Un denunciante de abusos en los jesuitas de Alicante acusa a la orden de deso¨ªr su caso desde 2010
La Compa?¨ªa archiv¨® su causa tras un proceso can¨®nico irregular en el que no se le tom¨® declaraci¨®n y mantuvo al acusado en el internado por no existir ¡°peligro para los alumnos¡±
Cuando Pascual Rodr¨ªguez (nombre ficticio) ley¨® el mes pasado que los jesuitas admit¨ªan que miembros de la orden hab¨ªan abusado de 81 ni?os en un siglo, sinti¨® que se reabr¨ªa una vieja herida. Como muchas asociaciones de v¨ªctimas, ¨¦l tambi¨¦n pens¨® que era una cifra ¡°rid¨ªcula¡± y que muchas no figuraban en esa lista. Entre ellas, ¨¦l. En 2010, denunci¨® a la orden que hab¨ªa sufrido abusos cuando era alumno interno del colegio Inmaculada de los jesuitas, en Alicante, a manos del religioso J. M. M. en el curso de 1957 a 1958. Ten¨ªa 12 a?os. Seg¨²n su relato, tuvo fiebre y le trasladaron a la enfermer¨ªa, un dormitorio com¨²n donde se alojaban los ni?os que estaban en tratamiento. En ese lugar vio c¨®mo el acusado, responsable de la instalaci¨®n, abusaba de un compa?ero y luego lo hizo de ¨¦l. Tras su denuncia, la Compa?¨ªa de Jes¨²s abri¨® una investigaci¨®n interna, pero concluy¨® que no hab¨ªa indicios y la desestim¨®. No accedieron a la reparaci¨®n que exig¨ªa la v¨ªctima y tampoco a retirar al acusado del contacto con ni?os porque ¡°no existe peligro para los alumnos¡±. En realidad, Pascual asegura que ya en 1985 fue en persona al colegio e inform¨® al rector y al jefe de estudios de los abusos, pero le ignoraron. Tambi¨¦n pidi¨® que fuera apartado del contacto con ni?os. ¡°Pero con el mismo resultado: negaci¨®n. No tomaron ninguna medida¡±, explica. El jesuita acusado sigui¨® d¨¦cadas en el colegio, hasta la actualidad.
Tras el rechazo de su denuncia por escrito de 2010, Pascual se sinti¨® burlado porque todo el proceso fue ¡°una broma de mal gusto, arbitraria e injusta¡±. ¡°Encargaron la investigaci¨®n a una persona del propio colegio y ni siquiera me tomaron declaraci¨®n, simplemente le preguntaron al jesuita, lo neg¨® y se acab¨®¡±, asegura. Es una irregularidad, pues escuchar el testimonio de la v¨ªctima y denunciante es un paso b¨¢sico de un proceso can¨®nico. ¡°Se rieron de ¨¦l, no se hizo seg¨²n el derecho can¨®nico, pues un investigador debe llamarle a declarar¡±, explica un jurista eclesi¨¢stico. Adem¨¢s ni le comunicaron el resultado y tardaron 10 meses en enviarle el decreto de resoluci¨®n, que por otro lado ten¨ªa un apellido que no era el suyo. Los jesuitas no han querido dar su versi¨®n de lo ocurrido y aclarar si este caso fue bien gestionado o entra dentro de la etapa de encubrimiento del pasado, que han reconocido en su informe. En un cambio en su pol¨ªtica de transparencia, se?alan que tras presentar su investigaci¨®n interna, ya no dar¨¢n informaci¨®n de m¨¢s casos a la prensa.
El denunciante, frustrado y decepcionado porque no se le daba ninguna credibilidad, no se rindi¨®. En estos 10 a?os ha escrito cartas y correos electr¨®nicos a todos los estamentos de los jesuitas, entre ellos a varios provinciales, al anterior general de la orden, Adolfo Nicol¨¢s, y al prefecto de la Congregaci¨®n de Doctrina de la Fe del Vaticano, Luis Ladaria. Tambi¨¦n ha escrito 35 mensajes a la Conferencia Episcopal (CEE), al Vaticano y al papa Francisco. ¡°Solo ha habido silencio o negaci¨®n¡±, resume. Se?ala una excepci¨®n, el jesuita Adri¨¢n L¨®pez, psic¨®logo cl¨ªnico, que le respondi¨® para mostrarle su solidaridad, aunque lament¨® no poder hacer nada. Tambi¨¦n la Pontificia Comisi¨®n de Tutela de Menores de la Santa Sede le contest¨® en 2018, pero solo para decirle que no se ocupaba de investigar casos individuales y transmit¨ªan su denuncia ¡°a las autoridades eclesi¨¢sticas competentes¡±, pero no volvi¨® a saber nada m¨¢s.
Ahora que la Compa?¨ªa de Jes¨²s ha pedido perd¨®n a las v¨ªctimas y presentado su investigaci¨®n interna, el denunciante cuestiona la validez del informe, pues se pregunta si han valorado todas las denuncias como hicieron con la suya. Seg¨²n el estudio, a la orden le constan 15 casos en los que un jesuita fue acusado y absuelto, 10 de ellos en los tribunales. Seg¨²n el testimonio de Pascual, el religioso se sent¨® en su cama y le realiz¨® tocamientos en el pene: ¡°Recuerdo que el responsable de la enfermer¨ªa estaba sentado en la cama de otro ni?o, quiz¨¢ dos cursos superiores al m¨ªo, y ten¨ªa un brazo metido en las s¨¢banas de mi compa?ero mientras hablaba distendidamente, como si no pasara nada. Pens¨¦ que le estaba tomando la temperatura, pero pronto comprend¨ª que no, porque hizo lo mismo en mi cama, tocarme el pene. Este suceso me ha acompa?ado toda mi vida. Tambi¨¦n me he preguntado a cu¨¢ntos ni?os les har¨ªa lo mismo durante tantos a?os, hasta que se cerr¨® el internado en 1980¡±. Este peri¨®dico ha contactado con esa otra posible v¨ªctima, pero se ha negado a hablar.
La denuncia de 2010 fue tramitada a trav¨¦s del obispo de Orihuela-Alicante, que por entonces era Rafael Palmero. El denunciante fue a visitarle con su esposa para contarle su caso y el obispo traslad¨® la denuncia a los jesuitas. El provincial de la orden en Arag¨®n, la zona que le correspond¨ªa, abri¨® una investigaci¨®n interna. Al cabo de a?o y medio decret¨® que ¡°no existe indicio alguno¡± y se?al¨® las ¡°dudas y contradicciones¡± de la acusaci¨®n, aunque no detall¨® cu¨¢les eran.
Un caso con victimizaci¨®n secundaria
En 2013, por indicaci¨®n de su abogado, aunque el caso estaba prescrito, Pascual acudi¨® a una psiquiatra y se someti¨® a una evaluaci¨®n psicopatol¨®gica. El informe conclu¨ªa que ¡°el abuso sexual le supuso una quiebra biogr¨¢fica a los 11-12 a?os y ha condicionado toda su existencia¡±, con ¡°s¨ªntomas de depresi¨®n y ansiedad cronificados y cristalizados¡±. ¡°Creemos que ha quedado establecida la veracidad del trauma y los efectos destructivos que dicho trauma le caus¨®. Hasta el punto de que ha dejado transcurrir 50 a?os antes de poder poner en marcha unos comportamientos resolutivos, adaptativos y productivos con los que enfrentarse al mismo¡±. En el da?o moral infligido, esta especialista inclu¨ªa ¡°lo que interpreta como burla y desprecio por la falta de respuesta a su demanda inicial¡±. Es lo que los expertos han detectado en muchas de las v¨ªctimas de abusos en la Iglesia: sufren la llamada victimizaci¨®n secundaria, un nuevo da?o al no ser escuchados ni cre¨ªdos por la instituci¨®n cuando deciden denunciarlo. Este exalumno decidi¨® abrir un correo electr¨®nico para intentar recoger testimonios de otras posibles v¨ªctimas: abusoscolegioinmaculadajesuitas@hotmail.com.
Gemma Varona, investigadora del Instituto Vasco de Criminolog¨ªa, de la Universidad del Pa¨ªs Vasco, ultima un estudio sobre las v¨ªctimas de abusos en la Iglesia y corrobora que ¡°muchas v¨ªctimas se sienten confundidas en los procedimientos can¨®nicos¡±. ¡°Se ven envueltas en un proceso con mucho papeleo, muy burocr¨¢tico, y tal como est¨¢n dise?ados no pueden resolver la victimizaci¨®n secundaria. Es muy dif¨ªcil probar la victimizaci¨®n primaria, los hechos, por el paso del tiempo, porque son delitos cometidos en la opacidad, queda en una palabra contra la otra, pero desde luego las v¨ªctimas s¨ª que tienen luego pruebas de la victimizaci¨®n secundaria en el procedimiento can¨®nico¡±. Por otro lado, Varona est¨¢ explorando en su estudio ¡°en qu¨¦ medida el procedimiento can¨®nico puede vulnerar garant¨ªas de las v¨ªctimas en este tipo de procedimientos, tanto en la teor¨ªa como en la pr¨¢ctica, as¨ª como la normativa general de protecci¨®n de datos, en cuanto que la Iglesia tiene datos de las v¨ªctimas y ellas no tienen derecho a conocer sus expedientes¡±.
Ante la insistencia del denunciante, en 2014 el entonces provincial de Espa?a, el m¨¢ximo superior de los jesuitas en el pa¨ªs, Francisco Jos¨¦ Ruiz P¨¦rez, se reuni¨® con ¨¦l y su esposa. En una carta posterior le explic¨® que, pese a comprender su dolor, consideraba que el proceso fue correcto y determin¨® que el acusado era inocente. Sus palabras muestran una contradicci¨®n: ¡°Me es imposible obviar esa no imputaci¨®n, al mismo tiempo que reconozco el da?o psicol¨®gico y moral que usted ha experimentado y experimenta con indudable dolor. Pero no se puede colegir que su da?o est¨¦ ligado a la culpabilidad del acusado¡±. Es decir, no pon¨ªa en duda que el denunciante sufri¨® abusos y su dolor era real, pero no ve¨ªa un culpable. Por otro lado, ante su petici¨®n de que el religioso no siguiera en contacto con ni?os, le informaba de que ¡°actualmente realiza tareas al interno de la comunidad jesuita y de mantenimiento del edificio¡±. ¡°Usted contin¨²a viviendo una herida personal, de la que responsabiliza a un jesuita. Para m¨ª la persistencia de esa herida es, de por s¨ª, tambi¨¦n dolorosa¡±. En esta ambig¨¹edad ha quedado el caso hasta hoy.
Tras la presentaci¨®n del informe de investigaci¨®n de los jesuitas, Pascual escribi¨® a la orden para recordar su caso y mostrar su indignaci¨®n. Un responsable de la Compa?¨ªa le respondi¨®: ¡°Lamento mucho que no le haya parecido bien la informaci¨®n dada en la rueda de prensa. Seg¨²n me consta, en lo relativo a la acusaci¨®n, en su momento se abri¨® un proceso can¨®nico, que concluy¨® con una exculpaci¨®n. Lamento mucho que la conclusi¨®n del proceso no le satisficiera, y siento no poder decirle mucho m¨¢s¡±.
Este exalumno subraya una de las afirmaciones de la rueda de prensa de los jesuitas el pasado mes de enero, al admitir que no deben poner el foco en la defensa de la instituci¨®n, sino en el reconocimiento de las v¨ªctimas. ¡°Yo les ofrezco la oportunidad de que cierren esta injusticia, evitando m¨¢s respuestas crueles, porque solo pretendo que me escuchen y reconozcan la verdad de mi denuncia¡±, explica.
Si conoce un caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escr¨ªbanos a abusos@elpais.es
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