Los mataron y los descuartizaron. Eran unos ni?os
La historia de los cuatro menores de edad que desaparecieron a manos de un escuadr¨®n de militares y sus cad¨¢veres aparecieron d¨ªas despu¨¦s sepultados en el fango en Ecuador
Ismael, Josu¨¦, Nehem¨ªas y Steven jam¨¢s tendr¨¢n la licencia de conducir, no se casar¨¢n ni votar¨¢n. No regresar¨¢n a la cancha de f¨²tbol donde sol¨ªan jugar ni podr¨¢n comprar la casa que so?aban regalarle a su madre. La noche del 8 de diciembre, un escuadr¨®n compuesto por 16 militares los captur¨®, los subi¨® a la caja de una camioneta, los golpe¨® en la cara y los llev¨® a una zona rural donde hay una base militar. Todo qued¨® registrado en las c¨¢maras de videovigilancia, en lo que ser¨ªa la ¨²ltima noche en que los ni?os fueron vistos con vida.
La tarde de Navidad, lleg¨® la noticia que ning¨²n padre quiere recibir: deben ir a la morgue a intentar reconocer los restos calcinados de sus hijos. Los investigadores, guiados por informantes, llegaron a una zona pantanosa de Taura, de dif¨ªcil acceso, y all¨ª desenterraron los huesos sepultados en el fango. Ante esos fragmentos de cuerpos, era imposible creer que pertenecieran a los ni?os, aquellos chicos de huesos fuertes, musculatura definida, piel gruesa, sonrisa amplia y ojos vibrantes.
¡°Yo los cuid¨¦, hice todo para que estuvieran bien¡±, repet¨ªa una y otra vez Luis Arroyo, padre de Ismael y Josu¨¦, durante el velorio, frente al f¨¦retro envuelto en pl¨¢stico. Aquel caluroso 1 de enero en Guayaquil, se colg¨® las medallas que Ismael hab¨ªa ganado en los campeonatos de f¨²tbol. Era tan buen jugador que, a sus 15 a?os, ya formaba parte de una liga profesional. La familia sacrific¨® mucho para comprarle los zapatos adecuados y que Ismael pudiera cumplir su sue?o de estar en un equipo de f¨²tbol. Su cuarto, dice Luis, permanece intacto. Por las noches, en sus desvelos, entra y se queda all¨ª, esperando verlos dormidos en sus camas, como antes. ¡°Me quedo pensando en la forma en que les quitaron la vida, mutil¨¢ndolos, quem¨¢ndolos. Estoy fuerte solo por la fuerza de Dios¡±, afirma el padre.
No hay un solo momento en que Luis no piense en la vida que comparti¨® con ellos. Los recuerda cuando ve el espacio vac¨ªo en su moto, que antes ocupaban Ismael y Josu¨¦, cuando los recog¨ªa del colegio y los llevaba a los entrenamientos. Ahora viaja solo.
Nehem¨ªas Arboleda cumpli¨® 15 a?os tres d¨ªas despu¨¦s de que la patrulla lo capturara. Viv¨ªa en una peque?a casa de ca?a y madera. Nehem¨ªas amaba cantar y ya hab¨ªa aparecido en videoclips de artistas locales. Steven, el m¨¢s peque?o, de solo 11 a?os, participaba en grupos comunitarios donde se reun¨ªa con otros ni?os para jugar.
El barrio Las Malvinas sigue viviendo bajo la sombra del crimen que seg¨® la vida de estos cuatro j¨®venes. ¡°Los ni?os tienen miedo de los militares, los ven pasar y salen corriendo a las casas¡±, cuenta Luis. La presencia de los soldados siembra temor, especialmente entre las familias de los cuatro chicos, quienes se enfrentan a una instituci¨®n que muestra su poder con el respaldado de un Gobierno que no protegi¨® a los ni?os, que intent¨® incriminarlos por delitos que no cometieron, y que culp¨® a las familias por permitir que sus hijos estuvieran fuera de casa esa noche. ¡°Ni siquiera el presidente nos ha dado el p¨¦same¡±, sentencia Luis.
En la cancha de f¨²tbol donde Ismael hab¨ªa ascendido de categor¨ªa, sus amigos de entrenamiento y del barrio se unieron para aplaudir al un¨ªsono: ¡°?Somos futbolistas, no delincuentes!¡±. Vestidos de blanco, organizaron un partido amistoso en honor a los chicos. En un momento, Luis Arroyo, el padre de Ismael y Josu¨¦, sumido en la negaci¨®n de la realidad, olvid¨® por un instante el destino de sus hijos y sonri¨®.
Para el D¨ªa de Reyes, el ministro de Defensa, Giancarlo Loffredo, public¨® un video en el que, rodeado de personal militar, intentaba cumplir con la sentencia de una jueza que, a trav¨¦s de un habeas corpus, hab¨ªa reconocido la desaparici¨®n forzada de los j¨®venes. ¡°Estoy aqu¨ª para decirles a las familias de Ismael, Josu¨¦, Sa¨²l y Steven que jam¨¢s se podr¨¢ entender lo que est¨¢n sintiendo. Lo lamento, mis m¨¢s sentidas disculpas¡±, dijo Loffredo, aunque su tono presagiaba que el ¡°pero¡± llegar¨ªa enseguida. ¡°Como ministro de Defensa Nacional, dejo en claro que esta noble instituci¨®n no particip¨®, ni directa ni indirectamente, en ning¨²n acto de desaparici¨®n forzada¡±, a?adi¨®, calificando la decisi¨®n judicial como injusta y cargada de tintes pol¨ªticos. Para cerrar, dej¨® claro su veredicto: ¡°Se?ora jueza, he cumplido con lo dispuesto, pero llegaremos hasta las ¨²ltimas consecuencias para que se sancione su actuaci¨®n. No permitir¨¦ que esta sentencia sea utilizada para arrodillar a las Fuerzas Armadas¡±.
Billy Navarrete, secretario del Comit¨¦ Permanente de Derechos Humanos de Guayaquil, instituci¨®n a cargo de la defensa legal de las familias, denuncia que ¡°esta es una conducta habitual del Gobierno para atacar a los jueces que no se alinean con sus intereses¡±. Las amenazas del ministro no solo afectaron a los jueces, sino tambi¨¦n a los grupos de derechos humanos, a quienes acus¨® de ser instrumentos de persecuci¨®n pol¨ªtica.
¡°Es una conducta ya general del Gobierno para atacar a los jueces que no respondan como ellos quieren¡±, dice Billy Navarrete, secretario del Comit¨¦ Permanente de Derechos Humanos de Guayaquil, que lleva la defensa legal de las cuatro familias de las Malvinas. Las amenazas del ministro tambi¨¦n se extendieron a los grupos de derechos humanos, que los acus¨® de usar una narrativa que sirve de instrumento de persecuci¨®n pol¨ªtica.
No se sabe con exactitud cu¨¢ndo fueron asesinados. Si ese mismo 8 de diciembre, cuando Ismael logr¨® llamar a su padre a pedir que los salvara o si estuvieron secuestrados antes de que sus cuerpos fueran dejados en el pantano. No se conoce en qu¨¦ momento del cruel acto de tener al frente a los ni?os los asesinaron, tampoco cu¨¢l fue el instante en el que los responsables de la masacre infantil, decidieron quemarlos¡ o si los quemaron vivos.
El pr¨®ximo 30 de enero se ha fijado la audiencia de la reconstrucci¨®n de los hechos, donde todos los implicados se ver¨¢n las caras por segunda vez. Los hechos: los secuestraron y los asesinaron. Otro hecho: eran unos ni?os.
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