La colonia agr¨ªcola de Acac¨ªas, la excepci¨®n en un sistema de c¨¢rceles en crisis
EL PA?S visita la ¨²nica prisi¨®n en Colombia donde los presos est¨¢n al aire libre, realizando actividades agropecuarias e industriales
Parece estar en libertad. Si no fuera por el uniforme de color naranja y beige que porta, podr¨ªa pasar desapercibido. Est¨¢ en medio de un terreno amplio y verde, que huele a pasto reci¨¦n cortado. Lo rodean vacas, gallinas, cerdos, caballos, cinco pozos con peces y un cultivo de lombrices californianas. Samir Rodr¨ªguez Murcia, de 42 a?os, se ha levantado a las cinco de la ma?ana, junto a 14 compa?eros m¨¢s, para orde?ar a 32 vacas y obtener unos 160 litros de leche. Es una rutina que repite a diario desde inicios de a?o, cuando lleg¨® a la colonia agr¨ªcola de Acac¨ªas, una c¨¢rcel rural en el departamento del Meta. Fue trasladado desde la c¨¢rcel El Barne, en el departamento de Boyac¨¢, donde pagaba su condena por acceso carnal violento. Rodr¨ªguez cuenta que su familia lo abandon¨® tras su condena. ¡°Una pelada me embal¨®, era mi amiga¡±, dice, y niega haberla abusado. Su mirada refleja tristeza y frustraci¨®n. En la colonia, recibe 117.000 pesos colombianos mensuales (unos 30 d¨®lares) por colaborar en las actividades agropecuarias. Con eso compra pan, gaseosa y ¨²tiles en la tienda ubicada dentro de los muros de la que es ¡°la mejor c¨¢rcel de Colombia¡±, seg¨²n N¨¦stor Osuna, el ministro de Justicia.
Osuna, l¨ªder de la cartera encargada del sistema penitenciario y carcelario, observa uno de los cinco grandes pozos de agua de la colonia. En su orilla est¨¢ Luis Grajales, de 45 a?os. Condenado a 14 a?os de prisi¨®n por acceso carnal violento, se prepara para alimentar a los peces de la charca, su actividad diaria desde hace un a?o y medio. ¡°Incluso cuando los guardias no est¨¢n¡±, aclara. Parece el patr¨®n de una finca. Como ¨¦l y como Rodr¨ªguez, son 400 personas privadas de la libertad las que salen al aire libre ocho horas al d¨ªa para participar de proyectos productivos de ganader¨ªa, porcicultura (hay 108 cerdos), piscicultura (suman m¨¢s de 25.000 peces) y avicultura (con m¨¢s de 100 gallinas). Otros de los 1.098 reclusos trabajan en talleres de panader¨ªa, carpinter¨ªa y confecci¨®n, donde cosen los uniformes para todos sus compa?eros.
Cien a?os de historia
La colonia de Acac¨ªas es una idea centenaria. El 2 de julio de 1924 naci¨® como Colonia Penal y Agr¨ªcola de Oriente en Acac¨ªas. Tiene un terreno de 4.700 hect¨¢reas, de las que 300 est¨¢n en uso. En ellas est¨¢n los diferentes proyectos productivos, agrupados en siete campamentos: Cola de Pato, Alcarav¨¢n, Central, Sardinata, Guayuriba, El Trapiche, Comunidad Terap¨¦utica y Centro de Instrucci¨®n. La prisi¨®n exuda historia. Las celdas en las que duermen los privados de la libertad se cierran con rejas que formaban parte del antiguo Palacio de Justicia en Bogot¨¢, derrumbado tras su toma por la guerrilla del M-19 y la retoma militar, a sangre y fuego, en 1985. ¡°Cuando se hizo la demolici¨®n, trajimos las rejas en camiones. Hoy son s¨ªmbolo de prosperidad en la colonia¡±, dice a este diario Daniel Candela, dragoneante del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario (INPEC).
Los reclusos de la colonia son elegidos en funci¨®n de su deuda con la sociedad. Todos est¨¢n a menos de 10 a?os de regresar a la libertad. Fueron condenados a menos de ese plazo de c¨¢rcel, o les restan menos de 10 a?os de una condena mayor. Es una c¨¢rcel de m¨ªnima seguridad. Los 400 penados que trabajan al aire libre ya han pasado por otras fases de sus penas, incluso por las de alta y media seguridad, y ahora se encuentran en la fase de confianza, la m¨¢s baja, pensada para prepararlos para regresar a la vida en libertad. No es solo una cuesti¨®n de tiempo, tambi¨¦n de perfilamiento: el INPEC estudia qui¨¦nes pueden llegar a la fase de menos restricciones.
A pesar de que los d¨ªas para los reclusos de la Colonia Agr¨ªcola Acac¨ªas pueden ser un poco m¨¢s llevaderos que en una prisi¨®n tradicional, no dejan de ser angustiosos para muchos. En el Campamento Central, uno de los m¨¢s alejados desde la puerta de ingreso a la colonia, est¨¢ el taller de carpinter¨ªa, donde se elaboran camas, escritorios y artesan¨ªas. All¨ª trabaja Bladimir Lozano, tallando un cristo, al cual se aferra, tras haber sido condenado durante la pandemia en 2020 a ocho a?os de c¨¢rcel por el delito de violencia intrafamiliar, el cual le pesa haber cometido tras estar relacionado con lo m¨¢s valioso de su vida: su familia.
Una larga y ancha carpa ubicada en el campamento Cola de Pato comprende dos compartimientos profundos llenos de tierra, donde se pueden ver lombrices. Un hombre mete su mano y saca cinco de esos animales. Explica que se alimentan de sus propios desechos y as¨ª convierten la tierra en fertilizante. En eso consiste la lombricultura, en la que trabaja Ra¨²l Poveda, de 38 a?os, condenado a 20 a?os de prisi¨®n por tentativa de homicidio. ¡°La vida es as¨ª, le toc¨® a uno estar ac¨¢. Por no dejarme molestar, termin¨¦ aqu¨ª¡±, dice. Pas¨® las primeras etapas de su condena en El Barne, Boyac¨¢, y La Modelo, Bogot¨¢. Ya suma un a?o en la colonia, le quedan cuatro. Por cada un a?o de trabajo redime 17 meses de su condena y recibe 720.000 pesos (unos 180 d¨®lares). Adem¨¢s, ya puede salir de la c¨¢rcel tres d¨ªas al mes. ¡°Voy a mi casa a ver a mi esposa y a mis dos hijos, que eran unos ni?os cuando entr¨¦ a la c¨¢rcel¡±, comenta. Ese es otro paso para una transici¨®n entre el encierro y la libertad, entre pagar una pena y ser un ciudadano libre.
Esa meta, que el sistema penitenciario no sea una universidad del delito sino de la vida en sociedad, pasa por lograr que quienes salgan tengan un futuro econ¨®mico. ¡°Ese enganche entre la c¨¢rcel y la resocializaci¨®n productiva es la f¨®rmula del ¨¦xito de un sistema penitenciario para que verdaderamente resocialice. Lo mejor que tenemos para eso es la colonia de Acac¨ªas¡±, afirma el ministro Osuna. Acad¨¦mico de paso por el Ejecutivo, considera que las actividades productivas en las que participan los reclusos no solo deber¨ªan servir para reducir su pena, sino que deber¨ªan convertirse ya en un primer paso para que se conviertan en trabajadores o emprendedores. Para dar ese primer salto, el Ministerio contact¨® a La Fazenda, una empresa privada dedicada a producir, procesar y comercializar cerdo. Daniel Beltr¨¢n, director de Gesti¨®n Social de la compa?¨ªa, cuenta a EL PA?S que la empresa busca ¡°fortalecer y escalar los proyectos productivos existentes a trav¨¦s de la transferencia tecnol¨®gica¡± en la colonia. El ministro quiere que los privados de la libertad aporten a las cadenas productivas, para que ganen ¡°un salario con las prestaciones de ley, el cual est¨¢ dispuesto a pagar La Fazenda¡±. As¨ª, recuerda, los privados de la libertad pueden tener mejores ingresos, cotizar para una pensi¨®n y prepararse para tener un trabajo formal al salir.
Una fuga en el campo
Aunque todo parece estar bien en ¡°la mejor c¨¢rcel de Colombia¡±, como dir¨ªa el ministro, su amplio terreno es uno de sus talones de Aquiles. El personal del INPEC no alcanza a custodiar las 300 hect¨¢reas utilizadas. Cada guardia, o dragoneante en su escala, tiene a su cargo entre cinco y seis reclusos. No son suficientes. Esto ha causado varias fugas. La m¨¢s reciente ocurri¨® el 26 de abril, cuando escap¨® un hombre condenado por homicidio y concierto para delinquir a quien le faltaban ocho a?os para quedar en libertad. Ese d¨ªa se levant¨® a las cinco de la ma?ana, como era costumbre. Un guardia del INPEC lo llev¨®, junto a otros siete compa?eros, al potrero en el que orde?ar¨ªan las vacas. El dragoneante volvi¨® a las instalaciones a recoger a los dem¨¢s trabajadores del proyecto ganadero. Al regresar, encontr¨® que se hab¨ªa fugado con mucha facilidad. Estaba a tan solo 50 metros de la antigua v¨ªa a Bogot¨¢, donde lo esperaba un veh¨ªculo. Desde entonces sigue pr¨®fugo.
¡°Colombia tiene 15.000 guardias del INPEC, pero deber¨ªamos tener alrededor de 30.000, de acuerdo con la cantidad de penados. Este a?o vamos a contratar 1.000 m¨¢s¡±, dice Daniel Guti¨¦rrez, director del INPEC, a EL PA?S. Recuerda que, adem¨¢s, hay un d¨¦ficit de 9.800 cupos en las c¨¢rceles, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil el trabajo de los guardias. El ministro recuerda que hay tres grandes c¨¢rceles en construcci¨®n, que ayudar¨ªan a reducir el hacinamiento: en Barrancabermeja, en el departamento de Santander; en Riohacha, en La Guajira; y en Sabanas de San ?ngel, en Magdalena. Espera que los constructores entreguen las dos ¨²ltimas, cada una con capacidad para m¨¢s de 2.000 privados, en el primer bimestre de 2025. La de Sabanas de San ?ngel est¨¢ pensada como una colonia agr¨ªcola, similar a la de Acac¨ªas. La de Barrancabermeja apenas est¨¢ comenzando su construcci¨®n, y le faltan dos a?os m¨¢s para estar lista.
En cualquier caso, la soluci¨®n no solo es cuesti¨®n de ladrillo, ni de contratar personal. El ministro Osuna asegura que otra dificultad es la corrupci¨®n en el INPEC. ¡°Empieza por dejar entrar la colchoneta, la Coca-Cola y termina con el ingreso de armas y coca¨ªna¡±, dice. Pero, sobre todo, expresa preocupaci¨®n al hablar de la banda La Inmaculada, la estructura criminal de Tulu¨¢ que, comenta, contin¨²a su violencia contra los guardianes. ¡°Cada vez que atrapan a unos cabecillas o a alguien de la estructura, van y matan a un guardi¨¢n del INPEC. Esto los tiene en una alerta tremenda¡±, dice el ministro. Asegura que por ello decretaron la emergencia carcelaria el pasado 12 de febrero, con la idea de que la polic¨ªa proteja tambi¨¦n el entorno de las c¨¢rceles, donde est¨¢n m¨¢s desprotegidos los guardianes. El asesinato de Elmer Fern¨¢ndez, director de la c¨¢rcel Modelo de Bogot¨¢, solo subraya m¨¢s estas preocupaciones y la excepcionalidad de la colonia de Acac¨ªas.
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