Isaak B¨¢bel, el escritor que quer¨ªa saberlo todo
Un monumental volumen re¨²ne la narrativa breve del autor ruso, sumada a sus reportajes, diarios, guiones y relatos cinematogr¨¢ficos
La publicaci¨®n en un solo volumen de los cuentos completos de Isaak B¨¢bel ¡ªincluidos diarios, relatos cinematogr¨¢ficos, cr¨®nicas y dem¨¢s narrativa breve¡ª es un verdadero acontecimiento para los lectores en espa?ol y, a riesgo de que suene enf¨¢tico, as¨ª debo decirlo nada m¨¢s empezar. Si adem¨¢s todo este material viene presentado en ciclos y organizado tem¨¢ticamente en una edici¨®n cr¨ªtica con traducciones nuevas, como en este caso, es motivo de mayor alegr¨ªa. Y lo ser¨¢ tanto para quienes ya conoc¨ªan ediciones anteriores de sus c¨®micas aventuras de los g¨¢nsteres de su ciudad natal antes de la Revoluci¨®n (Cuentos de Odesa), los episodios de una infancia jud¨ªa durante los pogromos o su memorable representaci¨®n de los cosacos en la guerra polaco-sovi¨¦tica de 1920 (Ej¨¦rcito de caballer¨ªa, antes Caballer¨ªa roja) como para quienes lo descubran ahora. Estas piezas juntas tienen un efecto multiplicador y unitario, como si fueran cap¨ªtulos de un mismo libro. Con la detenci¨®n de B¨¢bel en 1939 y su aniquilaci¨®n a manos del NKVD se trunc¨® dram¨¢ticamente uno de los mayores talentos literarios del siglo pasado y nunca sabremos cu¨¢ntas p¨¢ginas se le arrancaron a ese libro, pues no se recuper¨® la producci¨®n de sus ¨²ltimos a?os, confiscada en los registros. El escritor ¡°m¨¢s parecido a Ch¨¦jov que tuvieron los sovi¨¦ticos¡±, seg¨²n su mayor especialista, el acad¨¦mico israel¨ª Efraim Sicher, demostr¨® su habilidad para condensar un universo entero con el colorido sensual de Chagall y la truculenta clarividencia de Goya. Si de algo se enorgullec¨ªa B¨¢bel era de ser el escritor que menos palabras in¨²tiles usaba. Por otra parte, esto lo sum¨ªa en un purgatorio creativo con largu¨ªsimos procesos de gestaci¨®n, que le valieron fama de ser un maestro en el arte de incumplir los plazos de entrega para desespero de sus editores, de quienes antes hab¨ªa conseguido formidables anticipos. A uno de ellos le dijo que ni que lo azotaran p¨²blicamente entregar¨ªa un manuscrito antes de considerar que estaba listo.
B¨¢bel se enorgullec¨ªa de ser el escritor que menos palabras in¨²tiles usaba, lo que lo sum¨ªa en un largo purgatorio creativo
¡°Soy hijo de un comerciante jud¨ªo¡±, escribi¨®, ¡°nac¨ª en 1894 en Odesa, en la Moldavanka¡±, uno de los barrios m¨¢s humildes de esa Marsella del mar Negro donde se mezclaban palabras en ruso, yidis y ucranio; los vapores de Cardiff, El Pireo y Puerto Said; los acentos griego, rumano y franc¨¦s; el Talmud, Maupassant y G¨®gol. A sus 19 a?os vio la luz el primer relato de este autor ¡°con gafas sobre la nariz y el oto?o en el alma¡± (como caracteriz¨® a uno de sus personajes) y en 1915 prob¨® suerte en la capital, Petrogrado, donde solo Gorki apreci¨® su talento, le public¨® y le dio un valioso consejo: ¡°Es obvio que usted no sabe nada, pero intuye mucho¡ Por eso, vaya a conocer a la gente¡±. Y lo hizo. Despu¨¦s de servir en el frente rumano, hacer de traductor en la Cheka, participar en las requisas de grano, ejercer de corresponsal junto al Ej¨¦rcito de Budionni o escribir reportajes en Tiflis, cuando ya hab¨ªa aprendido a expresar sus ideas ¡°de manera clara y no muy extensa¡±, public¨® los primeros relatos de Ej¨¦rcito de caballer¨ªa y Cuentos de Odesa. El ¨¦xito le sobrevino como un alud. Ni siquiera sus detractores ¡ªBunin lo acus¨® de ¡°blasfemar a la sagrada Rusia¡±; los bolcheviques, de pintar una revoluci¨®n despiadada sin batallas gloriosas¡ª pudieron negar la novedad y potencia de su tono objetivo y estilo po¨¦tico, carente de sitios comunes, im¨¢genes manidas y melodrama. Nadie se hab¨ªa atrevido a intercalar escenas l¨ªricas en medio del hedor de la destrucci¨®n y del p¨²rpura de la sangre. Sus descripciones de la naturaleza son soberbias, como si esta fuera el ¨²ltimo reducto de la compasi¨®n perdida de la humanidad: ¡°la noche pos¨® sus maternales palmas sobre mi frente fogosa¡±. Su nombre pasar¨ªa a estar en boca de todos: desde Maiakovski, Ehrenburg, Paustovski hasta Thomas Mann, Brecht o Hemingway. Los lectores adoraron a los antih¨¦roes de los bajos fondos odesitas y al protagonista de Ej¨¦rcito de caballer¨ªa, ese intelectual jud¨ªo inmerso en un dilema irresoluble entre la tragedia de su cultura y la brutalidad despiadada cometida en nombre de un ideal. Arrebatados y escalofriantes, sus cuentos impactaron como un ob¨²s en las conciencias de su ¨¦poca, un fen¨®meno comprensible para quien conceb¨ªa que ning¨²n hierro pod¨ªa penetrar los corazones ¡°de forma tan heladora como un punto puesto a tiempo¡±.
Con un gran futuro ante s¨ª, en lugar de catapultarse, B¨¢bel inici¨® un viaje hacia el silencio que aliment¨® m¨¢s su leyenda. Su ritmo de publicaci¨®n se estanc¨® y la escritura de guiones fue su escudo. Sol¨ªa evitar las conversaciones sobre literatura, nunca se aline¨® con ning¨²n grupo, aparec¨ªa y se ocultaba sin previo aviso, y apenas hablaba en p¨²blico. En 1934, cuando particip¨® en el Primer Congreso de Escritores Sovi¨¦ticos, en parte para testimoniar su lealtad y justificar su silencio (entendido este ¨²ltimo como un g¨¦nero del que se proclam¨® un gran maestro), record¨® que el gobierno solo les hab¨ªa quitado un derecho: ¡°el de escribir mal¡±. Se guard¨® mucho de decir lo que ¨¦l entend¨ªa por escribir mal, con el realismo socialista impuesto por decreto como ¨²nica corriente art¨ªstica v¨¢lida. Dos a?os despu¨¦s, a la muerte de Gorki, su mentor, B¨¢bel le dijo a su segunda esposa que no lo dejar¨ªan tranquilo: ¡°No me asusta que me arresten, mientras me dejen escribir¡±. Planeaba una edici¨®n revisada de sus obras con in¨¦ditos, una futura novela, otro ciclo de relatos, pero el tiempo corr¨ªa en su contra. ¡°Al pasar a limpio los frutos de mis muchos a?os de meditaci¨®n, como de costumbre me encuentro con que tengo menos para ense?ar que el pico de un gorri¨®n, y esto causar¨¢ una gran indignaci¨®n¡±. Un editor dijo de B¨¢bel que se le encontraba all¨ª donde l¨¢grimas y sangre se derramaban con la misma facilidad. Y, con todo, ¨¦l reivindicaba la felicidad y la ternura. A la literatura rusa, saturada de ¡°la misteriosa y densa niebla de Petersburgo¡±, pensaba que le faltaba una buena descripci¨®n del sol. Aseguraba no tener imaginaci¨®n y, para suplir esa carencia, cultiv¨® una curiosidad omn¨ªvora, fiel a la exhortaci¨®n de la abuela de su famoso relato: para triunfar ¡°debes saberlo todo¡±.
'Cuentos completos'
Traducci¨®n de Jes¨²s Garc¨ªa Gabald¨®n, Enrique Moya Carri¨®n, Amelia Serraller Calvo y Paul Viejo.
P¨¢ginas de Espuma, 2021.
1224 p¨¢ginas. 39 euros.
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