Prostituci¨®n con contrato, derechos laborales y seguridad social en B¨¦lgica
El pa¨ªs es el primero del mundo en regular una actividad estigmatizada y asociada a la explotaci¨®n sexual. La ley deja al margen, sin embargo, a las mujeres m¨¢s vulnerables
La ma?ana arranca despacio en la rue d¡¯Aerschot, el ¡®barrio rojo¡¯ de Bruselas. A solo unos centenares de metros, hace rato que abrieron los mercados y tiendas, muchas de ellas con sus escaparates llenos de hijabs, niqabs y otras vestimentas para cubrir de pies a cabeza a musulmanas de esta comuna belga de alta poblaci¨®n migrante. Mientras, en las ¡°vitrinas¡± de esta calle aleda?a a las v¨ªas de tren, mujeres de distintas edades y nacionalidades, pero todas vestidas con escasa ropa interior y tacones imposibles, se preparan para exponer su propio producto: el cuerpo.
Algunas de ellas, aunque de lejos no todas, pueden ya, al menos, empezar a regular su situaci¨®n: el 1 de diciembre, B¨¦lgica se convirti¨® en el primer pa¨ªs que cuenta con un contrato de trabajo formal para quienes se dedican al ¡°oficio m¨¢s antiguo del mundo¡±. Y, tambi¨¦n, el m¨¢s pol¨¦mico. Como lo es la decisi¨®n belga de regular un entorno enormemente identificado con la explotaci¨®n sexual y la trata de seres humanos.
Los defensores de esta ley, que han saludado organizaciones como Human Rights Watch (HRW) o Planned Partenthood International, afirman que permitir¨¢ a muchas de las ¡°trabajadoras (o trabajadores) del sexo¡±, como las denominan en B¨¦lgica, acabar con la estigmatizaci¨®n y disfrutar de protecciones y derechos b¨¢sicos como cualquier otro trabajador, desde una baja por enfermedad a derecho al paro o una pensi¨®n.
Con esta ley ¡°salimos de las sombras despu¨¦s de d¨¦cadas trabajando en los m¨¢rgenes de la sociedad y se regula esta actividad: eso nos proporciona un marco laboral para dar derechos a las personas igual que en otras actividades¡±, celebra Isabelle Jaramillo, coordinadora de Espace P, una asociaci¨®n con sede en el barrio rojo bruselense que ofrece ayuda y asistencia m¨¦dica a las mujeres que venden su cuerpo.
B¨¦lgica se convirti¨® en 2022 en el segundo pa¨ªs del mundo, tras Nueva Zelanda, en despenalizar la prostituci¨®n. Sin embargo, desde entonces y hasta que el pasado mayo se aprob¨® la ley que ha entrado ahora en vigor para ofrecer contratos a las prostitutas, estas se mov¨ªan en una zona gris donde su trabajo era tolerado, pero no reconocido.
Aug¨¦ es una joven de Lieja que se dedica abiertamente a la prostituci¨®n. Lo cuenta en las redes sociales, donde intenta ¡°deconstruir la estigmatizaci¨®n¡± de este oficio que asegura eligi¨® de forma voluntaria. ¡°La respuesta, a menudo, es que no es un trabajo de verdad. Bueno, pues ahora s¨ª, ahora es un trabajo con estatus de asalariado, incluso la ley lo reconoce, esto permitir¨¢ cerrar un poco la boca a toda la gente que alimenta el estigma de los trabajadores del sexo en la sociedad. Va a ser un gran paso¡±, conf¨ªa.
Hasta ahora, las prostitutas solo pod¨ªan registrarse como aut¨®nomas, con menos prestaciones que un contrato de trabajo por cuenta ajena como el ahora creado, que adem¨¢s ofrece seguridades especiales: las habitaciones donde se trabaja deber¨¢n tener un bot¨®n de alarma y la prostituta tiene derecho a rechazar a clientes y actos sexuales sin miedo a ser despedida. Adem¨¢s, en un caso ¨²nico en la ley laboral belga, las empleadas pueden dimitir sin preaviso y acceder al paro siempre que hayan cumplido con los d¨ªas m¨ªnimos trabajados establecidos para todo trabajador por la normativa nacional.
¡°La ¨²nica cosa que hasta ahora era igual entre una persona obligada a prostituirse y otra que lo hace voluntariamente era la ausencia de derechos¡±, se?ala Manon, otra prostituta que defiende la nueva ley tambi¨¦n porque, conf¨ªa, permitir¨¢ a las mujeres defenderse de los ¡°patrones abusivos¡±. La normativa ¡°proporciona un marco legal para protestar, es algo de lo que no dispon¨ªamos hasta ahora¡±.
Sus detractores temen, por el contrario, un blanqueamiento del proxenetismo (aunque legalmente sigue estando prohibido y penalizado) y un paso atr¨¢s en la lucha por la igualdad de las mujeres. ¡°Incluso tras el movimiento #MeToo y las sucesivas olas de feminismo, B¨¦lgica contin¨²a organizando, regulando y legislando el acceso a los cuerpos de mujeres vulnerables que siguen sexualmente disponibles para clientes predominantemente masculinos. Y esto sucede sin analizar de manera cr¨ªtica lo que significa comprar sexo en una sociedad que afirma defender la igualdad entre mujeres y hombres¡±, critica la asociaci¨®n Isala, que busca ayudar a las personas que se prostituyen a salir de ese medio.
Nadie se enga?a: esta ley no es la panacea y, desde luego, no resolver¨¢ muchos de los problemas tan relacionados con una actividad que se nutre ampliamente de las personas m¨¢s vulnerables. De hecho, solo una peque?a parte de las personas vinculadas a la prostituci¨®n, que se calcula en unas 25.000 en B¨¦lgica (no hay datos oficiales) se acabar¨¢ acogiendo a la ley, porque esta no se aplica para el sexo online o para quienes se dediquen como actividad secundaria a ello. Para poder recibir un contrato, las prostitutas deben estar adem¨¢s registradas, lo que excluye a quienes operan en la ilegalidad. Utsopi, el sindicato belga de los trabajadores del sexo, estima que unas 5.000 personas podr¨¢n beneficiarse de una ley que, pese a todo, conf¨ªan sus defensores, permitir¨¢ tambi¨¦n identificar mejor los casos de explotaci¨®n.
Otra de las grandes dudas es la cuesti¨®n salarial: m¨¢s all¨¢ de que se establece una base a partir del salario m¨ªnimo interprofesional, ni futuros empleadores, ni prostitutas a la espera de obtener un contrato, ni los sindicatos tienen claro c¨®mo se regular¨¢ un sector en el que gran parte del dinero circula en negro.
La respuesta a las dudas, cr¨ªticas y miedos, pero tambi¨¦n esperanzas, a¨²n no ha llegado: no hay datos que permitan analizar el impacto de esta ley que va m¨¢s lejos que otros intentos de regular la prostituci¨®n, como Alemania y Pa¨ªses Bajos, que reconocen el trabajo del sexo, pero que no han establecido, como B¨¦lgica, un marco jur¨ªdico espec¨ªfico para la actividad. Al Ministerio de Trabajo belga no le consta todav¨ªa ning¨²n contrato de este tipo. No es extra?o: el 1 de diciembre era el d¨ªa en que entraba en vigor la ley, pero tambi¨¦n el primero en que pod¨ªa empezar a realizarse el largo tr¨¢mite burocr¨¢tico para establecer este tipo de negocio, que requiere, como especifica la ley, la existencia de ¡°un empleador autorizado en virtud de un contrato de trabajo¡±, que es el que posteriormente realizar¨¢ los contratos a las trabajadoras y trabajadores de sexo con las garant¨ªas y derechos laborales especificados en la nueva normativa.
¡°Estamos al comienzo de una enorme transici¨®n de larga duraci¨®n, hay muchas cosas a¨²n por hacer, no es el final de esta lucha¡±, advierte Daan Bauwens, responsable de pol¨ªticas de Utsopi, que cree que se tardar¨¢ algunos a?os en poder valorar los efectos de esta ley pionera.
Entre los que ya han iniciado el proceso para acomodar su negocio a la nueva ley est¨¢n Alexandra y Kris, due?os de un sal¨®n de masajes er¨®ticos ¡°y algo m¨¢s¡± en la municipalidad flamenca de Bekkevoort.
Hasta ahora, la docena de mujeres que emplean lo hacen como aut¨®nomas o con contratos de peluquera, masajista o camarera, que es la forma en que funcionan muchos de estos negocios en la zona gris que supone una prostituci¨®n despenalizada pero no reconocida laboralmente. El problema: generalmente, esos contratos son por la m¨ªnima y por menos horas que las trabajadas en realidad, lo que conlleva tener menos prestaciones sociales, algo que la nueva ley busca remediar. La normativa tambi¨¦n impone fuertes condiciones a los ¡°empleadores¡±: tienen que registrar una sociedad con sede en el pa¨ªs, deben estar perfectamente identificados y, sobre todo, carecer de antecedentes penales.
¡°La nueva ley va a cerrar algunos de los lugares malos que hab¨ªa que cerrar, va a ser mejor para todos, las mujeres podr¨¢n unirse a clubes o salones de masaje como este, donde puedan trabajar de manera segura, con tranquilidad¡±, dice Kris quien, mientras su abogado prepara la documentaci¨®n, ya ha empezado a hacer algunas de las reformas requeridas, como instalar botones de alarma. Todo ello necesita de una buena inversi¨®n, pero ambos creen que la ley tambi¨¦n les permitir¨¢ a ellos salir de la estigmatizaci¨®n social que les dificulta expandirse. ¡°La respuesta de bancos y aseguradoras hasta ahora siempre es no, no, no¡±, lamenta Alexandra. ¡°Esperamos que la nueva ley cambie esto, aqu¨ª tenemos un buen negocio, tenemos que expandirnos, pero no podemos hacerlo sin un pr¨¦stamo bancario¡±, lamenta Kris. Seg¨²n una encuesta realizada en 2024, el 85% de las personas que trabajan en la prostituci¨®n no revelan su profesi¨®n a su banco, muchos de los cuales se niegan a abrirles una cuenta o se la cierran bruscamente cuando averiguan el origen de sus ingresos.
El estigma social se da en todos los estamentos y no va a acabar de golpe con una ley, reconocen todos. Tambi¨¦n, que pese a contar ahora con un marco legal, la prostituci¨®n no es ni ser¨¢ nunca un trabajo cualquiera. Pero esa no es la cuesti¨®n, afirman los defensores de la ley. ¡°Espero que se logre una normalizaci¨®n del trabajo del sexo. No hablo de hacerlo glamuroso, no digo que haya que considerarlo un trabajo como otro cualquiera, simplemente, que se considere un trabajo, con sus especificidades¡±, espera Manon. Acota Isabelle Jaramillo: ¡°Jam¨¢s ser¨¢ considerado un trabajo como otro cualquiera, pero al menos, en t¨¦rminos de accesibilidad a derechos, s¨ª, la base ser¨¢ la misma. Eso es lo importante¡±.
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