Mi nombre es Francy Castillo
Me preguntaba por qu¨¦ no me llamaban de alg¨²n trabajo, porque as¨ª como trabajaba en los buses repart¨ªa hojas de vida. Esa noche pens¨¦ que no pod¨ªa seguir as¨ª
Tengo 41 a?os, soy madre soltera y tengo dos hijos, Mateo de 20 a?os y David de 17. Soy la menor de cinco hermanos de una familia tradicional. A los 14 a?os mi pap¨¢, que era casi todo en mi mundo, se fue de la casa, si bien nunca me abandon¨® del todo. A los 16 a?os me fui a vivir sola y consegu¨ª trabajo en una ferreter¨ªa del barrio. Mi sue?o, que era ser una gran m¨¦dica, se fue apagando poco a poco.
A los 20 a?os qued¨¦ embarazada de Mateo y a los seis meses de embarazo qued¨¦ sola. En ese momento empieza realmente mi historia. Dos a?os m¨¢s tarde naci¨® David. Conviv¨ªa con alguien y cuando David ten¨ªa dos a?os empec¨¦ a estudiar Liquidaci¨®n de n¨®mina y prestaciones sociales, en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA). El pap¨¢ de David se fue de la casa y ¨¦l no olvida verme parada en la ventana llorando, mientras su pap¨¢ se marchaba.
Con dificultad termin¨¦ de estudiar; durante el d¨ªa dejaba a mis hijos en un jard¨ªn del Bienestar Familiar. Cuando David ten¨ªa seis a?os perd¨ª el trabajo. Los meses empezaron a pasar y no consegu¨ªa nada. En el af¨¢n por no dejar de pagar arriendo comet¨ª el peor error, que fue usar todos los ahorros para comprar un terreno en Soacha, sin documentos. No hab¨ªa luz ni gas y termin¨¦ cocinando con le?a, algo que jam¨¢s imagin¨¦. Ni hablar de un radio o un televisor.
All¨ª hab¨ªa mucha gente construyendo su casa, as¨ª que inscrib¨ª a Mateo y a David en el colegio y empec¨¦ a trabajar con un maestro de obra, a pesar de que no sab¨ªa clavar una puntilla. Lo importante era tener un empleo y cubrir los gastos. Recuerdo mis manos hinchadas por lo duro del trabajo manual y pullarme cada rato con los alambres.
Hubo un problema por el terreno, pues descubrimos que se trataba de una finca que el vendedor de los terrenos hab¨ªa invadido y loteado. Al se?or lo asesinaron y lleg¨® la Polic¨ªa. Esa madrugada hu¨ª con mis hijos y all¨¢ quedaron las pocas cosas que ten¨ªa. Literalmente qued¨¦ en la calle. No sab¨ªa qu¨¦ hacer o para d¨®nde correr, as¨ª que esa noche me qued¨¦ con mis hijos en un motel, y llor¨¦ pidi¨¦ndole a Dios que me ayudara.
Le ped¨ª a la se?ora Mar¨ªa, la ¨²nica persona que conoc¨ªa, que cuidara a mis hijos. Tom¨¦ los 30.000 pesos que ten¨ªa en el bolsillo, compr¨¦ unos dulces de turr¨®n de man¨ª, y tom¨¦ la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil hasta ese momento: empezar a vender dulces en los buses. Me tom¨® una hora tragarme la verg¨¹enza y subirme al primer bus. Pero era eso o pasar la noche en la calle con Mateo y David.
Ese d¨ªa llev¨¦ comida a mis chicos y pude pagar el hotel. As¨ª vivimos por m¨¢s de cuatro meses. Es duro vivir con lo del d¨ªa. Soy una mujer organizada para trabajar y me impuse un horario de siete de la ma?ana a cinco de la tarde. Un d¨ªa tuve que salir a trabajar con mis hijos porque Mar¨ªa se enferm¨® y no ten¨ªa con qui¨¦n dejarlos. Sacarlos a ese traj¨ªn me devastaba y me hac¨ªa sentir miserable.
Esa tarde sub¨ª a un bus en el sector de Unicentro, lo recuerdo bien, acomod¨¦ a mis hijos en el asiento trasero del bus, me par¨¦ al frente de los pasajeros y cuando intent¨¦ hablar empec¨¦ a llorar. David grit¨® desde su asiento: ¡°Mam¨¢, ?por qu¨¦ lloras?¡±. Todos voltearon a verlo. Yo no paraba de llorar. En ese momento empezaron a sacar plata de los bolsillos y todos compraron mis dulces. Pude pagar la noche en el hotel y comida.
Otro d¨ªa, eran las cuatro de la tarde y no hab¨ªa juntado para pagar la noche. Pens¨¦ que tendr¨ªamos que pernoctar en la Terminal de Transporte. Pensaba veinte mil cosas. Me preguntaba por qu¨¦ no me llamaban de alg¨²n trabajo, porque as¨ª como trabajaba en los buses repart¨ªa hojas de vida. Esa noche pens¨¦ que no pod¨ªa seguir as¨ª. Le ped¨ª a Dios que no me dejara caer.
Ahorr¨¦ como pude y al mes tom¨¦ un apartamento en arriendo y compr¨¦ dos camas. No hab¨ªa estufa, ni colchones, pero consegu¨ª unas cobijas gruesas y as¨ª dormimos. Mar¨ªa no pudo cuidar m¨¢s a mis hijos por problemas de salud, as¨ª que le pagaba a una se?ora que les daba el almuerzo y los cuidaba en la tarde.
Sacaba tiempo para llevarlos al parque y les inculqu¨¦ el h¨¢bito de la lectura; le cogieron gusto a estar en la biblioteca. La se?ora se dio cuenta, los recog¨ªa en el colegio y los dejaba el resto del d¨ªa en la biblioteca. Un d¨ªa se le olvid¨® darles de comer. Los recog¨ª llena de rabia. Mateo dijo que les dejara todo hecho y ¨¦l lo calentaba y asum¨ªa la responsabilidad de cuidar de su hermano. Segu¨ª trabajando presa de miedo, imaginando mil cosas, pero tratando de salir adelante. Pasaron tres a?os. Segu¨ªa trabajando en los buses, pagaba arriendo, servicios, comida, le enviaba algo de dinero a mi madre y llenaba hojas de vida.
Finalmente en el hospital Pablo VI en Bosa me hicieron entrevista el mismo d¨ªa que entregu¨¦ el CV, y empec¨¦ a trabajar el 5 de febrero de 2016. Estaba feliz aunque trabajaba por prestaci¨®n de servicios, que es uno de los contratos m¨¢s terribles que pueda existir. Hab¨ªa dejado de trabajar en la calle, ganaba 1.140.000 pesos y pagaba 217.000 de salud, pensi¨®n y ARL.
Al comienzo de la pandemia continu¨¦ en Bosa pero en un hospital m¨¢s grande. Me cambi¨¦ de apartamento a un lugar m¨¢s bonito y hac¨ªa magia con el sueldo, pues ayudaba a mis pap¨¢s. Los muchachos estaban virtual, s¨®lo ten¨ªamos un computador y el ¨²nico tel¨¦fono era el m¨ªo.
Mateo se gradu¨® del colegio en 2021 con muy buen puntaje, por encima del 92% de los estudiantes de Colombia. Quer¨ªa ingresar a la universidad, y yo no quer¨ªa que se desperdiciara. Un doctor le regal¨® el costo de la inscripci¨®n para presentarse a la Nacional para ingenier¨ªa mecatr¨®nica, porque su meta era estudiar astrof¨ªsica y llegar a trabajar en la NASA o a Tesla.
Se present¨® y no pas¨®. Un poco frustrado, se present¨® a un programa del Gobierno que se llama J¨®venes a la U, para ingenier¨ªa electr¨®nica, a concursar por uno de los tres cupos, entre 700 postulados. Le fue muy bien y en 2021 empez¨® a estudiar en la Universidad Cooperativa. El a?o pasado particip¨® en un concurso entre universidades con un robot tipo carro y un programa que desarroll¨® para manejarlo desde el celular, por bluetooth. Se inscribi¨® a un concurso de cuentos y gan¨®. Pod¨ªa viajar a presentar su cuento en Nueva York, pero no nos alcanz¨® la plata.
Al final de 2021 la universidad le propuso a Mateo una doble titulaci¨®n. Lo hablamos, pues el semestre quedaba en 3¡ä500.000 pesos. No sab¨ªa de d¨®nde saldr¨ªa ese dinero ya que mi sueldo a duras penas daba para los gastos. Le dije: ¡°H¨¢gale, que como sea pagamos¡±. Present¨® una serie de entrevistas y ahora estudia ingenier¨ªa electr¨®nica e ingenier¨ªa de telecomunicaciones. David se grad¨²a este a?o del colegio y estamos pensando c¨®mo hacer para que pueda estudiar medicina. Seguimos con un computador de mesa, de los viejitos. ?l le hace las reparaciones, y ha sido una bendici¨®n tenerlo.
En mayo del a?o pasado empec¨¦ a trabajar en el hospital de la Samaritana. Gano menos, pero tengo todo lo de ley, y aunque estoy temporal, me ha ido bien. Ayudo econ¨®micamente a mis padres, sigo saliendo adelante con mis hijos aunque cada mes no s¨¦ c¨®mo va a alcanzar el sueldo.
En Colombia cinco millones de mujeres enfrentan los mismos retos de Francy.
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