Tulu¨¢, la ciudad colombiana en la que pagan 100 d¨®lares por muerto
La Inmaculada, un grupo criminal que opera desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, desat¨® una ola de violencia sin precedentes, que lleg¨® a su pico en la ¨²ltima semana. Cientos de polic¨ªas y militares custodian el municipio
No hay un d¨ªa en que el periodista Robert Posada, de 40 a?os, no extra?e a Marcelo, su boston terrier de 12. Lo ve muy poco desde su regreso a Tulu¨¢. Luego de 15 meses exiliado, consider¨® que lo mejor era que el perro continuara bajo el cuidado del veterinario al que se lo encomend¨® antes de viajar. Hace dos semanas lo visit¨® y sigue afectado por la despedida. ¡°Me persigui¨® hasta la puerta. Se quer¨ªa ir conmigo. A veces creo que es preferible no verlo porque me duele mucho despedirme¡±, dice volteando la mirada por detr¨¢s de su hombro desde el asiento de copiloto. La escena delata por qu¨¦ no puede permanecer con Marcelo. Una camioneta blindada con tres escoltas de la Unidad Nacional de Protecci¨®n (UNP) lo lleva al centro de la ciudad de 230.000 habitantes. ?l es una de las v¨ªctimas m¨¢s visibles de la ola de violencia que se vive en el coraz¨®n del departamento del Valle del Cauca.
Un oficial de tr¨¢nsito asesinado, otro herido y seis taxis incendiados fue el saldo del pasado s¨¢bado 10 de febrero. Se trat¨® de una r¨¢faga de cr¨ªmenes llevada a cabo por miembros de la banda La Inmaculada a modo de retaliaci¨®n por la captura, el d¨ªa anterior, de uno de sus cabecillas, Mauricio Mar¨ªn, alias Nacho. Averiguaciones posteriores revelaron que la orden de sembrar terror vino desde la c¨¢rcel. La envi¨® Andr¨¦s Felipe Mar¨ªn, alias Pipe, hermano de Nacho. Las autoridades detuvieron a cuatro personas, incluyendo dos j¨®venes de 14 y 17 a?os. Uno de ellos cont¨® que les prometieron pagos de 400.000 pesos (100 d¨®lares) por cada homicidio y 140.000 pesos (35 d¨®lares) por carro incinerado. No son hechos nuevos ni aislados. Una semana antes, el s¨¢bado 3, la Polic¨ªa hab¨ªa desactivado un autom¨®vil cargado de explosivos en las inmediaciones de la Alcald¨ªa.
Es mi¨¦rcoles, 14 de febrero, y el cami¨®n antiexplosivos usado en aquel episodio a¨²n est¨¢ aparcado en la plaza principal de Tulu¨¢. Sobre las calles aleda?as se instalaron vallas de seguridad, intercaladas a derecha e izquierda, que obligan a los veh¨ªculos a desplazarse lentamente en zigzag. ¡°Todo esto lo hicieron para evitar que se cometa un sicariato y huyan f¨¢cilmente¡±, se?ala Robert. La camioneta que lo transporta frena pocos metros m¨¢s adelante. El hombre se baja, ingresa a la Alcald¨ªa, cruza un detector de metales y sube a su despacho. Un polic¨ªa con chaleco antibalas custodia la entrada. Una docena de funcionarios, adentro, realizan sus labores refrescados por el aire acondicionado. Ninguno lo dice en voz alta, pero tienen miedo de estar ah¨ª, trabajando. El temor que genera la situaci¨®n aumenta al tener como jefe a una persona amenazada de muerte. As¨ª se lo han expresado algunos sindicatos de trabajadores municipales a Robert, quien tiene las comunicaciones en su escritorio.
Con la misma franqueza cuenta que acept¨® su cargo como secretario de Desarrollo Institucional justamente para que no lo maten. Hace m¨¢s de tres a?os que recibe panfletos, mensajes an¨®nimos y coronas f¨²nebres. Las m¨²ltiples investigaciones y art¨ªculos que public¨® en diferentes medios sobre los nexos de La Inmaculada con personas vinculadas a la Administraci¨®n pasada ¡ªque gobern¨® del 1 de enero de 2020 al 31 de diciembre de 2023¡ª lo convirtieron en enemigo declarado de la banda. En septiembre de 2021, caminando por el barrio La Esperanza, fue atacado por varios hombres, en lo que califica como ¡°una intimidaci¨®n¡±. ¡°El ¨²nico periodista que se refiri¨® a esa agresi¨®n fue Marcos Montalvo, diciendo que era preocupante que algo as¨ª pasara y nadie se pronunciara¡±, recuerda. Curtido periodista de 68 a?os, Marcos era su amigo y, al igual que ¨¦l, estaba amenazado por denunciar hechos de corrupci¨®n en la Secretar¨ªa de Tr¨¢nsito, en los que presuntamente ten¨ªa influencia La Inmaculada.
El sonido de los teclados de computador empieza a escucharse afuera de la oficina de Robert. ?l calla. Como puede balbucea unas disculpas antes de largarse en llanto. Tras unos minutos, retoma su evocaci¨®n. Marcos fue asesinado cinco d¨ªas despu¨¦s del ataque a Robert, a solo dos calles de distancia. Un sicario lo abord¨® mientras conversaba con unos amigos en una tienda y le propin¨® cuatro balazos en el pecho. Nadie m¨¢s fue herido ni robado. El autor apret¨® el gatillo, se mont¨® en una moto y escap¨®. El mensaje era claro. Robert, sin embargo, decidi¨® seguir publicando. Era cuesti¨®n de tiempo para que algo le pasara.
Ante el peligro inminente, la Fundaci¨®n para la Libertad de Prensa (FLIP) y Reporteros sin Fronteras lo ayudaron a abandonar el pa¨ªs en julio de 2022. Anduvo por Ciudad de M¨¦xico, Madrid y La Paz. Las amenazas no frenaron durante el destierro. ¡°Me mandaban a decir que sab¨ªan que me hab¨ªa ido de Colombia, pero que aqu¨ª hab¨ªa dejado a mi familia, que sab¨ªan sus rutinas y en d¨®nde viv¨ªan¡±. Las organizaciones no pudieron continuar financiando su manutenci¨®n, se gast¨® todos sus ahorros, qued¨® repleto de deudas. ¡°Lo m¨¢s interesados en que no me maten son mis amigos, a ver si les pago lo que me prestaron¡±, a?ade ri¨¦ndose pero con los ojos todav¨ªa aguados.
Con el poco dinero que le quedaba compr¨® un pasaje de regreso en octubre de 2023. En el aeropuerto El Dorado, en Bogot¨¢, lo esperaba un miembro de la UNP, quien le advirti¨® que no deb¨ªa volver a Tulu¨¢. La espiritualidad que no desarroll¨® de joven, cuenta, sali¨® a flote en ese momento. ¡°Le ped¨ª a Dios que hiciera su voluntad¡±, asegura y muestra una estampa del arc¨¢ngel San Miguel que carga en su billetera. A la colaboraci¨®n divina le atribuye la propuesta que posteriormente le hizo Gustavo V¨¦lez, un exalcalde que por entonces buscaba un segundo mandato bajo el aval del Partido Conservador.
¡°El alcalde m¨¢s amenazado de Colombia¡±
Para identificar el despacho del alcalde solo hay que seguir polic¨ªas y escoltas. A medida que uno se acerca, crece su n¨²mero. Afuera, recostada sobre un mostrador, espera al alcalde su esposa, Luz Elena Londo?o, quien declar¨® al diario El Pa¨ªs de Cali que su marido es ¡°el alcalde m¨¢s amenazado de Colombia¡±. Un funcionario se le acerca para despedirse, argumentando que ¡°ya va a salir la ruta escolar¡±. Interpelada sobre el extra?o t¨¦rmino, ella suelta una carcajada y explica. ¡°Le dicen as¨ª porque se van con polic¨ªas, escoltados hasta las casas, como si fuera una ruta escolar. Tienen que turnarse porque no hay suficientes camionetas para llevarlos a todos en un solo trayecto¡±.
El alcalde Gustavo V¨¦lez, de 54 a?os, abre una puerta de madera y aparece sonriente. Viste jeans y camisa celeste. Es hora de almuerzo, pleno mediod¨ªa, y en el s¨®tano de la Alcald¨ªa lo espera una caravana de motocicletas y veh¨ªculos blindados para llevarlo a tomar sancocho, una sopa tradicional de la regi¨®n. Lo acompa?an su esposa y Robert, a quien hospeda desde que retorn¨® a Tulu¨¢. ¡°Apenas llegu¨¦, me cancelaron la reserva en el hotel porque supuestamente representaba un peligro para el personal. El alcalde entonces me dijo que me quedara en su casa y que lo asesorara en las comunicaciones de la campa?a. Gan¨® y me design¨® secretario para protegerme de cualquier atentado¡±, comenta Robert agradecido.
La casa del alcalde V¨¦lez era, en principio, su finca de recreo. No tuvo otra alternativa a mudarse all¨ª luego de recibir decenas de intimidaciones cuando era candidato. Pese a que 25 hombres se encargan de su seguridad, el mandatario bromea sobre la situaci¨®n. ¡°?Para qu¨¦ me voy a dar mala vida por eso? Soy bendecido. Llevo 39 a?os con mi se?ora, que me aguanta despu¨¦s de tanto tiempo¡±, asevera. Pero su vida s¨ª se ha afectado de manera notable.
Al llegar a la finca, un nieto se lanza a sus brazos. Los otros tres, as¨ª como sus cuatro hijos, se mudaron a otros municipios por temor a ser blanco de ataques. No es para menos. En los meses previos a las votaciones, celebradas en octubre, la oficina de su primog¨¦nito fue baleada y la casa de sus padres recibi¨® una granada de fragmentaci¨®n. Afortunadamente solo se registraron da?os materiales. Los responsables, se?ala V¨¦lez, pertenecen a La Inmaculada, que reparti¨® panfletos conminando a los periodistas de la zona a abstenerse de cubrir su campa?a pol¨ªtica ¡°si no quer¨ªan convertirse en objetivo militar¡±.
?scar, el hijo que est¨¢ de visita, est¨¢ convencido de que el motivo de la animadversi¨®n del grupo criminal con su padre se remonta a su primera etapa como alcalde, entre 2016 y 2019, cuando V¨¦lez los combati¨®. La Inmaculada ¡ªllamada as¨ª por el barrio en el que fue fundada¡ª ya estaba consolidada como el principal grupo delictivo de Tulu¨¢. Hab¨ªa dado sus primeros pasos, como casi todas las organizaciones de ese estilo, apoder¨¢ndose del mercado del microtr¨¢fico de droga, y posteriormente salt¨® a la extorsi¨®n a comerciantes. ¡°Les cobran para dejarlos vender productos. Han llegado a matar distribuidores de comida por no tener su autorizaci¨®n¡±, afirma ?scar. La Fiscal¨ªa tiene indicios de que la banda ten¨ªa control sobre la contrataci¨®n de algunas secretar¨ªas de la Alcald¨ªa en otros periodos.
Viendo c¨®mo los afiches que colgaba eran retirados y quemados, V¨¦lez opt¨® por hacer proselitismo electoral de forma diferente. Volc¨® sus esfuerzos a las redes sociales y contrat¨® al exmilitar y parapentista Jorge Gonz¨¢lez para que sobrevolara el municipio con un pend¨®n de su campa?a. Era su apuesta para mostrarse. El desenlace fue agridulce. Arras¨® en las urnas con 41.340 votos ¡ªmuy por encima de los 22.082 de Ever Villegas, su rival¡ª, pero cost¨® la vida de Gonz¨¢lez, quien fue asesinado en octubre tras aterrizar de emergencia en un sector controlado por La Inmaculada. ¡°Nos alcanz¨® a llamar, nos dijo en d¨®nde estaba, pero cuando fuimos a recogerlo ya le hab¨ªan disparado¡±, narra Luz Elena Londo?o.
Hubo otra muerte. El 31 de diciembre, un d¨ªa antes de la posesi¨®n de V¨¦lez, sicarios atacaron a Eliecid ?vila, el ¨²nico concejal conservador que hab¨ªa salido elegido en los comicios regionales. Falleci¨® dos d¨ªas m¨¢s tarde. ¡°No le voy a mentir, ha sido duro. Nosotros igual ten¨ªamos claro c¨®mo iba a ser. Y hasta ahora estamos empezando, no nos van a doblegar. ?S¨ª o no, Robert?¡±, dice V¨¦lez y levanta la cabeza, en busca de su secretario, hu¨¦sped y amigo.
El temor
Este mismo mi¨¦rcoles, cerca de la medianoche, m¨¢s de 30 miembros de la Polic¨ªa se adentran en el barrio La Inmaculada. Los camiones y camionetas que los transportan s¨®lo llegan hasta las v¨ªas principales. En un punto los uniformados bajan con linternas, cascos y fusiles a recorrer a pie los callejones, angostos y sin pavimento. Algunas cuadras permanecen desoladas y en otras hay menores de edad en un parque o vecinos departiendo alrededor de una mesa, jugando ajedrez. Los movimientos de las diferentes unidades ¡ªhay uniformados de operaciones especiales, antinarc¨®ticos y antiterrorismo¡ª fueron previamente definidos a trav¨¦s de im¨¢genes tomadas por drones. Al mando del operativo est¨¢ el coronel Nicol¨¢s Su¨¢rez, de 40 a?os, el m¨¢ximo encargado de la seguridad en Tulu¨¢ desde el pasado octubre.
Bajo sus ¨®rdenes tiene cerca de 500 hombres y mujeres de distintas especialidades. Fueron ellos los que lograron la captura de los responsables de la quema de taxis el s¨¢bado 10 de febrero. ¡°Ubicamos puestos de control en las entradas y salidas del municipio. Ah¨ª cayeron¡±, relata. En su criterio, adem¨¢s de las detenciones, es clave socavar el sost¨¦n econ¨®mico de la banda criminal. ¡°Hay que golpearles las finanzas, identificar qui¨¦nes se prestan para lavarles el dinero¡±, agrega. Su¨¢rez, como muchos de sus subalternos, ha recibido mensajes de sus familiares que le expresan preocupaci¨®n de que le pase algo.
En las calles, la gente prefiere callar. Un vendedor ambulante ubicado a la salida de la parroquia San Bartolom¨¦ se queja de las ventas, inusualmente malas para ser un mi¨¦rcoles de ceniza. Culpa a ¡°los bandidos y al alcalde, por lo caliente [peligroso] que pusieron el pueblo¡±. Minutos despu¨¦s se niega a seguir hablando. Dice que dos hombres le advirtieron que ¡°no fuera boc¨®n con los periodistas¡±. Algo similar ocurre con otro grupo de hombres que rondan la tercera edad y alimentan las palomas. ¡°El que nada debe, nada teme. No le hago m¨¢s comentarios porque usted sabe que esto est¨¢ delicado¡±, asegura uno de ellos.
La violencia en Tulu¨¢, una ciudad m¨¢s poblada que capitales departamentales medianas como Riohacha o Tunja, ha ganado relevancia en la agenda nacional. Iv¨¢n Vel¨¢squez, el ministro de Defensa, estuvo de visita este viernes y lider¨® un consejo de seguridad. Anunci¨® que el Gobierno respaldar¨¢ al alcalde en su lucha contra la delincuencia. V¨¦lez, entre otras cosas, quiere que sus hijos puedan volver y que sus padres vivan sin miedo. ¡°Nadie se quiere sentar con mi mam¨¢ cuando va a misa. Las otras se?oras se cambian de puesto por la angustia de que las vean con ella y les hagan algo. Ella se queja conmigo¡±, concluye agraviado.
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