Lina Khan, la piedra en el zapato de las tecnol¨®gicas
La regulaci¨®n europea o californiana de privacidad es insuficiente para corregir la dejadez en el crecimiento monopol¨ªstico de las grandes tecnol¨®gicas
Hace unos d¨ªas, Lina Khan cumpli¨® 34 a?os. Khan naci¨® en Londres en el seno de una familia brit¨¢nica de origen pakistan¨ª. Pas¨® sus primeros a?os en Reino Unido pero se traslad¨® con sus padres a Estados Unidos con 11 a?os. En concreto a Mamaroneck, Nueva York, donde fue periodista en la gacetilla del instituto. Ya apuntaba maneras. Estudi¨® Pol¨ªticas en Williams College de Massachusetts en donde, c¨®mo no, fue editora del peri¨®dico universitario y se doctor¨® con una tesis sobre Hannah Arendt. Estamos en 2010 y a¨²n le quedan siete a?os para escribir, durante su tercer a?o como estudiante de Derecho en Yale, su famoso art¨ªculo Amazon¡¯s Antitrust Paradox.
Khan sosten¨ªa, y sigue sosteniendo, que el actual marco jur¨ªdico antimonopolio estadounidense, que se centra en mantener bajos los precios para el consumidor, no sirve para limitar las actuaciones monopol¨ªsticas y anticompetitivas de las grandes tecnol¨®gicas que no venden productos sino que, aparentemente, los regala. Si no hay mercado de precios, el sistema legal que tenemos montado desde el siglo XIX para evitar que las empresas abusen de los competidores, los incumbentes y los clientes no funciona. Nadie esperaba que un art¨ªculo jur¨ªdico en una revista prestigiosa, pero de nicho, que establec¨ªa que la Ley Sherman estaba rota, tuviera tal impacto, no solo en el cerrado mundo legal sino en el empresarial.
Si esto fuera El informe Pel¨ªcano, tendr¨ªamos a Lina huyendo de un Jeff Bezos maligno que intenta matarla para evitar que cuente la verdad. Una verdad inc¨®moda en donde los legisladores y los reguladores nos han fallado permitiendo el crecimiento de las empresas tecnol¨®gicas hasta ganar el tama?o de muchos pa¨ªses y conseguir recursos suficientes para controlar gobiernos y voluntades. En alg¨²n momento esos mastodontes fueron cachorros cargados de buenas intenciones a los que se les dej¨® crecer sin control bajo la misma voluntad que permiti¨® que la sangre corriera sin control durante la conquista del lejano oeste o que los cuerpos de mujeres y ni?os pobres se apilaron alrededor de la revoluci¨®n industrial: deja crecer y luego regula, parcela, protege.
En el crecimiento desmesurado de las tecnol¨®gicas se parti¨® de esta premisa. Lo que ahora es clamor, antes era ¡°ponerle puertas al campo¡±, expresi¨®n imb¨¦cil donde las haya porque no hay nada con m¨¢s puertas y vallas, ni nada m¨¢s dibujado, parcelado o regulado que el campo. Solo hay que ir atr¨¢s antes de la pandemia para ver soflamas de pol¨ªticos, vendedores de mantas zamoranas, y estultos en general hablando del poder salvador de la tecnolog¨ªa uber alles, cuando ya era evidente que el tama?o de las tecnol¨®gicas estadounidenses y chinas era un problema que no ¨ªbamos a poder arreglar sencillamente con regulaci¨®n. Porque esta tecnolog¨ªa crea adictos y cambia cerebros a largo plazo.
Pero volvamos a Lina Khan. Aqu¨ª su historia se acerca a la de Erin Brockovich. En 2021, Joe Biden nombra a una Lina de 32 a?os la directora m¨¢s joven de la Federal Trade Commission (FTC) -el supervisor de competencia en EEUU- y con su nombramiento los dem¨®cratas hacen una declaraci¨®n: se acab¨® darnos abrazos con Silicon Valley; ha llegado el momento de meterles en vereda. Tras su nombramiento, Amazon y Facebook presentaron sendas recusaciones contra ella por entender que sus cr¨ªticas la incapacitaban para ser imparcial. Puede que esa sospecha estuviera fundada, pero lo que es seguro es que est¨¢ cargada de miedo.
Desde su nombramiento, los dos consejeros republicanos han dimitido de sus cargos en la FTC. La ¨²ltima, Christine Wilson, anunci¨® el d¨ªa de los enamorados su intenci¨®n de dimitir aunque no ha concretado cuando. Wilson acus¨® a Khan y a sus ¡°colaboradores¡± de ¡°despreciar el Estado de Derecho y las garant¨ªas procesales¡±. Si Khan aplica la doctrina Khan puede obligar a Meta a trocearse o establecer la responsabilidad personal de Zuckerberg por lo que haga su compa?¨ªa, medidas que ya han estado encima de la mesa y que pesan sobre la cabeza de los tecno-se?ores feudales. No es poca cosa.
Todos sabemos que la regulaci¨®n europea o californiana de privacidad es insuficiente para corregir la dejadez en el crecimiento monopol¨ªstico, extractivo y destructor de la innovaci¨®n de las grandes tech. Por muy importantes que sean las sanciones para quien las impone, no dejan de ser min¨²sculas para quien las recibe. Nuestra guerrera Margrethe Vestager, inspiraci¨®n del personaje de Birgitte Nyborg en Borgen y durante a?os comisaria europea de competencia, sabe de la importancia de limitar las pr¨¢cticas anticompetitivas y lleva a?os cascando sanciones que tumbar¨ªan la econom¨ªa de muchos pa¨ªses pero que apenas hacen cambiar la actitud de un Meta o un Google. Que Alphabet se vea obligada a dividirse s¨ª que es, sin embargo, una amenaza que cambia actitudes.
As¨ª que cuando Microsoft anunci¨® el a?o pasado que quer¨ªa adquirir por 70.000 millones de d¨®lares el fabricante de videojuegos Activision Blizzard se encontr¨® enfrente a Lina. Y no solo a ella, tambi¨¦n a los reguladores de la UE y Reino Unido. La entrada de Microsoft en el mundo de los videojuegos es un paso en la direcci¨®n de un metaverso continuo, generado con IA (de la que ya es due?a tras su adquisici¨®n de OpenIA), que crear¨ªa un nuevo escenario de control imposible de embridar. Y los reguladores no est¨¢n por la labor de que esto ocurra otra vez. Porque, por primera vez en la historia reciente de EE UU, meterse con las BigTech es popular entre la derecha, que considera que los censura, y la izquierda, que sabe que nos controlan.
La cooperaci¨®n entre reguladores antimonopolio no es nueva, pero la oposici¨®n al acuerdo sobre Activision de Microsoft es la mayor prueba hasta la fecha de esta nueva alineaci¨®n entre las autoridades antimonopolio mundiales. Khan aboga por luchar aunque se pierda, por molestar, por adoptar medidas en¨¦rgicas contra las fusiones y las grandes empresas tecnol¨®gicas. Ha declarado que est¨¢ dispuesta a aceptar casos dif¨ªciles de ganar para ayudar a ampliar los l¨ªmites de la legislaci¨®n antimonopolio. Con Microsoft va ganando, y con Meta ha tenido un rev¨¦s: un juez federal rechaz¨® el intento de la FTC de bloquear la compra de Within -una start-up de fitness de realidad virtual- por parte de Meta.
En un escenario en que las grandes tecnol¨®gicas perdieron 77.000 millones de d¨®lares el a?o pasado, en el que despiden empleados y cierran proyectos, Lina Khan al mando de la FTC es otra piedra en su zapato que est¨¢n deseando quitarse. Lina, nuestra hero¨ªna, nuestra Darby Shaw, se ha hecho mayor.
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