Golpes blandos de Estado: ?qu¨¦ son y para qu¨¦ sirven?
Los golpes de Estado protagonizados por militares en la d¨¦cada de los sesenta han sido reemplazados por golpes blandos, pasivos o incruentos: estrategias dirigidas al debilitamiento sistem¨¢tico de la gobernabilidad de dirigentes progresistas elegidos democr¨¢ticamente
En los a?os sesenta se volvi¨® costumbre en Am¨¦rica Latina el derrocamiento violento de sus Gobiernos: un grupo de militares irrump¨ªa a medianoche, sacaba a los presidentes de la cama, los llevaba a un avi¨®n y los deportaba a otro pa¨ªs; en otros casos, como el de Allende, los asesinaban. Viv¨ªamos entonces los tiempos de la antidemocracia. Con el tiempo, los Estados fueron recuperando y fortaleciendo sus sistemas institucionales, consign¨¢ndolos en nuevas constituciones, m¨¢s garantistas y estatistas que las anteriores. La continuidad democr¨¢tica en t¨¦rminos de gobernabilidad empez¨® a ser un activo pol¨ªtico de los pa¨ªses en sus relaciones internacionales. A partir de los a?os setenta, la mayor parte de los pa¨ªses latinoamericanos se acostumbraron a elegir a sus gobernantes a trav¨¦s de elecciones organizadas por autoridades electorales nacionales independientes y modernizadas, vigiladas por representantes de los partidos y movimientos que participaban electoralmente. Desde entonces, hasta hoy, se han celebrado m¨¢s de un centenar de elecciones nacionales y locales en todos los pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y del Caribe.
Ya en estos tiempos, han surgido nuevos actores pol¨ªticos de derecha, especialmente grupos econ¨®micos y comunicacionales, que han empezado a actuar como poderes f¨¢cticos mientras que los partidos progresistas, como actores institucionales, han comenzado a ser estigmatizados por la antipol¨ªtica pregonada por las redes sociales, el pragmatismo autoritario de partidos conservadores, que han tomado el rumbo del neofascismo, y el clientelismo propio del presidencialismo latinoamericano que deslegitima la representatividad partidista. Las organizaciones sociales, como los sindicatos y las asociaciones comunitarias de campesinos y los gremios empresariales se han visto, desde entonces, afectados por la p¨¦rdida de reconocimiento legal y colectivo profundizando la crisis del sistema representativo democr¨¢tico.
Los antiguos golpes militares de Estado han sido reemplazados por golpes blandos, pasivos o incruentos. Se trata de estrategias dirigidas al debilitamiento sistem¨¢tico de la gobernabilidad de dirigentes progresistas elegidos democr¨¢ticamente, que buscan paralizarlos y derrumbarlos a trav¨¦s de distintas estrategias. El profesor Gene Sharp fue el precursor de este concepto, encontr¨® que el objetivo no es tumbar sino hacer caer los presidentes y sus proyectos pol¨ªticos. El libreto golpista pasivo incluye varias estrategias bien conocidas ya en Am¨¦rica Latina:
1. Sembrar desconfianza en la econom¨ªa denunciando que la inversi¨®n extranjera est¨¢ asustada, que no hay claridad sobre el rumbo de la pol¨ªtica econ¨®mica, que los indicadores de corto plazo, como las cotizaciones en bolsa de acciones y bonos est¨¢n descontrolados. Que la tasa de cambio est¨¢ enloquecida subiendo y bajando. Empresarios, gremios y columnistas especializados cumplen as¨ª el papel de casandras econ¨®micas, ayudados por las agencias internacionales calificadoras de riesgo que juegan a censurar o validar pa¨ªses para apoderarse de sus mercados de dinero.
2. Crear conflictos institucionales entre las ramas del poder y de las mismas con los organismos de control como fiscales, procuradores o contralores. Se trata de sembrar la preocupaci¨®n en los ciudadanos de que la tripulaci¨®n del barco est¨¢ peleando. Se recuerda el triste papel jugado por el juez Sergio Moro en Brasil contra el presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva al desconocerle los derechos al debido proceso que m¨¢s tarde le devolvi¨® Tribunal Supremo de Brasil. A pesar de haber sido el ¡°verdugo¡± judicial de Lula, Moro no vacil¨® en aceptar el cargo de ministro de Justicia de Jair Bolsonaro, quien fue el directo beneficiario de sus actuaciones inmorales.
3. Difundir rumores y noticias falsas sobre insatisfacci¨®n en las fuerzas militares, empezando por los cuadros en retiro de oficiales de la fuerza p¨²blica, soldados y polic¨ªas. Este ¡°ruido de sables¡± se puede ver reforzado por comportamientos pasivos u omisivos de los altos mandos militares activos frente a problemas de orden p¨²blico, como sucedi¨® tambi¨¦n en Brasil cuando rabiosos manifestantes del bolsonarismo se tomaron emblem¨¢ticas instalaciones p¨²blicas mientras la polic¨ªa federal se cruzaba de brazos.
4. Adelantar campa?as de desprestigio internacional, a trav¨¦s de medios de comunicaci¨®n y canales diplom¨¢ticos identificados con partidos y movimientos de derecha que van aislando y quitando legitimidad en el exterior a los gobiernos amenazados. Bastar¨ªa con revisar los titulares de los medios de comunicaci¨®n de hace unos a?os en favor del cambio que representaba Alberto Fern¨¢ndez, los mismos que despu¨¦s lo cuestionaban y calumniaban.
5. Campa?as en favor de la libertad de prensa por parte de medios de comunicaci¨®n y periodistas que se presentan como ¡°amenazados¡± por decisiones oficiales que tienen que ver m¨¢s con los intereses afectados de sus due?os que con el leg¨ªtimo derecho a la libre informaci¨®n.
6. ¡°Calentar la calle¡± a trav¨¦s del apoyo a protestas sociales, justificando el uso excesivo de la fuerza para reprimirlas y para elevar el nivel del conflicto p¨²blico. La forma como se han recogido noticias recientes sobre movilizaciones de estudiantes, campesinos, ind¨ªgenas y afrodescendientes en distintos pa¨ªses prueba el inter¨¦s estrat¨¦gico en reprimir por la fuerza leg¨ªtimas expresiones de descontento popular frente a los Gobiernos.
7. Adelantar guerras jur¨ªdicas (lawfare) contra altos funcionarios progresistas y sus familias como comienza a verse en el caso del presidente Gustavo Petro en Colombia. Se trata de mover casos de judicializaci¨®n de hechos de alto impacto pol¨ªtico a trav¨¦s de jueces y fiscales en busca de protagonismo medi¨¢tico. Estos ataques se asocian con la intenci¨®n de causar un da?o reputacional a los mandatarios y sus familias que los hagan ¡°indignos¡± de ocupar sus investiduras.
Las guerras jur¨ªdicas (lawfare) nacieron despu¨¦s de la Guerra Fr¨ªa, como una forma de intervenci¨®n m¨¢s sutil que la militar, a trav¨¦s de la justicia. Ha sido utilizado para perseguir expresidentes como Luiz In¨¢cio Lula da Silva, Cristina Fern¨¢ndez, Evo Morales, Rafael Correa o Fernando Lugo. La mejor arma de la guerra jur¨ªdica es el nuevo sistema de justicia negociada, implantado en la regi¨®n como parte de la estrategia intervencionista de Estados Unidos, que introduce la negociaci¨®n [plea bargain] como sistema de justicia a trav¨¦s de testigos falsos, delaciones oportunistas, principios de oportunidad, confesiones ama?adas y pruebas ficticias. Se persigue la ¡°judicializaci¨®n de la pol¨ªtica¡±, que consiste en trasladar a los estrados judiciales los conflictos que se deber¨ªan tramitar en los escenarios democr¨¢ticos y que lleva a la politizaci¨®n de la justicia.
8. Campa?as de polarizaci¨®n ideol¨®gica a trav¨¦s de bodegas de redes digitales y medios de comunicaci¨®n social, que enfrentan y aterrorizan a los ciudadanos apelando a sus miedos, odios y resentimientos. La revelaci¨®n permanente de encuestas ama?adas y hallazgos de opini¨®n sobre el descontento de la ciudadan¨ªa con el Gobierno, el anuncio de tragedias y males de inminente ocurrencia, consigue crear un clima de permanente enfrentamiento entre seguidores y oponentes que radicaliza la opini¨®n y la polariza en dos orillas. La derecha pesca en el r¨ªo revuelto del mar de miedos, odios y emociones negativas que alimentan sus propuestas pol¨ªticas.
9. Ataques ideol¨®gicos a los funcionarios p¨²blicos que buscan desprestigiar nacional e internacionalmente a los gobernantes progresistas e invalidar la legitimidad o coherencia de sus programas, especialmente de los sociales.
10. Para finalizar, la estrategia del golpe blando o pasivo recurre a medios constitucionales para solucionar las crisis creadas por los mismos dirigentes neofascistas como: los juicios pol¨ªticos, los votos de censura y en algunos pa¨ªses ¨Dpocos en Am¨¦rica Latina¨D la convocatoria anticipada de elecciones generales.
Al final, se trata de buscar una salida ¡°bien vista¡± ante la opini¨®n nacional e internacional present¨¢ndola como una transici¨®n democr¨¢tica sin ruptura.
En s¨ªntesis, aunque Am¨¦rica Latina pueda sentirse hoy, con raz¨®n, vacunada contra las dictaduras militares que tanto da?o, dolor y v¨ªctimas ocasionaron en el pasado, la continuidad democr¨¢tica de sus sistemas pol¨ªticos depende de otro tipo de amenazas m¨¢s sutiles y, por tanto, m¨¢s peligrosas: una narrativa golpista que fabrica escenarios de ingobernabilidad en gobiernos progresistas hasta hacerlos renunciar o debilitarlos mientras completan sus periodos. Todo un peligro para la democracia y la institucionalidad que, con mucho trabajo, hemos conseguido.
Suscr¨ªbase aqu¨ª a la newsletter de EL PA?S sobre Colombia y aqu¨ª al canal en WhatsApp, y reciba todas las claves informativas de la actualidad del pa¨ªs.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.