?De qu¨¦ sirve la multa a Google?
La publicidad ya no es, a estas alturas, tan relevante para el negocio presente y futuro de la plataforma tecnol¨®gica como el manejo de nuestros datos
El problema de regular las empresas tecnol¨®gicas es que, al enfrentarse a nuevas y duras normas, al final pueden hallar una manera innovadora de evitarlas. A menudo, cambiando a unas tecnolog¨ªas m¨¢s novedosas que a¨²n est¨¦n pendientes de regulaci¨®n.
Esta es la perspectiva desde la que deber¨ªamos interpretar las consecuencias de la multa de 2.700 millones de d¨®lares impuesta a Alphabet [multinacional que engloba a Google]por la Comisi¨®n Europea. Se produce despu¨¦s de una prolongada investigaci¨®n de siete a?os sobre si la empresa abus¨® de su posici¨®n dominante en las b¨²squedas para promocionar su servicio de ventas en Internet.
No deber¨ªamos confundir la exactitud f¨¢ctica del argumento de la Comisi¨®n con una visi¨®n estrat¨¦gica bien fundamentada: si la Comisi¨®n tiene alguna idea sobre un modo eficaz de limitar el poder de las plataformas de datos, no da muestras de ello. Actualmente la empresa se centra en encontrar usos lucrativos y creativos para los valiosos datos que ya ha recabado, extra¨ªdo, procesado y convertido en inteligencia artificial. El futuro de Alphabet gira en torno a los servicios con un uso intensivo de informaci¨®n.
Aqu¨ª, la estrategia a largo plazo de Alphabet ha sido doble. Por una parte, quer¨ªa aprender lo m¨¢ximo posible sobre cada usuario; para eso, estaba preparada para ofrecernos servicios muy subvencionados que, aunque no generaban muchos ingresos, s¨ª generaban muchos datos. Esos valiosos datos permiten a Alphabet predecir nuestras necesidades de informaci¨®n de manera que no siempre es necesario que tecleemos una b¨²squeda. La ubicaci¨®n o incluso indicios conceptuales m¨¢s avanzados ¡ªun itinerario de un viaje en nuestra bandeja de entrada o una cita en nuestro calendario¡ª tambi¨¦n sirven, y la informaci¨®n necesaria nos encuentra donde quiera que estemos ¡ªen nuestro tel¨¦fono o televisi¨®n inteligentes, o en nuestra casa inteligente¡ª, de tal modo que las b¨²squedas se quedan anticuadas.
Actualmente, la empresa se centra en hallar usos lucrativos para la valiosa informaci¨®n que ha extra¨ªdo, procesado y convertido en inteligencia artificial
Por otra parte, Alphabet ha empleado todos los datos que ha recogido de sus usuarios para crear servicios avanzados, muchos de ellos basados en la inteligencia artificial, que se puedan vender a Gobiernos y a empresas. En este aspecto, lo que supone una diferencia es el tama?o de Alphabet: teniendo en cuenta la cantidad de datos que ya posee y los servicios que ha creado con ellos, estar¨¢ muy por delante de sus competidores a la hora de identificar ciberataques malintencionados, de encontrar una cura para el c¨¢ncer o de frenar el envejecimiento. Al disponer de estos productos y servicios avanzados que requieren un uso intensivo de datos, Alphabet los puede vender como cualquier empresa normal; al diablo con la Nueva Econom¨ªa y su promesa de productos gratuitos.
Este futuro se podr¨ªa vislumbrar en un curioso anuncio que realiz¨® Alphabet justo antes de que se hiciese p¨²blica la multa. La empresa declar¨® que, aunque seguir¨ªa mostr¨¢ndonos anuncios personalizados, dejar¨ªa de analizar nuestros correos electr¨®nicos para perfeccionar esa publicidad a medida. Alphabet cree que a las empresas que son sus clientes ¡ªlas que adquieren versiones de Gmail, Google Docs, Google Calendar y otros servicios¡ª les preocupa la confidencialidad de sus comunicaciones, porque temen que estas se analicen con fines publicitarios. Esto ocurri¨® solo con las cuentas personales, pero incluso la propia Alphabet decidi¨® abandonar esta pr¨¢ctica.
Ahora bien, ?qu¨¦ nos dice esto? En primer lugar, que Alphabet dispone de tantos datos sobre cada uno de nosotros que cualquier nuevo correo electr¨®nico entrante a?ade muy poco contexto adicional. En segundo lugar, resulta evidente que Alphabet, debido a la competencia de Microsoft y Amazon, considera que sus clientes empresariales de pago son fundamentales para su futuro. Y est¨¢ preparada para utilizar todas las ventajas de las que dispone en el ¨¢mbito de los datos para destacar sobre el resto, por ejemplo, desplegando su incre¨ªble inteligencia artificial para seguir analizando los mensajes en busca de virus y de malware.
Por tanto, los esfuerzos para obligar a Alphabet a eliminar determinados servicios (como la compra en Internet) en los resultados de b¨²squedas no son demasiado relevantes. Despu¨¦s de todo, alg¨²n d¨ªa Alphabet prescindir¨¢ totalmente de los recuadros de b¨²squedas. Sin embargo, esto no har¨¢ que disminuya su control sobre la sociedad, porque existen muchas otras maneras de satisfacer nuestras necesidades de informaci¨®n sin recurrir a mecanismos toscos y poco elegantes como preguntarnos qu¨¦ estamos buscando.
Es cierto que con la combinaci¨®n de b¨²squedas y publicidad, Alphabet ha conseguido extraer los m¨¢ximos datos posibles de manera eficaz, pero esto no era m¨¢s que una de las primeras fases en la evoluci¨®n de la empresa. Es probable que en la siguiente fase dependa en gran medida de la combinaci¨®n entre inteligencia artificial y cobros, en la que alguien ¡ªel contribuyente m¨¢s que el usuario¡ª paga por el servicio. ?Qui¨¦n creen ustedes que pagar¨¢ por la atenci¨®n sanitaria inteligente que funcionar¨¢ con la inteligencia artificial de Alphabet?
La multa de la Comisi¨®n Europea no sirve de mucho a la hora de abordar esta evoluci¨®n, sobre todo porque trata de controlar a la Google de 2010 y no a la Alphabet de 2017, y mucho menos a la de 2020. Ir¨®nicamente, podr¨ªa incluso hacer que Alphabet acelerase su transici¨®n de la fase I a la fase II. A fin de cuentas, ?para qu¨¦ molestarse en ofrecer ¡°resultados¡± confusos si la mayor¨ªa de nosotros buscamos respuestas concretas? El mayor n¨²mero de datos sobre cada uno de nosotros, junto con la inteligencia artificial avanzada, significa que Alphabet nos proporcionar¨¢ al final esas respuestas ¡ªcomo ya ?hace con su ayudante personal¡ª, convirtiendo las b¨²squedas en innecesarias.
Sin duda, Europa utilizar¨¢ su decisi¨®n para promover sus elevados valores; dado que no existe un debate parecido en EE UU, probablemente haya algo de verdad en ello. Pero tambi¨¦n se podr¨ªa acusar al conjunto de la Comisi¨®n Europea ¡ªen vez de solo a su comisaria de Competencia¡ª de falta de visi¨®n de futuro, porque su planteamiento no tiene en cuenta el origen real del poder a largo plazo de Alphabet: los datos.
Los datos no son como cualquier otra materia prima, y los mercados de datos no son como cualquier otro mercado. Si de verdad queremos aprovechar todos los conocimientos que se obtienen al unir distintos conjuntos de informaci¨®n, es evidente que ¨¦sta deber¨ªa pertenecer a una sola entidad, pero no tiene por qu¨¦ ser una gran empresa tecnol¨®gica como Alphabet.
Por ejemplo, toda la que se genera en un pa¨ªs podr¨ªa almacenarse en un fondo de datos nacional, del que todos los ciudadanos ser¨ªan copropietarios (o, en el caso de un fondo paneuropeo, los europeos). Quien quisiera crear nuevos servicios emple¨¢ndola, tendr¨ªa que hacerlo en un entorno muy competitivo y muy regulado, y tendr¨ªa que pagar una parte correspondiente de sus beneficios por usarla. Esta posibilidad asustar¨ªa a las empresas tecnol¨®gicas mucho m¨¢s que la perspectiva de una multa.
La estrategia actual ¡ªhagamos que las empresas tecnol¨®gicas recaben todos los datos que puedan y apliquemos la ley de competencia sobre c¨®mo dise?an sus sitios web¡ª es ineficaz. Es importante solucionar las compras en Internet, pero no si eso acelera la transici¨®n hacia una forma perversa de feudalismo de datos, en la que el recurso m¨¢s importante pertenece solo a una o dos empresas.
Evgeny Morozov es editor asociado en ¡®New Republic¡¯ y autor de ¡®La locura del solucionismo tecnol¨®gico¡¯ (Katz).
Traducci¨®n de News Clips
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