Madres por ovodonaci¨®n: dudas, culpa, tab¨²s y duelo gen¨¦tico
El 37% de los nacimientos por reproducci¨®n asistida usaron esta t¨¦cnica, seg¨²n datos de la Sociedad Espa?ola de Fertilidad. Cinco mujeres cuentan sus vivencias y, en algunos casos, las dificultades para aceptarlo
En 2022, seg¨²n datos de la Sociedad Espa?ola de Fertilidad (SEF), un total de 39.546 beb¨¦s nacieron gracias a t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida; suponen el 12% de los nacimientos en Espa?a. Es la mayor cifra hasta la fecha atribuida a la medicina reproductiva. Dentro de esos 39.546, los nacidos por ovodonaci¨®n ¨Dt¨¦cnica por la que una mujer donante aporta el gameto femenino (ovocito) para ser fecundado e implantado en una mujer receptora¨D representan, siempre seg¨²n datos de la SEF, un 37%.
El primer nacimiento por ovodonaci¨®n en Espa?a fue en 1988, un parto gemelar en el Hospital Dexeus de Barcelona. Han pasado 36 a?os desde entonces y seg¨²n los datos facilitados por una cl¨ªnica privada (Next Fertility) ya m¨¢s de la mitad de tratamientos de reproducci¨®n asistida que se realizan son de ovodonaci¨®n (el 62%); la edad media de las receptoras de ovocitos en sus centros es de 43,6 a?os. En otras de las cl¨ªnicas privadas de referencia en Espa?a, como por ejemplo el Instituto Bernab¨¦u, los ciclos realizados con ovocito donado se han incrementado alrededor de un 30% con respecto a los datos de pre-pandemia (2019).
Es una t¨¦cnica que est¨¢ claramente en aumento. Lo corroboran tambi¨¦n los datos del IVI (Instituto Valenciano de Infertilidad): en 2023 (¨²ltimas cifras disponibles) realizaron cerca de 11.000 tratamientos con ¨®vulos donados, un tercio de los tratamientos de reproducci¨®n asistida. La ovodonaci¨®n suele ser el ¨²ltimo recurso para que las mujeres que desean ser madres y no han podido conseguirlo de forma natural se queden embarazadas. Normalmente el paso previo es un ¡°no, tras otro no, tras otro no, tras otro no¡± de intentos con otras t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida, pero con gametos propios.
Es un recurso no exento, como reflejan los numerosos testimonios recabados por este peri¨®dico, de dudas, miedo, rechazo, tab¨², presi¨®n social, carga emocional, sentimiento de culpabilidad y un duelo gen¨¦tico en la mayor¨ªa de los casos que, adem¨¢s, tiene que ser tratado con un terapeuta. El duelo gen¨¦tico es el proceso por el que pasa la mujer que recibe un ovocito de una donante por el que el hijo que gesta lleva la carga gen¨¦tica de otra mujer. Es decir, la madre, para ser madre, renuncia a su ADN. Y, en muchos casos, eso genera de entrada un rechazo y un proceso para poder asimilarlo que, dependiendo de la persona y seg¨²n cuenta Natalia Romera, psic¨®loga, responsable de la Unidad de Apoyo Emocional y coordinadora de la Unidad de Ovodonaci¨®n del Instituto Bernab¨¦u, puede durar unas semanas, unos meses, un a?o, o no desaparecer ni siquiera despu¨¦s del nacimiento del beb¨¦.
Para la donante de ¨®vulos, que debe ser mayor de 18 y menor de 35 a?os, el proceso ¡°no es sencillo¡±, explica Roc¨ªo N¨²?ez Calonge, asesora cient¨ªfica del Grupo Internacional de Reproducci¨®n, doctora en Biolog¨ªa y experta en bio¨¦tica y reproducci¨®n asistida. No es como ir a donar esperma, por ejemplo. ¡°La estimulaci¨®n ov¨¢rica a la que se somete la donante requiere medicaci¨®n diaria e inyecciones a partir del tercer d¨ªa de regla. Entre el d¨ªa 12 y 14 se hace la punci¨®n. Mientras, hay que monitorear con controles ecogr¨¢ficos c¨®mo crece el ¨®vulo dentro del ovario y tener cuidado que no se sobrepase y no constituya un riesgo para la donante. Cuando se ve que los ¨®vulos han crecido lo suficiente, hay que hacer otra inyecci¨®n diferente y a las 36 horas ir a la cl¨ªnica para la extracci¨®n: es una punci¨®n transvaginal que se hace con sedaci¨®n. La donante tiene que estar ingresada unas horas. Dependiendo de cada mujer, las molestias son m¨¢s o menos importantes. Es una intervenci¨®n¡±. La ley dice que la donaci¨®n tiene que ser gratuita. ¡°Pero hay una compensaci¨®n establecida, porque durante el proceso tienes que faltar al trabajo. Lo que se les da en todos los sitios son unos 1.000 euros y pueden hacer hasta tres ciclos¡±, agrega N¨²?ez Calonge. Adem¨¢s, seg¨²n la gu¨ªa de la Comisi¨®n Nacional de Reproducci¨®n Humana Asistida, puede entra?ar algunos riesgos: s¨ªndrome de hiperestimulaci¨®n ov¨¢rica, intolerancia o efectos secundarios propios de la medicaci¨®n, o trastornos psicol¨®gicos como s¨ªntomas de ansiedad y s¨ªntomas depresivos.
Rebeca, nombre ficticio, como todos los que salen en este reportaje como condici¨®n para contar su historia, tiene 42 a?os, recurri¨® a la ovodonaci¨®n tras tres intentos fallidos con fecundaci¨®n in vitro (FIV). Su hija naci¨® hace a?o y medio. Por el camino se ha gastado unos 18.000 euros entre tratamientos, pruebas y medicaci¨®n hormonal. ¡°Yo lo pas¨¦ tremendamente mal. Intentamos quedarnos embarazados con 35; con 37, al no conseguirlo, empec¨¦ a pensar que algo estaba pasando, pero no lo achacaba a m¨ª. Me repet¨ªa continuamente: ¡®?C¨®mo no voy a poder quedarme embarazada yo, que siempre he hecho deporte, siempre me he cuidado, siempre he cuidado de mi alimentaci¨®n! No valgo para nada. ?Para qu¨¦ me ha dolido tanto la regla desde los 11 a?os si no puedo ser madre?¡±, relata en conversaci¨®n telef¨®nica. ¡°Me sent¨ª perdida en la Seguridad Social, se me agotaban los intentos [de FIV] y no sab¨ªa a d¨®nde acudir, ten¨ªa broncas con mi marido, me sent¨ªa culpable¡±. Un ginec¨®logo de la privada la deriv¨® al Instituto Bernab¨¦u. Y, de entrada, se cerr¨® en banda a la opci¨®n de la ovodonaci¨®n. ¡°Me dec¨ªa a mi misma: ¡®yo no quiero pagar [por un ¨®vulo]¡¯, me negaba, me repet¨ªa ¡®mi cuerpo lo va a rechazar¡¯. Me daba asco a m¨ª misma, me daba asco mi cuerpo, pas¨¦ un tiempo en el que no pod¨ªa ni mirarme al espejo al salir de la ducha¡±. Le explicaron que, as¨ª como existen las donaciones de ri?¨®n para salvarte de una enfermedad, un ovocito de una donante era lo que le permitir¨ªa ser madre. Le hicieron ver que no era el cuerpo lo que lo iba a rechazar, sino su cabeza. Accedi¨® y cuenta que sigue en terapia para terminar de aceptar que su hija naci¨® por ovodonaci¨®n.
Cristina, nombre ficticio, tiene 38 a?os, y est¨¢ embarazada de tres meses, lo consigui¨® gracias al ovocito de una donante. Con 33 a?os le detectaron una baja reserva ov¨¢rica y fue diagnostica de fallo ov¨¢rico precoz. Se considera una persona fuerte, pero su cabeza tambi¨¦n hizo bum [usa esa palabra] y acudi¨® a terapia. ¡°Era un no detr¨¢s de otro. No, no, no y no lo asumes porque t¨² pones todas tus intenciones, tus ganas, tu dinero, tu cuerpo y tu todo y esperas un s¨ª¡±. Por eso, cuando le hablaron de la posibilidad de la ovodonaci¨®n acept¨®. ¡°Me lo tom¨¦ como una salida, una garant¨ªa de ¨¦xito, una noticia positiva despu¨¦s de tantos negativos en embarazo¡±, cuenta. Pese a esa seguridad inicial, empez¨® a darle vueltas. ¡°Primero piensas que ese tratamiento es una gran ayuda para las mujeres que no conseguimos quedarnos embarazadas y encima te permite gestar, vivir un embarazo, tenerlo dentro de ti, aunque no tenga tu ADN. Pero cuando llegu¨¦ a casa empezaron las dudas de: ¡®Ostras, y si no se va a parecer a m¨ª¡±, asegura al mismo tiempo que confiesa que hay una cosa que no consigue dejar de hacer. ¡°Cada vez que veo a un beb¨¦, incluso en la calle, miro a su padre y a su madre para ver a qui¨¦n se parece¡±. Por el camino se ha gastado unos 50.000 euros.
Romera, que atiende a centenares de mujeres en el Instituto Bernab¨¦u, dice que los miedos y las dudas forman parte del proceso cuando se opta por la ovodonaci¨®n, pero si desde la primera juventud en las visitas al ginec¨®logo se diera informaci¨®n sobre reproducci¨®n, posibilidades y limitaciones, quiz¨¢s el duelo gen¨¦tico no aparecer¨ªa. ¡°Si se contara en las primeras revisiones qu¨¦ es la reserva ov¨¢rica, qu¨¦ t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida existen, se tomar¨ªa consciencia de todos los recursos que existen para conseguir un embaraza y no impactar¨ªa tanto lo de la ovodonaci¨®n. El problema es que se parte de una ¨²nica informaci¨®n sobre la capacidad reproductora: t¨² te supones f¨¦rtil porque nadie te ha dicho lo contrario. La sociedad solo ense?a una cara de la moneda de la reproducci¨®n¡±, explica, y cita el caso de una paciente que fue donante de ¨®vulos hace 15 a?os y ahora es receptora. ¡°No va a tener duelo gen¨¦tico porque ya tiene consciencia desde los 20 a?os sobre la reproducci¨®n¡±.
Tampoco desarroll¨® duelo gen¨¦tico Patricia, nombre ficticio, que tiene 41 a?os. Su beb¨¦ naci¨® en febrero tras cinco a?os de intentos previos con gametos propios. ¡°La culpa que sientes cuando no te quedas embarazada es matadora. Parece que venimos a la sociedad a ser madres, no mujeres; porque para la sociedad parece que no te has terminado de completar en la vida si no eres madre. Acabas metida en una espiral de la que ves que no sales nunca, fallan tus ¨®vulos, crees que tu ¨²tero no vale y tampoco vales t¨² como mujer. Yo doy las gracias a la donante porque me ha cambiado la vida y me faltar¨¢n vidas para agradec¨¦rselo. No he tenido duelo gen¨¦tico probablemente porque soy hija adoptada y nunca me he parecido ni a mi padre ni a mi madre, pero siempre los he considerado mis padres a pesar de no tener su carga gen¨¦tica¡±. Patricia tiene claro que, como hicieron sus padres cuando ella ten¨ªa ocho a?os y le contaron que era adoptada, contar¨¢ a su hija que naci¨® gracias a una donante de ¨®vulos. Por eso pide no dar su nombre, porque quiere que la ni?a sea la primera en enterarse. El tratamiento le cost¨® 6.000 euros, pero en el proceso previo se gast¨® cerca de 20.000.
Incluso en personas que se sienten empoderadas y con una mentalidad abierta, hacen mella las dudas, las creencias sociales y la culpabilidad por no haberlo intentado antes. Tambi¨¦n sentirse ego¨ªstas por haber priorizado otras cosas en la vida y haber llegado a la maternidad tan tarde. Tarde son los 40. Lo cuenta J¨²lia Bertran Lafuente en su libro Querida desconocida. Deseo, ¨®vulos, dinero, dilemas (de Libros del KO). La transferencia fue un ¨¦xito, pero, al salir de la cl¨ªnica, cuenta que no ten¨ªa cuerpo para celebrar nada. ¡°Me siento in¨²til, incapaz, solo he puesto el dinero. Todo ha ido a la perfecci¨®n, pero yo estoy rota por dentro¡±, escribe. Esa ¡°desconocida¡± ¨Das¨ª es como su chico y ella se refer¨ªan a la donante¨D se colaba incluso en momentos de intimidad cuando J¨²lia estaba sentada a solas dando el pecho a su hijo.
Ivana, otro nombre ficticio, por su parte, reconoce que las dudas que lleg¨® a tener se convirtieron en una ¡°tonter¨ªa¡±. Tiene 35 a?os y un beb¨¦ que naci¨® hace 11 meses gracias a una donaci¨®n de ¨®vulos. Tambi¨¦n lleg¨® a ella tras un proceso de intentos fallidos con otras t¨¦cnicas de reproducci¨®n asistida. ¡°A m¨ª al principio la ovodonaci¨®n me sonaba fatal, no quer¨ªa hacerlo porque no iba a ser mi hijo. Seg¨²n pasa el tiempo te das cuenta de que es la ¨²nica opci¨®n que te queda. As¨ª que, todas tus dudas acaban en una tonter¨ªa. En el momento en que me hicieron la trasferencia me olvid¨¦ de la gen¨¦tica¡±.
Seg¨²n datos del Instituto Bernab¨¦u, en sus nueve cl¨ªnicas atienden a pacientes de todo el mundo, en concreto de 137 nacionalidades: las que m¨¢s acuden a ellos para este tipo de tratamiento son Italia, Reino Unido, Francia y Alemania [el ¨²nico pa¨ªs de Europa donde est¨¢ prohibida junto a Noruega y Suiza]. Martina (tambi¨¦n nombre ficticio) es una de ellas. Italiana de 51 a?os, madre de dos mellizos de 13, invirti¨® sus ahorros y los de su marido para viajar a Espa?a en 2011 y someterse a la ovodonaci¨®n tras varios intentos fallidos de FIV en su pa¨ªs. En Italia, por aquel entonces, recibir ovocitos de una donante era ilegal. La norma se cambi¨® en 2014 cuando una sentencia del Tribunal Constitucional abrog¨® la prohibici¨®n de fecundaci¨®n heter¨®loga [con gametos de donante] aunque s¨®lo para parejas heterosexuales. ¡°Nuestra idea no era la de recurrir a la ovodonaci¨®n, pero empezamos a sopesarla despu¨¦s de comprobar el estado de mis ovocitos y la escasa cantidad de espermatozoides de mi marido. Nos quedamos a cuadros al principios, con mil dudas y mil preguntas sobre si los hubiera sentido como hijos m¨ªos, sobre qu¨¦ hacer si en un futuro hubieran tenido problemas de salud o nos hubieran pedido conocer a la madre gen¨¦tica. Nos orient¨® la psic¨®loga del centro y finalmente accedimos. Nunca me he sentido una madre a medias por haber recibido el ¨®vulo, soy la que los tuvo 34 semanas en la barriga¡±, cuenta.
El hecho de que ninguna de las mujeres de este reportaje, salvo Bertran, haya querido identificarse demuestra que la ovodonaci¨®n sigue siendo un tema tab¨². Lo corrobora Roc¨ªo N¨²?ez Calonge. ¡°Trabaj¨¦ sobre el anonimato en la donaci¨®n y organic¨¦ una encuesta para receptoras [de ¨®vulos] en 12 cl¨ªnicas de Espa?a. No fue sorprendente la respuesta: las mujeres solas o con pareja femenina no ten¨ªan ning¨²n inconveniente en contarlo, lo cual es l¨®gico, ni en revelarle al ni?o su origen. En el caso de las parejas hetero, el 80% no le dec¨ªa ni siquiera a los ni?os que eran de ovodonaci¨®n. Muchas veces porque no saben c¨®mo, o porque no saben afrontar el problema que han tenido¡±.
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