Viajar de Arizona a California para abortar: ¡°Quieren que tengamos verg¨¹enza, pero es nuestro derecho¡±
Actualmente, una de cada cinco mujeres que interrumpe un embarazo en EE UU migra de un Estado a otro para hacerlo. M¨¢s de seis millones de latinas viven en Estados restrictivos y su voto puede inclinar la balanza el 5 de noviembre
Lo supo a principios de noviembre de 2023. Estaba embarazada de apenas cinco semanas y lo sab¨ªa incluso d¨ªas antes de hacerse la prueba. ¡°Pero no era el momento. Ten¨ªa una hija que estaba por cumplir un a?o¡ No lo pod¨ªamos tener¡±, explica Anna Abeytia, una joven arizonia de 28 a?os. Lo m¨¢s dif¨ªcil no fue la conversaci¨®n con su pareja ni verbalizar que quer¨ªa abortar. Para esta mujer de ascendencia mexicana, la odisea empez¨® justo despu¨¦s de tomar la decisi¨®n. En Arizona, uno de los Estados con mayores restricciones para las interrupciones voluntarias del embarazo, no hab¨ªa tiempo que perder. El servicio m¨¦dico ofrec¨ªa s¨®lo dos escenarios: o bien pagaba 900 d¨®lares y sorteaba las zancadillas de la burocracia m¨¦dica empe?ada en que desistiera o ten¨ªa un hijo que no quer¨ªa tener. Abeytia opt¨® por un tercer camino cada vez m¨¢s com¨²n en Estados Unidos: viajar a otro Estado m¨¢s garantista para abortar.
Ella eligi¨® California, donde la Constituci¨®n estatal protege el derecho a la interrupci¨®n voluntaria del embarazo y est¨¢ cubierto por Medicaid y por los seguros m¨¦dicos privados. As¨ª que a finales de noviembre, meti¨® a su beb¨¦ dormida en el coche, dej¨® descansar a su pareja en el asiento del copiloto y condujo m¨¢s de seis horas hasta el centro m¨¦dico. ¡°Solo deseaba llegar ya y que no hubiera ning¨²n ¡®provida¡¯ en el centro, o que no me negaran el acceso por no ser de California¡ Quer¨ªa terminar cuanto antes con esto¡±, cuenta. Aunque el tratamiento sugerido fueron las pastillas abortivas, opt¨® por un legrado ¡ªun procedimiento quir¨²rgico mucho m¨¢s invasivo¡ª ya que este no requer¨ªa una revisi¨®n posterior. ¡°No pod¨ªa volver a venir otra vez. Fue demasiado fuerte todo¡±, narra.
Como Abeytia, una de cada cinco mujeres que se realizaron un aborto en los seis primeros meses de 2023 lo hicieron en Estados m¨¢s garantistas que en los que viv¨ªan, seg¨²n el Instituto Guttmacher, una organizaci¨®n enfocada en derechos sexuales y reproductivos. Pero muchas se preguntan hasta cu¨¢ndo querr¨¢n los Estados m¨¢s generosos asumir estos gastos extras. El Fondo para Abortos de Nueva York, por ejemplo, cubri¨® un 200% m¨¢s de procedimientos desde que Florida prohibi¨® el acceso a partir de la sexta semana. Para muchas, esta tendencia pende de un hilo.
Un mes despu¨¦s de que Abeytia abortara en California, mientras estaba en el supermercado con su hija empez¨® a sangrar much¨ªsimo. ¡°Me puse cuatro compresas en menos de media hora¡±, recuerda. En una sala de urgencias de Phoenix, las ginec¨®logas confirmaron el peor diagn¨®stico: estaba a¨²n embarazada y hab¨ªa que intervenir urgentemente. ¡°Recuerdo haber tenido m¨¢s miedo por lo que me podr¨ªan decir los m¨¦dicos de Arizona que por mi salud, porque estaba de mucho m¨¢s que 15 semanas... Es absurdo¡±, narra. Ahora, un a?o despu¨¦s de lo sucedido, dice sentir mucha rabia. ¡°Es rid¨ªculo haber tenido que sumarle millas a mi coche, meter a mi ni?a por seis horas en el carro y poner a mi pareja y a m¨ª en esa situaci¨®n tan inc¨®moda, para tener acceso a un procedimiento que pude haber tenido al lado de casa¡±, critica. ¡°Ellos quieren que tengamos verg¨¹enza, pero este es nuestro derecho¡±.
Desde la ca¨ªda de Roe contra Wade en 2022, el precedente legal federal que blindaba el acceso a la interrupci¨®n del embarazo, la legislaci¨®n en Arizona, como en muchos otros Estados, ha sido un terreno en disputa. A partir de entonces, volvi¨® a quedar vigente en el Estado sure?o una ley de 1864 que prohib¨ªa el aborto bajo cualquier causal. Despu¨¦s de dos a?os de activismo, el movimiento feminista logr¨® la ley actual, que permite el aborto apenas hasta las primeras 15 semanas, sin que este servicio lo cubra el seguro m¨¦dico. A partir de la semana 16 ¡ªcuatro meses de gestaci¨®n¡ª, ninguna complicaci¨®n en el embarazo es suficiente para acceder a la interrupci¨®n del mismo.
Si bien m¨¢s del 60% de los estadounidenses creen que el aborto deber¨ªa ser legal en todos o la mayor¨ªa de casos, la derogaci¨®n supuso un enorme paso hacia atr¨¢s en los derechos sexuales y reproductivos de las m¨¢s de 165 millones de mujeres norteamericanas. Que la decisi¨®n dependa ahora de cada Estado volvi¨® a poner en tela de juicio una consigna que parec¨ªa ya asumida: que hablar de aborto es hablar de salud. Hoy, una veintena de Estados del pa¨ªs tienen legislaciones menos garantistas que hace dos a?os y este se ha convertido en uno de los temas m¨¢s politizados en las elecciones presidenciales, que se llevar¨¢n a cabo el 5 de noviembre.
El debate sobre la interrupci¨®n voluntaria del embarazo es uno de los temas que puede decidir la ajustada batalla entre Donald Trump y Kamala Harris. Es por ello que ambos han hecho campa?a ¡ªcon narrativas diametralmente opuestas¡ª en Arizona, uno de los siete estados claves en estos comicios. Si bien Trump ha ido modificado su discurso (pas¨® de decir que el aborto quer¨ªa terminar ¡°decapitando beb¨¦s reci¨¦n nacidos¡± a defender las tres causales), celebra la ca¨ªda de la norma federal. Estas tres excepciones aluden a cuando el embarazo es fruto de una violaci¨®n o incesto o cuando la vida de la mujer o el feto corren peligro.
Mientras, Harris se ha mostrado abiertamente a favor del aborto reiterando la idea de que ¡°los pol¨ªticos no tienen que tomar decisiones por nosotras¡±. La candidata tambi¨¦n ha recordado que el ¡°40% de las latinas viven en un Estado en el que el aborto est¨¢ prohibido¡± y ha volcado gran parte de su campa?a precisamente a convencerlas a ellas, incluso en spanglish. Los votantes latinos (y sobre todo las latinas) son un electorado crucial ya que hist¨®ricamente han presentado alt¨ªsimas tasas de abstenci¨®n y su movilizaci¨®n en estas elecciones llevar¨¢n a uno de los dos a la Casa Blanca.
¡°Las pobres se mueren y las ricas abortan¡±
Aunque el aborto no est¨¦ prohibido en Arizona, este derecho es tambi¨¦n dif¨ªcil de ejercer incluso durante las primeras 15 semanas de gestaci¨®n. Los movimientos m¨¢s conservadores se han encargado de darle forma a varias leyes pensadas exclusivamente para los proveedores de este servicio m¨¦dico ¡ªconocidas como los Targeted Regulation of Abortion Providers o trap laws¡ª que convierten la decisi¨®n en un camino lleno de zancadillas. Un periodo de 24 horas de ¡°reflexi¨®n¡±, una ecograf¨ªa obligatoria en presencia de la mujer gestante, prohibir el env¨ªo de las pastillas abortivas o dos visitas m¨¦dicas necesarias antes del procedimiento son algunas de las que aplican en este estado.
¡°Estas trap laws afectan especialmente a las mujeres m¨¢s vulnerables; sobre todo a las latinas¡±, cuenta Paula ?vila-Guill¨¦n, directora ejecutiva de Women¡¯s Equality Center (WEC). ¡°Sabemos que un gran n¨²mero de latinas no siempre pueden permitirse el lujo de solicitar varios permisos en el trabajo o pagar estas cantidades absurdas de dinero¡±. Seg¨²n cinco expertas consultadas por EL PA?S, acceder al aborto en Arizona oscila entre los 400 y los 20.000 d¨®lares, dependiendo del estado de gestaci¨®n.
¡°Las pobres se mueren y las ricas abortan¡±, zanja. ¡°La prohibici¨®n no va a hacer que las mujeres dejen de abortar, simplemente lo est¨¢ convirtiendo en un privilegio¡±. Anna Abeytia sabe que, a¨²n con los inconvenientes y las complicaciones, fue ¡°afortunada¡±. ¡°Me aterra pensar en las mujeres que siguen teniendo hijos que no quieren tener porque hay pol¨ªticos decidiendo por ellas¡±, lamenta.
En Estados Unidos existe un fondo nacional ¡ªNational Network of Abortion Funds¡ª que asume muchos de los costes de traslados y abortos de un Estado a otro. Mar¨ªa Teresa Liebermann-Parraga pertenece a la delegaci¨®n de Nevada, un estado lim¨ªtrofe a Arizona con una legislaci¨®n m¨¢s laxa, y asegura que semanalmente reciben ¡°docenas¡± de peticiones de mujeres de otros estados. El principal desaf¨ªo que tienen, adem¨¢s de la financiaci¨®n, cuenta, es ayudar a mujeres indocumentadas o que no hablan ingl¨¦s. ¡°Muchas tienen miedo de que puedan deportarlas¡±, a?ade.
Las heridas de ser un hijo no deseado
Para Linette Corrales la prohibici¨®n del aborto va mucho m¨¢s all¨¢ del derecho a las mujeres a decidir. Su voz, valiente y entrecortada, habla en nombre de quienes, como ella, fueron hijos no deseados. ¡°Por muy satisfactoria que sea mi vida ahora, hay heridas que no acaban de cerrarse y que tienen una ra¨ªz en eso, en que no me quisieron tener¡±, cuenta emocionada aguantando en brazos a su beb¨¦, Zahid, de menos de un a?o. ¡°Mi bienvenida y la de mi hijo fueron muy diferentes¡±, lamenta. Lo cuenta conteniendo la emoci¨®n en un encuentro de mujeres latinas organizado por WEC para aliviar el peso de estas experiencias que suelen cargarse en silencio. ¡°La verg¨¹enza la tienen que sentir ellos [los pol¨ªticos conservadores]. No nosotras¡±.
Corrales sabe que no es la ¨²nica. La prohibici¨®n del aborto est¨¢ generando que miles de ni?os crezcan en familias que no quisieron traerlos al mundo o que no tienen la capacidad para cuidarlos. ¡°A¨²n no se habla de nuestros relatos lo suficiente porque a muchos les hace sentir inc¨®modos pensar que ellos mismos no fueron queridos. O que tuvieron un hijo que no deseaban. Hay verg¨¹enza en admitirlo, pero pasa¡±, zanja. La sensaci¨®n de vac¨ªo, el miedo a tener relaciones sexuales o el tab¨² a la hora de planificar son algunas de las secuelas que nunca se fueron. ¡°Aunque los latinos son muy conservadores en este tema, est¨¢ cambiando porque a muchos nos ha tocado de cerca¡±. M¨¢s de 6,5 millones de latinas viven en Estados restrictivos.
A pesar de que el electorado latino ha sido hist¨®ricamente m¨¢s conservador, la movilizaci¨®n de las mujeres y los j¨®venes est¨¢ d¨¢ndole la vuelta al estereotipo. De acuerdo con un estudio del Instituto Nacional Latino para la Justicia Reproductiva, el 82% de los latinos y latinas que votar¨¢n est¨¢n de acuerdo con que cada mujer tome sus propias decisiones sobre su propio cuerpo. Raquel Cruz, migrante guatemalteca residente en Las Vegas, Nevada, resume esa conicencia creciente como la herencia de la Marea Verde y los movimientos feministas latinoamericanos que fueron las antesalas de las legislaciones tan garantistas presentes en gran parte de Am¨¦rica Latina. ¡°No queremos a Roe vs. Wade de vuelta. Queremos algo mejor, que no deje a ninguna migrante fuera¡±.
As¨ª, en estados como Arizona y Nevada, la movilizaci¨®n latina suena m¨¢s alto que nunca. Cruz, Corrales y Abeytia son algunas de las miles de mujeres que est¨¢n abogando por un cambio en su comunidad. El 5 de noviembre, no s¨®lo esperar¨¢n ansiosas los resultados de las elecciones presidenciales sino que estar¨¢n atentas a la proposici¨®n 139, una enmienda de iniciativa ciudadana que pretende establecer un derecho constitucional estatal al aborto. Como Arizona, otros diez estados votar¨¢n en dos semanas por enmiendas electorales que blinden este derecho. Pase lo que pase el 6 de noviembre ninguna suspirar¨¢ tranquila. ¡°Sabemos que nuestros derechos siempre est¨¢n en disputa¡±, concluye Cruz.
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