Qu¨¦ hay detr¨¢s de los grupos masivos de menores en Whatsapp con contenido sexual y violento
La polic¨ªa detecta que en la mayor¨ªa de los casos los creadores son alumnos varones de los centros escolares que, entre otras im¨¢genes de gran impacto como ejecuciones, se mandan ¡®stickers¡¯ de violaciones
Pa¨ªs Vasco, Cantabria, Madrid y Barcelona. En las ¨²ltimas semanas, diferentes familias de alumnos de los primeros cursos de la ESO (desde los 12 a?os) han denunciado en el entorno escolar la inclusi¨®n de sus hijos en chats masivos de Whatsapp en los que se comparten contenidos muy duros de violencia y pornograf¨ªa infantil. Im¨¢genes de asesinatos, ejecuciones, y mensajes con actitudes machistas, racistas y hom¨®fobas circulan por esos grupos, a menudo ef¨ªmeros y cuyos integrantes son mayoritariamente varones. El modo en el que nacen y crecen esos foros es muy similar en todos los casos: los crean uno o varios menores que van incluyendo a otros compa?eros, muchos de su mismo colegio. Un n¨²mero reducido de los integrantes comparte el contenido agresivo y tarde o temprano un adulto acaba denunciando la existencia del grupo. Detr¨¢s de los chats suelen estar menores que env¨ªan estos contenidos simplemente para divertirse y para impactar al resto de participantes, aseguran fuentes policiales a este peri¨®dico.
Los agentes llevan recibiendo denuncias de este tipo de grupos ¡°pr¨¢cticamente desde que se cre¨® Whatsapp¡±. Lo que sucede es que, en los ¨²ltimos a?os, la red social ha ido aumentando el n¨²mero de participantes que permite en cada conversaci¨®n, hasta llegar a un millar hace un a?o. Esto ha hecho que la alarma llegue antes, porque hay m¨¢s posibilidades de que uno de los progenitores o cualquier adulto responsable de los ni?os se entere de la existencia de esos chats y lo denuncie. ¡°Se crean con el prop¨®sito del shock, de llamar la atenci¨®n; adem¨¢s de contenidos violentos y pornogr¨¢ficos tambi¨¦n hemos visto publicaciones sobre la anorexia y la bulimia ¡ªllamadas ¡°ana¡± y ¡°m¨ªa¡± en foros de internet y redes sociales para evitar la censura¡ª¡±, asegura Eduardo Casas, subinspector de la Unidad Central de Ciberdelincuencia.
Desde hace a?os, cuenta el subinspector Casas, han existido grupos de ¡°corta vida¡± en otras plataformas online que se utilizaban con los mismos prop¨®sitos. ¡°El problema actual es la magnitud: much¨ªsimos m¨¢s menores acceden a la tecnolog¨ªa de manera sencilla y sin una supervisi¨®n m¨ªnima¡±, se?ala. Los chavales se van invitando unos a otros y, habitualmente, suele comenzar en el ¨¢mbito de un colegio, hasta que alguno de los participantes invita a un amigo de alguna actividad extraescolar o a alg¨²n familiar (primo, etc), y as¨ª es como el chat da el salto a otro centro educativo. La Polic¨ªa ha detectado que, en muchos de los casos, los progenitores del menor le obligan a abandonar el chat, pero no avisan a los agentes, por lo que el problema se perpet¨²a.
Las investigaciones realizadas por los cuerpos policiales en las diferentes autonom¨ªas no sit¨²an a los groomers [adultos que se hacen pasar por ni?os en internet con fines sexuales] en estos grupos. ¡°No es su terreno ideal y su presencia es escasa¡±, confirman. ¡°Hay mejores terrenos de caza, donde el menor no tiene el apoyo de semejantes, como juegos online o cuentas de Instagram o TikTok¡±, aclara el subinspector Casas. Eso no quiere decir que no haya adultos, normalmente son los menores los que invitan a amigos de 18 o 20 a?os. ¡°Si aparecen adultos de otro lugar es porque alguno de los menores los ha invitado por conocerlos, por ejemplo, de otro grupo con otros prop¨®sitos m¨¢s oscuros. No es imposible que un menor est¨¦ en un grupo de tr¨¢fico de pornograf¨ªa infantil. De hecho, todos los a?os detenemos a alguno por participar en estos foros¡±, a?ade Eduardo Casas.
?C¨®mo se explica que un adolescente sienta inter¨¦s por compartir esos contenidos tan violentos? Soraya Calvo, investigadora en Ciencias de la Educaci¨®n y experta en identidades digitales y sexualidad adolescente de la Universidad de Oviedo, detalla que, por una parte, est¨¢ la explicaci¨®n hist¨®rica de la adolescencia como una etapa en la que se busca llamar la atenci¨®n, desmarcarse del resto con actos disruptivos. Y por otra, el aprendizaje que los j¨®venes est¨¢n teniendo a diario sobre el tipo de contenidos que se viralizan, todo aquello que rompe con lo pol¨ªticamente correcto, aquello que atenta contra los derechos humanos. ¡°En X [antes, Twitter] muchos de los contenidos virales son los que atacan a las personas, los que resultan denigrantes y desagradables... ahora lo violento es lo que da m¨¢s ¨¦xito social¡±, explica la investigadora.
¡°Muchos de esos contenidos que se comparten vienen de la deep web [internet profundo] y son una moneda de cambio para conseguir ser el m¨¢s popular... Lo que m¨¢s les posiciona es ir en contra de los derechos conseguidos, es parte del cambio generacional¡±, dice Calvo, que asegura que esos j¨®venes se ven a s¨ª mismos como creadores de contenido y la mayor¨ªa de sus referentes en redes sociales son varones que representan la masculinidad hegem¨®nica de la fuerza f¨ªsica, la violencia y la falta de empat¨ªa.
En el caso de los chats denunciados en dos centros educativos de San Sebasti¨¢n con los nombres ¡°A meter gente hasta que nos hagamos famosos¡± y ¡°A meter gente hasta llegar al mill¨®n¡±, se colgaban fotograf¨ªas pornogr¨¢ficas y ¡°mensajes totalmente inapropiados, insultantes, sexistas y vejatorios¡±, as¨ª como ¡°vivas a Franco¡±. La mayor¨ªa eran estudiantes de primero y segundo de la ESO, aunque tambi¨¦n hab¨ªa algunos de otros cursos de secundaria e incluso de Bachillerato.
Insensibles a la violencia
El hecho de que sean los propios menores los que creen y fomenten estos grupos acarrea dos problemas principales, seg¨²n el subinspector de la Unidad Central de Ciberdelincuencia, Eduardo Casas. ¡°El primero es la insensibilizaci¨®n, luego ven un accidente y, en vez de ayudar, se ponen a grabar una agon¨ªa, y el segundo es la comisi¨®n de delitos. El tr¨¢fico de pornograf¨ªa infantil es un delito y el C¨®digo Penal no distingue de si se env¨ªa por hacer la gracia o con prop¨®sito sexual¡±, explican fuentes policiales.
De hecho, existen condenas por haber compartido contenido en uno de estos grupos. Una sentencia de 2022 dictada por la Audiencia Provincial de M¨¢laga a la que ha tenido acceso EL PA?S confirmaba la condena a un menor de 17 a?os por un delito de pornograf¨ªa infantil. El fallo recoge que dicho menor fue introducido en el grupo de WhatsApp sin su consentimiento y considera probado que comparti¨® un sticker de contenido sexual. Los stickers son im¨¢genes recortadas predeterminadas que se pueden almacenar en el terminal y compartir de modo masivo.
El abogado del chico alegaba que envi¨® este contenido ¡°sin conocer la trascendencia y relevancia de tal acci¨®n, tardando un solo d¨ªa en salirse del grupo¡±. El juez recriminaba en su fallo que haber sido incluido en el chat no le obligaba a intervenir ¡°o a compartir fotograf¨ªas o sticker, como fue el caso¡±. ¡°El menor, con una edad de 17 a?os en el momento de los hechos, deb¨ªa conocer perfectamente la naturaleza y caracter¨ªsticas de la pegatina animada en cuesti¨®n¡±, a?ade el magistrado, que confirm¨® la condena a nueve meses de libertad vigilada y la obligaci¨®n de talleres de educaci¨®n afectivo/sexual y de uso responsable de nuevas tecnolog¨ªas.
Los stickers a los que hace referencia esta resoluci¨®n judicial son conocidos dentro de los grupos policiales destinados a investigar estos chats. Aseguran que son casi siempre los mismos que van circulando de grupo en grupo, y muchos de ellos son im¨¢genes recortadas de violaciones.
Esa degradaci¨®n y vejaci¨®n de la mujer puede relacionarse con la llamada manosfera, un t¨¦rmino que procede del ingl¨¦s man (hombre) y sphere (esfera) con la que se denomina al conjunto de comunidades de hombres en Internet que elaboran, cultivan y propagan discursos mis¨®ginos y antifeministas. Seg¨²n el estudio J¨®venes en la manosfera. Influencia de la misoginia digital en la percepci¨®n que tienen los hombres j¨®venes de la violencia sexual, publicado por el Centro Reina Sof¨ªa de Fad Juventud, estas conductas se dan en foros, webs y perfiles en los que se desarrolla un discurso agresivo y violento contra las mujeres, ya que se consideran v¨ªctimas del auge feminista. ¡°Satisface un vac¨ªo emocional y cubre las necesidades de cuidados de muchos hombres, especialmente los m¨¢s j¨®venes, los que se relacionan con una generaci¨®n de chicas con mucha conciencia feminista¡±, se?alan en su web las autoras del trabajo, Elisa Garc¨ªa Mingo y Silvia Fern¨¢ndez.
¡°Vemos tendencias preocupantes. Seg¨²n estudios que estamos realizando, en torno a la mitad de los j¨®venes afirma que alguna vez ha recibido contenido er¨®tico o sexual que le ha molestado o que no ha sido solicitado. De ellos, en torno al 15% lo recibe con frecuencia¡±, asegura Stribor Kuric, investigador del Centro Reina Sof¨ªa de Fad Juventud.
Sobre la insensibilizaci¨®n que se produce al consumir contenidos violentos, Irati Esnal, neuropsic¨®loga colaboradora de la Asociaci¨®n Konexio-Ona, considera que la violencia sexual de muchas im¨¢genes pornogr¨¢ficas lleva a que los adolescentes integren la violencia como parte natural de la er¨®tica, puesto que no cuentan con herramientas cognitivas que les permitan discriminar lo que est¨¢n consumiendo. ¡°Ese proceso no solo contribuye a que la violencia sexual se normalice y se reproduzca, sino que se anula la capacidad emp¨¢tica de los j¨®venes a trav¨¦s de un proceso de insensibilizaci¨®n en la que disminuyen sus reacciones ante el sufrimiento ajeno¡±.
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