Alejandro Gaviria: ¡°Petro anuncia el fin del mundo y a la vez se erige como su salvador¡±
El escritor y exministro publica ¡®El desd¨¦n de los dioses¡¯, un libro de cuentos futuristas y dist¨®picos en los que aparece el presidente como personaje ficcionado
En la mesa del escritorio descansa un poemario, Los d¨ªas de tu vida, de tapas azules, con una portada en la que aparecen las sombras del Quijote y Sancho Panza, y cinco soles que brillan como la yema de un huevo. Se trata de una primera edici¨®n de la editorial El equilibrista, que fundaron los hijos de Garc¨ªa M¨¢rquez. Viene dedicada por su autor, el cubano Eliseo Diego, Lichi, a alguien an¨®nimo que se ha perdido en la neblina del tiempo, el destino que le espera a casi todo el mundo. ¡°Me impresiona su caligraf¨ªa perfecta¡±, dice Alejandro Gaviria sobre la letra de Lichi, que valdr¨ªa para incluir entre las fuentes de Word. Esta escena podr¨ªa haber sido prefabricada: sabe que un periodista lo va a visitar y deja caer en su zona de trabajo, como el que no quiere la cosa, un libro que debe costar unos 500 d¨®lares entre coleccionistas. Pero no hay ninguna impostura en Gaviria (Santiago de Chile, 58 a?os), un tipo transparente en un mundo deshonesto, lo que a veces le ha hecho da?o. Escritor prol¨ªfico (¡±?qu¨¦ de malo tiene escribir un libro al a?o?¡±), acad¨¦mico (fue rector de la universidad de Los Andes), pol¨ªtico (candidato presidencial y ministro con Gustavo Petro), divulgador, economista, poeta. Por la ma?ana participa en un podcast de ¨¦xito en Colombia, despu¨¦s graba un v¨ªdeo sobre la actualidad porque todav¨ªa tiene aspiraciones presidenciales y m¨¢s tarde se sienta en esta mesa a escribir. Al mediod¨ªa almuerza con gente de la pol¨ªtica y la cultura en restaurantes que son un hervidero de chismes sobre la Casa de Nari?o, la residencia de Petro. Le molesta la etiqueta de intelectual por el uso despectivo que se le da ahora, pero no hay mejor manera de clasificar a alguien como ¨¦l, una de esas raras personas que hace todo bien de una forma natural. El despacho de Gaviria, en el que vamos a hablar de El desd¨¦n de los dioses, un t¨ªtulo afortunado que encontr¨® consultando a ChatGPT, estaba hace unos minutos inundado de luz, de claridad, de sol, pero de repente se ha sumido en una c¨¢lida penumbra.
Pregunta. Su padre aparece en el primer relato del libro -en total son ocho-. ?Qu¨¦ relaci¨®n tuvo con ¨¦l?
Respuesta. Fue buena. En los ¨²ltimos a?os, ¨¦l viv¨ªa en Medell¨ªn y yo en Bogot¨¢, no nos vimos mucho. Tengo esta idea, que est¨¢ en el libro, de que hubo conversaciones que no tuvimos.
P. ?C¨®mo cu¨¢les?
R. No sobre la vida personal. Mi pap¨¢ fue alcalde de Medell¨ªn cuando el narcotr¨¢fico estaba despuntando. No le pregunt¨¦ c¨®mo fue ese mundo que vivi¨® y me he quedado con la curiosidad.
P. ?Por qu¨¦ ha situado el libro en un mundo por hacer, el del futuro, y en un contexto dist¨®pico?
R. Cuando era rector y empec¨¦ a dar discursos a los j¨®venes siempre se me ven¨ªa la idea de que est¨¢bamos en una ¨¦poca de locura, un momento de incertidumbre, de transici¨®n. Como dice Gramsci, un mundo se est¨¢ acabando y el nuevo est¨¢ por llegar. Siempre he sentido un sentido de extra?amiento. Desde que era columnista me gustaban las historias dist¨®picas, pero no grandes historias, solo atisbos.
P. En el libro veo al literato y a veces me aparece el profesor, el que me explica. ?C¨®mo se resuelven esas tensiones entre esos dos yo?
R. El ensayista se mete en la literatura y no quiere salir. El que dice ¡°te voy a explicar¡±: n¨²mero 1, n¨²mero 2, n¨²mero 3. Jajaja. El ensayista toma de la camisa al literato y le dice que se haga a un lado. Esa es mi pulsi¨®n. Yo era un ensayista tan cuadriculado y que dec¨ªa: voy a escribir un libro con ocho cap¨ªtulos, n¨²mero par, los cap¨ªtulos van a tener tres secciones cada uno y van a tener la misma longitud. Estaba preocupado por la estructura. Ahora me toc¨® luchar un poco contra eso. Que los relatos tuvieran longitudes distintas no me gustaba.
P. Le gusta ordenar el mundo.
R. S¨ª. Y creo que esa es tarea del ensayista, ordenar el mundo. Encapsular la realidad. Cuando en pol¨ªtica hago un video en Tik Tok lo intento hacer de esa manera: voy a explicar lo que est¨¢ pasando en El Plateado, Cauca; 1, 1a, 2, 3.
P. El 90 por ciento de los libros tienen t¨ªtulos desafortunados. Este da en la diana.
R. Me lo dio ChatGPT. Cuando recibo el taco de la editorial (las galeradas) lo empec¨¦ a leer. Uno no ve nada y dos meses despu¨¦s lo abre al azar por cualquier p¨¢gina y ah¨ª est¨¢ el error. Le pregunt¨¦ a ChatGPT cu¨¢l era la historia que m¨¢s le gustaba del libro y dijo: Las estatuas del sol. Y la que menos: Humano demasiado humano. ?Y por qu¨¦? Dijo que no es un relato, es un ensayo. Me hab¨ªa dado cuenta, pero no de esa polaridad tan grande. Ah¨ª pens¨¦ que necesitaba m¨¢s literatura y menos ensayo.
P. Ahora usted es pol¨ªtico.
R. A veces reticente.
P. Pero profesional.
R. No es del todo verdad porque me dedico a otras cosas. No tengo reuniones pol¨ªticas todo el d¨ªa.
P. En El pez en el agua, Vargas Llosa dice en un momento dado que, en mitad de la campa?a, se escond¨ªa en una habitaci¨®n y le¨ªa un libro. Era una forma de evadirse de ese mundo cruel y despiadado que es la pol¨ªtica. ?Escribir esto ha sido una forma de alejarse de su salida tempestuosa del Gobierno de Petro?
R. Me aislaba, s¨ª. Espiritualmente me serv¨ªa. Alguien me sugiri¨® que publicara este libro con un pseud¨®nimo, para no juntar esos dos mundos tan distintos que son la pol¨ªtica y la literatura.
P. Percival Everett dice que a ¨¦l nada le impone ninguna rutina, escribe cuando le da la gana. ?Cu¨¢l es su m¨¦todo?
R. Tengo una meta de 500 palabras diarias. Reviso en la ma?ana lo que escrib¨ª la noche anterior. Vuelvo a revisar porque soy inseguro. Me gusta m¨¢s por la ma?ana, pero puedo escribir a cualquier hora.
P. Qu¨¦ hay de su vida en estos relatos.
R. Mucho.
P. ?Y oculto?
R. Mucho, pero seguir¨¢ oculto.
P. Su padre, en un amanecer, ve el sol y dice: ¡°Por algo lo adoraban¡±.
R. Yo lo adoraba igual a trav¨¦s del amor a mi padre.
P. En el libro aparecen las ¨²ltimas palabras de su padre en el lecho de muerte: ¡°Qu¨¦ vaina¡±.
R. Esa frase es literal, ocurri¨® as¨ª.
P. Me dijo una poeta que la mala escritura contamina, as¨ª que hay que leer un par de p¨¢rrafos de autores que le gustan a uno antes de sentarse frente al ordenador. ?Lo hace?
R. En este proceso he le¨ªdo m¨¢s poes¨ªa, por ejemplo, este poemario de Eliseo Diego. Se lo doy, qu¨¦deselo y no lo vaya a regalar.
P. En el libro Petro aparece ficcionado.
R. Escribo sobre la crisis clim¨¢tica. En la ¨²ltima conversaci¨®n que tuve con el presidente Petro, en su oficina, que fue dos d¨ªas despu¨¦s de que me echaran del Gobierno, cre¨ª que me iba a hablar de lo que hab¨ªa ocurrido. No, me habl¨® de su teor¨ªa de lo que estaba ocurriendo, su forma de traer el capital al debate sobre la emergencia clim¨¢tica. No quiero interpelarlo, pero hab¨ªa escrito cosas que tienen una interpretaci¨®n distinta de lo que estaba ocurriendo. Que no solamente es el capitalismo, que hay algo m¨¢s. Detr¨¢s de esto tambi¨¦n est¨¢ la dificultad de resolver problemas colectivos a escala global. En Petro hay un sentido de injusticia, de indignaci¨®n, de que esto es un problema de una oligarqu¨ªa global que tiene la culpa de todo. Mi visi¨®n de la crisis clim¨¢tica, que no rechaza la idea de la justicia, est¨¢ basada m¨¢s en la tragedia, en el que en el fondo estamos hechos de ingenio para cambiar las cosas y de una voracidad. Antropol¨®gicamente, esto es un problema complejo.
P. Ve una simplificaci¨®n y una exageraci¨®n en Petro.
R. En un cuento hablo de la idea de Petro de llevar ¡°el virus de la vida a las galaxias¡±, que es la misma idea de Elon Musk. El presidente anuncia el fin del mundo y a la vez se erige como su salvador. Es prof¨¦tico y mesi¨¢nico a la vez.
P. ?Cree que ley¨® el anterior libro que usted escribi¨®, La explosi¨®n controlada, en el que habla de su experiencia en el Gobierno y hace una suerte de perfil de Petro?
R. No, ni lo va a hacer.
P. Tengo entendido que Petro es muy fiel a unas lecturas y que orbita alrededor de ellas constantemente.
R. Hay un libro que marc¨® su presidencia, uno del profesor sueco Andreas Malm, Capitalismo f¨®sil, que tiene esta idea de que cuando se inventa la m¨¢quina de vapor se localizan las plantas en aquellos lugares donde hab¨ªa m¨¢s mano de obra barata para explotarla, que conecta la industria del carb¨®n a la explotaci¨®n del trabajo. Es una idea econ¨®mica muy particular que Petro extrapola a todo el mundo. Es una visi¨®n indignada, de justicia, y creo que al presidente se le pierde el ser humano.
P. ?Ese Petro tiene un inter¨¦s por las causas y no por las personas concretas?
R. Alguien dijo esta semana que ¨¦l pensaba en abstracto. Y siempre me ha parecido que para ciertas personas primero est¨¢n las ideas y despu¨¦s est¨¢ la gente. Un amor en abstracto, una indiferencia a lo real.
P. ?Sinti¨® eso cuando el presidente le convoc¨® dos d¨ªas despu¨¦s de que lo echase del Gobierno?
R. Almorzamos en su despacho. Al principio hablaba yo porque ¨¦l solo com¨ªa. Podr¨ªamos haber hablado de que intentamos juntar las ideas liberales y las progresistas y en nuestro caso no funcion¨®. Evadi¨® mi despido. Era como si hubiera invitado a un profesor a almorzar y quisiera escucharlo. ?l tiene una idea -aunque no quisiera hacer m¨¢s psicolog¨ªa de la cuenta- de que en el libro de Malm est¨¢ el diagn¨®stico y la soluci¨®n. Para ¨¦l fue una epifan¨ªa y quiere que el mundo lo escuche. M¨¢s que presidente es el predicador del poder destructivo del capitalismo f¨®sil, esa es su misi¨®n.
P. Usted dijo que Petro era ¡°una explosi¨®n controlada¡±, que Colombia deb¨ªa pasar por sus manos despu¨¦s de las protestas de 2021.
R. Petro era inevitable. La democracia colombiana ten¨ªa que pasar por ah¨ª. Hay un aprendizaje. Pol¨ªticos que antes gobernaron y ahora aprenden a hacer oposici¨®n, la izquierda que siempre fue oposici¨®n y ahora aprende a gobernar.
P. Usted no se desencant¨® de ¨¦l porque nunca hubo un proceso de encantamiento, pero s¨ª crey¨® que ayud¨¢ndole desde el liberalismo se podr¨ªan conseguir cambios estructurales en el pa¨ªs.
R. Era por un tiempo, yo siempre fui esc¨¦ptico, pens¨¦ que podr¨ªa aportar mi conocimiento un a?o y medio, traer mi experiencia en pol¨ªticas p¨²blicas y tratar de aportar en la educaci¨®n superior, sabiendo los riesgos. Pas¨® lo que pas¨®. Sab¨ªa que ¨¦l hab¨ªa logrado articular el descontento y tuvo ese ¨¦xito.
P. Hay en Petro un cierto desprecio hacia la intelectualidad cl¨¢sica. ?l dice: ¡°Yo soy un gran pol¨ªtico y tengo la capacidad de llegarle al coraz¨®n a la gente, ellos no¡±. ?Esa tensi¨®n existi¨® entre ustedes dos?
R. Puede que eso sea verdad, que diga que yo soy un profesor que articula ciertas ideas, pero un mal pol¨ªtico. Puede que ese sea su juicio. No tuvimos muchos momentos en el Gobierno para que esa tensi¨®n se diera.
P. No es f¨¢cil llegar a ¨¦l.
R. No, nada. Tuvimos pocas conversaciones. Es sabido que no atiende mucho a los ministros. Es dif¨ªcil captar su atenci¨®n. Hubo uno o dos momentos en los que pudimos tener una conversaci¨®n relajada. Una fue en los ¨²ltimos d¨ªas que estuve en el Gobierno, viniendo de Ecuador, donde hablamos de su obsesi¨®n: cree que la resoluci¨®n de la crisis clim¨¢tica es incompatible con el capitalismo. Y yo le dije que no pod¨ªamos prescindir completamente de la innovaci¨®n capitalista, y ¨¦l dijo que s¨ª, que no se pod¨ªa hacer de otra manera. El presidente es un ecosocialista: esa es su ideolog¨ªa.
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