Ser m¨¦dico en la Espa?a vaciada: ¡°No son solo pacientes, son amigos, conocidos, vecinos. Sabes la vida de todo el mundo¡±
Mientras en la convocatoria del MIR quedan 131 plazas vacantes para la especialidad de medicina familiar y comunitaria, un doctor rural cuenta c¨®mo es trabajar en una monta?a aislada del Pirineo aragon¨¦s
Guillermo Bernu¨¦s tiene 67 a?os y no se quiere jubilar hasta que encuentre a quien lo sustituya en su consulta de atenci¨®n primaria en Plan, un pueblo del Pirineo aragon¨¦s donde viven menos de 300 personas. Cada d¨ªa conduce m¨¢s de 100 kil¨®metros entre sinuosas carreteras de monta?a para dar asistencia a otras seis poblaciones del Valle de Cinqueta, algunas con apenas unas decenas de habitantes, donde conoce, con nombre y apellidos, a cada uno de sus (aproximadamente) 500 pacientes.
Espera que alguno de los residentes que rotan por la zona se anime a darle el relevo, pero sabe que no es tarea sencilla. En Espa?a faltan unos 5.000 m¨¦dicos de familia, seg¨²n calculan las sociedades m¨¦dicas, y las jubilaciones de profesionales como ¨¦l har¨¢n que la situaci¨®n se agudice en los pr¨®ximos a?os. Los c¨¢lculos de un informe del propio Ministerio de Sanidad sit¨²an en 2027 el punto de inflexi¨®n, cuando se alcanzar¨¢ un d¨¦ficit de 9.000 doctores y la situaci¨®n ser¨¢ cr¨ªtica en la Espa?a vaciada, menos atractiva para los j¨®venes m¨¦dicos.
Sanidad lleva toda la legislatura aumentando las plazas para paliar este d¨¦ficit, pero por segundo a?o consecutivo, en 2023 ¡ªla mayor convocatoria MIR de la historia¡ª han quedado vacantes (202) en la especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria. El jueves termin¨® una repesca para dar la oportunidad de elegirlas a los 2.000 aprobados que se hab¨ªan quedado sin ning¨²n puesto, pero quedaron 131 sin elegir: 15 en Arag¨®n, uno en Asturias, cuatro en Cantabria, 40 en Castilla y Le¨®n, ocho en Catalu?a, 16 en Extremadura, 33 en Galicia y 14 en Navarra.
Bernu¨¦s, que fue condecorado el a?o pasado con la Cruz Sencilla de la Orden Civil de Sanidad, es consciente de que hay muchos obst¨¢culos que alejan a los j¨®venes de la medicina de familia en lugares tan aislados: ¡°Los chicos tienen a sus familias y sus amigos lejos y el invierno aqu¨ª es duro y largo. Adem¨¢s, existe un problema con la vivienda: pr¨¢cticamente no hay porque no sale a cuenta alquilar y las que hay vac¨ªas se destinan a turismo rural, que es mucho m¨¢s rentable. A los que vienen a rotar [un mes de la residencia de familia se hace en n¨²cleos rurales], les tenemos que buscar algo mediante amigos y contactos. Pero cuando vienen aqu¨ª les suele encantar la medicina rural¡±.
La vida del galeno en un lugar como Plan es muy distinta al de su colega en la ciudad. Para empezar, porque el hospital m¨¢s cercano se encuentra a m¨¢s de una hora y la UCI m¨®vil a media. ¡°Tienes que manejar unos recursos que no necesitas en la ciudad con un hospital a 10 minutos¡±, cuenta. Y aqu¨ª enumera desde las llamadas al helic¨®ptero para que aterrice ¡°en mitad de un prado¡± por los m¨²ltiples accidentes que se producen en la monta?a, hasta el c¨®digo infarto que tienen que aplicar mientras que llegan los refuerzos. Pasando por costillas rotas por ¡°golpes de vaca¡±. ¡°En primavera salen muy alteradas al campo y a veces se llevan a alguien por delante¡±, aclara ante la sorpresa del periodista.
Las otras grandes diferencias con respecto a la ciudad (o, al menos, con respecto a muchos centros de salud de muchas ciudades) es el ritmo y la cercan¨ªa con los pacientes. Lejos de las agendas de m¨¢s de 50 al d¨ªa que padecen en algunos centros de salud, Bernu¨¦s suele ver a una veintena al d¨ªa, ¡°treinta y tantos como mucho¡±. ¡°No son solo pacientes; son amigos, conocidos, vecinos. Sabes la vida de todo el mundo¡±, dice.
Como cada d¨ªa, este jueves su jornada comenz¨® a las ocho en el centro de salud de Lafortunada, del que depende, aunque solo atienda all¨ª en las guardias. Ya no suele hacerlas ¡ªest¨¢ exento por edad¡ª, pero confiesa que le gustan y que de vez en cuando cubre alguna, si hace falta. Por la ma?ana se pone al d¨ªa con los que est¨¢n salientes sobre si ha habido alguna incidencia de madrugada, alguna llamada, si alg¨²n paciente presenta novedades, hacen tr¨¢mites administrativos y, cuando toca, formaci¨®n.
Al finalizar la burocracia empieza la acci¨®n. Para ¨¦l y para la enfermera de Plan, Magal¨ª Thacco, una peruana que lleg¨® a Espa?a cuando ten¨ªa poco m¨¢s de 20 a?os y acab¨® en las monta?as de Huesca por amor. Son un equipo. A las 10.00 tienen su primera visita domiciliaria del d¨ªa en Saravillo, un peque?o pueblo (88 habitantes censados) encajonado entre monta?as en el que en invierno solo da el sol tres horas al d¨ªa. All¨ª los espera desayunando en su patio Julio Rivera, de 84 a?os, que sufre enfermedad pulmonar obstructiva cr¨®nica (EPOC) y tiene una llaga en la pierna que no deja de supurar, fruto de un problema circulatorio.
El perfil de Julio es similar al de muchos habitantes de la zona: un paciente cr¨®nico mayor, polimedicado y con m¨²ltiples patolog¨ªas.
¡ª?C¨®mo fue la noche?
¡ªLa noche, regul¨ªn. Los d¨ªas son mejores, pero en la cama no puedo estar, me cuesta respirar.
¡ªEstabas tomando una y media de furosemida, ?verdad? La vamos a subir a dos.
¡ª?Esa cu¨¢l es?
¡ªLa que te hace mear.
Tras la breve charla en el patio, suben a la casa a que Thacco le cure la herida y a que Bern¨²es le tome la tensi¨®n para asegurarse de c¨®mo tiene que ajustar la medicaci¨®n.
¡ªA ver si te espabilamos un poco ¨Dle dice el m¨¦dico.
¡ªS¨ª, que si no el huerto, mal. Ayer fui a comprar plantas y no me llev¨¦ nada, no ten¨ªa ganas.
M¨¦dico y paciente se enredan a hablar de cebollas y acelgas mientras le hacen la cura. ¡°Aqu¨ª los jubilados son muy activos, siguen cuidando las vacas, los huertos, hasta que les da el cuerpo¡±, cuenta m¨¢s tarde Bern¨²es, que piensa dedicar la jubilaci¨®n a sus tres parcelitas, a leer y a viajar. Lleg¨® a Plan hace m¨¢s de tres d¨¦cadas con su mujer, que falleci¨® hace seis a?os. Sus dos hijos, que se fueron a estudiar fuera, han vuelto a vivir al pueblo y, a falta de nietos ¡ª¡±ahora todo es muy fluido¡±, justifica¡ª, se queda a cargo de un enorme boyero de Berna de su hija con el que sale a pasear por la monta?a por las tardes, cuando ha terminado las consultas.
Antes de irse a comer y sacar al perro, tiene toda la jornada por delante: dos visitas domiciliarias m¨¢s y de ah¨ª, al consultorio de Plan, donde lo espera un d¨ªa tranquilo, que solo se complica al final. Ve media docena de pacientes: migra?a, un golpe, revisar una medicaci¨®n y, cuando ya se dispon¨ªa a ¡°hacer papelotes¡± (revisar historiales, hacer interconsultas¡) recibe dos llamadas de atenci¨®n domiciliaria no demorables. Pacientes mayores con gastroenteritis y n¨¢useas.
Cuando hace bueno coge la moto, pero lo normal es que se mueva en su todoterreno, que mete por algunas calles donde no pareciera que cupiese un utilitario. ¡°Lo que nos pagan por desplazamientos no me da ni para lo que me han costado las ruedas, que las tuve que cambiar la semana pasada¡±, ironiza.
Las sociedades de medicina de familia critican precisamente que, por un lado, las administraciones lloren la falta de j¨®venes m¨¦dicos que quieran irse a la Espa?a vac¨ªa y que, por otro, no ofrezcan las condiciones necesarias para hacerla atractiva. Quieren que la atenci¨®n primaria est¨¦ m¨¢s presente en la carrera para que los j¨®venes m¨¦dicos no solo oigan hablar de las especialidades hospitalarias, que suelen ser m¨¢s atractivas. Este a?o, dermatolog¨ªa ¡ªen la que abunda el trabajo y los buenos sueldos¡ª se agot¨® en tiempo r¨¦cord, mientras que para primaria han quedado vacantes, si bien es cierto que hay muchas m¨¢s plazas que para cualquier otra.
En lo que coinciden tanto las sociedades m¨¦dicas como Renu¨¦s es en que hay que hacer la especialidad, y sobre todo la medicina rural, m¨¢s atractivas para los j¨®venes. Las malas condiciones y la saturaci¨®n por las que los m¨¦dicos de primaria de toda Espa?a se vienen quejando y haciendo paros desde hace meses no ayudan a seducirlos. Pero, en la monta?a, despu¨¦s de atravesar t¨²neles inveros¨ªmiles, otra medicina de familia es posible.
Preguntado por c¨®mo se desarroll¨® el viernes, el m¨¦dico responde: ¡°Ahora acabo de ver a Julio, el paciente de Saravillo. Est¨¢ mucho mejor hoy¡±.
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