¡®Dolores V¨¢zquez¡¯: morbo para denunciar el morbo
El duelo entre Alicia Hornos y Dolores V¨¢zquez se produce hoy de forma desasosegante, indirecta y con cierto hedor en el documental de HBO Max, que aporta, por otro lado, testimonios y declaraciones interesantes
Uno de los mayores pesares cuando se produce un crimen es contemplar c¨®mo las propias v¨ªctimas engordan al monstruo. Ver desfilar a familiares ante micr¨®fonos ansiosos para exhibir sus miserias m¨¢s ¨ªntimas en los plat¨®s es la pat¨¦tica rutina de los sucesos m¨¢s morbosos, y el asesinato de Roc¨ªo Wanninkhof cerca de Mijas, M¨¢laga, en 1999, no iba a ser una excepci¨®n. Lo fue entonces, cuando el crimen se convirti¨® en un aquelarre en el que los brujos se disfrazaron de fiscales, guardias civiles, periodistas, familiares y vecinos, y lo sigue siendo en algunos tramos del documental que estos d¨ªas ofrece HBO Max.
El duelo entre Alicia Hornos y Dolores V¨¢zquez, dos mujeres que ya formar¨¢n parte para siempre de la cr¨®nica negra de Espa?a, se produce hoy de forma desasosegante, indirecta y con cierto hedor en Dolores V¨¢zquez, la verdad sobre el ¡®caso Wanninkhof¡¯. En sendas entrevistas, que el montaje ha ido entrecruzando en dosis convenientes, la madre de la joven asesinada y su antigua pareja, que pas¨® 519 en la c¨¢rcel tras sufrir un linchamiento medi¨¢tico y homof¨®bico del que la justicia fue comparsa, exhiben los trapos sucios de una relaci¨®n ya agostada cuando desapareci¨® Roc¨ªo.
As¨ª nos enteramos, sin que conste por qu¨¦ habr¨ªa de interesarnos en realidad, de que Dolores era tan detallista que le tra¨ªa flores o abr¨ªa un champ¨¢n si Alicia estaba deca¨ªda. Tambi¨¦n escuchamos que esta sent¨ªa por ella cosas en el est¨®mago que nunca hab¨ªa sentido por su marido. Se ponen dulces incluso en breves recuerdos felices, pero eso es solo el aperitivo meloso de un atrac¨®n que nada tiene de manjar: Alicia acusa a Dolores de arrastrar por los pelos a su propia madre, por ejemplo. Dolores se defiende asegurando que es a Alicia a quien habr¨ªa pegado si hubiera tocado a su madre. No incidiremos en m¨¢s datos tan escabrosos, que los hay. Que si la primera sali¨® del armario ante su familia y esto molest¨® a la segunda, que si t¨², que si yo, que si tu madre me hac¨ªa la vida imposible, que si tu hija ven¨ªa a por pizza a mi casa. Y que si tengo que decir hija de pu te lo digo. Etc¨¦tera.
Testimonio contenido
Entrados ya en el segundo cap¨ªtulo de esta serie de seis, seguimos entretenidos con los desamores que a la gente curada de espanto no nos conmueven demasiado. La producci¨®n que acaso quer¨ªa denunciar el morbo a?ade un poco de morbo y es ah¨ª donde nos preguntamos qu¨¦ aporta esta Dolores V¨¢zquez, la verdad sobre el caso Wanninkhof.
Y aporta varias cosas, s¨ª: el testimonio de la propia V¨¢zquez, que seg¨²n se cuenta no hab¨ªa dado su versi¨®n hasta el momento y que tiene mucho que decir. Con parsimonia, con dolor, la gallega, que fue condenada sin pruebas en medio de una terror¨ªfica presi¨®n popular, transita de los hechos ocurridos a las heridas que estos le dejaron con una sobriedad encomiable y una contenci¨®n apenas desbordada en ocasiones. Cualquiera en su lugar habr¨ªa hecho vud¨² a esa ¡°examiga ¨ªntima¡±, como entonces se llamaba a una pareja lesbiana, y a ese pueblo que la sentenci¨®. Y, sin embargo, traslada el pasmo que entonces sinti¨®, sus nervios y su miedo a perder la cordura sin que le tiemble apenas el pulso. El momento en que se cuenta su temor a haber cometido un crimen y a ser v¨ªctima de una amnesia que le impidiera recordar lo que los dem¨¢s ve¨ªan tan claro es sobrecogedor.
Interesantes tambi¨¦n la declaraci¨®n del abogado y de dos jurados que reconocen que no estaban preparados para esa misi¨®n. Y el relato de un juicio al que algunos vecinos acud¨ªan con la toalla de la playa o las bolsas de la compra entre tal y cual nos arroja la culpa a la cara como sociedad.
V¨ªctimas y sentencias
Desde otro escenario, Alicia Hornos trasluce a¨²n las sospechas que sustentaron su acusaci¨®n y que siguen latiendo en su interior contra la compa?era a la que sigue considerando asesina. Pero es una v¨ªctima. C¨®mo no comprender tambi¨¦n cualquier desquicie en quien ha sufrido esa amputaci¨®n maternal. Hornos es la prueba m¨¢s fehaciente de que las v¨ªctimas no deben dictar la pol¨ªtica. Ni las sentencias.
Lo que no se acierta a comprender es qu¨¦ a?aden las rencillas m¨¢s hondas de una pareja rota que brillan como heridas a las que se le cay¨® la costra. La piel no ha cerrado, la sangre quiere fluir y el documental de HBO enfoca con deleite ese lugar donde ni ahora ni nunca podr¨¢ haber cicatriz. Eso pod¨ªamos intuirlo y queda demostrado, vale.
El documental se estira demasiado en esos tristes brillos antes de enfocar lo acaso m¨¢s grave, pues ata?e a una sociedad y no solo a un criminal: el linchamiento medi¨¢tico del que fue v¨ªctima esta mujer. El pueblo quer¨ªa sangre, los plat¨®s se la ofrecieron y las propias v¨ªctimas salieron a bailar. ?Recuerdan El gran carnaval, de Billy Wilder? Pues el espect¨¢culo contin¨²a.
En fin, que para ser de HBO, fue mucho mejor Chern¨®bil.
(Esta cr¨ªtica corresponde a los tres primeros episodios de la serie Dolores V¨¢zquez, la verdad sobre el caso Wanninkhof (HBO Max).
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