedo nos ten¨ªa acobardados. En los a?os del franquismo, un cura era un dios. T¨² no pod¨ªas decir que un religioso abusaba de ti, y menos a una autoridad civil. Te hubieran castigado a ti en vez de al sacerdote¡±.
Otro estudiante del internado salesiano Santo Domingo Savio, en Valencia, recuerda: ¡°Los cursos del 67, 68 y 69 fueron brutales. Fue dur¨ªsimo¡±. Entr¨® con 10 a?os y asegura que los tres primeros a?os sufri¨® abusos sexuales y agresiones f¨ªsicas. Dorm¨ªan en grandes dormitorios: ¡°Nos vigilaban dos cl¨¦rigos. Una vez, el hermano E. L. meti¨® la mano debajo de la manta y me toc¨® desde la rodilla hasta la ingle¡±, relata. ¡°He estado toda mi vida de adulto realizando cursos de crecimiento personal, quiz¨¢s parte del motivo era esto¡±, concluye. Los salesianos informan de que este hermano solo estuvo en ese colegio, dej¨® la orden en 1971 y desconocen su paradero actual.
Los abusos que denuncia ?ngel Be?ar¨¢n ocurrieron en la universidad laboral que dirig¨ªan los salesianos en Sevilla. Las llamadas universidades laborales, abiertas en el franquismo en los a?os cincuenta, eran escuelas de oficios para hijos de trabajadores. La de la capital andaluza era un internado en un gran complejo de edificios, la actual universidad Pablo Olavide. Be?ar¨¢n recuerda que cuando lleg¨® al centro con 13 a?os, en el curso 1960-1961, el padre Lucas pasaba por las noches por las habitaciones, cada una con seis camas, para apagar las luces. ¡°Se meti¨® en mi cama, me empez¨® a tocar el pene y me llev¨® la mano al de ¨¦l. Yo me qued¨¦ petrificado, hasta que consegu¨ª apartarme de ¨¦l y tirarlo al suelo. Todav¨ªa tengo pesadillas con eso¡±. Relata que a la ma?ana siguiente se lo cont¨® al jefe del centro, un salesiano conocido como la Virgen Mar¨ªa, y no le crey¨®. ¡°Me dijo: ¡®Hijo m¨ªo, debes de haberlo so?ado¡¯. Mientras, don Lucas estaba celebrando la misa, como hac¨ªa a diario¡±.
Si conoce alg¨²n caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos con su denuncia a abusos@elpais.es
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