Damas de primera, serie de tercera
¡®The First Lady¡¯, la serie protagonizada por Michelle Pfeiffer, Gillian Anderson y Viola Davis que emparenta las vicisitudes como primeras damas de Eleanor Roosevelt, Betty Ford y Michelle Obama, es mejor en sus intenciones que en su resultado
En uno de los mejores episodios de Mrs America, la serie que abord¨® en 2020 la historia del movimiento para ratificar la Enmienda de la igualdad de las mujeres y la oposici¨®n reaccionaria que suscit¨®, el personaje interpretado por Sarah Paulson, una joven ama de casa de las huestes conservadoras, vive su Jo, qu¨¦ noche particular durante la Conferencia Nacional de Mujeres celebrada en 1977 en Houston. Alice, que as¨ª se llama, acaba su inmersi¨®n feminista en un rinc¨®n en el que un grupo de mujeres lesbianas est¨¢ cantando This Land Is Your Land. All¨ª, desinhibida gracias al efecto de las drogas, termina robando el protagonismo a las dem¨¢s y remata como solista el final del himno de Woody Guthrie. Al terminar mantiene un breve di¨¢logo con una participante que le dice que Guthrie era socialista. Ella r¨ªe incr¨¦dula y su interlocutora insiste: ¡°Has estado ah¨ª en medio cantando una canci¨®n marxista¡±. Alice corrige: ¡°Es patri¨®tica¡±. ¡°Exacto¡±, remata su nueva amiga.
This Land Is Your Land, en la versi¨®n que grab¨® en 2004 Sharon Jones junto a su banda habitual, los Dap Kings, es la sinton¨ªa de la cabecera de The First Lady (Movistar Plus+), la serie escrita por Aaron Cooley y dirigida por Susanne Bier que narra y trata de emparentar las vidas de tres primeras damas norteamericanas: Eleanor Roosevelt, Betty Ford y Michelle Obama, interpretadas por Gillian Anderson, Michelle Pfeiffer y Viola Davis respectivamente. Sharon Jones, por entonces una cantante an¨®nima, tuvo que compaginar su vocaci¨®n musical con oficios como funcionaria de prisiones y guardia de seguridad. En los noventa, un ejecutivo de Sony le hab¨ªa dicho que era demasiado negra, demasiado gorda, demasiado baja y demasiado vieja ¡ªrondaba los 40¡ª para poder dedicarse a la m¨²sica. Su versi¨®n de la canci¨®n de Guthrie incluy¨® todos los versos, incluso los eliminados por el propio autor para suavizar las reivindicaciones sociales del tema, que le aportan el sarcasmo en el que incide Jones y que viene a sugerir que el usufructo sobre Estados Unidos no existe en igualdad de condiciones.
?C¨®mo combinar a los desheredados de la tierra prometida de Am¨¦rica con la historia de tres de las mujeres m¨¢s importantes del pa¨ªs y que abarcan las d¨¦cadas clave de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos? ?C¨®mo influyeron en la vida pol¨ªtica norteamericana la intimidad de tres presidentes con sus respectivas esposas? Las intenciones de The First Lady son tan ambiciosas como descafeinado es su resultado final. ?Qu¨¦ tienen en com¨²n tres mujeres nacidas en ¨¦pocas y entornos radicalmente diferentes y que de entrada solo comparten haberse casado con presidentes de los Estados Unidos? Para empezar, y seg¨²n Cathy Schulman, productora ejecutiva de la serie, ninguna de las tres quer¨ªa estar ah¨ª. Para entenderlo bien, merece la pena desgranarlas individualmente.
Como sobrina de Theodore Roosevelt, Eleanor Roosevelt ya ven¨ªa emparentada de cuna con las ¨¦lites norteamericanas. Recibi¨® una educaci¨®n que se podr¨ªa seguir considerando privilegiada incluso para una joven de hoy, un pasaporte a su independencia, impensable incluso en las mujeres de clase alta de su ¨¦poca. Una mujer m¨¢s preparada para ejercer de presidente que para casarse con uno.
El conflicto de la esposa de Franklin D. Roosevelt tambi¨¦n es impropio de su tiempo: ¡°Eres el marido de una mujer con una mente y una vida propias¡±, le espeta ella desde el tr¨¢iler de la serie a su marido, interpretado por un Kiefer Sutherland al que le quedan mejor las hechuras de salvador de la democracia en 24 que las del pol¨ªtico que impuls¨® la mayor reforma en la historia de los Estados Unidos. Una mujer que tuvo que desempe?ar su rol de primera dama durante m¨¢s a?os que ninguna otra por los excepcionales cuatro mandatos de los que disfrut¨® su marido.
Esa audacia y ambici¨®n femeninas contrastan con su tendencia a la depresi¨®n y a menospreciarse, un car¨¢cter bien recogido en The First Lady, primera serie que retrata en profundidad la relaci¨®n sentimental que mantuvo con la periodista Lorena Hickcok, interpretada por una siempre solvente Lily Rabe. La serie intenta rellenar los huecos que deja la notable correspondencia entre ambas amantes y fantasea casi de forma naif con la aprobaci¨®n de Roosevelt al affaire de su mujer. Poco importa en esta ocasi¨®n c¨®mo dirimieron el presidente y su esposa los l¨ªmites de su relaci¨®n cuando nos encontramos ante un t¨¢ndem que cambi¨® la historia de Occidente. No olvidemos su papel en la II Guerra Mundial poco despu¨¦s de la cual falleci¨® su esposo y que Eleanor, adem¨¢s de defensora de los derechos de las mujeres y de los negros, fue la principal impulsora de la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos en 1948.
Si Eleanor Roosevelt pas¨® a la posteridad a pesar de sus debilidades, Betty Ford lo hizo gracias a las suyas. Una estupenda Michelle Pfeiffer, a la que vemos en pantalla menos de lo que deber¨ªamos, encarna con detalle a la primera dama sobrevenida que nunca esper¨® serlo, el personaje m¨¢s elaborado y con m¨¢s aristas de toda la serie. Betty Ford convirti¨® su mastectom¨ªa en conversaci¨®n p¨²blica sobre el menosprecio a la salud femenina y, ya fuera de la Casa Blanca, sus adicciones al alcohol y los analg¨¦sicos, en la cl¨ªnica de rehabilitaci¨®n para dependientes m¨¢s famosa del mundo, la que lleva su nombre. Durante los dos a?os y medio que ejerci¨® como primera dama, defendi¨® la Enmienda para la igualdad de derechos, asunto central de la ya citada Mrs America, en una de sus principales causas, as¨ª como el derecho al aborto. Y todo esto desde el partido republicano, que hasta la llegada de Reagan viv¨ªa ajeno a una regresi¨®n social vinculada a ciertos grupos religiosos de la que despu¨¦s no ha podido separarse.
Michelle Obama sale perdiendo en esta ecuaci¨®n, en la que su personaje casi parece una parodia de s¨ª misma. No solo porque tenemos m¨¢s reciente su figura, lo cual perjudica a la hora de ficcionarla ¡ªViola Davis adem¨¢s ha asegurado que se ha tomado licencias creativas para interpretarla¡ª, sino tambi¨¦n porque, a pesar de que a¨²n queda mucho pendiente en materia de igualdad, en comparaci¨®n con las otras dos, casi se podr¨ªa decir que lleg¨® a la Casa Blanca a mesa puesta. Su encomiable labor en pro de la alimentaci¨®n sana en Estados Unidos parece a¨²n menor al lado de la lucha por la igualdad de sexo y razas, a pesar de que entendemos que la defensa de Barack Obama del matrimonio igualitario y del Obamacare surgen en el seno familiar. El retrato sobre las consecuencias inmediatas entre la vida privada y la vida p¨²blica quiz¨¢ sea uno de los puntos d¨¦biles de la serie. Algo que puede ser verdad no necesariamente es veros¨ªmil, de la misma manera que honrar a mujeres que lo merecen no necesariamente da lugar a viajes del h¨¦roe atrayentes.
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