La cultura ciudadana se agot¨®. ?Y ahora qu¨¦?
Durante casi tres d¨¦cadas, m¨¢s que a la consolidaci¨®n de la transformaci¨®n que plante¨® Mockus en los noventa, somos testigos de la desconfiguraci¨®n de lo p¨²blico, de la desigualdad, y de la nostalgia por un cambio cultural que no se concret¨®
La crisis del agua que Bogot¨¢ enfrenta ha puesto nuevamente en evidencia la fragilidad social de nuestra ciudad. Tenemos una enorme dificultad para entender que somos m¨¢s fuertes y mejores cuando nos unimos en un esfuerzo conjunto, todos los sectores, sin excepci¨®n. Desafortunadamente, en la capital de Colombia, la ciudad con m¨¢s y mejores oportunidades de educaci¨®n y cultura, se refundi¨®, desde hace varias d¨¦cadas, nuestra capacidad de construir un proyecto colectivo.
Desde mi perspectiva hay tres factores principales para que esto se haya dado. Primero, la desfiguraci¨®n de lo p¨²blico como elemento central de una sociedad y su consiguiente debilitamiento sistem¨¢tico. La idea de que lo p¨²blico no era de nadie (salvo de la minor¨ªa que se roba el pa¨ªs); que era malo o destinado para los menos favorecidos; que era ineficiente y que la mejor respuesta a las necesidades era lo privado. El transporte p¨²blico, el espacio p¨²blico y la educaci¨®n p¨²blica, por dar algunos ejemplos, as¨ª lo evidencian. Segundo, la incapacidad de las ¨¦lites urbanas de liderar la construcci¨®n de una ciudad que aprovechara su diversidad y su potencial para generar mejor calidad de vida para la mayor¨ªa de sus habitantes. Bogot¨¢ es una ciudad con una segregaci¨®n profunda, una desigualdad muy marcada, y el ascenso social, con contadas excepciones, no es amplio ni democr¨¢tico. Tercero, lo anterior ha tra¨ªdo como consecuencia el hundimiento del civismo, y con ¨¦l, el debilitamiento de la solidaridad, la cooperaci¨®n y el respeto por los principios b¨¢sicos que nos permiten vivir en comunidad.
Veamos. En 2019 la Encuesta de Cultura Pol¨ªtica evidenci¨® que el 92 % de las personas no confiaba en desconocidos; en 2021 el porcentaje aument¨® a 94 %; y en 2023 lleg¨® a 95%. En Bogot¨¢, seg¨²n una encuesta de la Alcald¨ªa Mayor de 2021, m¨¢s del 60% de las personas no conf¨ªa en los dem¨¢s. No hay respeto, ni convivencia donde no hay confianza. El historiador brit¨¢nico Ben Wilson en su libro Metr¨®polis (Debate, 2022) afirma: ¡°Lo que impide que el hormiguero humano degenere en violencia es el civismo, los c¨®digos expl¨ªcitos y t¨¢citos que rigen las interacciones cotidianas entre las personas¡±. Y esos c¨®digos en Bogot¨¢ se perdieron hace a?os.
Yo ten¨ªa 17 a?os cuando Antanas Mockus se convirti¨® en alcalde de Bogot¨¢, a mediados de los a?os 90 del siglo pasado. La bajada de pantalones como rector de la Universidad Nacional lo hab¨ªa convertido en un rockstar. Su hablar enredado de fil¨®sofo y matem¨¢tico le hab¨ªa dado un aire de sabidur¨ªa en una ciudad que le hab¨ªa apostado a la educaci¨®n de su clase media. Los mimos y las cebras, la campa?a de racionamiento de agua, la reducci¨®n de homicidios, la hora zanahoria, las tarjetas c¨ªvicas, entre otras transformaciones, se grabaron en mi cabeza y en la de millones de personas en Bogot¨¢. Sent¨ªamos que ¨¦ramos diferentes, modernos, civilizados¡
A partir de ese momento la cultura ciudadana se convirti¨® en s¨ªmbolo de una transformaci¨®n. O al menos eso cre¨ªmos.
Durante casi tres d¨¦cadas, m¨¢s que la consolidaci¨®n de esa transformaci¨®n lo que se acumul¨® fue una nostalgia creciente por un cambio cultural que no se concret¨®. Que no dej¨® de ser una promesa rota de los pol¨ªticos de turno que la usaban para conseguir votos en campa?a, pero incapaces de hacerla realidad m¨¢s all¨¢ de ins¨ªpidas campa?as publicitarias; o un anhelo de quienes aqu¨ª viv¨ªamos por un pasado ideal que no existi¨®.
Desafortunadamente la cultura ciudadana no logr¨® ser de la ciudad ni de sus habitantes. Hoy en Bogot¨¢ impera la ley del m¨¢s fuerte, la del m¨¢s vivo, la m¨¢s individualista¡ El incivismo campea por doquier.
?Qu¨¦ hacer entonces?
Hace unos a?os, en un art¨ªculo que titul¨¦ Transmilenio y el mono que llevamos dentro, llam¨¦ la atenci¨®n sobre una idea que hoy tiene m¨¢s vigencia que nunca: juntos podemos conseguir mejores resultados que individualmente. ?C¨®mo es posible que nuestros parientes primates se caractericen por aspectos que nosotros hemos dejado de lado?
Seg¨²n los estudios del primat¨®logo holand¨¦s Frans de Waal, quien investig¨® por a?os a chimpanc¨¦s y bonobos, para que ellos puedan sobrevivir y vivir en comunidad son fundamentales la empat¨ªa o la capacidad de ponerse en el lugar del otro; la reciprocidad o la l¨®gica del apoyo mutuo; y el valor comunitario del equilibrio entre competencia y cooperaci¨®n.
Podemos apelar a la cooperaci¨®n, la empat¨ªa, la compasi¨®n y el altruismo como la base del cambio cultural que necesitamos para reconstruirnos como comunidad. Basta con mirar cuatro comportamientos de los chimpanc¨¦s y de los bonobos que as¨ª lo evidencian. Primero, el macho alfa no solo es un mat¨®n ego¨ªsta que acumula privilegios para s¨ª. Por el lugar que ocupa en la comunidad, tambi¨¦n puede proteger a los desvalidos, mantener la paz, tranquilizar a los angustiados y restaurar la armon¨ªa en los conflictos. Segundo, matar a una hembra es una estupidez porque atenta contra la vida misma de la comunidad. Tercero, aunque en las comunidades hay conflictos y competencias, ¨¦stas tienen mecanismos sociales de pacificaci¨®n para evitar que la violencia se desborde. Cuarto, la supervivencia del grupo est¨¢ asociada a que todos los individuos cumplan con las normas sociales.
Qu¨¦ diferentes ser¨ªamos como sociedad si pusi¨¦ramos en pr¨¢ctica comportamientos como estos.
Volviendo al agua, basta ver que, a pesar del inminente riesgo de que la ciudad se quedara sin el l¨ªquido, los cortes se acataron a rega?adientes y muchos encontraron c¨®mo burlarlos. La cultura ciudadana se agot¨®, pues no innov¨® y no logr¨® responder de manera efectiva a las actitudes que llevan al deterioro del civismo; porque durante a?os repiti¨® respuestas que no funcionaban y apost¨® a insulsas campa?as publicitarias. Esto no significa que no debamos buscar caminos para recuperar la confianza y la solidaridad, que son esenciales para los profundos cambios de comportamiento que requerimos como sociedad.
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