El museo donde descansan los libros prohibidos
Un centro en Estonia exhibe t¨ªtulos que en alg¨²n momento fueron censurados o desataron pol¨¦micas, desde ¡¯1984¡ä de George Orwell hasta ¡®Cincuenta sombras de Grey¡¯
El Museo de los Libros Prohibidos (Banned Books Museum) abri¨® el pasado 30 de noviembre en Tall¨ªn, la capital de Estonia, con la intenci¨®n de ¡°preservar libros que han sido prohibidos, censurados o quemados y contar su historia al p¨²blico¡±. As¨ª lo explica el cofundador y director, Joseph Dunningam (Dundee, Escocia, 32 a?os), en una entrevista telem¨¢tica con Babelia. El escoc¨¦s se?ala dos cosas que le inspiraron para embarcarse en este proyecto: leer a George Orwell de joven, lo cual le despert¨® un inter¨¦s sobre la censura y la libertad de expresi¨®n, y el sue?o de toda la vida de tener su propia librer¨ªa.
Los estantes del peque?o museo ofrecen una muestra de vol¨²menes variopintos: 1984, de Orwell, est¨¢ justo al lado de la novela er¨®tica Cincuenta sombras de Grey, de E. L. James, y no muy lejos se encuentran dos gigantes de la literatura estadounidense: Las aventuras de Huckleberry Finn, de Mark Twain, y El gran Gatsby, de F. Scott Fitzgerald. La hilera de abajo, por su parte, tiene la distop¨ªa de corte feminista El cuento de la criada, de Margaret Atwood, y la novela gr¨¢fica autobiogr¨¢fica l¨¦sbica Fun Home, de Alison Bechdel. De todos estos, el favorito de Dunningam es El para¨ªso perdido, de John Milton, ¡°en parte porque un fragmento se ha perdido¡±.
Vivir en China cuando era m¨¢s joven tambi¨¦n le dej¨® una gran impresi¨®n: ¡°All¨ª vi muchos tipos de restricciones, en especial sobre lo que puedes o no decir, pero lo m¨¢s perturbador es c¨®mo la poblaci¨®n en general cede ante la censura¡±. La colecci¨®n del museo se divide por pa¨ªses, con secciones dedicadas a China, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido y Estonia. ¡°Cada pa¨ªs tiene una historia y una tendencia particular respecto a la censura. En Reino Unido, por ejemplo, tiende a relacionarse con el sexo; en Rusia el objetivo es el control de ideas pol¨ªticas, y en Estados Unidos predomina la protecci¨®n a los ni?os de temas sensibles¡±, comenta el director.
¡°Espero que pronto tengamos tambi¨¦n una secci¨®n dedicada a Espa?a¡±, indica Dunningam, que cuenta que ha estudiado con inter¨¦s la censura durante la dictadura franquista. ¡°No quiero hacerlo sin la investigaci¨®n previa necesaria. Hay que tener un gran conocimiento del tema, recolectar un gran n¨²mero de libros y solo entonces exhibirlos al p¨²blico. As¨ª es como solemos hacerlo¡±, se?ala el escoc¨¦s. ¡°Espero poder hacer ese acercamiento profundo a la historia de Espa?a del siglo XX¡±.
¡°Todo el mundo pregunta por Mein Kampf¡±
Dunningam explica que los textos que han sido meramente pol¨¦micos, impugnados o debatidos no entran en la colecci¨®n, as¨ª como tampoco los libros electr¨®nicos, las revistas, los peri¨®dicos, las pel¨ªculas, los c¨®mics o la m¨²sica. ¡°Intentamos resumir para poder entrar en profundidad en el tema de la censura¡±. Aqu¨ª el museo se adentra en un territorio sensible: dibujar una frontera sobre qu¨¦ es y no es aceptable mostrar al p¨²blico.
¡°M¨¢s del 95% de la colecci¨®n entra dentro de lo que llamamos categor¨ªa A. Esos libros se exponen abiertamente con una explicaci¨®n. La categor¨ªa B son los tomos que no exhibimos pero se ense?an si se solicitan. Y la categor¨ªa C est¨¢ reservada a los libros que se preservan pero nunca se exhiben¡±, explica el director. Dunningam da como ejemplo hipot¨¦tico un manual de fabricaci¨®n de bombas de la Guerra de Independencia de Estonia: ¡°No estoy interesado en herir a nadie. Lo preservamos porque es historia, pero lo mantenemos fuera de los estantes¡±.
¡°Todo el mundo pregunta por Mein Kampf¡±, apunta el escoc¨¦s con algo de tedio. Explica que el manifiesto escrito por Adolf Hitler est¨¢ en la categor¨ªa B y que ¡°no es un libro con poderes m¨¢gicos¡± que pueda cambiar la mente de quienes lo lean. Opina que cualquier persona racional puede hacer una lectura madura. ¡°Desde que abrimos, todos los visitantes se han acercado a ¨¦l de esa forma. Comprenden nuestro objetivo y se toman en serio el tema. No queremos ser un im¨¢n para seguidores de ciertas ideolog¨ªas, sea en la direcci¨®n que sea. Intentamos ser neutrales y sin sesgos y enfocarnos en la historia de los libros¡±.
El reto de abrir un museo en plena pandemia
El principal problema que enfrenta hoy el Museo de los Libros Prohibidos no es un censor, sino un virus. Cuando abri¨® sus puertas en noviembre tuvo que cerrar casi de inmediato debido a las restricciones sanitarias por un aumento de los contagiados de covid-19 en Estonia. La naci¨®n b¨¢ltica, con una poblaci¨®n de 1,3 millones de habitantes, ha pasado de tener unos 3.400 casos y 65 muertes al inicio de octubre a alrededor de 66.500 enfermos confirmados y m¨¢s de 600 fallecidos a principios de marzo.
¡°El museo es peque?o y es un reto mantenerlo abierto, en especial durante la pandemia¡±, confiesa Dunningam, y explica que la instituci¨®n est¨¢ registrada como una empresa social y el dinero que entra se destina exclusivamente a su mantenimiento. Los ingresos, seg¨²n el director, vienen de donaciones, de la venta de algunos libros o mercanc¨ªa y de su propio bolsillo. El centro estuvo abierto de forma intermitente en enero y febrero pero ahora est¨¢ previsto su cierre hasta abril. Tambi¨¦n mantiene un club de lectura por internet en el que se comentan diferentes t¨ªtulos: El pr¨ªncipe de Maquiavelo ha sido el ¨²ltimo.
La colecci¨®n no recibe en la actualidad ayuda econ¨®mica de ninguna organizaci¨®n p¨²blica o privada. Dunningam admite que quiz¨¢ en el futuro contemple alg¨²n tipo de asistencia financiera, pero le preocupa que eso signifique ¡°presiones¡± o le obligue a ¡°ignorar alg¨²n tema espec¨ªfico¡±. Considera que muchas personas en Estonia recuerdan todav¨ªa ¡°una ¨¦poca que no hab¨ªa libertad de expresi¨®n¡± y por eso valoran y defienden ese derecho.
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