La banalizaci¨®n de la violencia entre los j¨®venes: ¡°No necesitas ir empastillado, usas el cuchillo porque lo ves normal¡±
El fen¨®meno de las bandas es uno de los factores detr¨¢s de la ¡°explosi¨®n delictiva¡± entre los j¨®venes de la que alertaba la Fiscal¨ªa. Los expertos se?alan la falta de recursos, como educadores de calle o agentes tutores, como uno de los disparadores del ingreso de los menores en esos grupos
Un chico de 16 a?os abre la puerta de un vag¨®n del Cercan¨ªas en Madrid. Acaba de emplear un machete para agredir a otros j¨®venes, a los que deja dentro del convoy. Unos d¨ªas antes, estos le hab¨ªan lanzado una de las ofensas m¨¢s graves dentro de las bandas juveniles violentas. Dos palabras llenas de significado para ellos: ¡°fuck¡± (en espa?ol, que te jodan) y el nombre de la banda. Motivo suficiente para buscar venganza. ¡°Ten¨ªamos un machete y un cuchillo, les preguntamos si eran ellos y lo hicimos¡±. Un mes despu¨¦s, la Polic¨ªa lo deten¨ªa y acab¨® siendo condenado por un delito de homicidio en grado de tentativa. Hoy, todav¨ªa encerrado en un centro de menores y ya con 18, es otra persona.
¡°Mi madre se pon¨ªa a llorar, yo estaba con la mente nublada y le dec¨ªa que era mi vida, que yo decid¨ªa¡±, cuenta. Era un chico que sufr¨ªa acoso escolar. Hasta que una de las dos bandas m¨¢s potentes en este momento (Dominican Don¡¯t Play y Trinitarios) lo ¡°acogi¨®¡±. Tiempo despu¨¦s, su vida era la calle y nunca sal¨ªa de casa sin un arma. ¡°No necesitas ir empastillado, usas el cuchillo porque lo ves normal¡±. Le detuvieron en su casa al amanecer, ya de madrugada lleg¨® al centro: ¡°Me tumb¨¦ y pens¨¦: ¡®Estoy mejor aqu¨ª que en la calle¡¯. Me sent¨ª tranquilo, liberado. Ya me pod¨ªa olvidar de todo¡±.
La Fiscal¨ªa General del Estado alertaba la semana pasada en su memoria anual de una ¡°explosi¨®n delictiva¡± entre los menores condenados en 2022 y un ¡°incremento de conductas delictivas cada vez m¨¢s violentas¡±. La violencia que atenta contra la vida, reconoc¨ªa en una entrevista el fiscal coordinador de menores Eduardo Esteban, tiene bastante que ver con la presencia y aumento de las bandas juveniles violentas, que siguen representando un porcentaje ¡°¨ªnfimo¡± de los j¨®venes. Mientras los delitos en general cometidos por menores en 2022 apenas subieron un 1%, s¨ª despuntaron los asesinatos y homicidios (tanto los consumados como en grado de tentativa): aumentaron un 14,77% hasta alcanzar las 101 causas incoadas. Si se compara con 2017, el incremento es del 100%.
El ministerio p¨²blico mostraba su preocupaci¨®n por la ¡°banalizaci¨®n¡± de la violencia entre los j¨®venes y la ¡°carencia total de valor por la integridad f¨ªsica propia y ajena¡±, as¨ª como por la facilidad con la que los integrantes de bandas juveniles violentas adquieren armas blancas, las m¨¢s ¡°brutales¡±.
B¨¢rbara Scandroglio es profesora de Psicolog¨ªa de la Universidad Aut¨®noma de Madrid (UAM) y lleva dos d¨¦cadas estudiando y trabajando a pie de campo con grupos juveniles de todo tipo, desde neonazis hasta Latin King, pasando por las bandas juveniles actuales. ¡°Cuando percibes el mundo a trav¨¦s de tu pertenencia a un grupo, pierdes tu consciencia como persona individual. Eres un miembro reemplazable del conjunto. Y los adversarios no son Pablo o Pedro y tienen cara, son, simplemente, el enemigo. Por eso no piensan que est¨¢n acuchillando a un igual, es lo mismo que les sucede a los maltratadores o a los soldados¡±, se?ala. As¨ª se expresa el chico del inicio, el espa?ol condenado por homicidio en grado de tentativa: ¡°Cuando ves a un amigo macheteado, te jode y piensas ya lo vengar¨¦. Ya lo encontraremos¡±. En su caso, como sucede con la mayor¨ªa, el contacto con un arma blanca no fue algo extraordinario: ¡°En el barrio se ven muchas cosas, los cuchillos son algo normal¡±.
La experta de la UAM pone un ejemplo muy concreto, el testimonio que recab¨® de un polic¨ªa. ¡°Me dijo que se hab¨ªa quedado muy impactado, porque acababan de detener a un menor acusado de matar a otro chaval. Despu¨¦s de dar sus datos, hizo adem¨¢n de irse a casa. Le tuvieron que explicar lo que supon¨ªa un asesinato, porque ¨¦l segu¨ªa con la adrenalina de haber hecho algo heroico para el grupo¡±.
Luis Jes¨²s Andr¨¦s, psic¨®logo en un centro de reforma de Madrid, trabaja con estos casos diariamente. ¡°Ellos piensan: ¡®Estos amigos llegaron en un momento de mi vida en el que yo me sent¨ªa solo, pod¨ªa estar en una situaci¨®n de acoso o desprotegido y ellos me ayudaron y me sacaron de esto. Por eso les debo lealtad y respeto porque son mi familia¡±, apunta. ¡°Por eso todo se convierte en un ¡®o t¨² o yo¡±, sentencia. ¡°Aqu¨ª tratamos de desmantelar esas resistencias. Hay que hablar sobre por qu¨¦ entraron en el grupo violento, sacarles de la visi¨®n de t¨²nel en la que solo piensan en ellos. Se dan cuenta de que sus acciones tienen una consecuencia¡±, se?ala el psic¨®logo. Todo esto lleva tiempo, como advierten los responsables del centro, el chico educado y tranquilo que ahora se sienta en una silla y explica c¨®mo machete¨® a un ¡°enemigo¡± y entiende que eso no es normal, es radicalmente opuesto al que lleg¨® hace dos a?os. ?l mismo lo razona: ¡°Para darte cuenta tienes que estar mucho tiempo encerrado en un centro, por m¨ªnimo que sea el contacto con ellos (los integrantes de la banda) eso no funciona¡±.
El psic¨®logo cuenta que, en la mayor¨ªa de los casos, los chicos presentan vulnerabilidades desde edades muy tempranas. Muchos de ellos sufren la falta de afecto de sus padres, obligados a trabajar largas jornadas para hacer frente a situaciones muy precarias. ¡°Tienen mucho tiempo libre y se sienten solos, abandonados. La banda no solo les aporta un sentido de pertenencia, tambi¨¦n les da acceso a dinero¡±. La actividad de las bandas incluye de forma habitual el robo con violencia.
?Existe una ¡°explosi¨®n violenta¡±? ?Son los j¨®venes reci¨¦n llegados a las bandas m¨¢s violentos? El catedr¨¢tico de Antropolog¨ªa Social de la Universidad Pompeu Fabra y director del proyecto de investigaci¨®n sobre bandas TransGang, Carles Feixa, considera que la respuesta policial de encarcelamientos masivos de los cabecillas de las bandas (habitualmente, mayores de 18 a?os) no ha ido acompa?ado de los recursos sociales necesarios para atender a los menores que siguen en la calle como integrantes de esas bandas. ¡°Esa acci¨®n policial no funciona por s¨ª sola, tiene un efecto contraproducente: cuando se descabeza a estos grupos, se reorganizan de una forma m¨¢s an¨¢rquica e incluso utilizan m¨¦todos m¨¢s violentos¡±. Feixa se refiere a autonom¨ªas como la de Madrid, donde programas como el de educadores de calle ¡ªintegradores sociales que median entre los j¨®venes en conflictos callejeros en puntos calientes de la ciudad¡ª se han ido reduciendo.
Scandroglio apunta tambi¨¦n a la pandemia como un factor fundamental. ¡°Hubo un resurgir, no solo de las bandas llamadas latinas, sino tambi¨¦n de otros grupos juveniles sin esa se?a de identidad. Imag¨ªnate un adolescente en el confinamiento, al que se le desdibuja el horizonte, eso afecta mucho a nivel mental, es un impacto objetivo. Cuando al adolescente se le cae el horizonte busca el refugio en su tribu, por as¨ª decirlo, y una manera de diferenciarse es buscar la confrontaci¨®n con otros¡±, explica. La experta, sin embargo, no cree que estemos ante una situaci¨®n alarmante ni que no se haya dado antes. ¡°La violencia es c¨ªclica, como sabemos los que la llevamos estudiando d¨¦cadas. Si se llega a un pico, despu¨¦s baja, nunca se estabiliza en esos niveles altos¡±, puntualiza.
¡°Est¨¢ demostrado que a esas edades son perfectamente reconducibles, pero hay que invertir en ellos¡±, apunta Feixa, que se?ala que sus posibilidades de encontrar trabajo son remotas, sobre todo tras el par¨®n de la pandemia, y ven la calle como la ¨²nica alternativa. ¡°Su grupo es lo ¨²nico que les queda¡±, aclara. La figura del agente tutor, polic¨ªas locales vestidos de paisano que contactan con adolescentes en los entornos de los centros educativos y se encargan de evitar que engrosen las filas del crimen organizado, tambi¨¦n ha sufrido recortes en Madrid capital. Scandroglio opina en esta misma direcci¨®n y asegura que todas las intervenciones tienen que ir dirigidas a ofrecer alternativas: ¡°No puedes decirles simplemente que su modo de vida es malo sin ofrecerles alternativas de ocio y empleo¡±.
En busca de m¨¢s respuestas a ese incremento de la violencia, la experta en criminolog¨ªa de la Universidad de Bristol, Jade Levell, se?ala que lejos de la visi¨®n m¨¢s cl¨¢sica que culpa a los productos culturales que consumen los j¨®venes, como las series, pel¨ªculas o m¨²sica con contenido inapropiado, el disparador es la violencia intrafamiliar y la violencia machista que sufren estos chicos, ya sean v¨ªctimas directas o testigos. En su investigaci¨®n Chicos, v¨ªctimas de violencia intrafamiliar y bandas juveniles, un porcentaje elevado de los menores entrevistados asegur¨® haber convivido con la violencia en casa. ¡°El hecho de crecer con la figura violenta del padre es la forma en la que naturalizan y normalizan la violencia, el impacto es claro¡±. Levell denuncia que los mecanismos sociales de apoyo a esos chicos no est¨¢n funcionando. ¡°Si el Estado no les presta ayuda, se involucran en las bandas. Tenemos que revisar los desaf¨ªos que ellos enfrentan siendo menores y m¨¢s que verlos como perpetradores de violencia, hay que mirarlos como a v¨ªctimas del sistema. Son adolescentes¡±.
M¨¢s que en Netflix o HBO, la violencia se aprende en casa, defiende tambi¨¦n M. Carmen Cano, responsable del equipo de investigaci¨®n de violencia filio-parental de la Universidad de Ja¨¦n. ¡°El mecanismo m¨¢s importante en el aprendizaje es la imitaci¨®n; ya sean v¨ªctimas o testigos, han aprendido un modelo de comportamiento y lo ven como una forma adecuada de resolver conflictos¡±, indica Cano, que insiste en que un joven no se vuelve violento de la noche a la ma?ana.
Aunque la idea est¨¢ muy extendida, el investigador, experto en cultura urbana y conductor del programa La historia secreta de Radio 4, Oriol Rosell, defiende que productos culturales como los videojuegos no son el problema, sino el ¡°d¨¦ficit desolador de educaci¨®n¡±. La pertenencia a bandas tiene que ver tambi¨¦n, sostiene, con el derrumbe de la idea de meritocracia. ¡°Saben que, hasta con estudios, lo que les espera es trabajar en un McDonalds. No hay donde agarrarse y tienen que hacer algo para salir del agujero. Lo que pasa por su cabeza es salir de la pobreza de forma aut¨®noma a costa de quien sea¡±.
Los datos de reinserci¨®n de los menores son muy positivos, el 92% de ellos no vuelven a ser condenados como menores, seg¨²n datos oficiales. La jueza Concepci¨®n Rodr¨ªguez est¨¢ al frente de un juzgado de menores en Madrid desde hace 20 a?os. ¡°Cuando pasan por aqu¨ª es como si tocaran fondo, le ven las orejas al lobo y perciben que tienen que cambiar de vida. Nosotros estamos para ayudarles en eso, estamos orientados en la reeducaci¨®n y por supuesto en la reparaci¨®n de la v¨ªctima¡±, explica la magistrada. Seg¨²n su experiencia, el sistema funciona. Cita un caso como ejemplo: ¡°Hace poco recib¨ª una carta de agradecimiento de un polic¨ªa municipal que acababa de aprobar la oposici¨®n y cuando era menor pas¨® por aqu¨ª¡±. Hay 75 jueces de menores en Espa?a.
La Asamblea de Madrid, la regi¨®n m¨¢s afectada por la violencia de grupos juveniles, cre¨® el a?o pasado una comisi¨®n de estudio de bandas en la que participaron expertos sociales y policiales. Entre ellos, Javier Sus¨ªn, el jefe de la Brigada Policial de Informaci¨®n de la Polic¨ªa Nacional en Madrid, que traz¨® un retrato robot de los miembros que conforman estos grupos. Entre otros elementos, destac¨® la bajada en la edad de entrada a estos grupos, que pertenecen a familias de madres solas y que buscan un sentimiento de pertenencia e identidad en estas agrupaciones. ¡°Uno de los ¨²ltimos detenidos relacionado con un caso de homicidio¡±, cont¨® en ese momento, ¡°llevaba tres meses sin ir al instituto, ?pero es que tampoco aparec¨ªa por casa!, y la madre nos dec¨ªa: ¡®Bueno, viene a comer alguna vez¡'. Entonces, claro, el sentimiento de la banda es un sentimiento que suple a la familia, sirviendo como una forma de integraci¨®n¡±.
Sus¨ªn tambi¨¦n destac¨® que ahora la edad de entrada a estos grupos hab¨ªa bajado a los 12 a?os: ¡°En tres a?os hemos pasado del 10% al 40% de menores detenidos¡±. Tambi¨¦n especific¨® que las abandonan antes: ¡°Los mayores se est¨¢n incorporando antes a la delincuencia organizada, o sea, ya trafican con droga, robos con violencia¡ Hacen encargos a los menores para, como dicen ellos, hacer ca¨ªdas (atacar con armas) sobre otros integrantes de bandas contrarias porque saben que tienen una punici¨®n mucho menor¡±.
El chico del inicio tiene otra perspectiva. Quiere estudiar Formaci¨®n Profesional durante el tiempo que dure su medida. A largo plazo, aspira a ¡°comprar una casa y tener una novia¡±, cuenta con una sonrisa. Entr¨® con 16 a?os y saldr¨¢, como m¨ªnimo, con 20.
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