La siembra sostenible de conchas abanico multiplica la ganancia de los pescadores en Per¨²
Una nueva forma de extraer este marisco que aminora el riesgo de la extracci¨®n y es m¨¢s amigable con el medio ambiente ha aumentado en un 30% los beneficios de los productores
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A pesar de que algunos tumbos sacuden el bote en el que flota a unas pocas millas de la costa, la se?ora Yanina Lisma Ram¨ªrez se da ma?a para comenzar a sacar del agua una suerte de bolsa blanca de forma c¨®nica, llamada ¡®red de plancton¡¯ con una malla es de apenas 110 micras que lleva una muestra reveladora. ¡°Temperatura 22,5 grados cent¨ªgrados, profundidad 6,9 metros, ox¨ªgeno 6,7 miligramos por litro¡±, informa a la tripulaci¨®n.
Minutos antes, han devorado sobre cubierta un cebiche de conchas de abanico (Argopecten purpuratus) hecho raudamente con limones y sal, para aguantar la jornada, que se inicia hacia las seis de la ma?ana y termina cerca del atardecer. Los integrantes de la empresa Inversiones Hidrobiol¨®gicas Naylamp SAC (10 hombres y 10 mujeres) se hacen casi todos los d¨ªas a la mar. Sobre todo, cuando es tiempo de cosecha de este precioso marisco que en Galicia llaman vieira.
Movidas en el agua
Las labores de hoy, que adem¨¢s de este monitoreo incluyen la captaci¨®n de larvas de este bivalvo en una bolsa colectora y su posterior colocaci¨®n en unas linternas cuna no son las mismas de hace unos pocos a?os. Antes, para contar con las deliciosas conchas de abanico, las embarcaciones artesanales viajaban 12 horas hasta la Isla Lobos de Tierra, ubicada frente a esta zona del litoral norte peruano. La aventura pod¨ªa durar varios d¨ªas y ten¨ªa grandes riesgos.
El m¨¢s severo: que los buzos que se lanzaban a buscarlas pod¨ªan sufrir el s¨ªndrome de descompresi¨®n, un cuadro que puede hacer que el cuerpo se llene de burbujas de aire o incluso producir la muerte. A partir del a?o 2021, cuando la Escuela Campesina de Educaci¨®n y Salud (Escaes) inici¨® el proyecto que incorpora estas t¨¦cnicas, la faena es distinta. Las conchas se siembran cerca de la costa, en lotes que peque?as empresas como Naylamp han conseguido con autorizaci¨®n. Las larvas se recogen all¨ª mismo, ya no vienen de lejos, y son cuidadas con devoci¨®n.
Se captan con la bolsa colectora, que est¨¢ sumergida en la mar. Luego, se depuran las cr¨ªas de otros mariscos y peces, y se colocan en las linternas cuna, una especie de tubo de mallas hecho con material sint¨¦tico de elevada resistencia y calidad, que se adapta perfectamente al proceso de cultivo. Y que tiene varios compartimentos (pisos), donde las larvas van creciendo con seguridad, a salvo de depredadores como el pulpo. Tambi¨¦n se siembran algunas en el fondo marino, que ac¨¢ no est¨¢ tan hondo como en la isla, de modo que la cosecha sea todav¨ªa m¨¢s productiva.
Los pescadores de esta zona han acogido esta tecnolog¨ªa de origen japon¨¦s, prove¨ªda por Escaes con apoyo de la cooperaci¨®n espa?ola y la Uni¨®n Europea, y han cambiado sustancialmente varias cosas. Primero, se ha aminorado el riesgo a la hora de extracci¨®n; de otro lado, las ganancias de los marisqueros han aumentado en un 30%; y, por a?adidura, el impacto sobre el recurso es menor que en a?os pasados, lo que la convierte en una actividad ambientalmente amigable.
C¨®mo explica H¨¦ctor Fiestas Chanduv¨ª, bi¨®logo de Escaes, ¡°entre las conchas que crecen suspendidas (en la linterna cuna), hay una mortalidad de s¨®lo 7%. En las que crecen en el fondo, eso es mayor, pero de todas maneras se controla su crecimiento mediante un buzo que va constatando c¨®mo se encuentran¡±. Cuando se tra¨ªan de la isla, la mortandad era del 40% o hasta 50%, porque debido al largo viaje pod¨ªan llegar aletargadas, deshidratadas, o inclusive muertas.
Equidad sobre las olas
A eso se sumaba que, debido a esta alta tasa de p¨¦rdida, la extracci¨®n de conchas del fondo marino ya sea en la isla -donde abundan- o en las zonas m¨¢s cercanas a la costa, era mucho mayor, al punto que pon¨ªa en riesgo la existencia del recurso. Con la tecnolog¨ªa puesta en marcha en estas aguas, se produce casi una situaci¨®n en la que todos ganan: los ecosistemas y los pescadores.
Mientras los tumbos siguen sacudiendo el bote y el viento del litoral galopa, Sarita Bellasmil Rodr¨ªguez, una de las socias de Naylamp, cuenta c¨®mo fue su traves¨ªa para no ser s¨®lo una espectadora. ¡°Hab¨ªa resistencia de parte de algunos hombres a que las mujeres participen. No cre¨ªan que nosotras pod¨ªamos hacer esto. No nos dejaban ir a las reuniones. Ahora han entendido¡±,dice.
Desde el comienzo, el proyecto impulsado por Escaes promovi¨® la equidad de g¨¦nero en los hechos. Las 15 micro y peque?as empresas (Mypes) que participan tienen una estructura de paridad: la mitad de los socios son hombres y la mitad mujeres. Las mujeres monitorean las condiciones bio-oceanogr¨¢ficas, seleccionan las conchas, ayudan con las bolsas colectoras. Una de ellas tambi¨¦n bucea.
En Naylamp, por ejemplo, Rosa Caballero es la subgerenta; Maribel Quispe, otra de las socias, conoce con precisi¨®n casi quir¨²rgica las cifras, el proceso de extracci¨®n, la forma de comercializaci¨®n. ¡°En tiempo de cosecha- explica- se extraen unas 500, 800 mallas o hasta 1.000 mallas de conchas en un mes (cada una de ellas puede tener dos o 2.5 manojos, es decir 192 a 240 conchas). Se venden a plantas que las exportan y que destinan algunas al consumo local¡±.
El precio, agrega, puede ir de entre 30 a m¨¢s de 40 soles el kilo (de 7 a 10 euros aproximadamente). En un supermercado lime?o, la docena puede costar hasta 35 soles (un poco m¨¢s de 8 euros). En los mercados convencionales, a¨²n las mujeres se dedican a la venta de peces y mariscos. Ac¨¢ no. Son protagonistas en too el proceso. Seg¨²n Escaes, tanto en la producci¨®n como en la comercializaci¨®n que se genera en las 15 empresas que forman parte del proyecto, el 40 por ciento de los empleos son de mujeres.
¡°Antes yo era ama de casa y ahora s¨¦ todo lo que est¨¢ relacionado con la crianza de la concha de abanico -comenta Yanina. Estamos tambi¨¦n adquiriendo bastante conocimiento sobre c¨®mo podemos trabajar, sobre c¨®mo mejorar la calidad de nuestro producto¡±. Maribel agrega que, cuando en el 2023 vino el cicl¨®n Yaku a las costas peruanas el mar se revolvi¨® y hubo muchas p¨¦rdidas. No se pudo cosechar. Si viene el fen¨®meno de El Ni?o este a?o, eso puede pasar otra vez.
Las olas de la vida
Tras varias horas de faena, la tripulaci¨®n vuelve a la costa con el viento a favor, no como en la ida, cuando las r¨¢fagas provocaron que se mojaran m¨¢s de una vez. El timonel cuenta que, hace un par de a?os, cerca de las 5 de la tarde, un bote como este se volte¨® por una mala maniobra. ¡°Unos salieron nadando, a otros los recogieron otros botes¡±, recuerda. Este viaje acaba sin mayores contratiempos, con unas cuantas docenas de conchas de abanico de unos 7 cent¨ªmetros.
Ese es el tama?o adecuado para que sean consumidas, luego de pasar unos 12 meses en las linternas cuna desde que son larvas, donde hay m¨¢s alimentos para ellas (fitoplancton). En el fondo marino natural, el proceso demora hasta 16 meses. Los socios de Naylamp utilizan las dos estrategias, para ampliar su espectro de operaciones, pero sobre todo la de la cr¨ªa suspendida en las linternas, que es m¨¢s conveniente, rentable e impacta menos en los ecosistemas marinos.
Naylamp trabaja en 30 hect¨¢reas de este mar generoso, no exento de contaminaci¨®n (hay una planta de fosfatos cerca) o de la incidencia del cambio clim¨¢tico, que ya provoca alteraciones que ser¨¢n dif¨ªciles de manejar. Con todo, ac¨¢ se est¨¢n sembrando recursos marinos y equidad, con el mismo ¨¢nimo con el cual las olas ahora llevan al barco de vuelta al muelle de donde sali¨®.
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