Por qu¨¦ todos se pelean por Sam Altman, el hijo pr¨®digo de Silicon Valley
El CEO de OpenAI, que ha sido despedido, fichado por Microsoft y restituido con poderes reforzados en menos de una semana, abandera la revoluci¨®n de la inteligencia artificial
Primero fueron Bill Gates, Steve Jobs y Mark Zuckerberg. Algunos sit¨²an a continuaci¨®n a Elon Musk. Muchos creen que ahora es el turno de Sam Altman: ¨¦l es el elegido para ser el rostro de Silicon Valley, el genio de la tecnolog¨ªa que marca el paso a los dem¨¢s. A sus 38 a?os, Altman es el abanderado de la revoluci¨®n de la inteligencia artificial (IA), que en apenas 12 meses, desde que ¨¦l mismo lanzara ChatGPT, ha hecho que las grandes tecnol¨®gicas cambien a toda prisa sus prioridades y se vuelquen en esta tecnolog¨ªa. El culebr¨®n vivido la ¨²ltima semana en OpenAI permite hacerse una idea de lo cotizada que es su figura. La junta de accionistas perdi¨® la confianza en ¨¦l y decidi¨® echarlo el viernes pasado. El lunes fich¨® por Microsoft, due?a de un 49% de OpenAI, y ese mismo d¨ªa el 95% de la plantilla amenaz¨® con irse si no lo readmiten. El martes, el joven ejecutivo volvi¨® a su puesto como CEO de OpenAI y se purg¨® a quienes lo despidieron. Volvi¨® con poderes reforzados y con el apoyo expl¨ªcito de la c¨²pula de Microsoft.
?C¨®mo es la nueva estrella del firmamento de San Francisco? Ante todo, no es un reci¨¦n llegado a la jet set californiana. En 2014, con 29 a?os, Altman se convirti¨® en el presidente de Y Combinator, la ic¨®nica incubadora de startups de la que han salido compa?¨ªas como Airbnb, Dropbox o Twitch. Un a?o m¨¢s tarde, se le encarg¨® dirigir OpenAI, una empresa reci¨¦n creada que pretend¨ªa pelearle a Google su liderazgo absoluto en el desarrollo de la IA. Lo eligieron para el puesto Elon Musk, el entonces empresario de moda gracias a Tesla y SpaceX, y Peter Thiel, uno de los primeros inversores en Facebook y fundador de Palantir. Su relaci¨®n con Thiel sigue siendo buena; con Musk, en cambio, ha partido peras: el due?o de X abandon¨® OpenAI, impuls¨® una carta pidiendo una moratoria de seis meses en la investigaci¨®n de IA y, mientras tanto, desarroll¨® su propio proyecto, xAI, con el que present¨® hace unas semanas Grok, su alternativa a ChatGPT.
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— Sam Altman (@sama) November 22, 2023
Ideado como un laboratorio de investigaci¨®n, OpenAI apost¨® fuerte por el modelo transformer, una arquitectura espec¨ªfica de aprendizaje autom¨¢tico desarrollada por cient¨ªficos de Google en la que se han acabado basando todos los grandes modelos de lenguaje (LLM, en sus siglas inglesas). Invirtieron unos 1.000 millones de d¨®lares para aplicar cada vez m¨¢s poder de computaci¨®n y escalar el modelo. Los resultados llegaron el a?o pasado, cuando lanzaron el generador de im¨¢genes Dall-E2 y su gran bombazo: ChatGPT, el bot conversacional que ha situado la IA en la conversaci¨®n p¨²blica. Puede escribir poes¨ªa, resumir textos, sugerir recetas o aprobar ex¨¢menes de medicina, todo en cuesti¨®n de segundos.
Todav¨ªa comete errores de bulto (las llamadas alucinaciones) y se inventa cosas, pero muestra el camino por el que puede transitar la IA. ChatGPT es la aplicaci¨®n m¨¢s exitosa de todos los tiempos. Super¨® los 100 millones de usuarios ¨²nicos a los dos meses de su estreno. Facebook tard¨® cuatro a?os en conseguir esas cifras. TikTok, nueve meses. Altman ha logrado que OpenAI est¨¦ hoy valorada en unos 90.000 millones de d¨®lares
ChatGPT no es la primera herramienta de esta clase (Google ya ten¨ªa algunos modelos en fase experimental), pero s¨ª la que antes se ha abierto al gran p¨²blico. Fue Altman quien decidi¨® ofrecerla en abierto, algo que en Google hab¨ªan descartado al juzgar que los fallos de estos grandes modelos no est¨¢n todav¨ªa suficientemente pulidos. Esa mezcla de arrojo y de falta de cautela al manejar la IA influyeron aparentemente en que un sector de la junta de OpenAI forzase el despido de Altman. Algunos medios, de hecho, sostienen que, justo antes del cese, un grupo de trabajadores advirti¨® a la junta directiva de un poderoso descubrimiento en el campo de la IA, con potencial para ¡°amenazar a la humanidad¡±, si bien no est¨¢ claro que eso afectara en la decisi¨®n de cesar al ejecutivo.
Altman est¨¢ convencido de que la tecnolog¨ªa aumentar¨¢ el bienestar social. Ha dedicado parte de su fortuna a financiar dos sue?os tecnofuturistas: conseguir una fuente de energ¨ªa ilimitada y prolongar la esperanza de vida. Invirti¨® unos 355 millones de euros en Helion Energy, la startup que busca hacer viable la fusi¨®n nuclear, y otros 170 en Retro Biosciences, que investiga la forma de alargar la vida. ¡°Cog¨ª todo mi patrimonio l¨ªquido y lo invert¨ª en estas dos empresas¡±, dijo al MIT Technology Review. Ha dicho en m¨¢s de una ocasi¨®n que el dinero no es su prioridad (y que no ten¨ªa sueldo en OpenAI), aunque jam¨¢s ha revelado a cu¨¢nto asciende su patrimonio. Es de los pocos gur¨²s de Silicon Valley que no aparece en los r¨¢nkings de Forbes. S¨ª se sabe que conserva varias participaciones en startups de su ¨¦poca en Y Combinator, entre ellas en Stripe o Airbnb.
?Qu¨¦ hace en su tiempo libre? ¡°Bueno, me gustan los coches de carreras¡±, declar¨® a The New Yorker. Tiene cinco deportivos, incluyendo dos McLarens y un Tesla antiguo. ¡°Me gusta pilotar avionetas alquiladas por los cielos de California. Oh, y soy un prepper¡±. Est¨¢ prepar¨¢ndose para cuando el mundo colapse. ¡°Intento no pensar demasiado en ello, pero tengo armas, oro, yoduro de potasio, antibi¨®ticos, bater¨ªas, agua, m¨¢scaras antig¨¢s y un rancho en el sur de California al que puedo volar¡±.
Nacido en Chicago, pero criado en la Am¨¦rica profunda (San Luis, Misuri), Altman estudi¨® dos a?os en la Universidad de Stanford antes de dejar la carrera para lanzar su primera startup: Loopt, una aplicaci¨®n m¨®vil para geolocalizar a amigos, que vendi¨® en 2012 por 43 millones de d¨®lares. Apuntaba maneras desde ni?o. A los ocho a?os ya desmontaba y montaba su Macintosh. La inform¨¢tica era su refugio. ¡°Crecer siendo gay en el Medio Oeste en la d¨¦cada de los 2000 no era lo mejor que le pod¨ªa pasar a uno¡±, asegur¨® a The New Yorker. ¡°Sam no es especialmente religioso, pero culturalmente es muy jud¨ªo: optimista y a la vez superviviente, con la sensaci¨®n de que las cosas siempre pueden ir muy mal¡±, ha dicho de ¨¦l Peter Thiel.
Magnetismo y liderazgo
El hecho de que 738 de los 770 empleados de OpenAI amenazaran con irse de la compa?¨ªa si no volv¨ªa Altman da una idea de su popularidad entre sus subordinados. Ven en ¨¦l una determinaci¨®n inquebrantable en su objetivo, que tambi¨¦n es su obsesi¨®n personal: llegar a desarrollar una inteligencia artificial general (la que igualar¨¢ o superar¨¢ a la humana). Cree que esa misi¨®n la puede llevar a cabo en OpenAI.
¡°Sam es extremadamente bueno en hacerse m¨¢s poderoso. Ten¨ªa un don para encontrar oportunidades en el caos¡±, le describi¨® Paul Graham, cofundador de Y Combinator y uno de los prohombres de Silicon Valley. ¡°Nadie en el mundo es mejor que Sam para lidiar con este tipo de situaciones¡±, tuite¨® el domingo, cuando todav¨ªa no hab¨ªa sido anunciado su fichaje por Microsoft ni su vuelta a OpenAI. Su fe en el joven sigue intacta, ya que en 2008 escribi¨® en su blog: ¡°Puedes lanzarle en paraca¨ªdas a una isla de can¨ªbales y al volver en cinco a?os se habr¨¢ convertido en su rey¡±.
A Altman le gusta tener la sart¨¦n por el mango. Y, seg¨²n apuntan excolaboradores suyos a The Washington Post, suele poner sus intereses personales por delante de los de la organizaci¨®n. Ya le pas¨® en Y Combinator, que us¨® como plataforma desde la que conocer startups en las que invertir con un fondo que gestionan ¨¦l y su hermano. Esa tendencia a servir sus propios intereses habr¨ªa sido el desencadenante de que su mentor, Graham, decidiera despedirle de Y Combinator tras cederle los mandos de la incubadora durante cinco a?os, cuando Altman era todav¨ªa un veintea?ero.
Consciente del estatus que ha adquirido en los ¨²ltimos tiempos, emprendi¨® hace unos meses una gira con jefes de Gobierno, entre ellos el presidente espa?ol Pedro S¨¢nchez o su hom¨®logo franc¨¦s Macron, para advertir de los peligros de la IA. Asisti¨® a la reuni¨®n organizada por la Casa Blanca con los primeros espadas de las tecnol¨®gicas para analizar el estado de la IA y ha impulsado su propia carta abierta advirtiendo de esos peligros. ¡°Mi peor miedo es que esta tecnolog¨ªa salga mal. Y si sale mal, puede salir muy mal¡±, dijo en el Capitolio en una audiencia sobre IA.
Pero OpenAI sigue en la carrera por liderar esta tecnolog¨ªa, llamada a protagonizar avances significativos en los pr¨®ximos a?os. Altos ejecutivos hay muchos en Silicon Valley, pero solo unos pocos acaban en su pante¨®n. Gates convirti¨® los ordenadores en un objeto de consumo. Jobs inaugur¨® la era de los tel¨¦fonos inteligentes; Zuckerberg, la de las redes sociales. ?Lograr¨¢ Altman prevalecer como el pionero de la IA?
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