C¨®mo la ¡®psiquiatrizaci¨®n¡¯ de la vida resta recursos a las enfermedades mentales graves
Los problemas emocionales y sociales acaban a menudo en las consultas de psiquiatr¨ªa, que tienen menos tiempo para atender a patolog¨ªas como la esquizofrenia o las depresiones severas
La salida del armario de los problemas de salud mental, esa que ha conseguido que ir a terapia no sea un tab¨², que una persona con ansiedad lo pueda expresar sin verg¨¹enza, es una moneda de doble cara. El lado bueno es que le ha restado estigma a trastornos muy habituales; el malo, que a menudo se psiquiatrizan problemas emocionales, se recurre al m¨¦dico o a la pastilla para solucionar obst¨¢culos de la vida. Y esto est¨¢ repercutiendo en las consultas. Media docena de psiquiatras explican a este diario c¨®mo se les llenan de personas con este tipo de males, que seguramente se beneficiar¨ªan m¨¢s de otro tipo de ayuda. Esto, inevitablemente, resta tiempo y recursos ¨Dque son muy limitados¨D a quienes padecen enfermedades mentales graves.
Es lo que Fernando Mora, jefe del servicio de Psiquiatr¨ªa del Hospital Infanta Leonor de Madrid, llama cuidados inversos. ¡°La gente busca en los servicios de psiquiatr¨ªa ayuda en un lugar que no est¨¢ pensado para eso, lo que produce que las personas con trastornos graves se alejen de la posibilidad de ser atendidas. Porque ellas tienen m¨¢s obst¨¢culos para pedir y exigir atenci¨®n, para poner una reclamaci¨®n. Est¨¢ ocurriendo que la demanda es tan alta que si se dispara la lista de espera, afecta a quienes tendr¨ªan que ser atendidos m¨¢s r¨¢pido¡±.
Es complicado medir este fen¨®meno de forma objetiva. En el informe semestral sobre listas de espera que publica el Ministerio de Sanidad con datos de las comunidades aut¨®nomas, la especialidad de psiquiatr¨ªa no aparece. No existen estad¨ªsticas oficiales sobre cada cu¨¢nto tiempo ven los pacientes al especialista o cu¨¢nto tiempo les dedican, ni tampoco qu¨¦ tipo de dolencias tratan. Al no ser enfermedades de declaraci¨®n obligatoria, no se sabe a ciencia cierta cu¨¢ntas personas padecen esquizofrenia, trastorno bipolar o l¨ªmite de la personalidad; todo son aproximaciones. Seg¨²n la Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, se calcula que entre el 2,5% y el 3% de la poblaci¨®n en Espa?a, alrededor de un mill¨®n de personas, sufren estos trastornos graves. Pero, como dice Nel Gonz¨¢lez Zapico, presidente de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a, nada indica que estos hayan subido, al contrario de lo que ha sucedido con otros m¨¢s leves, como depresiones no profundas y ansiedad.
Esta realidad, que reconoce Bel¨¦n Gonz¨¢lez, comisionada de Salud Mental del Ministerio de Sanidad, no quiere decir que la ¡°gente lo est¨¢ haciendo mal y no sabe, o que est¨¢ abusando del sistema sanitario¡±. ¡°Ese discurso me parece peligroso¡±, matiza. ¡°Desde el sistema sanitario no vamos a solucionar los problemas sociales, pero hay que entender que la gente va a pedir ayuda donde la recibe. Estamos induciendo a pensar que el sitio donde se puede responder todo es el ¨¢mbito cl¨ªnico. En un mundo medicalizado tenemos que conseguir que la gente deje de pensar sus problemas en t¨¦rminos sanitarios, es el objetivo, pero no podemos culparles de algo que hemos inducido¡±, reflexiona.
La medicalizaci¨®n de la que habla Gonz¨¢lez provoca que las personas lleguen a la consulta refiriendo patolog¨ªas, no las realidades subyacentes. ¡°Enuncian que padecen depresi¨®n, ansiedad o insomnio, no llegan diciendo: ¡®Tengo un problema laboral¡±. Una de sus encomiendas como comisionada es precisamente poner ¨¦nfasis en los determinantes sociales de la salud para tratar estos males de ra¨ªz.
Mientras eso sucede, esta alta demanda de profesionales de la salud mental convive con unos recursos muy limitados. En Espa?a hay 12 psiquiatras por 100.000 habitantes, mientras la media en los pa¨ªses desarrollados (de la OCDE) es de 18. Y las consultas de Atenci¨®n Primaria, el primer contacto que tienen los pacientes para tratar estos problemas, est¨¢n desbordadas, no cuentan con el tiempo suficiente para intervenciones m¨¢s profundas, as¨ª que es frecuente tratar de solucionar los malestares con pastillas o, si se complican, con derivaciones al especialista.
La mayor¨ªa de estos centros de salud no cuentan con psic¨®logos, que podr¨ªan hacer este acompa?amiento emocional, o terapias grupales. Y los psic¨®logos cl¨ªnicos son insuficientes para la ola de problemas mentales: en Espa?a hay 6 por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media europea, con datos de 2018, los ¨²ltimos disponibles, recogidos por el Defensor del Pueblo.
Los especialistas se?alan que esta es una de las razones (aunque no la ¨²nica) por la que Espa?a es el segundo pa¨ªs con m¨¢s consumo de benzodiacepinas de la OCDE, solo por detr¨¢s de Portugal. Las 60 dosis de ansiol¨ªticos diarias por 1.000 habitantes multiplican por 30 el consumo de Italia. En antidepresivos, Espa?a ocupa el quinto puesto de la clasificaci¨®n (98 dosis por 1.000 habitantes).
Estos tratamientos, a menudo se cronifican y no reciben la adecuada terapia que deber¨ªa acompa?arlos, por lo que solo acaban enmascarando s¨ªntomas o escondiendo un sufrimiento que puede ser ¡°muy grande¡±, incluso para problemas emocionales, como se?ala Javier Oliveira, vicepresidente de la Sociedad Aragonesa-Riojana de Psiquiatr¨ªa. Tanto ¨¦l como el resto de los profesionales enfatizan en la idea de no restar importancia a este tipo de situaciones. Pero creen que las consultas de psiquiatr¨ªa, donde acaban muchos de ellos, no son los lugares adecuados para resolverlas: ¡°Es necesario ense?ar al manejo de emociones, que no se solventa en los cinco minutos de consulta con el m¨¦dico de primaria¡±.
Pacientes mal atendidos
Nel Gonz¨¢lez Zapico considera que no est¨¢n bien atendidos ni los pacientes de patolog¨ªas m¨¢s graves ni los de problemas emocionales, por falta de recursos y carencias organizativas. ¡°Creemos que hay que intentar que la mayor parte de la atenci¨®n est¨¦ en la atenci¨®n primaria y comunitaria, que la gente que vaya a ella se sienta protegida¡±, subraya.
Todos estos problemas de atenci¨®n tienen consecuencias en las personas con patolog¨ªas graves. Mar¨ªa D¨ªaz Mars¨¢, presidenta de la Sociedad Espa?ola de Psiquiatr¨ªa y Salud Mental, asegura que ven c¨®mo el tiempo entre consultas es demasiado largo, de dos o tres meses. Tanto, que incluso hay personas que no acuden, que dejan la terapia porque se sienten abandonados. Estas demoras tambi¨¦n repercuten en la falta de intervenci¨®n precoz: ¡°Si hay un paciente que tiene por ejemplo un trastorno depresivo grave, cuanto antes lo tratemos, mejor va a ser el pron¨®stico y la funcionalidad del paciente. Cuanto m¨¢s se tarda, riesgos como el suicidio se incrementan. En trastornos de la conducta alimentaria, la desnutrici¨®n puede empeorar el pron¨®stico y tener repercusiones org¨¢nicas. En los de personalidad, se producen m¨¢s autolesiones¡±, enumera.
El sistema sanitario cuenta con un protocolo preferente cuando los m¨¦dicos detectan este tipo de problemas graves. ¡°Pero como hay muchas derivaciones y los psiquiatras somos pocos¡±, razona D¨ªaz Mars¨¢, ¡°lo preferente deja de ser preferente¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.