Mar¨ªa Fernanda Cabal: ¡°Si es la voluntad de Dios, ser¨¦ presidenta de Colombia. Es mi momento¡±
La senadora de extrema derecha recibe a EL PA?S en su casa de Bogot¨¢ en medio de una fren¨¦tica campa?a para lanzarse a la presidencia en 2026
Mar¨ªa Fernanda Cabal (Cali, 56 a?os) dice cosas que ponen los pelos de punta con una normalidad asombrosa. En la distancia corta todo en ella resulta natural. Su presencia ni repele ni incomoda y llega un momento durante la conversaci¨®n en el que uno entra en su mundo de sentencias sin mesura y corre el riesgo de naturalizarlas. La mujer que mand¨® al infierno a Garc¨ªa M¨¢rquez, la que cree que el cambio clim¨¢tico es una farsa, la que considera que ?lvaro Uribe en realidad tiene un coraz¨®n liberal de izquierdas o que las humanidades crean fan¨¢ticos de ideas est¨²pidas, se ha crecido en la era Petro. La hoy senadora est¨¢ convencida de que ha llegado su momento y de que, Dios mediante, puede ser la pr¨®xima presidenta de Colombia.
Aquel d¨ªa que mand¨® a Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez al infierno, Cabal era una novata en la pol¨ªtica. Acababa de llegar de la mano del Centro Democr¨¢tico con un puesto que Uribe le ofreci¨® primero a su esposo, el poderoso ganadero Jos¨¦ F¨¦lix Lafaurie. Era el a?o 2014 y en la presidencia estaba Juan Manuel Santos, convertido ya en enemigo de Uribe. Cabal acab¨® de cabeza de lista a la C¨¢mara de Bogot¨¢ porque nadie m¨¢s quer¨ªa presentarse. Nadie, ni el propio l¨ªder del partido, daba un peso por esa candidatura. Siendo una desconocida, fue la lista m¨¢s votada. Su nombre pas¨® poco tiempo en las sombras, enseguida se convirti¨® en una m¨¢quina de titulares de prensa. Ella lo recuerda ahora y se muere de risa: ¡°Nos fue espectacular, ah¨ª arrancamos en el Congreso y me meten en todos los pedos del mundo...¡±. Se refiere a la prensa, aunque ella tambi¨¦n puso de su parte.
El de Gabo fue solo el primero. El Nobel acababa de morir y a Cabal le pasaron una foto del escritor con Fidel Castro, al que a¨²n le quedaban un par de a?os de vida. Le pareci¨® una buena idea tuitear: ¡°Pronto estar¨¢n juntos en el infierno¡±. Sus palabras produjeron un terremoto, no solo en el pa¨ªs del autor. Tuvo que pedir disculpas, pero la pol¨¦mica le sirvi¨® para descubrir el que ahora considera su mayor valor.
En los meses siguientes empez¨® a cruzarse a gente por la calle que la hab¨ªa votado por decir en p¨²blico lo que ellos no se atrev¨ªan. Se dio cuenta de que una ¡°provinciana de derechas¡± como ella ten¨ªa el poder de descubrir a odiadores ocultos. Sus seguidores, explica, son esos que la miran y piensan: ¡°esta es una valiente, qu¨¦ vieja tan berraca¡±. Esa ha sido su receta estos 10 a?os, decir todo lo que se le pasa por la cabeza sin filtros. Y lo que piensa incluye todos los clich¨¦s propios de la ultraderecha actual, tambi¨¦n el de que la ultraderecha y la extrema derecha no existen.
¡ªEntonces, ?c¨®mo se define?
¡ªYo soy normal.
Desde su punto vista, Am¨¦rica Latina est¨¢ atravesando una noche oscura, plagada de gobiernos comunistas que ganaron por culpa de la cobard¨ªa de la derecha tradicional. Incluida Colombia, a la que ve viviendo ¡°una pesadilla pasajera¡± con Gustavo Petro en la presidencia. A los dos gobiernos anteriores, al de Juan Manuel Santos y al de Iv¨¢n Duque, dos presidentes puestos a dedo por su adorado ?lvaro Uribe, los denosta por progresistas. Piensa que Uribe se equivoc¨® con los dos.
A Santos lo considera perverso, ambicioso, el prototipo de la maldad. Con Duque es m¨¢s ben¨¦vola. Piensa que es un hombre naturalmente bueno que se fue muy joven a Washington, ¡°la capital de los mamertos, y se qued¨® con todo el frenes¨ª: [George] Soros, el cambio clim¨¢tico y todas estas ideas reprogres¡±. Ella representa lo que considera las verdaderas esencias de la derecha: la autoridad, la mano dura, el amor por las fuerzas armadas, el antifeminismo, el no al aborto o al matrimonio homosexual. Quiere ser algo as¨ª como una Margaret Thatcher colombiana.
Esta ma?ana de tormenta bogotana, Cabal est¨¢ de buen humor. Baja las escaleras de su apartamento lleno de retratos y fotos familiares. Antes de sentarse a contar su vida le pide a sus colaboradores que se acuerden de ingresar mil d¨®lares para patrocinar a un ni?o que est¨¢ en la liga infantil del Deportivo Cali y su familia no tiene dinero para llevarlo a un torneo a Espa?a. Dice mil d¨®lares y no se le mueve ni una ceja, con esa tranquilidad con la que hablan de dinero quienes han sido ricos toda la vida ¡ªaunque hay que reconocerle que no todos los ricos dan dinero¡ª.
La senadora es la peque?a de tres hermanas de una familia de clase alta de Cali, muy conservadora incluso para ella, as¨ª que es dif¨ªcil de imaginar. Su madre era artista y una mujer r¨ªgida. Su padre, en cambio, era liberal y un fan¨¢tico de la ¨®pera y del Am¨¦rica. Al hacerse mayor de edad, se fue Bogot¨¢ a estudiar Ciencias Pol¨ªticas. All¨ª conoci¨® a Lafaurie, 11 a?os mayor, un hombre bien relacionado que llevaba ya tiempo movi¨¦ndose en los c¨ªrculos de poder capitalinos.
Cabal podr¨ªa haberse pasado los d¨ªas en el gimnasio y el restaurante del Club El Nogal con lo que ella llama, con cierto desprecio, la ¡°¨¦lite revolucionaria bogotana¡±, pero piensa que se deprimir¨ªa. Antes de su aventura pol¨ªtica, cre¨® una empresa exitosa que hoy manejan sus hijos y lider¨® varios proyectos sociales. Recibe a EL PA?S con el tiempo medido, justo antes de almorzar con un ¡°gringo¡± que es un ¡°gran admirador¡± y de tomar un avi¨®n para recorrer el pa¨ªs. Hace apenas unos d¨ªas regres¨® de Espa?a, donde particip¨® en la campa?a de Vox, el partido de ultraderecha que puso de moda el mantra de la ¡°derechita cobarde¡± para referirse a los partidos tradicionales conservadores. Cabal, una desconocida en Madrid, se gan¨® un hueco en los medios de comunicaci¨®n con algunas de sus frases mitineras: ¡°Los imb¨¦ciles votan y nos ponen en riesgo a todos¡±, la izquierda crea ¡°ansiedades tempranas¡± en los ni?os o ¡°a las mujeres nos volvieron enemigas de los hombres; nos volvieron antifemeninas, quieren que salgamos desnudas y espantosas¡±.
La hoy senadora no se parece en nada a esos pol¨ªticos que en las entrevista tratan de no decir nada. A los que se les pregunta si tienen aspiraciones presidenciales y recurren a cl¨¢sicos como que estar¨¢n donde el partido quiera que est¨¦n o que lo importante es que al pa¨ªs le vaya bien y no el papel de uno. Cabal no es como ellos. Se imagina un futuro cercano con Jos¨¦ Antonio Kast en la presidencia de Chile, Javier Milei en la de Argentina y ella en la de Colombia. ¡°Y a Trump en Estados Unidos¡±, a?ade. Ve a todas las cabezas visibles de la derecha m¨¢s radical y populista reinando en Am¨¦rica en los pr¨®ximos a?os. Ella se est¨¢ preparando para intentarlo en 2026.
En Colombia, la derecha le ha dejado un hueco enorme que trata de llenar multiplicando su presencia. Es la voz opositora al Gobierno de izquierdas de Petro que m¨¢s se escucha. Los partidos conservadores se quedaron noqueados en las elecciones de 2022, donde no alcanzaron ni la segunda vuelta, y ahora carecen de un l¨ªder claro. Ella est¨¢ aprovechando esa debilidad. ¡°No voy a decir que uno no genere celos en los propios, porque eso es natural. Yo cito mucho a Churchill cuando me preguntan por los enemigos de otros partidos, esos son adversarios, mis enemigos est¨¢n en mi partido¡±.
Contra todo pron¨®stico, el matrimonio que forman ella y Lafaurie ha recuperado visibilidad con el Gobierno Petro. Hace unos meses, uno de los primeros movimientos del presidente los dej¨® fuera de juego. Petro a¨²n estaba dando sus primeros pasos en el Gobierno y tuvo una idea que debi¨® de parecerle brillante. Iba a proponerle a Lafaurie, presidente de la asociaci¨®n ganadera, participar en la reforma agraria. Firmar un acuerdo juntos, estrecharse la mano y posar ante las c¨¢maras. Cabal directamente dijo que no, Jos¨¦ F¨¦lix dec¨ªa que s¨ª y, como no se pon¨ªan de acuerdo, decidieron llamar a su jefe pol¨ªtico. Uribe lo tuvo claro: era buena idea colaborar con el presidente.
¡ªEs que Uribe es mucho m¨¢s dem¨®crata de lo que la gente cree. Como le digo yo, y a ¨¦l le da la risa, tiene un corazoncito mamerto. Es liberal de origen, pero liberal de esos que van m¨¢s a la izquierda que al centro.
No fue el ¨²nico acercamiento. Petro tambi¨¦n invit¨® a Lafaurie a formar parte de la delegaci¨®n del Gobierno en la negociaci¨®n de paz con el ELN, la ¨²ltima guerrilla de la regi¨®n. Parec¨ªa que el presidente de izquierdas lo quer¨ªa de aliado, con ese ¨¢nimo suyo de acercarse a los diferentes con el que arranc¨® el mandato. El ganadero acept¨®, Uribe mediante, pero Cabal fue rotunda: ¡°Lo del ELN me parece completamente absurdo porque son soci¨®patas. ?Qu¨¦ puedes conversar con un soci¨®pata? Pero yo no puedo suplantarlo a ¨¦l, es diferente a m¨ª en muchas cosas aunque tenemos afinidad ideol¨®gica. ?l est¨¢ viendo que esta es una oportunidad de estar, de saber qu¨¦ pasa con el pa¨ªs, c¨®mo piensan. Ah¨ª puede contribuir. Pero a m¨ª me afecta en mi imagen presidencial porque tengo seguidores que no perdonan¡±.
Sus seguidores a¨²n no est¨¢ claro cu¨¢ntos son ni el poder electoral que podr¨ªan tener, pero son cada vez m¨¢s visibles apoyados en el eco ultraderechista que crece en otros pa¨ªses latinoamericanos, incluido el fen¨®meno Bukele en El Salvador. Cabal fue la primera que empez¨® a mostrar su admiraci¨®n por el salvadore?o en Colombia. De ¨¦l le gusta su mano dura, su autoritarismo, que ve necesario en una situaci¨®n de violencia como la que atraves¨® El Salvador. ¡°S¨ª se pasa, pero amerita lo que hace. Aunque creo que tiene que llegar un momento en el que tiene que haber un equilibrio, porque si no habr¨¢ dictadura pura y dura¡±.
Cabal piensa que Colombia tiene una necesidad de autoridad que ella propone recuperar ¡°peleando¡± con las fuerzas armadas. Quiere volver al pa¨ªs que dej¨® Uribe despu¨¦s de sus dos mandatos. ¡°Con ¨¦l empezamos a creer, nos volvi¨® sensibles con lo que ya no nos gustaba, como el himno nacional. La gente empez¨® a usar las pulseras de Colombia. Nos ense?¨® a querer un pa¨ªs del que todo el mundo dec¨ªa me voy a largar ya. Volvimos a querer al Ej¨¦rcito y a la Polic¨ªa¡±. El expresidente, en sus horas m¨¢s bajas y acorralado por la justicia, sigue siendo uno de sus referentes y se enciende de ira por lo que considera una persecuci¨®n pol¨ªtica para acabar con ¨¦l y su legado.
La filosof¨ªa de la senadora es que la vida es demasiado corta para tom¨¢rsela tan en serio, por eso las cr¨ªticas le dan igual. Se r¨ªe de que la llamen racista por su insistencia en criticar a la vicepresidenta Francia M¨¢rquez, y se?ala a su colaborador Andr¨¦s Arcos, negro y v¨ªctima de la guerrilla, como prueba de que no lo es. ¡°Yo no tengo problemas de discriminaci¨®n. He trabajado con gays, no porque los escoja, porque llegan y no los voy a sacar porque sean gays. Lo que no me gusta es el activismo que termina siendo depredador, no me gusta que adoctrinen a los ni?os. Me parece un nivel de esquizofrenia superior¡±.
Estas palabras las dice con una naturalidad que impresiona mientras bebe una cocacola zero. ¡±La gente que no me conoce cree que soy una neur¨®tica hist¨¦rica, pero tengo un humor que a veces me hace quedarme callada porque me meto en l¨ªos¡±. Con todo lo que habla, es dif¨ªcil imaginar lo que calla. La conversaci¨®n se alarga y se pone nerviosa porque no quiere llegar tarde, aunque disfruta recordando sus frases m¨¢s pol¨¦micas. Camino del ascensor y a modo de despedida lanza la ¨²ltima: ¡°C¨®mo aquella vez que dije: ?estudien, vagos!¡±, dirigido a los j¨®venes de las protestas en el 2021. Se la escucha re¨ªrse cuando las puertas se cierran. Le gusta provocar y observar lo que sus palabras provocan en los dem¨¢s. La f¨®rmula no es nueva. La us¨® con ¨¦xito Trump en Estados Unidos o Bolsonaro en Brasil. Ella se postula para entrar en ese club.
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