Si Olympe de Gouges viviera, Rosario Murillo la encarcelar¨ªa
La copresidenta de Nicaragua ha perseguido a decenas de mujeres, las ha encarcelado, obligado al exilio, confiscado sus bienes, arrebatado su nacionalidad y ha prohibido el derecho al aborto
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All¨¢ por 1791 una francesa tuvo la osad¨ªa de reclamar derechos para las mujeres. Olympe de Gouges, seud¨®nimo de Marie Gouze, se atrevi¨® a escribir La declaraci¨®n de los derechos de la mujer y la ciudadan¨ªa, en respuesta a la Declaraci¨®n de los derechos del hombre. Su atrevimiento le cost¨® caro y las autoridades francesas (hombres, por supuesto) la encarcelaron. A De Gouges la acusaron de conspirar contra la Rep¨²blica y m¨¢s tarde la guillotinaron. El pecado de De Gouges fue alzar la voz. Ahora no se guillotina a mujeres, pero s¨ª se las encarcela, enjuicia, condena, persigue, expropia, exilia y destierra. Y peor a¨²n: se las condena a parir sin su consentimiento, aunque sean ni?as. O las matan.
Uno de estos d¨ªas de frescor oto?al hall¨¦ en la librer¨ªa de la Editorial Siglo XXI, en el sur de Ciudad de M¨¦xico, una antolog¨ªa preciosa: Precursoras del feminismo, editado en 2022 en Madrid por Clave Intelectual. Se trata de un volumen ¡ªcon traducci¨®n y edici¨®n de Gonzalo Torn¨¦ y pr¨®logo de Tamara Tenenbaum¡ª que re¨²ne textos publicados entre 1786 y 1911 de mujeres pioneras en las ideas ¡°sobre la necesidad de mejorar la vida y las condiciones educativas y de trabajo¡± de ellas, como se?ala la contraportada del libro. Textos de pioneras que son la g¨¦nesis, si se me permite la expresi¨®n, del pensamiento feminista.
Fue hojeando el libro que me encontr¨¦ con la declaraci¨®n de De Gouges e inmediatamente se me vino a la cabeza otra mujer, la nicarag¨¹ense Rosario Murillo. Han pasado ya 233 a?os desde que guillotinaron a De Gouges por su insolencia de cuestionar a Robespierre, pero estoy seguro de que si viviera en la Nicaragua de estos d¨ªas ser¨ªa Murillo quien la meter¨ªa en la c¨¢rcel.
Intentar¨¦ explicarme. En s¨ªntesis, la francesa ped¨ªa lo que siguen exigido las mujeres: igualdad. Parte del hecho de que las mujeres nacen libres y tienen los mismos derechos que sus pares, los hombres. Esos derechos incluyen la libertad, claro, pero tambi¨¦n la propiedad, la seguridad y, por encima de todo (?vaya atrevimiento!), ¡°la resistencia a la opresi¨®n¡±. Seg¨²n nuestra c¨¦lebre francesa, ¡°la libertad y la justicia se basan en devolver todo lo arrebatado a otros¡±, porque, afirma, el ejercicio de los derechos naturales de la mujer ¡°tiene como objetivo los l¨ªmites que la tiran¨ªa del hombre impone¡±. Porque, claro, ¡°si la mujer tiene derechos suficientes para subirse al cadalso, tambi¨¦n los tiene para subirse al p¨²lpito¡±.
En 1791, esas declaraciones fueron razones suficientes para pasar a esta francesa por la guillotina, pero estamos en 2024 y, si viviera, seguramente a De Gouges le dar¨ªa un ataque antes de subir al cadalso. Sucede que una mujer, Rosario Murillo, ha condenado a sus pares a la tortura, ha ordenado matar, junto con su esposo, Daniel Ortega, a los hijos de muchas mujeres nicarag¨¹enses, las ha encarcelado, desterrado y confiscado. Murillo, a trav¨¦s de su esposo, presion¨® para que se prohibiera el aborto en todas sus formas en Nicaragua, buscando una alianza oportunista con la Iglesia. ?Cu¨¢l fue la consecuencia? Perm¨ªtanme poner un solo ejemplo: en 2011, en la lejana aldea caribe?a de Walpa Siksa, perdida entre manglares y la selva tropical, una ni?a ind¨ªgena de 12 a?os result¨® embarazada por violaci¨®n. Pese a que su salud estuvo en riesgo por s¨ªntomas de preeclampsia e hipertensi¨®n, las autoridades bajo el liderazgo de Murillo, que en Nicaragua lo controla todo, se negaron reiteradamente a aplicar un aborto terap¨¦utico. La ni?a dio a luz por ces¨¢rea y el nacimiento fue horteramente utilizado por la copresidenta. ¡°Es un milagro¡±, afirm¨®. ¡°Dios nos sigue bendiciendo con prodigios en esta Nicaragua llena de fe. El nacimiento de esta criatura es un signo de Dios¡±, dijo.
Desde que Ortega retorn¨® al poder en 2007, con Murillo como su principal asesora y jefa de facto del Ejecutivo (y ahora su heredera), una de sus medidas fue usar a la Polic¨ªa Nacional como herramienta represiva. Fueron las mujeres las primeras en sufrirlo. Recuerdo los garrotazos de la Polic¨ªa a las mujeres durante una de las marchas del 8 de marzo, cuando se les prohibi¨® manifestarse por esa causa tan leg¨ªtima como es la igualdad, sus derechos, el aborto. ?Derechos? ?Aborto? Para qu¨¦, si el destino de la mujer es ser madre, ha dejado entrever Murillo, madre de nueve hijos. En un art¨ªculo titulado La conexi¨®n feminista, escribi¨®: ¡°El feminismo quiso ser una proposici¨®n de Justicia. La distorsi¨®n del feminismo, la manipulaci¨®n de sus banderas, la deformaci¨®n de sus contenidos, la disposici¨®n de sus postulados para la Causa del Mal en el mundo, es, indiscutiblemente, un acto de traici¨®n, alevoso y cruel, de los verdaderos intereses, personales y colectivos de las mujeres, que son sustituidos por mezquinas ambiciones, y perversas intenciones pol¨ªticas¡±. Murillo denunciaba entonces que hab¨ªa mujeres que prefer¨ªan tener perros a tener hijos. ?Les suena?
Desde 2018, cuando estallaron una serie de protestas contra la deriva represiva de Ortega y Murillo, decenas de mujeres fueron encarceladas, entre ellas la hero¨ªna de la revoluci¨®n sandinista Dora Mar¨ªa T¨¦llez. Voces potentes del feminismo como la escritora Gioconda Belli, la soci¨®loga Sof¨ªa Montenegro, la jurista y feminista Azahalea Sol¨ªs fueron obligadas al exilio y sus bienes confiscados. Tambi¨¦n les arrebataron su nacionalidad. La persecuci¨®n ha sido tal que Murillo ha ordenado la expulsi¨®n de monjas de Nicaragua. ?Monjas! Ella, que se ha definido como cristiana, socialista y solidaria. Hay que recordar que en 1998, cuando su hija Zoilam¨¦rica Narv¨¢ez denunci¨® p¨²blicamente por violaci¨®n a Ortega, Murillo lo neg¨® todo y la declar¨® loca. Y es esta misma mujer quien en 2018 apret¨® el gatillo de la represi¨®n con la orden ¡°vamos con todo¡±, lo que inici¨® una matanza que termin¨® con m¨¢s de 360 personas asesinadas, seg¨²n organizaciones internacionales de derechos humanos.
Murillo ha obligado obediencia absoluta a sus funcionarias, aunque dentro de su propaganda llama a su Gobierno autoritario ¡°paritario¡±. La verdad es que ninguna ministra, directora de instituciones, jueza u oficial puede tomar una decisi¨®n si no cuenta con la venia de la todopoderosa copresidenta. Ortega no solo la ha nombrado su segunda al mando, sino que la ha llamado la ¡°eternamente leal¡± por la disposici¨®n de esta mujer de verbo incendiario de cometer cr¨ªmenes atroces con su larga mano dura, cubierta de anillos que son sus talismanes. En Murillo se junta el autoritarismo, falsa bondad cristiana, pseudo ciencia, creencias m¨ªsticas y un sincronismo lleno de mentiras, manipulaci¨®n hist¨®rica y odio visceral contra todo lo que se oponga a su enorme ambici¨®n por el poder. Ella se ha encargado de separar familias, en una muestra de su inmensa crueldad. Y sucede que quienes con m¨¢s fuerza han levando la voz han sido las mujeres, a las que ha perseguido con ferocidad, hasta cometer el mal¨¦volo crimen de desterrarlas.
No, no es 1791, pero imagino que si De Gouges viviera en la Nicaragua actual alzar¨ªa la voz ante tantas injusticias. No hay guillotina, pero la c¨¢rcel seguramente la esperar¨ªa con su humedad, oscuridad y abandono. Sus palabras, sin embargo, no pueden ser encerradas en unas mazmorras: ¡°Sean cuales sean las barreras con que se enfrenten, las mujeres podr¨¢n derribarlas: solo tendr¨¢n que propon¨¦rselo¡±.
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