Una pol¨ªtica propia para la inteligencia artificial de Am¨¦rica Latina
En el mundo se multiplican esfuerzos regulatorios para evitar que el avance de la inteligencia artificial profundice la desigualdad. ?Qu¨¦ lugar tiene que tomar la regi¨®n?
Aunque en 2023 la inteligencia artificial (IA) no ten¨ªa nada de novedoso ¨Cya ten¨ªa 70 a?os¨C, recordaremos ese a?o como aquel en que todos hablamos de ella: probamos el ChatGPT o alg¨²n generador de im¨¢genes sint¨¦tico y tambi¨¦n fuimos sometidos a la avalancha de ¡°predicciones de la IA¡± en las noticias. Ocurre siempre: con cada salto en las capacidades de procesamiento o resoluci¨®n de las m¨¢quinas, sobreviene un per¨ªodo con iguales dosis de fascinaci¨®n. Pero ese hype, por regla, tambi¨¦n viene acompa?ado con su dosis de p¨¢nico: ?y si la novedad tecnol¨®gica nos quita el trabajo, nos nubla la capacidad de distinguir realidad de ficci¨®n o nos pone al artefacto por encima de la Humanidad? Ante la amenaza, intentamos retomar el control.
2023 tambi¨¦n ofreci¨® esa voluntad de controlar lo extra?o. En una coincidencia de la geopol¨ªtica internacional, distintos pa¨ªses y regiones avanzaron mucho en regulaciones para poner l¨ªmites a los alcances de la inteligencia artificial (IA). Los legisladores del mundo ven¨ªan apurando el paso despu¨¦s de Cambridge Anal¨ªtica, en 2016, luego de demorarse en pedir explicaciones y hacer rendir cuentas a las empresas privadas de tecnolog¨ªa. Desde entonces, se inici¨® un momentum regulatorio que lleg¨® tarde para las pr¨¢cticas abusivas de las redes sociales, pero que las fue alcanzando. Ese aprendizaje hoy est¨¢ siendo ¨²til para no quedarse atr¨¢s frente a los recientes avances de la IA.
Ning¨²n pa¨ªs se quiso quedar atr¨¢s. Fuera de la carrera tecnol¨®gica China/Estados Unidos y a la defensa de su rol como faro de los derechos humanos, la Uni¨®n Europea lider¨® el ¨ªmpetu de intervenci¨®n. En 2018 puso en acci¨®n el Reglamento General de Protecci¨®n de Datos, actualizando la normativa a los nuevos tiempos. En 2022, aprob¨® la Ley de Servicios Digitales (DSA), vigente desde este febrero. En 2023 ¨Ctras duras negociaciones- la Comisi¨®n Europea pact¨® una Ley de IA (IA Act). Estados Unidos, bajo la administraci¨®n de Joe Biden, emiti¨® el mismo a?o una orden ejecutiva sobre IA segura y confiable, con el objetivo de que los desarrollos tecnol¨®gicos respeten medidas de seguridad, privacidad, derechos civiles, principios de los consumidores y trabajadores.
Distintas organizaciones internacionales se sumaron a los Gobiernos y aportaron principios regulatorios, como los Principios de IA de la OCDE (2019) y la Recomendaci¨®n de ¨¦tica de la IA de la Unesco, aprobada en 2021. Algunos advirtieron prontamente cu¨¢l iba a ser la ¡°verdadera¡± amenaza. El ex relator especial por la Pobreza Extrema y los Derechos Humanos de la ONU, Philip Alston, en la Asamblea General de 2019 hab¨ªa se?alado que muchas de las soluciones basadas en IA, en caso de que no tom¨¢ramos medidas al respecto, nos iban a llevar a ¡°automatizar la pobreza¡±.
Seg¨²n ¨¦l, nos quedar¨ªa poco del estado de bienestar si no hac¨ªamos intervenir a la pol¨ªtica para que las decisiones tecnol¨®gicas no generan m¨¢s brechas. Su sencilla y brillante advertencia no era ni es evidente ante la fascinaci¨®n de la IA. Antes de globalizar el nombre por sus siglas de esta joven de 70 a?os, parec¨ªa que pod¨ªamos intervenir pol¨ªticamente en los procesos tecnol¨®gicos. Todav¨ªa pens¨¢bamos en ellos como un producto de la interacciones entre las personas; al fin y al cabo, cualquier tecnolog¨ªa es creaci¨®n de colectivos de personas y la pol¨ªtica es algo que sabemos hacer con personas. Aprendimos, desde hace mucho tiempo, a negociar decisiones en favor o en contra de la desigualdad.
Al parecer, el momento de tomar medidas sobre la tecnolog¨ªa en general puso en alerta temprana a quienes antes hab¨ªan llegado tarde y, hoy por hoy, ya todos est¨¢n alertados de no dejar pasar el tiempo para incidir pol¨ªticamente sobre la IA. Necesitamos que 2024 sea el a?o donde pongamos en acci¨®n pol¨ªticas para la IA, en especial, pol¨ªticas locales en los pa¨ªses con m¨¢s desigualdad, que ser¨¢n los m¨¢s afectados por sus consecuencias.
Regulaci¨®n y desigualdad
Am¨¦rica Latina y el Caribe es una de las regiones m¨¢s desiguales del mundo: una de cada tres personas vive en la pobreza. Seg¨²n CAF-banco de desarrollo de Am¨¦rica Latina y el Caribe, el 10% m¨¢s pudiente del continente acumula el 77% de la riqueza y el 50% m¨¢s pobre solo el 1%. Sin una acci¨®n decidida que ocupe a sus Gobiernos por el avance de la IA, especialmente en ¨¢reas con impacto en la vida diaria como el trabajo, la educaci¨®n, la salud y la justicia, estas diferencias crecer¨¢n inevitablemente.
Los Gobiernos regionales tomaron nota. Seg¨²n Juan Manuel Garc¨ªa, investigador de Derechos Digitales, los primeros esfuerzos para ocuparse de la IA tomaron el camino de guiarse por los principios de organismos internacionales y generar sus propias estrategias y planes, que en algunos casos se transformaron en proyectos de ley. Entre 2019 y 2021, Argentina, Brasil, M¨¦xico y Uruguay generaron iniciativas en base a consultas con funcionarios, expertos t¨¦cnicos y empresas. Sin embargo, fallaron en un punto vital: no incluyeron de manera efectiva a grupos hist¨®ricamente marginalizados por las tecnolog¨ªas. En otros casos, se trat¨® de avanzar en propuestas para tecnolog¨ªas de IA cuando todav¨ªa no se contaba con leyes de protecci¨®n de datos o cuando esas mismas leyes necesitaban una actualizaci¨®n para adecuarse a los nuevos tiempos. Es decir, se quiso legislar sobre ¡°lo m¨¢s nuevo¡± sin bases s¨®lidas de otros derechos que se involucran con las tecnolog¨ªas.
¡°La regulaci¨®n de IA no nace en un vac¨ªo, sino que viene unida a distintos marcos legales de la tecnolog¨ªa¡±, se?ala a EL PA?S Micaela Mantegna, afiliada al Berkman Klein Center de la Universidad de Harvard y miembro de la Iniciativa de IA Responsable de Chatham House. La investigadora se?ala los casos de las normativas de protecci¨®n de datos personales que son un insumo para entrenar IA, las leyes de competencia que pueden favorecer a que solo determinados jugadores puedan cumplir con est¨¢ndares para desarrollar IA o las leyes de propiedad intelectual que se ponen en juego con la IA generativa. ¡°Por estas razones, desde Am¨¦rica Latina estamos mucho m¨¢s condicionados de lo que parece, porque no empezamos de cero¡±, dice.
Seg¨²n la OCDE, de las 600 regulaciones o iniciativas relacionadas a la IA actuales provenientes de 60 pa¨ªses del mundo, la mayor parte y en debate proviene del llamado norte global. ?Qu¨¦ lugar le queda al llamado sur global en el debate por el avance y los l¨ªmites a la IA? ?Nuestro destino es asumir como propias y aplicar acr¨ªticamente las recomendaciones elaboradas desde otros pa¨ªses? ?O, en cambio, buscaremos crear soluciones propias para los impactos que tienen el avance de las tecnolog¨ªas en nuestros pa¨ªses? Si nuestros problemas son otros, sin duda, nuestras soluciones tambi¨¦n necesitar¨ªan ser otras.
Una IA para Am¨¦rica Latina
Para crear nuestro propio camino, hay razones ¨Calgunas hist¨®ricas- que dificultan el avance. Nuestra regi¨®n suele tener problemas pol¨ªticos y econ¨®micos urgentes, cada d¨ªa, a cada hora. La resoluci¨®n de lo inmediato impide pensar a largo plazo. En el caso de la IA, su aplicaci¨®n m¨¢s inmediata en la vida de las personas sucede en la transformaci¨®n del trabajo. Sin embargo, ante el avance de pol¨ªticas regresivas, gremios y sindicatos ¨Cque sin dudas est¨¢n interesados en pensar el futuro en relaci¨®n a las tecnolog¨ªas- se ven obligados a defender derechos del siglo XX, m¨¢s que prepararse para los del siglo XXI.
A eso se suma el efecto del ¡°v¨¦rtigo de la IA¡±, que paraliza iniciativas sectoriales al suponer que la automatizaci¨®n va a cambiar todo lo que ya conocemos. Al contrario, los procesos de transformaci¨®n digital suelen ser paulatinos, conservan una parte de lo viejo en lo nuevo, y en general pueden planificarse, gestionarse, gobernarse. Por caso, ?qui¨¦nes pueden hacer mejor uso del ChatGPT sino aquellos lectores y escritores con capacidad para analizar y reformular las ayudas de esta tecnolog¨ªa para sus propios prop¨®sitos de manera tal ¨¢gil como las respuestas del programa, pero con la precisi¨®n y adecuaci¨®n que solo un humano s¨®lidamente formado puede tener? Lo viejo no solo es ¨²til, tambi¨¦n es indispensable para distinguir informaci¨®n de conocimiento.
Pero tambi¨¦n, adem¨¢s de las dificultades, existen soluciones que tenemos m¨¢s a mano de lo que imaginamos. ¡°Am¨¦rica Latina necesita conectar la investigaci¨®n aplicada a las soluciones locales, seg¨²n sus propias prioridades¡±, comenta a EL PA?S Fabrizio Scrollini, presidente de la Iniciativa Latinoamericana por los Datos Abiertos (ILDA). A esto suma pol¨ªticas de gobernanza para los modelos que alimentan a la IA, que aseguren que su uso sea adecuado para cada contexto, para el desarrollo y para los derechos de las personas. Y finalmente, cree que es importante llevar adelante acciones educativas para el uso responsable de las tecnolog¨ªas que se desarrolle. ¡°Creo que las estrategias macro son necesarias para luego ayudar a las sectoriales, pero tienen que ser procesos ¨¢giles¡±, y coincide en que para que eso suceda, el dif¨ªcil contexto de la regi¨®n es un obst¨¢culo a cruzar.
Un buen ant¨ªdoto para evitar la par¨¢lisis es avanzar en soluciones locales, con decisiones concretas y sectoriales. En 2023, la Oficina de la Unesco en Montevideo, con apoyo de la Uni¨®n Europea, se realiz¨® un programa de capacitaci¨®n para formadores de escuelas judiciales en la Corte Interamericana de Derechos Humanos en temas de IA y su impacto en los procesos judiciales. Se reunieron profesionales de 12 pa¨ªses de Am¨¦rica Latina y el Caribe para explorar los cambios en la profesi¨®n de los jueces, fiscales y tribunales de la regi¨®n, y tomar decisiones no s¨®lo en t¨¦rminos de herramientas tecnol¨®gicas, sino tambi¨¦n en la visi¨®n de los casos de derechos humanos, que hoy adquieren otra dimensi¨®n en funci¨®n de los impactos de las tecnolog¨ªas. Durante tres d¨ªas en Costa Rica, un conjunto de profesionales logr¨® trabajar para que el avance tecnol¨®gico no fuera un fantasma inasible. Ahora, ese grupo de personas est¨¢ replicando la experiencia en sus pa¨ªses, y la red seguir¨¢ creciendo.
Las soluciones locales, al principio ¡°artesanales¡±, y con un tiempo que no es el de la aceleraci¨®n tecnol¨®gica parecen ser un camino posible. La investigaci¨®n de los escenarios donde la tecnolog¨ªa est¨¢ generando efectos que necesitan ser gobernados es otro.
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