Revoluci¨®n gorda: ¡°Existir no es hacer apolog¨ªa de nada¡±
Prolifera la reivindicaci¨®n contra la gordofobia en redes, libros y ¡®podcasts¡¯. De bikinis a medida a cursos que ofrecen una lectura social, cultural y pol¨ªtica del cuerpo. Activistas gordas explican su causa, apropi¨¢ndose del t¨¦rmino con el que antes se sent¨ªan insultadas
Cinco mujeres posan en una calle peatonal de Madrid como si fuesen las Spice Girls mientras un m¨®vil emite d¨¦bilmente Wannabe sobre el bullicio de las terrazas. Tienen entre 28 y 33 a?os. Hay una soci¨®loga, una psic¨®loga, una abogada... Preparan una actuaci¨®n en la que bailar¨¢n para celebrar ¡°la liberaci¨®n de los cuerpos¡± al ritmo de una heterodoxa lista de reproducci¨®n (de I¡¯m feeling good de Nina Simone al Rumore de la Carr¨¤) que traza un viaje compartido ¡°desde el disgusto individual hasta el disfrute colectivo¡± de su ¡°corporalidad¡±. ¡°Bailamos juntas, porque bailar sola en una discoteca siendo gorda es una movida, no te sientes segura¡±, dice la antrop¨®loga del grupo. Las cinco son activistas gordas y lo que, parafraseando a las Spice, real, realmente quieren, es que las dejen ¡°existir en paz, sin violencia ni discriminaci¨®n¡±. La psic¨®loga se tira al suelo en pura pose Mel C, entre sexy y atl¨¦tica. Lleva una camiseta rasgada en la que se lee: Fat Bitch.
El activismo gordo se ha apropiado del t¨¦rmino que sus militantes escucharon siempre como un insulto. Tras el baile y las risas, las mujeres debaten lo que las une. Comparten las X delante de su talla, pero adem¨¢s todas est¨¢n ¡°politizadas¡±. Han ¡°salido del armario¡±. Hablan de gordofobia personal y estructural. En lo personal son comunes las historias de bullying escolar, verg¨¹enza adolescente y rabia ante insultos callejeros (el ¡°?puta gorda!¡± de la camiseta exclamado por un desconocido sin venir a cuento). Tambi¨¦n las citas m¨¦dicas en las que el diagn¨®stico, independientemente del s¨ªntoma, siempre es su peso, los a?os de esclavitud a las dietas, los trastornos alimenticios, el aislamiento y el tab¨² que les imped¨ªa compartir lo que sufr¨ªan incluso en familia. ¡°Las tristes an¨¦cdotas personales en las que prefieren centrarse los medios porque es lo f¨¢cil¡±, dice Teresa Garc¨ªa del Vello, la abogada. Ellas prefieren hablar de lo estructural: de la violencia est¨¦tica y m¨¦dica sobre los cuerpos disidentes (alguna dice ¡°cuerpes¡±), la discriminaci¨®n laboral, el poder de la industria diet¨¦tica y alimenticia, la relaci¨®n entre gordura y clase, el capital er¨®tico, la falta de representaci¨®n de la diversidad corporal en la ficci¨®n y la publicidad y el ¡°valor de lo colectivo frente a un capitalismo salvaje donde el cuerpo ha de ser productivo, autocuidado y transformable solo desde lo individual¡± socavando un ¡°necesario cambio social que combata la desigualdad¡±, que consideran tel¨®n de fondo de la gordofobia. Tambi¨¦n bromean abiertamente sobre ¡°dar la turra¡± y resumen sus argumentaciones te¨®ricas con sonoros ¡°vamos, que estamos hasta el co?o¡±.
La identidad
Durante un mes, en una docena de extensas entrevistas, activistas como ellas ¡ªensayistas e influencers, poetas y dise?adoras, artistas y podcasters¡ª explican lo que hacen para luchar contra un prejuicio que asocia ¡°un valor moral a la gordura y la considera el resultado de una falta de voluntad personal¡±, seg¨²n la fil¨®sofa y divulgadora Magdalena Pi?eyro, cofundadora del pionero colectivo Stop Gordofobia y autora de 10 gritos contra la gordofobia. Algunas tienen reticencias por la exposici¨®n que supone salir en un medio, todas sienten que mientras discriminaciones como el racismo o la homofobia son en general rechazadas, el odio a la gordura tiene barra libre. ¡°El sistema de opresi¨®n afecta tambi¨¦n a los delgados porque est¨¢ basado en el miedo a ser gordo y el privilegio de no serlo¡±, dice Pi?eyro. En la ¡°comunidad¡± se conoce a quienes perdieron peso y se ensa?an con la visibilizaci¨®n de quien no lo consigue, como ¡°gordos traicioneros¡±: ¡°Son quienes m¨¢s p¨¢nico tienen a volver a perder un privilegio que les ha costado mucho esfuerzo conseguir¡±, dice la experta.
El primer escollo para explicar el activismo gordo es hacer entender que, conocidas las consecuencias para la salud, para quien lo defiende, es un asunto identitario. Algunas activistas (el movimiento es eminentemente femenino) llevan tatuadas ballenas o hipop¨®tamos. ¡°Yo era de las que pensaba ¡®esta mierda no se reivindica, se erradica¡±, admite Blanca Rodr¨ªguez, traductora literaria y presentadora de El podcast gordo. ¡°Ten¨ªa la gordofobia interiorizada; pero el feminismo y la comunidad gorda en redes me ayudaron a caer del guindo¡±, explica, aunque admite vivir ¡°con contradicciones¡±. Cuando una enfermera le pregunt¨® hace poco si se hab¨ªa planteado alguna vez perder peso, le contest¨®: ¡°Creo que una vez, durante 45 segundos, no me lo he planteado¡±. Ha hecho ¡°200 dietas¡±, y lleg¨® a perder 35 kilos que volvi¨® a ganar. ¡°?Preferir¨ªa ser delgada? Yo s¨ª. Para empezar, sufrir¨ªa menos discriminaci¨®n, pero ya no hago todo lo posible por adelgazar, ya no creo que soy despreciable ni que sea culpa m¨ªa¡±.
¡°Yo soy gorda de alma¡±, resume Teresa L¨®pez, influencer, actriz y periodista, ¡°para m¨ª ser gorda es mucho m¨¢s que la b¨¢scula: s¨¦ qui¨¦n soy por haber nacido as¨ª¡±. Pi?eyro explica la cuesti¨®n identitaria exponiendo el camino que va de ¡°estar gorda¡± a ¡°ser gorda¡±: ¡°Estar gorda implica que es un estado transitorio, encierra una promesa de felicidad, hace que no asumamos el cuerpo que tenemos, te obliga a no cuidarlo ni disfrutarlo, pospones la vida ¡ªponerte minifalda, hacer deporte, amar¡ª a la espera de ser flaca... Cuando asumimos el ser gorda, comprendemos que hay una experiencia de un mundo que nos discrimina, llena de dolores, pero tambi¨¦n de resistencias¡±.
El Komando Gordix de Barcelona resiste desde el ¡°artivismo¡±. Lo suyo son las acciones de calle. Talleres de autodefensa, pasarelas gordas, incluso ¡°ir en grupo a las manis¡±, explica su portavoz, la actriz Violen, ¡°ocupar un espacio juntas en el que te sientes segura, aceptada y guapa, desde un lugar de alegr¨ªa, es superpotente, aunque la gente ponga caras¡±. Su mayor ¨¦xito han sido los Kabar¨¦s Gordos, espect¨¢culos de humor que recorren ¡°los ejes de la discriminaci¨®n gorda¡± (la ropa, el m¨¦dico, la sexualidad) e incluyen un desnudo final. ¡°No dejan a nadie indiferente¡±, dice Violen, ¡°la gente se pone en la piel del gordo porque entiende el cuerpo desde la emoci¨®n¡±.
El alternativo cabar¨¦ fue originalmente idea de Magdalena Pi?eyro, que ahora prepara como directora t¨¦cnica la tercera edici¨®n de las Jornadas sobre Gordofobia y Violencia Est¨¦tica del Instituto Canario de Igualdad a finales de junio. ¡°Cuando empec¨¦ hace unos 10 a?os¡±, dice, ¡°llegar a las instituciones era algo impensable, en Espa?a este es un movimiento en plena expansi¨®n, pero a¨²n incipiente¡±.
Twiggy y el ¡°fat power¡±
Lo cual no significa nuevo. El primer ¡°acto por la liberaci¨®n gorda¡± tuvo lugar en 1967 en Central Park (Nueva York). Unos 500 activistas portaron pancartas de ¡°Fat Power¡± y quemaron fotos de la modelo Twiggy. Despu¨¦s vinieron movimientos como el orgullo gordo y la aceptaci¨®n corporal y en el 73 el colectivo feminista The Fat Underground public¨® un manifiesto que exig¨ªa ¡°igualdad de derechos para las personas gordas¡±. Con internet, prolifer¨® el mensaje ¡°body positive¡±, basado en la autoestima y el ¡°todos los cuerpos son bellos¡± que ahora modula la ¡°neutralidad corporal¡±, alej¨¢ndose de la est¨¦tica para valorar el cuerpo como algo funcional. El mensaje ha ido complejiz¨¢ndose en la academia ¡ªen los departamentos de g¨¦nero y queer han surgido los Fat Studies, una lectura social, cultural y pol¨ªtica de la gordura, que algunas universidades, sobre todo estadounidenses, ofrecen en sus programas¡ª y col¨¢ndose en el mercado con las grandes marcas rentabilizando las prendas curvy.
Mientras tanto, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en el mundo. En 2016, 1.900 millones de mayores de 18 a?os ten¨ªan sobrepeso, de los cuales, 650 millones eran obesos (unos 340 millones de ni?os y adolescentes ten¨ªan alguna de estas condiciones). La OMS considera la obesidad una enfermedad primaria adem¨¢s de un factor de riesgo, junto al sobrepeso, de enfermedades cardiovasculares, diabetes, trastornos del aparato locomotor y algunos tipos de c¨¢ncer. A¨²n as¨ª, existe un debate entre los expertos sobre c¨®mo se trata, diagnostica e investiga dicha enfermedad y su proliferaci¨®n. La mayor¨ªa de las activistas consideran que la medicina ¡°patologiza¡± los cuerpos gordos al identificarlos como enfermos.
El consenso cient¨ªfico dice que la obesidad ha adquirido ¡°proporciones de epidemia¡± (definici¨®n que las activistas consideran que aumenta el p¨¢nico a los ¡°pesos no normativos¡± y la gordofobia) pero al mismo tiempo defiende que la estigmatizaci¨®n de las personas gordas perjudica su salud y admite que el ¡°sesgo de peso¡± (fat o weight bias) existe incluso en la comunidad m¨¦dica. Desde un lugar completamente distinto, los estudios cient¨ªficos coinciden con algunas de las reivindicaciones del activismo. Un ejemplo: la Declaraci¨®n consensuada internacional para acabar con el estigma de la obesidad, publicada en Nature en 2020. Est¨¢ firmada por 100 representantes de prestigiosas organizaciones cient¨ªficas de todo el mundo, especializadas en obesidad, endocrinolog¨ªa, diabetes, enfermedades metab¨®licas o cirug¨ªa bari¨¢trica. Las activistas opinan que estas operaciones (los bypass g¨¢stricos o las reducciones de est¨®mago) son ¡°carnicer¨ªas¡± y ¡°mutilaciones¡±. El consenso cient¨ªfico es que mejoran y salvan vidas pero, en el camino, tambi¨¦n afirma que ¡°la creencia extendida y el estigma social¡± (incluido el de los m¨¦dicos y los encargados de salud p¨²blica) de que las personas obesas son ¡°vagas, glotonas y carentes de disciplina¡± carece de sustento cient¨ªfico. No hay evidencia, dice el texto, de que la ¡°obesidad est¨¦ principalmente causada por la sobreingesta de alimentos y el estilo de vida sedentario¡± (ya que hay otros factores gen¨¦ticos, epigen¨¦ticos, psicol¨®gicos y endocrinos); y tambi¨¦n que ¡°comer menos y hacer m¨¢s ejercicio produce solo efectos modestos sobre el peso en la mayor¨ªa de pacientes con obesidad severa¡±.
El documento es un ¡°estudio de estudios¡± y tiene un centenar de referencias a investigaciones que afirman que en las consultas se dedica menos tiempo a los pacientes obesos, que estos son incorrectamente diagnosticados en m¨¢s ocasiones que las personas delgadas y que no se les hacen ciertas pruebas porque no hay maquinaria acorde a todos los tama?os. Todo ello hace que dichos pacientes eviten ir al m¨¦dico, empeorando su salud. El texto tambi¨¦n menciona estudios que afirman que las personas obesas tienen salarios inferiores, es menos probable que se les entreviste para un trabajo o que se les valora menos aunque trabajen m¨¢s horas. La declaraci¨®n consensuada denuncia que estas discriminaciones no est¨¢n apenas legisladas y concluye que la estigmatizaci¨®n ¡°m¨¢s que la obesidad en s¨ª, puede ser especialmente da?ina para la salud mental¡± y ¡°tener efectos f¨ªsicos¡±, adem¨¢s de ¡°socavar los derechos humanos¡± y ser ¡°inaceptable¡±.
La salud
¡°La salud, la salud, ?ese argumento paralizante!¡±, suspira Lara Gil, antrop¨®loga, y voz del podcast Nadie hablar¨¢ de nosotras. Est¨¢ en el sal¨®n de su casa, donde lo graba junto a Cristina de Tena, educadora social. La actuaci¨®n art¨ªstica de las Spice Girls forma parte de unas jornadas que han montado para financiar el programa. Todav¨ªa con los micr¨®fonos apagados debaten una reciente pol¨¦mica en Twitter en la que una presentadora de televisi¨®n comentaba la inclusi¨®n de una mujer gorda en un anuncio de biquinis diciendo que ¡°defender y hacer apolog¨ªa de enfermedades como la obesidad¡± le parec¨ªa ¡°peligroso¡±. ¡°?Te imaginas que en esa campa?a sale una mujer con c¨¢ncer? Quienes critican que salga una gorda, la aplaudir¨ªan, esta aversi¨®n a vernos no ocurre con ninguna otra enfermedad¡±, dice Gil. ¡°El salutismo se usa para silenciarnos, cuando en realidad deber¨ªa ser el principio de la conversaci¨®n¡±, opina. ¡°Solo con verme, t¨² no sabes nada de mi estado de salud ni mis h¨¢bitos. Pero vale, pongamos que acepto que estoy enferma. ??Y QU??!, ?no puedo hablar de derechos?, ?no puedo salir en la televisi¨®n o en un anuncio? Si tengo un problema de salud, cu¨ªdame. No digas que mi existencia es una apolog¨ªa de nada, no me enfermes m¨¢s si lo que pretendes es preocuparte por mi salud¡±.
¡°La salud es una excusa para legitimar la superioridad moral que te da un cuerpo delgado¡±, dice su compa?era, ¡°pero ?por qu¨¦ tenemos que estar las gordas reivindicando todo el rato que estamos sanas? Hay mil factores de riesgo, ser mayor, hacer demasiado deporte, beber, estar muy flaco... pero a nadie se le culpabiliza como a los gordos. Es neoliberalismo, el mismo que reduce el sistema de salud p¨²blica. Pura pol¨ªtica: te obsesionas con t¨² cuerpo y dejas de ver lo que sucede alrededor. El triunfo del individualismo. Ya sabes, el gordo es gordo porque quiere, y el pobre es pobre porque no se esfuerza¡±.
De otro tuit viral surgi¨® El Podcast Gordo, que emiten la traductora Blanca Rodr¨ªguez y la ilustradora Amanda V¨¢zquez, remotamente desde Barcelona y Ferrol. Quieren hacer camisetas para promocionar su programa, que tiene unas 7.000 escuchas, pero no encuentran empresas que las impriman de su talla y la de sus oyentes, a los que llaman gordcasters.
El germen del programa fue ¡°un hilo accidental¡± de Blanca en el que ofrec¨ªa ¡°una cosa de gorda que igual no os hab¨ªais planteado¡± por cada clic recibido: 1) Las sillas con brazos son el mal. 49) Apenas tienes fotos de cuerpo entero. 97) No comes jam¨¢s en p¨²blico.
Gracias al hilo las dos mujeres se pusieron en contacto e idearon un programa donde los oyentes pudiesen mandar mensajes: ¡°No quer¨ªamos solo hacer reflexiones te¨®ricas, sino ofrecer un espacio para soltar la rabia¡±, dice Amanda, que defiende que el argumento de la salud ¡°solo sirve para dar rienda suelta al cabr¨®n interior¡± y reta a cualquiera a ver sus an¨¢lisis, c¨®mo come y las clases de spinning a las que se somete. ¡°Est¨¢ ortor¨¦xica perdida¡±, bromea Blanca, que no hace ejercicio y se pega atracones de Filipinos. Con 38 y 44 a?os, son de las mayores entre las entrevistadas. Crecieron con la moda esquel¨¦tica del heroin chic de la Generaci¨®n X, pero aun as¨ª creen que las m¨¢s j¨®venes lo tienen peor: ¡°Nosotras compet¨ªamos con cuerpos excepcionales, las cr¨ªas ahora se comparan directamente con cuerpos inexistentes, pasados por Photoshop y los filtros de Instagram¡±.
¡®Influencers¡¯
Una d¨¦cada menores, las mileniales Mara Jim¨¦nez (Croquetamente, en Instagram, con 350.000 seguidores, y Madre de croquetas en TikTok con 222.000), y Teresa L¨®pez Cerd¨¢n (54.000 en Instagram y 525.000 en TikTok), hablan sobre trastornos de la alimentaci¨®n y salud mental, posan con modelos ideales, recomiendan cremas y sobre todo usan el humor para hacer activismo gordo en redes. El ¡°hate¡± que reciben depende mucho del contenido que suban: los comentarios son mayoritariamente positivos (¡°qu¨¦ graciosa eres¡¯, ¡®qu¨¦ bien vistes¡¯, ¡®te amo¡¯, si ense?as molla¡±, dice Teresa) hasta que hablan abiertamente de gordofobia e ideolog¨ªa. ¡°No les molesta una gorda en biquini, les molesta que tenga un discurso¡±, dice Mara. ¡°La gordofobia toca mucho ego, porque a nadie le gusta ser tachado de discriminador y cuesta mucho revisarse¡±. Sobre los l¨ªmites del humor son tajantes: ¡°Al 100%¡±. ¡°Me flipa el ¡®ya no se puede decir nada¡¯. Pues no. No puedes re¨ªrte de m¨ª¡±, dice Teresa. ¡°Las personas gordas no somos bufones de nadie, esos chistes vienen desde un lugar de privilegio¡±. Admite que a veces se plantea: ¡°?Me estoy volviendo muy radical?, ?soy generaci¨®n de cristal? Pues igual s¨ª, ?y qu¨¦? Yo hago humor sin vejar a nadie, si t¨² eres incapaz, dale una vuelta¡±.
Mara y Tesara interpretan adem¨¢s la obra Gordas, de Carlos Mesa, en los Teatros Luchana de Madrid, con la que llevan meses en cartel con aforo completo. ¡°Al principio llen¨¢bamos con nuestras seguidoras, pero luego empez¨® a venir un p¨²blico m¨¢s variado, hombres, gente mayor, personas delgadas¡±, cuentan entre bambalinas justo antes de los ejercicios de calentamiento que culminan con un grito colectivo de ¡°?Vacaburra!¡±. En la obra interpretan a ¡°dos gordas haciendo de todo¡±; beber, ligar en Tinder, ser inocentes, mezquinas, literalmente monjas y diablas. Cuentan que ¡°las chicas j¨®venes salen empoderadas¡±; pero las mujeres m¨¢s mayores a veces van a abrazarlas y lloran. ¡°Se te rompe el coraz¨®n cuando te dicen ¡®ay, ojal¨¢ yo hubiese tenido esto¡±, explica Teresa. ¡°Yo les digo que est¨¢n a tiempo, pero si te has pasado la vida odiando tu cuerpo y descubres a los 60 que hay quien lo reivindica, normal que te d¨¦ rabia y pena¡±.
Representatividad
Ambas actrices crecieron sinti¨¦ndose identificadas con Yoli en Los Serrano (¡°siempre con manchas de k¨¦tchup o chocolate, invisible salvo a los ojos de su mejor amiga¡±) y Selina en Rebelde Way (¡°la que lloraba en su habitaci¨®n porque estaba enamorada del chico enamorado de la guapa). Pero ambas quer¨ªan ser Tet¨¦ y M¨ªa, las protagonistas flacas de las series. Aunque son influencers, lo m¨¢s cercano a un referente cultural juvenil en 2022, consideran que su mensaje necesita atravesar el nicho de su ¡°comunidad¡±, para lo que reclaman m¨¢s ficciones televisivas con ¡°papeles de gordas cuyo eje no sea solamente querer adelgazar¡±. A Teresa le encanta Pen¨¦lope en Los Bridgerton: ¡°Es rencorosa, no la t¨ªpica gorda amiga bondadosa¡±.
Flor Olivera, 31, bautiz¨® su tienda de ropa por internet Fatland, en honor a la serie Dietland, una s¨¢tira salvaje contra la cultura de las dietas protagonizada por una mujer de 130 kilos que decide vengarse. Ella mont¨® su marca en ¡°una ¨¦poca complicada¡± en la que se estaba reconciliando con su propio cuerpo, tras engordar por los antidepresivos. ¡°La terapia ayuda, pero lo que m¨¢s me ayud¨® fue el activismo¡±, confiesa. ¡°Ojal¨¢ hubiese tenido estas redes en mi adolescencia¡±. Durante la baja, aprendi¨® a coser para mantenerse ocupada y se lanz¨® con un proyecto que sent¨ªa personal: hacer ropa para todos los cuerpos y a medida. ¡°A veces te tienes que conformar con vestirte como una abuela¡±, dice. ¡°Yo dise?o pensando en lo que me habr¨ªa gustado encontrar cuando iba de compras y volv¨ªa llorando¡±. Aunque admite que ahora las marcas ofrecen m¨¢s variedad, aun as¨ª tiene un ¡°conflicto con la moda curvy¡±: ¡°La industria no tiene en cuenta las especificidades de los cuerpos gordos, simplemente cogen los patrones normativos y los agrandan: puedes ser gorda, pero hasta cierto punto; se aceptan las modelos con pechos y caderas anchas, pero poca barriga, y nunca ver¨¢s una con el culo plano o sin tetas como tantas mujeres gordas... y ya con celulitis o estr¨ªas ni te cuento...¡±. En una cala murciana, la dise?adora fotograf¨ªa un domingo de mayo su nueva colecci¨®n de ba?o sobre cuatro modelos ¡°diversas¡± en las que hay todo lo mencionado, adem¨¢s de una mujer racializada, muchos tatuajes y grandes sonrisas.
En el perfil del Instagram de Tess Hache, t¨¦cnica de igualdad en Barcelona de 22 a?os, tambi¨¦n hay de todo. Celulitis, estr¨ªas, lorzas y vello corporal. Encajes, l¨¢tigos y ataduras shibari. Tambi¨¦n reflexiones y poemas. En un post explica: ¡°No soy musa, soy artista y de las gordas¡±. Al contrario que muchas activistas, ella empez¨® poniendo el cuerpo y luego vino el discurso. ¡°Con 16 o 17 empec¨¦ a posar como modelo body positive, pero se me qued¨® en nada, yo necesitaba terapia de choque. Un d¨ªa me despert¨¦ hart¨ªsima y sub¨ª una foto a redes en ropa interior: me dio un chute de energ¨ªa incre¨ªble ver los comentarios devastadores y tambi¨¦n la contraprestaci¨®n positiva¡±. Con el tiempo ha pasado a la ¡°autofotograf¨ªa¡± y a escribir. Gordura y Deseo es su tercer fanzine en el que explora ¨D¡°desde la vivencia, no desde la academia¡±¨D las relaciones ¡°sexoafectivas y en general¡± y c¨®mo algunos cuerpos quedan excluidos del imaginario er¨®tico. Plantea una serie de preguntas que invitan a revisarse: ?desear¨ªas cambiar algo de tu cuerpo? ?Crees que tus gustos sexuales y afectivos son elecciones libres? ?Cu¨¢ntas amistades o relaciones con personas gordas has tenido? ¡°Preguntas que se deber¨ªa hacer todo el mundo¡±, dice Tess, ¡°porque ning¨²n cuerpo est¨¢ toda la vida dentro de la norma¡±.
En la calle peatonal del centro de Madrid, las cinco activistas se reparten con eficacia las tareas para preparar los talleres y la fiesta en la que bailar¨¢n a las Spice en un centro social okupado donde hay mucho que limpiar. Parece que se conocen desde hace mucho, pero f¨ªsicamente solo se han visto un pu?ado de veces, aunque tienen un grupo de WhatsApp con nueve miembros desde hace seis meses. ¡°El apoyo virtual necesita traspasar al f¨ªsico, tenemos que ocupar los espacios en los que no cabemos¡±, dice Laura Castro Rold¨¢n, una de las danzantes, soci¨®loga y metod¨®loga que investiga el activismo ¡°gorde¡± online y el ciberfeminismo. ¡°Hay algo curativo en verse, tocarse y estar juntas¡±, a?ade con dulzura Mar¨ªa Cristina Castro Mart¨ªnez, la psic¨®loga social y terapeuta que ha posado como Mel C. Para la abogada, ¡°la simple presencia conjunta¡± de cinco gordas en una terraza ¡°ya es reivindicativa¡±. ¡°No tenemos referentes, siempre hemos sido un clich¨¦, la gorda de clase, la ¡°otra¡± de las pel¨ªculas... Y cuando conoces a mujeres que se parecen a ti y tienen una vida real, dos trabajos, discusiones de pareja normales, una que es vegetariana, sales del aislamiento que implica ser gorda¡±, dice la antrop¨®loga Lara Gil. ¡°Que se nos vea, en grupo, en los anuncios, en la tele; que se nos normalice sin juzgar nuestros cuerpos o los h¨¢bitos que imaginas que tenemos, no es hacer apolog¨ªa de nada¡±, zanja Cristina de Tena, ¡°simplemente existimos¡±.
Se busca hombre gordo activista
?Y no hay activistas gordos hombres? La respuesta de las 12 mujeres entrevistadas es que son muchos menos y menos activos. Las razones son varias. En primer lugar, en Espa?a el movimiento es incipiente y, como en otros sitios, empez¨® a surgir en c¨ªrculos feministas. Tambi¨¦n la presi¨®n est¨¦tica sobre el cuerpo de las mujeres es mayor; varios estudios citados en la Declaraci¨®n consensuada internacional para acabar con el estigma de la obesidad (Nature, 2020) establecen que dicho estigma es m¨¢s prevalente en las mujeres y especialmente las mujeres negras. Ellas tienen m¨¢s internalizado el problema y sufren m¨¢s discriminaci¨®n a la hora de encontrar trabajo, ser tratadas en el m¨¦dico o representadas en los medios. A ello se a?ade que ¡°lo femenino se asocia a lo fr¨¢gil y lo masculino a lo fuerte; hay mujeres con la talla 42 que se leen como gordas, y hombres gordos a los que se consideran fornidos¡±, dice la dise?adora Flor Olivera. ¡°Adem¨¢s, a los hombres les cuesta convertir lo personal en pol¨ªtico y hablar de lo que les pasa, lo sufren m¨¢s en silencio¡±, a?ade la antrop¨®loga Lara Gil. Pero haberlos, haylos, y las activistas ofrecen un par de referencias para empezar: el libro Gordo, pobre y maric¨®n, de Alberto Velasco y la webserie Grasa, protagonizada por Kike P¨¦rez.
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