Justyna Wydrzynska, activista proaborto juzgada en Polonia: ¡°Un caso como el m¨ªo puede darse en cualquier pa¨ªs europeo¡±
La defensora de los derechos reproductivos se enfrenta a hasta tres a?os de c¨¢rcel por enviar p¨ªldoras abortivas a una mujer que pidi¨® ayuda
Justyna Wydrzynska (Varsovia, 48 a?os) proyecta una mezcla de naturalidad, fortaleza y sinceridad que activa una singular sensaci¨®n de familiaridad al instante de conocerla. Son cualidades perfectas para dedicarse a lo suyo: informar sobre c¨®mo abortar en uno de los pa¨ªses m¨¢s restrictivos de la UE. La audacia de mujeres como ella conlleva serios riesgos en Polonia. El sistema judicial, fuertemente influenciado por el Gobierno ultraconservador de Ley y Justicia (PiS) y su socio minoritario, Solidarna Polska, lo ha demostrado llevando por primera vez a una activista al banquillo. Wydrzynska se enfrenta a hasta tres a?os de c¨¢rcel por enviar p¨ªldoras abortivas a una mujer en un pa¨ªs donde no hay casi ning¨²n supuesto legal para el aborto. Ella advierte de que su caso, por extremo que parezca, podr¨ªa darse en cualquier pa¨ªs europeo.
El juicio a Wydrzynska tiene en alerta a las redes internacionales de defensa de los derechos reproductivos de la mujer, que lo ven como una seria advertencia. A la activista polaca la acusan de ayudar en la realizaci¨®n de un aborto y de posesi¨®n de drogas no autorizadas con el objetivo de introducirlas en el mercado. ¡°Cuando miras las leyes europeas sobre el aborto en Francia, B¨¦lgica, Pa¨ªses Bajos, etc¨¦tera, en casi todos los pa¨ªses compartir p¨ªldoras puede ser considerado un delito¡±, explica en una luminosa estancia de la sede de Abortion Dream Team en Varsovia, d¨ªas antes de la pr¨®xima sesi¨®n del juicio, prevista para este martes 14 de marzo. En lugares donde la interrupci¨®n del embarazo es legal y se puede llevar a cabo de la mano de doctores de forma f¨¢cil y segura, el acceso a las p¨ªldoras fuera del sistema sanitario es innecesario, pero Wydrzynska quiere llamar la atenci¨®n sobre posibles situaciones en los m¨¢rgenes. ¡°Si te denuncian, te puedes encontrar con una condena¡ un caso como el m¨ªo puede darse en cualquier pa¨ªs europeo¡±, advierte.
En Polonia las mujeres que interrumpen su embarazo no cometen ning¨²n delito, pero s¨ª desaf¨ªan la ley quienes los llevan a cabo o ayudan. Dar informaci¨®n, en teor¨ªa, no est¨¢ considerado ayuda directa, pero la interpretaci¨®n final depende de la justicia. Wydrzynska se dedica a informar, a acompa?ar, no a proporcionar p¨ªldoras. ¡°Solo lo hice una vez y me pillaron¡±, cuenta. ¡°La situaci¨®n era tan dif¨ªcil que no pod¨ªa hacer otra cosa¡±.
Todo ocurri¨® a finales de febrero de 2020, cuando el coronavirus se extend¨ªa y comenzaba el debate sobre el cierre de fronteras. ¡°Una mujer se puso en contacto con Abortion Without Borders [Aborto sin Fronteras] y cont¨® que hab¨ªa intentado ir a Alemania a abortar, pero que su marido la chantajeaba¡±. Si se llevaba a su hijo peque?o en el viaje, la denunciar¨ªa por secuestro. ¡°Le daba mucho miedo ir y dec¨ªa que este hombre controlaba todos y cada uno de sus mensajes y emails¡±. A Wydrzynska la situaci¨®n le record¨® una experiencia personal, y sab¨ªa que ese perfil adem¨¢s de controlador es maltratador. Ten¨ªa pastillas para su uso personal. ¡°Decid¨ª envi¨¢rselas¡±. El marido denunci¨® y la polic¨ªa se incaut¨® de las p¨ªldoras. ¡°Supe inmediatamente que acabar¨ªa en un tribunal¡±, recuerda.
Wydrzynska se ha convertido en un s¨ªmbolo de la lucha por el aborto, y a la vez, de la cruzada de la derecha contra el derecho a decidir. ¡°Observamos c¨®mo las fuerzas conservadoras se est¨¢n haciendo cada vez m¨¢s fuertes y vemos esta tendencia en todos los pa¨ªses. Tambi¨¦n, cada vez m¨¢s, que las leyes no las cambian los parlamentos, sino los tribunales¡±, dice en referencia a la sentencia del Constitucional polaco que en 2020 prohibi¨® el aborto por malformaci¨®n fetal y a la del Supremo estadounidense que revoc¨® el a?o pasado el fallo de Roe contra Wade y devolvi¨® a las mujeres a la clandestinidad.
Polonia es, despu¨¦s de Malta, el pa¨ªs m¨¢s represivo de la UE. Solo se permite abortar en caso de violaci¨®n o incesto o si hay riesgo para la vida de la madre, aunque hay mujeres que han muerto por no recibir un aborto a tiempo. Wydrzynska advierte del peligro de regresi¨®n en Europa, con pa¨ªses como Hungr¨ªa, donde el Gobierno ultraconservador de Viktor Orb¨¢n ha empezado a obligar a escuchar el latido fetal. En Italia, con un Gobierno de coalici¨®n de la derecha con la ultraderecha, el partido de la primera ministra, Giorgia Meloni, ya restringe el aborto en la regi¨®n de Las Marcas. ¡°En Francia hay tambi¨¦n grandes cambios pol¨ªticos internos¡±, se?ala Wydrzynska, en relaci¨®n con el avance de la extrema derecha. ¡°Cuesta entender que la gente no se d¨¦ cuenta de qu¨¦ significa votar a ciertos partidos. Est¨¢n tan acostumbrados a la situaci¨®n [abortar legalmente] que no ven que hay un riesgo real de perder esos derechos con un cambio de primer ministro o presidente¡±, reflexiona la activista.
Necesidad de 9.166 abortos m¨¦dicos
¡°Toda ley sobre el aborto es una ley antiaborto, en realidad¡±, defiende Wydrzynska, que aboga por abolir las normas y los l¨ªmites. Su labor, sin embargo, no se centra en la pol¨ªtica sino en la acci¨®n. Ella abort¨® en 2006 en medio de una gran inquietud y desconocimiento. ¡°Al final todo fue muy f¨¢cil y me dije: Nos merecemos saber que es as¨ª de f¨¢cil y no pasar miedo¡±. Wydrzynska empez¨® a compartir informaci¨®n en internet y cre¨® un foro junto a otras mujeres: ¡°Un lugar donde sentirse segura y no juzgada¡±. Aquello acab¨® dando lugar a Abortion Dream Team, que forma parte de Abortion Without Borders, un servicio de atenci¨®n sobre c¨®mo conseguir p¨ªldoras que se env¨ªan desde el extranjero o c¨®mo abortar fuera del pa¨ªs. El a?o pasado, la organizaci¨®n de Wydrzynska ayud¨® a 9.166 personas que necesitaban un aborto m¨¦dico.
¡°Despu¨¦s de 17 a?os apoyando a personas que abortan, estaba de alguna forma preparada para acabar ante la justicia¡±, asegura Wydrzynska. La polic¨ªa no dio se?ales hasta un a?o y tres meses despu¨¦s, cuando aparecieron en su casa con una orden de registro. Despu¨¦s todo se aceler¨® con un ritmo excepcionalmente r¨¢pido para el sistema judicial polaco y el juicio arranc¨® en abril de 2022. ¡°Ah¨ª supimos que este era un caso pol¨ªtico. Desde el principio sab¨ªan que soy muy visible, porque junto a mis compa?eras, soy la cara del movimiento¡±.
Las se?ales que salen del tribunal que lleva el caso hacen pensar que el fallo, que podr¨ªa conocerse este mes, ser¨¢ condenatorio. ¡°Recurriremos. Hay varios pasos antes de que entre en la c¨¢rcel¡±, dice optimista Wydrzynska, una mujer de risa f¨¢cil que quiere pensar que quiz¨¢s en otra instancia se encuentre ¡°con una sentencia justa¡±. Se siente arropada por defensores de derechos humanos, organizaciones internacionales, diputados, etc¨¦tera, y conf¨ªa en que, tras las elecciones previstas para este oto?o, arranque un nuevo ciclo pol¨ªtico que abra un hueco a la esperanza.
¡°Quieren silenciarnos, invisibilizarnos y asustarnos para que dejemos nuestra actividad¡±. Wydrzynska asegura que no lo est¨¢n consiguiendo. ¡°No me asusta enfrentarme a cargos e incluso a una sentencia de c¨¢rcel. No es que no me preocupe, pero no me da miedo¡±, dice con sinceridad. ¡°Voy a seguir haciendo este trabajo porque creo que es muy importante¡±, afirma vestida con una camiseta negra que, en letras doradas, proclama: ¡°Ayudo con los abortos¡±.
El riesgo de un efecto paralizador con una sentencia condenatoria
Anna Blaszczak-Banasiak, directora de Amnistía Internacional en Polonia, está convencida de que “el fiscal hará todo lo posible para cerrar el caso con una condena elevada” y cree que lo conseguirá. El riesgo de la sentencia condenatoria, opina esta experta en derechos humanos, es que tenga un efecto paralizador entre las miles de personas que facilitan información sobre abortar en Polonia si el tribunal interpreta que informar es una forma de ayudar. “Hay muchas mujeres valientes, pero esta es una prueba muy real de que puede pasarte a ti”, cree Blaszczak-Banasiak.
Agata Adamczuk, doula de abortos de la Fundación Dziewuchy Dziewuchom, se dedica a informar y acompañar en el proceso de la interrupción del embarazo desde que abortó hace cuatro años. Es consciente de que el caso de Wydrzynska es “un aviso” y lo describe como “represión política contra una activista de derechos humanos”. En un café de Varsovia, con un discreto colgante dorado con forma de vulva y una gran admiración hacia Wydrzynska, Adamczuk concluye: “El juicio no nos da miedo, nos hace más valientes”.
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