No es el mismo r¨ªo
Apenas normal que comparen el actual esc¨¢ndalo del presidente Petro con el ingreso de dineros del Cartel de Cali en la campa?a presidencial de Samper en 1994
Apenas normal que comparen el actual esc¨¢ndalo del presidente Petro con el ingreso de dineros del Cartel de Cali en la campa?a presidencial de Samper en 1994. Sin embargo, mucha agua ha pasado bajo del puente. No es el mismo r¨ªo. Las similitudes encierran enormes diferencias sobre la relaci¨®n entre narcotr¨¢fico y pol¨ªtica en Colombia.
En 1994 fueron directamente los narcotraficantes quienes aportaron el dinero. Los hermanos Rodr¨ªguez Orejuela, capos del cartel de Cali, convocaron a una reuni¨®n de narcos para recolectar varios millones de d¨®lares. La raz¨®n era contar con un gobierno amigo, lo de siempre. Por debajo, los Rodr¨ªguez ten¨ªan un plan m¨¢s ambicioso. Aspiraban que Samper apoyara una pol¨ªtica de sometimiento a la justicia con rebaja de penas. El contexto era propicio. Pablo Escobar, el capo enemigo que hac¨ªa la guerra contra el estado, acababa de ser abatido. El cartel de Cali aparentaba ser la fuerza m¨¢s poderosa, capaz de convocar al resto de narcotraficantes. El fiscal de entonces, Gustavo de Greiff, estaba comprometido en una pol¨ªtica de sometimiento c¨®mo soluci¨®n al narcotr¨¢fico.
Pero todo se fue al traste cuando se conocieron las grabaciones que vinculaban la campa?a de Samper con dineros del narco. El presidente ya no dispon¨ªa de capital pol¨ªtico para ofrecer un acuerdo. Adem¨¢s, cuando convocaron a los dem¨¢s narcos recibieron un portazo en la cara. Los capos del Norte del Valle rechazaron de plano la propuesta, se convirtieron en el principal cartel del pa¨ªs. Al tiempo, se engendraba un paramilitarismo mucho m¨¢s poderoso, las AUC. Estos ej¨¦rcitos privados controlar¨ªan, junto a las Farc, las principales zonas de producci¨®n y tr¨¢fico de coca¨ªna.
Vinieron a?os de mucha guerra. El estado avanz¨®. Desmoviliz¨® a las AUC y a las Farc. Y, aunque puede argumentarse que Colombia perdi¨® la guerra contra las drogas porque hoy se produce m¨¢s coca¨ªna que nunca, tambi¨¦n puede argumentarse que la guerra se gan¨® si se interpreta el triunfo como la expansi¨®n de la autoridad del estado a lo largo del territorio. Las organizaciones armadas que ejercen el poder sobre el narcotr¨¢fico ya no dominan ciudades, cada vez est¨¢n m¨¢s replegadas a ¨¢reas perif¨¦ricas. Su incidencia en la pol¨ªtica nacional es mucho menor.
El contraste del triunfo del estado contra la violencia organizada es el incremento del poder pol¨ªtico de un sector econ¨®mico que se fortaleci¨® con la acumulaci¨®n de capital desde el narcotr¨¢fico. Lavadores, contrabandistas, contratistas del estado y pol¨ªticos corruptos, sin estar necesariamente vinculados al tr¨¢fico de coca¨ªna, fueron deteriorando la democracia desde sus adentros. A medida que los grupos armados y las mafias perd¨ªan poder, la influencia sobre las agencias del estado para proteger actividades il¨ªcitas y asegurar el acceso a los recursos del estado, comenz¨® a convertirse en uno de los principales medios de producci¨®n de riqueza en Colombia. Un senador de un pueblo perdido, quien alcanz¨® a ser uno de los grandes electores nacionales hasta que fue enviado a prisi¨®n por v¨ªnculos con grupos criminales, lo resumi¨® en una frase: ¡°la pol¨ªtica es mejor negocio que el narcotr¨¢fico¡±.
Desde entonces la financiaci¨®n por empresarios especializados en contrataci¨®n p¨²blica, lavado de dinero y contrabando se ha constituido la fuerza determinante de los resultados de muchas elecciones al congreso, las gobernaciones y las alcald¨ªas. Son ellos, no los narcotraficantes, quienes definen una parte importante del mapa de la representaci¨®n pol¨ªtica en Colombia.
La campa?a de 2022 refleja la situaci¨®n de 1994 a la luz de estos cambios. Petro tambi¨¦n ofreci¨® un acuerdo. Propuso el ¡°perd¨®n social¡± como mecanismo de asimilaci¨®n de estas fuerzas a la legalidad. Al igual que Samper el acuerdo cay¨® al olvido luego de ser elegido. Ahora que se sabe, por boca de su propio hijo, del financiamiento de pol¨ªticos corruptos y contratistas, algunos vinculados anteriormente al narcotr¨¢fico y al lavado, las probabilidades de perd¨®n social son a¨²n m¨¢s remotas.
Como Samper su destino pareciera ser defenderse para evitar ser depuesto. Es la prioridad, por encima de los cambios sociales que prometi¨®. La construcci¨®n de mayor¨ªas que aseguren su gobernabilidad va a pasar por la compra de esos mismos pol¨ªticos que han hecho de la democracia un negocio.
El estado gan¨® la guerra pero la corrupci¨®n le gan¨® al estado.
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