El regreso en solitario de Damon Albarn, la sensualidad de Bruno Mars y otros discos del mes
Los cr¨ªticos de ¡®Babelia¡¯ rese?an las novedades musicales m¨¢s recientes en todos los estilos, de Zacara da Teramo a Damon Albar, pasando por Courtney Barnett, Silk Sonic, Jon Hopkins y Bomba Est¨¦reo
El peso del mundo a cuestas
Por Xavi Sancho
Damon Albarn?
Transgressive / Pias
Damon Albarn lleva casi toda la vida siendo ¨¦l mismo. Tal vez el ¨²nico momento en el que fingi¨® algo fue en agosto de 1995, cuando su banda, Blur, lanz¨® ¡®Country House¡¯, un single que era tan fruto de su tiempo y de las expectativas que nada m¨¢s publicarse dej¨® de pertenecer al grupo. Aquel verano, este londinense de 53 a?os entendi¨® que deb¨ªa crecer y que si sus fans decid¨ªan no tomar la misma decisi¨®n, era problema de ellos, no suyo. Se les llama seguidores por algo, debi¨® pensar. M¨¢s de un cuarto de siglo despu¨¦s, Albarn lanza su segundo disco en solitario, siete a?os despu¨¦s del que fuera su debut. Entre uno y otro ha trabajado las escalas pentat¨®nicas chinas, desarrollado teatro inmersivo, se ha adentrado en la m¨²sica maliense, publicado discos influenciados por el afrobeat o compuesto ¨®peras inspiradas en cient¨ªficos. Adem¨¢s, claro, de liderar la banda formada por dibujos animados m¨¢s grande de la historia. Y en otra de esas andaba ¡ªcomponiendo para un proyecto de la F¨ºte des Lumi¨¨res en Lyon¡ª cuando le pill¨® la pandemia. Llam¨® a sus dos m¨¢s fieles colaboradores, el guitarrista Simon Tong y el compositor Mike Smith, y les invit¨® a mirar por la ventana de su casa en Reikiavik. El resultado es este disco, otro empe?o de Albarn por recordarnos que su trayecto vital no es ninguna excentricidad, sino el l¨®gico resultado de aquel verano de 1995, cuando decidi¨® que sus proyectos llegar¨ªan marcados por inquietudes no por expectativas.
El ¨¢lbum podr¨ªa entenderse como una tabla de ejercicios para poder cargar con el peso del mundo. Casi siempre abatido, pero en un ning¨²n momento derrotado, Albarn transita por estas 11 canciones probando f¨®rmulas para superar el duelo por la muerte de su amigo Tony Allen, cerrando los ojos y traslad¨¢ndose a Montevideo o Teher¨¢n, negociando los sinsentidos del mundo moderno y a veces incluso fabulando con hacer que todo estalle de una vez. La instrumental ¡®Combustion¡¯ es un ejemplo de esto ¨²ltimo, un dislocado ejercicio en que se mezcla el jazz atonal, muy al estilo del Blackstar de David Bowie, con la m¨²sica de tiovivo y que se desarrolla a trav¨¦s de conatos de implosi¨®n. La sucede ¡®Daft Wader¡¯, acaso el momento m¨¢s pop del largo, un tema que ahonda en un tipo de canci¨®n que Albarn ha masterizado con el paso de los a?os y que se construye a partir del cl¨¢sico ¡®This Is a Low¡¯ de Blur, pero utilizando los instrumentos y el estado de ¨¢nimo de Albarn en 2001, 2014 o 2021. Esta canci¨®n, junto a la siguiente, ¡®Darkness To Light¡¯, que es casi un est¨¢ndar de la Motown, forman la parte central del disco, una bisagra que conecta el delicioso arranque, en el que brillan la emocionante ¡®The Cormorant¡¯ y la casi tarareable ¡®Royal Morning Blue¡¯, con una parte final del disco, mucho m¨¢s abstrusa. Esta es oce¨¢nica, morosa, m¨¢s somnolienta que hipn¨®tica. Ya se sabe, solo estar durmiendo es mejor que estar dormido. En cambio, ¡®The Tower of Montevideo¡¯ es ese Albarn viajero y juguet¨®n, ese guiri que quiere probarlo todo, el Anthony Bourdain de la m¨²sica. El tema es un d¨ªa de invierno en R¨ªo De La Plata y la voz del ingl¨¦s recuerda a Leonard Cohen. Para casi el final, Albarn se guarda ¡®Polaris¡¯, el tema m¨¢s electr¨®nico y tal vez el mejor del largo. Suena a Robyn hasta arriba de Lexatines y pide a gritos una versi¨®n de Pet Shop Boys.
The Nearer the Fountain, More Pure the Stream Flows camina mir¨¢ndose los zapatos y, como siempre que se hace eso, en ocasiones se da de bruces contra obst¨¢culos que no ve. Pero es mucho mejor andar hacia adelante sin un destino claro que andar siempre hacia atr¨¢s, porque un d¨ªa llegar¨¢s a ese lugar al que te arrastra la nostalgia y descubrir¨¢s que ya no existe.
Un genio del siglo XIV
Por Luis Gago
Zacara da Teramo?
La Fonte Musica
Alpha, 4 CD
Pocos grandes m¨²sicos han demostrado ser tan esquivos como Antonio Berardi, que aparece referido indistintamente en las fuentes como Antonio da Teramo, Antonius de Teramo, ?achara de Teramo, Magister ?acherias o, simplemente, Zacara, Zaccara o Zacchara. Y lo que se pensaba que eran distintos compositores debido a esta variedad de graf¨ªas ha resultado ser una sola persona, cuyo sobrenombre (una variante de zacchera, algo peque?o e insignificante) alude a su m¨¢s que posible enanez. Un documento de 1390 lo califica de ¡°optimo, perito et famoso cantore, scriptore et miniatore¡±, a pesar de que un obituario de la catedral de su Teramo natal apunta a malformaciones f¨ªsicas en manos y pies. Nada de eso le impidi¨® entrar a formar parte de la capilla musical pontificia en Roma y llevar luego una vida itinerante. Lo que m¨¢s impresiona de Zacara, sin embargo, es la calidad y la originalidad de su m¨²sica, grabada ahora en su totalidad por La Fonte Musica en lo que es, sin duda, uno de los mayores acontecimientos discogr¨¢ficos del a?o. Tanto las piezas sacras (distintos Gloria y Credos) como profanas (26 baladas, un madrigal, una caccia y un motete) revelan al mayor m¨²sico del Trecento italiano.
Sus secciones para el Ordinario de la misa se valen a veces de material extra¨ªdo de sus baladas profanas, convirti¨¦ndolo en un cultivador pionero de la t¨¦cnica de la parodia. En sus textos abunda la polisemia, as¨ª como el uso de s¨ªmbolos, acertijos, citas y alegor¨ªas. Un caso extremo es la balada Un fior gentil, donde el nombre Charamilla aparece encriptado como la suma de ¡°aspiratio¡± (Ch), ¡°prima¡± (a), ¡°bina ne va por rima¡± (rami), ¡°due cinquanta¡± (ll) y ¡°prima¡± (a). La m¨²sica es no menos compleja, sobre todo r¨ªtmicamente, pero La Fonte Musica se mueve por ella haciendo un constante alarde t¨¦cnico, estil¨ªstico y expresivo. No puede dejar de ensalzarse a las dos sopranos, Francesca Cassinari y Alena Dantcheva, y al tenor Gianluca Ferrarini, que corren con la parte del le¨®n. Y gracias a Michele Pasotti y su fe en este peque?o gran genio semiolvidado podemos disfrutar ahora eternamente de su opera omnia.
Courtney vuelve a molestar a sus vecinos
Por Beatriz G. Aranda
Courtney Barnett?
Que el tercer disco de esta compositora australiana traiga de vuelta la portentosa simplicidad de Jonathan Richman, el pop como lo entendi¨® Elvis Costello en sus dos primeros discos y los lac¨®nicos poemas que los j¨®venes urbanitas escrib¨ªan desde esos dormitorios forrados de p¨®steres en los noventa solo puede confirmar que s¨ª, que la pandemia ya es un melanc¨®lico contexto hist¨®rico en el que ubicar artefactos culturales. Ante la ansiedad y la soledad vividas, y sin giras ni vida social, muchos artistas han optado por escribir discos c¨¢lidos, ¨ªntimos, que les ayudaron a explicar(se) a ellos mismos qu¨¦ sentir en esos d¨ªas. Precisamente ¡®Write a List of Things to Look Forward To¡¯, una de las 10 canciones, responde al consejo que una amiga le dio a Barnett cuando en mitad de la pandemia estaba deprimida y ten¨ªa que tocar bajito para no molestar a los vecinos (su lista de deseos se reduce a una carta que leer¨¢ mientras ¡°vemos c¨®mo el mundo se quema¡±). De hecho, todo el disco es como una conversaci¨®n ¨ªntima para buscar en lo cotidiano el confort que ya no existe ah¨ª fuera. Musicalmente, el arranque es flojo, con la voz desganada por encima de guitarras y arreglos en un contexto plano. Afortunadamente, ¡®If I Don¡¯t Hear From You Tonight¡¯, ¡®Rae Street¡¯ y ¡®Sunfair Down¡¯ a¨²nan versos ¨¢cidos con sentido del humor (por ejemplo, ¡°si amarte es un crimen, dame todos esos titulares de portada¡±), y riffs potentes con deje grunge, esos que poblaban su brillante debut de 2015, confirmando que Barnett ha sobrevivido a la pandemia y ha vuelto a molestar a los vecinos.
El funk en todo su esplendor
Por Fernando Navarro
Silk Sonic?
Atlantic Records / Warner
Cuando el rapero Anderson .Paak hizo de telonero Bruno Mars en su gira europea en 2017, hicieron un pacto: juntarse para experimentar en estudio. Cuatro a?os despu¨¦s, el resultado es grandioso. Ambos forman una alianza perfectamente sincronizada entregada a la causa del funk en todo su esplendor. Un viaje sideral de profunda admiraci¨®n retro hacia los sonidos negros bailables de los setenta, pero repletos de detalles y ganchos actuales impulsados por la brillante voz de Bruno Mars y la juerga de R&B contempor¨¢neo de Anderson .Paak.
Este es el disco que bien podr¨ªa firmar Marvin Gaye en el siglo XXI, aunque entre las nueve exuberantes pistas planee el esp¨ªritu de Parlamient/Funkadelic en ¡®Silk Sonic Intro¡¯ o en la trepidante ¡®Fly as Me¡¯, salten recuerdos del soul sofisticado de Filadelfia con nombres como The O¡¯Jays en temas como ¡®After Last Night¡¯ o ¡®Put on a Smile¡¯ y haya florituras de la paleta de Sly & the Family Stone en composiciones como ¡®Skate¡¯. Se cuenta adem¨¢s con el apoyo en varias canciones del bajista Bootsy Collins, perteneciente a Parlamient/Funkadelic, dotando de una riqueza r¨ªtmica mayor a este trabajo, que se eleva hacia una fiesta de luces sonoras propia del teatro musical, resultado del pop de brillantina de Mars y la poderosa est¨¦tica del rapero. Quiz¨¢, a veces, todo es demasiado desmedido.
Es una obra sin comparaci¨®n en la escena actual, por lo bastardo y extra?o del experimento, pero tambi¨¦n porque es dif¨ªcil encontrar una sociedad tan bien encajada y con tanta virtud por la sutileza. Dos cabezas creativas sumando en una ¨²nica visi¨®n. El disco centellea con personalidad propia por la diversi¨®n imperante, ese hilo conductor que parece moverlo como una bailarina portentosa en una pista de baile. Diversi¨®n y colorido al servicio de un ¨¢lbum distinto y deslumbrante.
Un ¡®viaje¡¯ musical reparador
Por I?igo L¨®pez Palacios
Jon Hopkins?
Domino / Music As Usual
En este mundo en el que vivimos hay pocos discos m¨¢s complicados de escuchar que este. No porque la m¨²sica sea dif¨ªcil, sino porque su autor ha creado estos 64 minutos con la intenci¨®n de que sean o¨ªdos del tir¨®n. Y hoy en d¨ªa es pr¨¢cticamente imposible pasar una hora larga sin ser interrumpido. Hopkins lo sabe, pero no pretende que sea un disco para escuchar en la vida cotidiana. Lo ha hecho para acompa?ar una experiencia psicod¨¦lica. Tiene la misma duraci¨®n, dice, que un viaje inducido por la ketamina, una droga disociativa con potencial alucin¨®geno.
La influencia de las sustancias psicod¨¦licas no es nada nuevo en la m¨²sica de Hopkins, un hombre de 40 a?os que nunca ha dejado de ser aquel chico t¨ªmido que iba para pianista cl¨¢sico, una carrera que abandon¨® porque no pudo soportar la presi¨®n y que se encerr¨® en su cuarto a escuchar electr¨®nica y fumar porros. Ya en su anterior ¨¢lbum, Singularity (2018), reconoc¨ªa que las experiencias psicod¨¦licas hab¨ªan sido parte fundamental en su creaci¨®n. Pero Singularity era en realidad casi una continuaci¨®n de Inmunity (2013), el disco que le hab¨ªa hecho destacar entre los m¨²sicos para las pistas de baile. ?l y Caribou eran los dos m¨¢s destacados de esa escena londinense que capitanea Four Tet. Esto es una cosa distinta, es un ¨¢lbum con un pie en el ambient cl¨¢sico y otro (no se asusten) en la new age. En las entrevistas habla con sinceridad y dice que es su disco m¨¢s personal. Que ha necesitado 15 a?os para atreverse a hacerlo. En 2018 termin¨® en una cueva en la selva amaz¨®nica, maravillado por la naturaleza y pensando en qu¨¦ m¨²sica la acompa?ar¨ªa. Las grabaciones de campo de esa expedici¨®n, el sonido de la lluvia, de los p¨¢jaros, de los insectos, forman la base de Music for Psychedelic Therapy. Elaborado principalmente con ableton, un secuenciador electr¨®nico, el ¨¢lbum tiene un aire antiguo, a los discos de ambient con los que su mentor, Brian Eno, sent¨® las bases del g¨¦nero, especialmente del m¨¢s m¨ªstico de ellos, Day of radiance. Compuesto por atm¨®sferas electr¨®nicas, es posible que enerve a algunos con su cadencia, pero si uno se deja llevar es realmente relajante y, por qu¨¦ no decirlo, reparador.
El brillo del tropicalismo electr¨®nico
Por Javier Losilla
Bomba Est¨¦reo?
Sony Music
Tras Ayo, su irregular quinto disco editado en 2017, el d¨²o colombiano Bomba Est¨¦reo edita Deja, con el que asciende varios escalones en el Olimpo de los dioses del tropicalismo electr¨®nico. Conceptual, pol¨ªtica y espiritualmente el ¨¢lbum se inspira en los cuatro elementos (agua, tierra, aire y fuego) para reivindicar un trato mejor al planeta y reafirmar un compromiso y una actitud vitales. Musicalmente, Deja se nutre, como sus predecesores, de ritmos latinos (cumbia, champeta, bullerengue, reguet¨®n¡) y de hallazgos pop y electr¨®nicos, pero el resultado brilla m¨¢s ahora por el tratamiento de la producci¨®n, las texturas, la experimentaci¨®n, el encaje de las referencias y la sutileza de las conexiones entre la tradici¨®n y la contemporaneidad. Bomba Est¨¦reo, que siempre ha defendido mejor su propuesta en el estudio de grabaci¨®n que en directo, necesitaba, no obstante, un trabajo como el que nos ocupa; una oferta en la que la narrativa resultante de las ra¨ªces y las puntas se mostrase rotunda, firme y elocuente, tanto en las piezas m¨¢s bailables como en las m¨¢s ¨ªntimas. Li Saumet (voz y letras) y Sim¨®n Mej¨ªa (m¨²sicas) han trabajado aqu¨ª con el guitarrista Jos¨¦ Castillo y el percusionista Efra¨ªn, ¡®Pacho¡¯ Cuadrado (miembros del grupo cuando est¨¢ de gira); con el d¨²o femenino cubano OKAN; la barranquillana afincada en Canad¨¢ Lido Pimienta, que devuelve as¨ª la visita que Saumet hizo en su disco Miss Colombia, y la cantante nigeriana Yemi Alade (en ¡®Conexi¨®n total¡¯), una de las artistas j¨®venes africanas m¨¢s sobresalientes. Composiciones como Agua, Se acab¨®, Tamborero y Tierra y la mencionada Conexi¨®n total, son ejemplos vibrantes de la vitalidad de Deja. La grabaci¨®n se cierra con un ritual llamado pagamento, realizado por un cham¨¢n de la comunidad Kogi, sobre un fondo de viento y trinos registrados en Sierra Nevada de Santa Marta, al norte de Colombia.
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