Toque de queda en Medell¨ªn: el aumento de la prostituci¨®n genera muchas cr¨ªticas y pocas soluciones
Los desplazamientos internos, la desigualdad, el desempleo, y la migraci¨®n venezolana han vuelto cr¨ªtica la situaci¨®n. El alcalde anunci¨® un toque de queda para menores de 18 a?os. Los expertos consideran que no funciona
La prostituci¨®n, en especial la de menores de edad, ha desatado una tormenta de esc¨¢ndalos y cr¨ªticas en Colombia. La situaci¨®n no es nueva, pero va en aumento en El Poblado, un barrio de clase alta de Medell¨ªn. En el Parque Lleras, icono tur¨ªstico de esa ciudad, prolifera la explotaci¨®n sexual de mujeres y ni?as. Varios factores han incidido: el desempleo que aument¨® con la pandemia, la pobreza estructural del pa¨ªs, la falta de pol¨ªticas p¨²blicas y la migraci¨®n venezolana. Ninguna acci¨®n oficial logra poner remedio.
La escritora Carolina San¨ªn inici¨® el esc¨¢ndalo. En sus redes sociales cuestion¨® al alcalde de Medell¨ªn por la falta de medidas para contrarrestar, no solo la prostituci¨®n, sino la miseria a la que est¨¢n sometidos los ni?os en las calles. Daniel Quintero ¡ªalcalde medi¨¢tico y pol¨¦mico¡ª enseguida anunci¨® medidas: ofreci¨® recompensas de hasta 100 millones de pesos (23 mil d¨®lares aproximadamente) a cambio de informaciones que permitan atrapar a los proxenetas. Tambi¨¦n decret¨® un toque de queda de 10 de la noche a 5 de la ma?ana para menores de edad que no est¨¦n en compa?¨ªa de sus padres.
Ana Cristina Restrepo, periodista de Medell¨ªn, ha venido denunciando esta situaci¨®n desde hace a?os. Para Restrepo, el toque de queda no es efectivo pues los proxenetas trasladan a los menores de edad a lugares cerrados, sin control de las autoridades, y contin¨²a la explotaci¨®n. La periodista ha denunciado la falta de pol¨ªticas p¨²blicas de los mandatarios locales para darle soluci¨®n a la problem¨¢tica. ¡°Lo del Parque Lleras, que es de las ¨¦lites, pasa desde hace much¨ªsimos a?os, incluso antes de esta gran migraci¨®n venezolana. Tampoco podemos decir que el aumento obedece solamente a la pandemia¡±, explica.
Medell¨ªn, ubicada en el centro andino del pa¨ªs, es la segunda ciudad m¨¢s poblada de Colombia, con dos millones y medio de habitantes, y ya es tambi¨¦n la segunda que m¨¢s recibe migrantes venezolanos, despu¨¦s de Bogot¨¢, con 190.000 de acuerdo con el ¨²ltimo informe de las autoridades migratorias. Despu¨¦s de Turqu¨ªa, Colombia es el segundo pa¨ªs que m¨¢s acoge desplazados internacionales a trav¨¦s de sus fronteras, seg¨²n ACNUR (Naciones Unidas para los Refugiados).
Seg¨²n el Departamento Administrativo Nacional de Estad¨ªstica (DANE), por cada 100 hombres pobres en Colombia, hay 117 mujeres en condici¨®n de pobreza monetaria. De acuerdo con el Observatorio de Mujeres de la Vicepresidencia, la proporci¨®n de las mujeres que vive sin ingresos propios en Medell¨ªn es de 30,1%, mientras que la de los hombres es de 16,5%. El desplazamiento interno, el desempleo y la desigualdad han disparado el fen¨®meno de la prostituci¨®n.
En el Parque Lleras, de Medell¨ªn, hacen presencia organizaciones criminales. El negocio se ha extendido tanto que en la ciudad suelen ofrecer ¡°paquetes¡± que incluyen droga y sexo. Luis Fernando Quijano, director de Corpades (Corporaci¨®n para la Paz y el Desarrollo Social) explica que este sector es controlado por los grupos Convivir (mafias ilegales). Entre 20 y 25 hombres y mujeres controlan el tr¨¢fico de drogas, la explotaci¨®n sexual de menores y de mujeres mayoritariamente, y los ?pagadiarios? (pr¨¦stamos cuyos intereses leoninos la gente debe pagar diariamente). Tambi¨¦n tienen un sistema de extorsi¨®n llamado ?vacuna?, denominaci¨®n atribuida porque quien lo paga supuestamente queda inmune a ataques criminales. ¡°La comuna 14, El Poblado, es un lugar muy complejo de Medell¨ªn, que se jacta de estar entre los m¨¢s seguros de la ciudad¡±, comenta Quijano.
Seg¨²n la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), hay una tendencia creciente de v¨ªctimas de trata con fines de explotaci¨®n sexual en Suram¨¦rica (del 58 por ciento en 2016 al 64 por ciento en 2018) y, en ocho pa¨ªses analizados, entre esos Colombia, el 96% de las v¨ªctimas son mujeres y ni?as. En Medell¨ªn, no todas las que practican este oficio son controladas por proxenetas. Algunas lo hacen por voluntad propia, pero una gran parte de ellas son mujeres en condiciones vulnerables, de extrema marginalidad, o v¨ªctimas del conflicto armado que han sido desterradas. Asociado a la pobreza, tambi¨¦n est¨¢ el caso de las migrantes venezolanas.
No se sabe cu¨¢ntas mujeres trabajan en la prostituci¨®n. Melissa Toro, directora de Putamente Poderosas ¡ªuna ONG que defiende los derechos humanos de las trabajadoras sexuales y sus hijos¡ª recalca que no hay un registro oficial y, particularmente en Medell¨ªn, esta poblaci¨®n no se censa desde 1973. Durante la pandemia, su colectivo cens¨® 750 mujeres dedicadas a este oficio en el centro de la ciudad. Toro est¨¢ a favor del trabajo sexual, pero advierte que no hay garant¨ªas ni seguridad para ejercerlo, ni un sistema de salud que las cobije. Desde su organizaci¨®n busca resignificar la palabra ¡°puta¡±, cargada de estigmas y se?alamientos hacia las mujeres.
Sobre el fen¨®meno de la prostituci¨®n en el Parque Lleras, Toro se?ala que los ojos est¨¢n puestos all¨ª porque, al ser un barrio de clase alta, se nota m¨¢s. ¡°Seguimos siendo una sociedad completamente excluyente. ?Por qu¨¦ nunca hemos mirado al centro de Medell¨ªn? All¨¢ hay trabajadoras que cobran desde $5.000 y $20.000 [entre uno y cinco d¨®lares] por un rato. Las de la zona rosa tienen una tarifa totalmente diferente: nunca es menos de $200.000 [50 d¨®lares aproximadamente]¡±, dice Toro.
La prostituci¨®n se agrav¨® por la pandemia
La prostituci¨®n se dispar¨® dos a?os antes de la pandemia. ¡°La migraci¨®n venezolana nos trajo un mont¨®n de mujeres que empiezan a ejercer sexo por supervivencia, porque no tienen otra opci¨®n¡±, precisa Melissa Toro, que tiene un proyecto en el que brinda jornadas de atenci¨®n psicosocial y brigadas de salud para las trabajadoras sexuales y sus hijos. En los recorridos que hace en el centro ¡ªdonde se focaliza su trabajo¡ª, Toro ha percibido el aumento de la xenofobia entre las mujeres colombianas y venezolanas, debido a la intensa rivalidad por los clientes y las zonas que se disputan. Tambi¨¦n se ha percatado de que muchas mujeres est¨¢n en tal grado de vulneraci¨®n que ni siquiera tienen c¨¦dula (documento de identificaci¨®n personal). ¡°El primer paso deber¨ªa ser reconocerlas. Si el Estado las reconoce, ellas empiezan a existir, porque est¨¢n en un estado de vulneraci¨®n muy fuerte¡±, explica Toro, que ha sido muy cr¨ªtica de la alcald¨ªa.
En Colombia, el ejercicio de la prostituci¨®n no est¨¢ prohibido, pero su legislaci¨®n impone al Estado reducir los efectos nocivos que causa. Hay dos fallos judiciales de la Corte Constitucional sobre el tema que son contradictorios. En la sentencia C-636, de 2009, la prostituci¨®n ¡°no es deseable, por ser contrario a la dignidad de la persona humana el comerciar con el propio ser¡±. La Corte advierte que el consentimiento de la v¨ªctima ¡°no puede considerarse justificativo de su explotaci¨®n¡±. No obstante, en la sentencia T-629, de un a?o m¨¢s tarde, considera la prostituci¨®n como una actividad l¨ªcita, siempre y cuando se ejerza voluntariamente.
El c¨®digo penal colombiano castiga la inducci¨®n o constre?imiento a la prostituci¨®n, la esclavitud sexual y la trata de personas, pero los avances han sido muy pocos. As¨ª lo ha se?alado Helena Luna Hern¨¢ndez, juez penal de Antioquia. ¡°En Colombia no se hace b¨²squeda activa de trata de personas. Tenemos un fen¨®meno desbordado de trata y explotaci¨®n sexual si lo comparamos con pa¨ªses de la regi¨®n como Per¨² y Argentina: nos ganan cinco veces en condenas anuales de trata, porque aqu¨ª la prostituci¨®n est¨¢ tan normalizada al punto de que se cree que es un trabajo de facto. Y no se puede combatir la trata de personas sin abolir la prostituci¨®n porque es el mismo mercado. El mercado que nutre la prostituci¨®n es el de la trata¡±, explica Hern¨¢ndez, quien defiende una postura m¨¢s abolicionista frente al trabajo sexual.
La juez cree que han fracasado los modelos regulacionistas ¡ªcomo Alemania¡ª y prohibicionistas ¡ªcomo el de Estados Unidos¡ª. En el primero, desde su punto de vista, la explotaci¨®n sexual ha aumentado sin que haya mejores condiciones laborales para las mujeres (la mayor¨ªa de las que lo ejercen en ese pa¨ªs son extranjeras), mientras que se siguen enriqueciendo proxenetas y tratantes. En el segundo caso, el de Estados Unidos, ¡°tiene un componente muy moralista en el sentido de que culpan tanto a la prostituta como al mal llamado ?cliente?¡±, dice la juez, que cree que el abolicionista es el ¨²nico modelo que ha dado resultados, pues se considera v¨ªctima a la mujer y se castiga al prostituyente. En el caso colombiano, pese a existir jurisprudencia para perseguir a los proxenetas, no hay avances. ¡°Yo no he tenido casos de trata de personas ni de explotaci¨®n sexual, y es una rareza, parece que no existiera. La prostituci¨®n no es compatible con la dignidad humana¡±, concluye.
Claudia Yurley Quintero es defensora de derechos humanos y abolicionista. Ella asegura que tanto las v¨ªctimas de trata como las mujeres que han decidido entrar aut¨®nomamente al trabajo sexual sufren los mismos traumas, ¡°similares a las de un veterano de guerra¡±, afirma. Por eso cree que es indispensable la atenci¨®n en salud mental, pues muchas de ellas son consumidoras de drogas y farmacodependientes.
Claudia Quintero le ha recomendado al alcalde de Medell¨ªn, Daniel Quintero, crear casas de refugios especializados en atenci¨®n a v¨ªctimas de explotaci¨®n sexual. Tambi¨¦n cree que se debe desincentivar la demanda. ¡°?C¨®mo se hace? Hay estrategias. Educando a los hombres, advirtiendo a los extranjeros que no pueden venir a comprar ni?os y ni?as¡±, explica ella, que dirige una ONG para ayudar a las v¨ªctimas de explotaci¨®n sexual. ¡°No es un tema de regulaci¨®n y abolici¨®n, sino de derechos humanos. Ni siquiera estamos pidiendo que se castigue al que compra, sino que atiendan a las v¨ªctimas. No existe una sola pol¨ªtica p¨²blica ni en Medell¨ªn ni en Colombia para que uno salga de la prostituci¨®n, entonces, ?c¨®mo quiero que no haya prostitutas si no hay un plan para salir de ah¨ª?¡±, sentencia.
Este medio busc¨® a la Secretar¨ªa de la Mujer de Medell¨ªn, pero, despu¨¦s de haber concertado una entrevista con su delegada, declinaron participar.
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