Los barones electorales locales se encaminan a ganar las elecciones
Si las votaciones nacionales de 2022 marcaron derrotas para la clase pol¨ªtica tradicional, las del 29 de octubre muestran su capacidad de supervivencia y la pr¨¢ctica disoluci¨®n de los partidos
Las elecciones locales del 29 de octubre se pueden leer con el lente de avances o retrocesos de la izquierda y la derecha, con el de la poca presencia de candidaturas femeninas viables en las principales ciudades o con el de un supuesto plebiscito de apoyo al Gobierno de Gustavo Petro. Pero, en la amalgama de factores que definir¨¢n los ganadores, y que ofrecen distintos filones de lectura, es muy relevante el de los poderes electorales locales. M¨¢s que ideolog¨ªas o partidos pol¨ªticos, se trata de la fuerza de los poderes locales, construidos sobre maquinarias pol¨ªticas, visibilidades individuales o una mezcla de las dos. Poderes que se encaminan a ganar las elecciones en tantos lugares que probablemente sean ellos quienes puedan cantar victoria la noche del domingo, poderes que hablan m¨¢s de la realidad local que de la nacional.
Aunque las encuestas son escasas por fuera de las grandes ciudades, las que existen revelan la casi certeza de victorias de pol¨ªticos curtidos y reconocidos en sus regiones, todo un contraste con inesperadas victorias en las elecciones pasadas de candidatos poco conocidos o con proyectos pol¨ªticos alternativos, como Daniel Quintero en Medell¨ªn, William Dau en Cartagena, Jairo Y¨¢?ez en C¨²cuta, o Carlos Mario Mar¨ªn en Manizales.
En esas cuatro capitales, las encuestas las encabezan pol¨ªticos ya reconocidos. Son, respectivamente, el exalcalde y excandidato presidencial Federico Guti¨¦rrez; el exgobernador Dumek Turbay, primo del senador liberal Lidio Garc¨ªa; el exconcejal Leonardo J¨¢come, apoyado por el exalcalde condenado por homicidio Ramiro Su¨¢rez; y el exalcalde y exministro Jorge Eduardo Rojas. Si las encuestas aciertan, el contraste en esas ciudades, que suman m¨¢s de 5 millones de habitantes, ser¨¢ muy notorio.
A esos cambios se suma el poder sostenido de otros barones electorales, algunos de ellos pertenecientes a lo que en Colombia se suele llamar partidos tradicionales, aquellos que surgieron del bipartidismo que domin¨® la pol¨ªtica por siglo y medio, hasta fines del milenio pasado.
Quiz¨¢s el caso m¨¢s discutido y notorio es el de Alex Char, el dos veces alcalde de Barranquilla que busca un tercer per¨ªodo en el cargo y es el jefe pol¨ªtico del actual mandatario, Jaime Pumarejo. En las encuestas suma en torno al 80% de la intenci¨®n de voto. Su poder viene de una poderosa estructura clientelista que forj¨® su padre, el exsenador y exembajador Fuad Char; cuenta con una buena imagen como administrador de la principal ciudad del Caribe colombiano; y con las conexiones pol¨ªticas y econ¨®micas de una de las familias m¨¢s ricas de Colombia, due?a de un banco, una cadena de supermercados, el equipo de f¨²tbol de la ciudad, granjas av¨ªcolas y una red de emisoras populares, entre otras. Char es uno de los poderes fundamentales de Cambio Radical, un partido de centroderecha, con or¨ªgenes en el Partido Liberal en el que milit¨® su padre.
Un caso similar es el de Dilian Francisca Toro en el Valle del Cauca, que lidera todas las encuestas y solo tiene como rival viable a Tulio G¨®mez, empresario due?o del Am¨¦rica de Cali y quien est¨¢ en una batalla legal para revivir su aspiraci¨®n, negada por el Consejo Nacional Electoral debido a una debatida inhabilidad. La exsenadora fue presidente del partido de La U, una federaci¨®n de caciques creada para apoyar la reelecci¨®n de ?lvaro Uribe V¨¦lez en 2006, y su ahijada Clara Luz Rold¨¢n est¨¢ hoy en el cargo que ella busca.
Esa fortaleza de grupos pol¨ªticos locales que tienen un bar¨®n electoral a la cabeza y parecen tener asegurada la victoria este domingo no solo se da en los partidos tradicionales. Carlos Amaya fue congresista, gobernador de Boyac¨¢ y precandidato presidencial de la fallida coalici¨®n de centro en 2022. Ahora busca regresar a la direcci¨®n de su departamento, hoy en cabeza de una ficha suya, Ramiro Barrag¨¢n. Una encuesta del Centro Nacional de Consultor¨ªa le da el 42% de intenci¨®n de voto, contra el 19% del segundo, el excongresista liberal Rodrigo Rojas.
En otros casos la cabeza tiene mucha menos visibilidad nacional, pero repite el patr¨®n. Es el caso, por ejemplo, de Jorge Emilio Rey, aspirante que tiene casi asegurado su regreso a la Gobernaci¨®n del c¨¦ntrico departamento de Cundinamarca. Antiguo militante de Cambio Radical, en esta ocasi¨®n se lanza avalado por uno de las decenas de nuevos partidos, Colombia Renaciente; y apoyos de varios m¨¢s. Como todos los anteriores, tiene a un hombre de confianza, Nicol¨¢s Garc¨ªa, que ocupa el cargo que ya tuvo y que aspira a retomar.
Todos estos casos muestran la supervivencia de una forma de hacer pol¨ªtica que gira alrededor de individuos m¨¢s que de colectivos, y que muestra que la lectura de la victoria de Gustavo Petro en las elecciones presidenciales como un giro de la sociedad a la izquierda no refleja la compleja realidad pol¨ªtica colombiana. Y es que las elecciones locales no suelen girar alrededor de los presidentes, sino de los asuntos locales; y con 37 partidos pol¨ªticos y la posibilidad de lanzarse por firmas y con m¨¢s de un aval, el resultado final es una mayor personalizaci¨®n de la pol¨ªtica.
Para Yann Basset, profesor de la Universidad del Rosario, no es una buena noticia. ¡°Se refuerza la crisis del sistema de partidos con el hecho de que se multipliquen, y por la figura de las coaliciones que no permite atribuir claramente las responsabilidades¡±, afirma. ¡°Mientras no se reforme la arquitectura institucional y los magistrados del Consejo Nacional Electoral sigan dependiendo de los partidos pol¨ªticos, es muy poco lo que vamos a hacer¡±, coincide Elisabeth Ungar, tambi¨¦n experta en asuntos pol¨ªticos y electorales.
Cuando se conozcan los resultados de las votaciones de este domingo, el mapa electoral colombiano probablemente sea un salpic¨®n de colores y de decenas de nombres de alianzas, movimientos significativos de ciudadanos (es decir, candidatos que recogieron firmas) e incluso partidos. Saber si gan¨® determinado sector pol¨ªtico puede ser complejo. No as¨ª la supervivencia de los barones electorales.
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