Cuando el para¨ªso del jazz estaba en Europa
Se rescatan maravillosas sesiones grabadas por las radios estatales en diferentes pa¨ªses, de Sonny Rollins a Wes Montgomery
Fue un factor esencial en la difusi¨®n internacional del jazz. Sobre todo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, una pl¨¦tora de grandes figuras cruz¨® el Atl¨¢ntico para instalarse en Europa. ?Qu¨¦ buscaban? Los afroamericanos evidentemente hu¨ªan de la segregaci¨®n racial; para algunos aficionados a las drogas, se trataba de acogerse a legislaciones m¨¢s ben¨¦volas. En general, se ansiaban mejores condiciones profesionales y mayor respeto como artistas.
Y lo lograron. En Europa, el jazz era reconocido como ...
Fue un factor esencial en la difusi¨®n internacional del jazz. Sobre todo despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, una pl¨¦tora de grandes figuras cruz¨® el Atl¨¢ntico para instalarse en Europa. ?Qu¨¦ buscaban? Los afroamericanos evidentemente hu¨ªan de la segregaci¨®n racial; para algunos aficionados a las drogas, se trataba de acogerse a legislaciones m¨¢s ben¨¦volas. En general, se ansiaban mejores condiciones profesionales y mayor respeto como artistas.
Y lo lograron. En Europa, el jazz era reconocido como expresi¨®n genuina del siglo XX. Entre otras ventajas, eso supon¨ªa acceso a la radio y la televisi¨®n p¨²blicas (?las ¨²nicas existentes!) de diferentes pa¨ªses. Los jazzmen actuaban en amplios estudios de propiedad estatal con buenos t¨¦cnicos, habituados a la m¨²sica cl¨¢sica. Con el tiempo, esos mismos expertos se desplazaron para grabar en clubes y festivales de jazz. As¨ª se fueron acumulando fabulosas fonotecas que eran coto exclusivo de los locutores de cada emisora¡ y los aficionados con buenos contactos. Ese material, a veces puesto en circulaci¨®n por sellos piratas, est¨¢ saliendo en los ¨²ltimos tiempos como discos cuidados, masterizados a partir de las cintas originales, contextualizados por textos de especialistas.
Entre los lanzamientos recientes destaca Rollins in Holland (Resonance / Distrijazz), que capta un momento m¨¢gico. De paso por los Pa¨ªses Bajos, el saxofonista cerr¨® unas cuantas fechas con m¨²sicos locales: el contrabajista Ruud Jacobs y ¡ªuna sorpresa para los que solo conozcan su faceta vanguardista¡ª el baterista Han Bennink. Un Rollins exultante conect¨® con aquellos j¨®venes, que se tiraron a la piscina y nadaron con tanta energ¨ªa como el maestro. De aquella aventura se ha extra¨ªdo un doble CD, que incluye grabaciones en locales de jazz y los impecables cuatro temas registrados en los estudios VARA en Hilversum. De donde tambi¨¦n procede una pr¨®xima novedad de Bill Evans, Behind The Dikes.
Pero no nos adelantemos. Dexter Gordon, que vivi¨® 14 a?os en Copenhague, conoc¨ªa a la crema del jazz europeo. En Montmartre 1964 (Storyville / Distrijazz) destacan el piano de Tete Montoliu y el contrabajo de un Niels-Henning ?rsted Pedersen que acababa de llegar a la mayor¨ªa de edad. El Club Montmartre era una extensi¨®n de su casa y se permit¨ªa lanzarse a cantar en Big Fat Butterfly o marcarse 10 minutos de jubilosa bossa en Manha de Carnaval. M¨¢s reconocible es su incandescente lectura de Misty, presentada ¡ªcomo acostumbraba en los standards¡ª con un fragmento de la letra.
Las emisoras europeas tambi¨¦n se abr¨ªan para los m¨²sicos estadounidenses de visita. Dizzy Gillespie, con su buen humor y sentido del espect¨¢culo, era siempre bienvenido. En 1961, la SWR le grab¨® en Stuttgart y Fr¨¢ncfort con su quinteto, entonces con el argentino Lalo Schifrin como director musical. El resultado es Treffpunkt Jazz 1961 (Jazzhaus / Distrijazz), un disco de relajo ¡ªtemas extensos con solos a capricho¡ª no ayudado por una grabaci¨®n dispersa.
La (¨²nica) gira europea de Wes Montgomery ha adquirido dimensiones m¨ªticas. Se tiende a explicar la hiperactividad del guitarrista como una forma de expiaci¨®n que se adelantaba a su ¡°traici¨®n¡± al jazz, los discos pop que elaborar¨ªa con el productor Creed Taylor en los tres a?os de vida que le quedaban. Psicolog¨ªa de baratillo: sencillamente, un Montgomery sobrado de energ¨ªa aprovech¨® todas las oportunidades que le ofrecieron las radios y televisiones de B¨¦lgica, Francia, Italia, Reino Unido, Holanda y Rep¨²blica Federal de Alemania.
La NDR le plante¨® ser la cabecera de uno de sus talleres, donde se juntaban m¨²sicos variados y repertorio elegido para la ocasi¨®n. En Hamburgo, Wes trabaj¨® esencialmente con arreglos de Ronnie Ross, parte de un cuarteto de saxofonistas que tambi¨¦n inclu¨ªa al expatriado Johnny Griffin. Con un inspirado Martial Solal al piano, aquella peque?a big band funcion¨® eficazmente, incluso con demasiada cortes¨ªa diplom¨¢tica. The NDR Hamburg Studio Recordings (Jazzline / Distrijazz) muestra adem¨¢s las cocinas del experimento, con un v¨ªdeo de media hora de ensayos.
El anecdotario de la gira de Mingus revela que no siempre hubo entendimiento entre las estrellas y Alemania
Otra gira legendaria fue la protagonizada por Charles Mingus en 1964. La novedad de Charles Mingus @ Bremen 1964-1975 (Sunnyside / Karonte) consiste en ofrecer conciertos completos, dos CD para cada uno de los shows que registr¨® Radio Bremen en diferentes d¨¦cadas. Tambi¨¦n retrata la evoluci¨®n del oyente europeo, que en 1964 qued¨® abrumado por la ferocidad expresiva del grupo, que inclu¨ªa a Eric Dolphy, y la combatividad del repertorio; dif¨ªcil de entender el subtexto de Fables of Faubus o Meditations on Integration. Tampoco ayud¨® que, de manera rutinaria, Mingus se mostrara hostil y con retrasos de 45 o 60 minutos. Para 1975, su actitud ya estaba plenamente aceptada e incluso hubo que cambiar de recinto: del estudio de Radio Bremen a Post-Aula, el auditorio del edificio de Correos en la misma ciudad.
El anecdotario del recorrido de Mingus en 1964 revela que no siempre hubo entendimiento entre las estrellas del jazz y Alemania. El contrabajista se empe?¨® en ver nazis por todas partes: aseguraba sentirse discriminado en los hoteles y se tomaba como ofensa que se le impidiera mover los micros (una prohibici¨®n posiblemente derivada de regulaciones sindicales o de la propia experiencia de los t¨¦cnicos de Radio Bremen). Tambi¨¦n le result¨® desagradable tocar ante unos espectadores de mayor poder adquisitivo que los de Estados Unidos, un p¨²blico que acud¨ªa a los conciertos con tomavistas y magnet¨®fonos, sin plantearse si tales m¨¢quinas estaban permitidas. Como buen paranoico, Mingus decidi¨® que la insospechada muerte de Eric Dolphy en un hospital berlin¨¦s fue un asesinato. Y no: un coma diab¨¦tico se complic¨® por problemas de comunicaci¨®n entre doctores y paciente. Mejor no busquen moraleja.
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