La exitosa f¨®rmula de Lula para acabar con la miseria heredada
Dos tercios de la primera generaci¨®n de ni?os que recibieron la ayuda del programa brasile?o contra la pobreza prosperaron y la mitad logr¨® un empleo formal
Jesiel Viana es un ingeniero de software brasile?o de 34 a?os que no tiene fotos de su infancia. En aquella ¨¦poca no hab¨ªa celulares, su familia era pobr¨ªsima y todo quedaba lejos. Creci¨® en Inhuma (Piau¨ª), una peque?a ciudad de interior en el Brasil m¨¢s ¨¢rido y necesitado. La electricidad solo lleg¨® este siglo, cuando ¨¦l ten¨ªa 15 a?os. Hijo de agricultores ¡ªuna madre que consigue leer y escribir y un padre analfabeto¡ª, Viana pertenece a la primera generaci¨®n de los hijos de Bolsa Familia, el programa que sac¨® a 25 millones de brasile?os de la miseria, mitig¨® el hambre, mejor¨® la salud¡ Aquella peque?a ayuda mensual ¡ªunos 144 reales actuales, 25 d¨®lares o 23 euros¡ª cambi¨® el destino de esta familia con tres hijos que plantaba frijol y mandioca. Malviv¨ªan con lo m¨ªnimo y con pr¨¦stamos a precio de usura. Aquel cr¨ªo que vio su primer ordenador a los 18, logr¨® una maestr¨ªa en Ingenier¨ªa de Software y es profesor. Su caso puede parecer excepcional pero no lo es tanto, seg¨²n acaba de certificar un estudio acad¨¦mico.
Los investigadores han constatado que el 64% de la primera generaci¨®n de hijos de Bolsa Familia son adultos que ya no necesitan ayudas p¨²blicas, rompieron el ciclo de la pobreza que a menudo atrap¨® a sus familias durante siglos. Y la mitad logr¨® alg¨²n empleo formal, seg¨²n el estudio Social mobility and CCT programs: The Bolsa Fam¨ªlia program in Brazil (Movilidad Social y los programas de transferencia de dinero: el programa Bolsa Familia en Brasil), publicado en la revista World Development Perspectives (Perspectivas del Desarrollo Mundial). Los autores siguieron a los beneficiarios de 7 a 16 a?os entre 2005 y 2019 para revisar si de adultos a¨²n necesitaban al Estado para lo m¨¢s b¨¢sico.
Bolsa Familia, creado por Fernando Henrique Cardoso y expandido por Luiz In¨¢cio Lula da Silva, es conocido como uno de los programas contra la miseria m¨¢s eficaces y baratos del mundo. Pese a su ¨¦xito, todav¨ªa 21 millones de hogares necesitan esta paga mensual ¡ªemblema de la pol¨ªtica social del Partido de los Trabajadores¡ª cuya cuant¨ªa se quintuplic¨® a partir de la pandemia.
¡°El programa tiene efectos positivos a largo plazo, son efectos no anticipados. Nadie pens¨® en eso cuando se cre¨® Bolsa Familia¡±, explic¨® al diario Valor Econ?mico uno de los autores del estudio, Paulo Tafner, director del Instituto Mobilidade e Desenvolvimiento Social. El economista sostiene que el ¨¦xito est¨¢ en que Bolsa Familia impone dos contrapartidas: es obligatorio que los hijos vayan a la escuela y que est¨¦n vacunados. Gracias a eso, varias generaciones siguieron estudiando sin tener que trabajar para ayudar a la econom¨ªa familiar.
Con los a?os, al Estado le ha salido rentable, seg¨²n el citado estudio. Aquellos ni?os contribuyen a las arcas p¨²blicas con sus impuestos. Se cre¨® un c¨ªrculo virtuoso que, de todos modos, no venci¨® las desigualdades. Bolsa Familia funcion¨® mejor entre los hombres, los blancos y las regiones m¨¢s pr¨®speras.
Como Viana, millones de brasile?os conquistaron ¡ªgracias a ayudas p¨²blicas y a aprovechar cada oportunidad¡ª una vida inimaginable cuando eran ni?os. Estas son las historias de cuatro de ellos: el ingeniero inform¨¢tico que creci¨® sin luz en Piau¨ª; una psic¨®loga y pr¨®spera empresaria que empez¨® a trabajar a los 14, m¨¢s tarde que sus hermanos; un t¨¦cnico ayudante de cardi¨®logo que a los 13 compart¨ªa un ¨²nico par de zapatillas con un hermano y una profesora de ingl¨¦s y portugu¨¦s criada por una abuela viuda que una vez al mes lograba darle un capricho, unas galletas rellenas pagadas a cr¨¦dito.
Aline Nogueira dos Santos, 34 a?os, R¨ªo. Profesora de ingl¨¦s y portugu¨¦s
¡°Mi abuela nos crio a mis dos hermanos y a m¨ª¡±, arranca al tel¨¦fono. ¡°Era una viuda analfabeta con una pensi¨®n m¨ªnima, pero dentro de todas las dificultades no dej¨® que nos faltara nada de lo b¨¢sico. Bolsa Familia para nosotros no fue cuesti¨®n de supervivencia, como para otros, pero nos trajo cierta dignidad¡±, dice esta carioca que ense?a idiomas en dos colegios privados. Con la ayuda, pudo brindarles momentos de felicidad en medio de aquella precariedad. Bolsa Familia significaba hacer un plan especial, ir al parque, un juguete. Quiz¨¢ estrenar ropa en Navidad. Y un peque?o capricho de vez en cuando. ¡°En aquella ¨¦poca hab¨ªa ambulantes que vend¨ªan puerta a puerta un kit de galletas rellenas, o yogures, y se pagaba el mes siguiente¡±.
A los 18 a?os, Dos Santos tuvo su primer empleo formal. Y a los 24 entr¨® a la universidad gracias a un pr¨¦stamo del que le quedan solo dos cuotas por pagar.
Graciane Barbosa, 31 a?os, Chopizinho (Paran¨¢), psic¨®loga
¡°Siempre digo que soy hija de pol¨ªticas p¨²blicas¡±, recalca Barbosa, la peque?a de tres hermanos criados por una madre sola que trabaj¨® toda su vida en servicios generales y durante un par de a?os necesit¨® Bolsa Familia. Con eso, en aquella fase dif¨ªcil, pudieron comprar material escolar o comer carne alguna vez. El destino de la peque?a empez¨® a cambiar en tercer o cuarto curso, al entrar en un programa de erradicaci¨®n del trabajo infantil. Surti¨® efecto. A los 14 a?os ganaba dinero como ni?era y estudiaba de noche, pero supuso una enorme mejora respecto a sus hermanos: el mayor trabaj¨® desde los 9, el mediano a los 11. ¡°Aquel programa se convirti¨® en un refugio. Hice k¨¢rate, teatro, dibujo, refuerzo escolar, literatura¡ Me ampli¨® las miras, me dio un repertorio para la vida¡±.
Barbosa da clase en la universidad y trabaja como psic¨®loga con ni?os autistas en la pr¨®spera consulta que cre¨®. Es una orgullosa contribuyente. Hija de fundadores del Movimiento de los Sin Tierra, apunta: ¡°Si quiero hacer un an¨¢lisis bien liberal, dir¨¦ que aporto 20.000 reales mensuales [3.500 d¨®lares] en impuesto de sociedades a las arcas p¨²blicas¡±. Conf¨ªa en que ese dinero sirva para dar oportunidades a quien las necesita.
Explica que, con la llegada de Lula al poder, en 2003, familias como la suya dejaron de sentirse desamparadas. Sus vidas cambiaron. Su progenitora, casada a los 14, madre a los 16, cumpli¨® su sue?o (con ayuda p¨²blica) de comprar una casa de ladrillo, tejas y con ba?o decente. ¡°Y yo tengo una vida que nunca so?¨¦. Casa propia, coche, un doctorado¡¡±.
Samuel Zanetti Barreto, 38, Viam?o (R¨ªo Grande do Sul). Ayudante de cardi¨®logo
El mayor de cinco hermanos, las cosas iban lo suficientemente bien en la familia para que todos estudiaran en colegios privados hasta que todo se torci¨®. Su padre se qued¨® en paro, le embargaron las cuentas. ¡°Fueron unos a?os muy complicados¡±, relata. Lo primero, todos a la escuela p¨²blica. Luego, la madre y los hermanos mayores hicieron lo que toda familia brasile?a cuando pierde los ingresos: vender empanadillas o dulces en la calle. ¡°Bolsa Familia fue fundamental¡±, un salvavidas, porque, aunque su padre encontr¨® un trabajo, no llegaba para mantener a los siete.
Zanetti, que siempre fue buen estudiante y trabaja como t¨¦cnico en estimulaci¨®n cardiaca artificial, apunta un ejemplo muy claro para ilustrar lo que significa ser pobre. ¡°Cuando yo ten¨ªa 13 a?os, mi hermano y yo estudi¨¢bamos en turnos separados. A la gente le parec¨ªa raro. Es que no ten¨ªamos m¨¢s que un par de zapatillas de deporte para los dos. Y, claro, sientes verg¨¹enza¡±. A la escasez material se sumaba la marginaci¨®n por puro desconocimiento. Aunque en casa ten¨ªan una peque?a biblioteca, vivieron a?os sin documentaci¨®n ni acceso a los bancos. El apoyo de otros evang¨¦licos fue crucial, a?ade.
Cuando el primog¨¦nito consigui¨® una beca para la universidad y unas pr¨¢cticas pagadas, empez¨® la familia a salir del agujero. Tanto ¨¦l como sus cuatro hermanos construyeron proyectos de vida, se emanciparon del Estado.
Jesiel Viana, 34 a?os, Inhuma (Piau¨ª). Ingeniero de Software
Creci¨® lejos de casi todo, con casi nada en una ciudad agr¨ªcola. A los 11 a?os, el chaval que se convirti¨® en programador de software trabajaba la tierra y cada noche viajaba 30 kil¨®metros para ir a clase. El mayor de tres, a los 12 a?os tuvo su primer pantal¨®n largo ¡ªunos jeans¡ª. Com¨ªan carne a lo sumo una vez por semana o cuando cazaban alg¨²n animal silvestre. Bolsa Familia, que su madre recibi¨® durante m¨¢s de una d¨¦cada, era esencial porque incluso con eso eran muchas las estrecheces. ¡°Viv¨ªamos con lo m¨ªnimo, mis padres no gastaban nada, son evang¨¦licos¡±.
A los 18 Viana se mud¨® a otra galaxia, a Brasilia, a casa de un t¨ªo suyo. All¨ª vio la primera computadora de su vida. Trabaj¨® en una gasolinera para ahorrar antes de ir a la universidad gracias a una beca. Recuerda que se matricul¨® en inform¨¢tica porque ¡°el coste del material era cero¡±. Al principio estaba perdid¨ªsimo. ¡°No entend¨ªa ni los conceptos m¨¢s b¨¢sicos, pero me daba verg¨¹enza preguntar¡±, pero siempre tuvo la convicci¨®n de que saldr¨ªa adelante y enorme confianza en s¨ª mismo. Tras ganarse muy bien la vida durante unos a?os en la capital como ingeniero inform¨¢tico, quiso regresar a casa, a Piau¨ª, uno de los Estados donde m¨¢s familias reciben Bolsa Familia. Oposit¨® y consigui¨® una plaza de profesor en un instituto federal donde el alumnado se cree que bromea cuando les cuenta que creci¨® all¨ª cerca con enormes estrecheces. Sin luz, ordenador o fotos.
Las carencias persisten. A veces se lleva a alg¨²n estudiante a almorzar a casa con su familia porque si no se quedar¨ªa sin comer.
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