Libros para salvar el planeta

La elecci¨®n del t¨¦rmino no fue algo premeditado, sino m¨¢s bien cosa del ¡°ardor del momento¡±. Y qu¨¦ al pelo ven¨ªa, desde luego, la elecci¨®n de la palabra ¡°ardor¡±. Corr¨ªa el a?o 2000 y Paul J. Crutzen, premio Nobel de Qu¨ªmica de 1995, participaba en una conferencia cuando alguien sac¨® a colaci¨®n la expresi¨®n ¡°Holoceno¡±, la denominaci¨®n que recibe el periodo geol¨®gico que comenz¨® hace algo menos de 10.000 a?os, a partir del final de la ¨²ltima glaciaci¨®n. Convencido ...

La elecci¨®n del t¨¦rmino no fue algo premeditado, sino m¨¢s bien cosa del ¡°ardor del momento¡±. Y qu¨¦ al pelo ven¨ªa, desde luego, la elecci¨®n de la palabra ¡°ardor¡±. Corr¨ªa el a?o 2000 y Paul J. Crutzen, premio Nobel de Qu¨ªmica de 1995, participaba en una conferencia cuando alguien sac¨® a colaci¨®n la expresi¨®n ¡°Holoceno¡±, la denominaci¨®n que recibe el periodo geol¨®gico que comenz¨® hace algo menos de 10.000 a?os, a partir del final de la ¨²ltima glaciaci¨®n. Convencido de que esa voz que remite a una Tierra de temperaturas relativamente c¨¢lidas en la que prosper¨® el Homo sapiens ya no serv¨ªa para designar el mundo que habitaba, Crutzen recurri¨® a un t¨¦rmino que desde entonces no ha dejado de ganar enteros: ¡°?Ahora vivimos en el Antropoceno!¡±. Esto es, la era del dominio del ser humano.

En estas dos d¨¦cadas largas desde la an¨¦cdota, aquella intuici¨®n se ha consolidado como una realidad palpable, una eventualidad que ¡ªliteralmente¡ª se puede ver y sentir. Nunca las personas hab¨ªamos ejercido tal grado de influencia y dominaci¨®n sobre el planeta. Nos hemos consolidado como una fuerza de la naturaleza con la capacidad de crear, pero quiz¨¢, por encima de todo, con el ¨¢nimo de destruir. Y el mundo se va al garete. Solo hace falta mirar ah¨ª fuera, por la ventana de casa o a trav¨¦s de la mirilla de la pantalla.

As¨ª lo reflejan las incontables distop¨ªas que consumimos en series y pe?l¨ªculas, las que leemos en las novelas y las que transmite la televisi¨®n 24 horas al d¨ªa, incluidos, con su p¨¢tina de optimismo cursi, los estelarizados anuncios de Navidad. Se agotan los recursos, el clima se desestabiliza, el sistema colapsa, la civilizaci¨®n se descompone. La perspectiva es tan aterradora como extenuante. Plantando cara a la sensaci¨®n de impotencia que produce tal aluvi¨®n de fatalidades, numerosos autores e investigadores han salido a la caza de soluciones. No solo proponen medidas de acci¨®n directa, sino que tambi¨¦n animan a la b¨²squeda de elementos simb¨®licos capaces de interpelar a la conciencia colectiva. Aqu¨ª, un breve muestrario de entradas de un diccionario de t¨¦rminos para la reconstrucci¨®n del planeta recogidas de una selecci¨®n de ensayos recientes.

Aceptaci¨®n. Tras la negaci¨®n, la ira, la negociaci¨®n y la depresi¨®n, el duelo ¡ªdicen¡ª llega a su estadio definitivo con la aceptaci¨®n. El orden alfab¨¦tico, no obstante, obliga a colocar esta voz no la ¨²ltima, sino la primera de la lista. Ya dijo S¨¦neca que ¡°los aumentos son de lento crecimiento, pero el camino hacia la ruina es r¨¢pido¡±, y ahora el profesor Ugo Bardi le apuntilla en Antes del colapso (Catarata) que, puesto que todo desenlace resulta inevitable, si hay que colapsar, al menos hag¨¢moslo bien. O, lo que es lo mismo, que aceptemos la realidad y procedamos a organizarnos. Especialista en sistemas complejos, el investigador italiano argumenta que, si bien la actual crisis no tiene por qu¨¦ significar el fin del mundo, s¨ª podr¨ªa suponer el fin del mundo tal y como lo conocemos. Entre las escasas buenas noticias que aporta Bardi destaca la idea de que a todo colapso le sigue un rebote. Pero ?ser¨ªa esto posible ¡ªse pregunta el autor¡ª ¡°en un mundo agotado, en cuanto a recursos minerales, y sometido a grandes da?os en los ecosistemas¡±? La respuesta: ¡°Una civilizaci¨®n de complejidad comparable a la nuestra no puede existir sin acceso a un flujo de energ¨ªa comparable¡±. Y algunas posibles alternativas para el consuelo: las renovables, el silicio, los viajes espaciales. Desde el punto de partida de una humanidad menguada (si no desaparecida), Islas del abandono (Capit¨¢n Swing), de Cal Flyn, abre otro resquicio a la esperanza. A trav¨¦s de las p¨¢ginas, la autora viaja a paisajes del desastre de todo el mundo ¡ªdesde Chern¨®bil hasta Detroit, de unas monta?as de desechos en Escocia conocidas como las Cinco Hermanas al putrefacto mar de Salton en California¡ª donde la naturaleza ha sido capaz de renacer de formas en ocasiones inesperadas.

Alimentaci¨®n. Nuestra hambre voraz est¨¢ dejando al planeta en los huesos. Del mismo modo que consumimos ropa sin control, nos hemos enganchado a una alimentaci¨®n barata pero insostenible que no solo resulta perniciosa para el medio ambiente, sino tambi¨¦n para la salud. En Sitop¨ªa (Capit¨¢n Swing), la arquitecta Carolyn ?Steel (autora de Ciudades hambrientas, donde subraya la crucial relaci¨®n de dependencia que existe entre lo que comemos y el lugar que habitamos) argumenta que la comida ¡°puede ser el medio m¨¢s poderoso del que disponemos para pensar y actuar juntos a fin de crear un mundo mejor¡±. No en vano, nuestras vidas dependen, y muy directamente, de ella. En su ensayo, la autora brit¨¢nica explora no solo el poder pol¨ªtico y social de los alimentos, sino tambi¨¦n las opciones que estos ofrecen para reconectar con otras personas y con el entorno. Otros t¨ªtulos, como Y ahora ?qu¨¦ comemos? (Pen¨ªnsula), del extrabajador de la industria alimentaria Christophe Brusset, trazan un mapa detallado de los pasillos del supermercado para hallar el camino m¨¢s directo hacia la salud y la sostenibilidad en medio de una jungla poblada de comida basura. En Hace mucho tiempo com¨ªamos animales (Destino), la antrop¨®loga Roanne Van Voorst se adentra en un futuro tecnol¨®gico y exclusivamente vegano, una filosof¨ªa de vida que no deja de ganar adeptos dado que no solo persigue la sostenibilidad, sino tambi¨¦n la salud y el respeto por otros seres sintientes.

Anticapitalismo. No est¨¢ claro si fue Fredric Jameson o Slavoj ?i?ek el primero que pronunci¨® aquella frase redonda que dice que resulta ¡°m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo¡±, pero lo cierto es que cada vez m¨¢s autores se empe?an en refutarla. La aspiraci¨®n imposible del crecimiento ilimitado, el consumismo destructivo, la precariedad desbocada y la desigualdad de proporciones colosales¡­ Salta a la vista que el sistema est¨¢ tensando sus l¨ªmites m¨¢s all¨¢ de lo razonable y as¨ª lo certifica un n¨²mero creciente de libros que apuestan por la b¨²squeda de sustitutos para el actual modelo socio?econ¨®mico, al que la periodista Naomi Klein ya acus¨® con todo lujo de pruebas en su monumental Esto lo cambia todo (Planeta) de haberse posicionado como el enemigo n¨²mero uno del medio ambiente. El capitalismo o el planeta (Errata Naturae), de Fr¨¦d¨¦ric Lordon, defiende el pragmatismo frente al idealismo y plantea una salida a trav¨¦s de la alianza con otros movimientos como el antirracismo. C¨®mo dinamitar un oleoducto (Errata Naturae), de Andreas Malm, interrelaciona la militancia ecologista con el anticapitalismo y la lucha contra los combustibles f¨®siles, causantes en gran medida de la crisis clim¨¢tica. Desapegarse de las posesiones, las comodidades y los privilegios supondr¨¢ sin duda una tarea ardua. En Aprender a vivir y a morir en el Antropoceno (Errata Naturae), Roy Scranton reflexiona sobre lo que significa transitar el fin de una era y desgrana aquello que la filosof¨ªa ¡ªdesde el pensamiento estoico hasta el humanismo que nos conecta con los otros¡ª puede aportar para liberarnos de nuestras dependencias. Ecolog¨ªa de la libertad (Capit¨¢n Swing), de Murray Bookchin, aboga por reemplazar las estructuras jer¨¢rquicas del capitalismo por la organizaci¨®n horizontal. Y en La naturaleza contra el capital (Bellaterra), Kohei Saito sostiene que el antiecologismo del que tradicionalmente se ha acusado a Marx por su aspiraci¨®n al crecimiento continuo es en realidad fruto de un malentendido. Por el contrario, subraya el autor, la protecci¨®n del medio ambiente late en el coraz¨®n de la alternativa que propone el socialismo.

Arte. La lista de calamidades que sobrevuelan el planeta es extensa, y la capacidad del arte de tomar partido, reducida. ?O quiz¨¢ no tanto? M¨¢s all¨¢ de las llamadas de atenci¨®n de diversos grupos ecologistas a base de derramamiento de l¨ªquidos sobre cuadros, el cr¨ªtico y comisario franc¨¦s Paul Ardenne exhibe en Un arte ecol¨®gico. Creaci¨®n pl¨¢stica y Antropoceno (Adriana Hidalgo) un compendio de creaciones que, si bien no ofrecen soluciones en t¨¦rminos de eficacia concreta, s¨ª ejercen una influencia en la esfera de lo simb¨®lico. Los artivistas, como fueron bautizados los artistas activistas, transportan su compromiso ecol¨®gico al terreno de la representaci¨®n. Producen materia de las ideas. Y esas nociones se transmiten a trav¨¦s de sus obras para dar el salto a la realidad. ?Ejemplos concretos? El libro aporta decenas de casos de estudio: empieza por cl¨¢sicos como las esculturas de land art de Robert Smithson y las performances medioambientales de Joseph Beuys en el siglo XX y se mueve hacia propuestas contempor¨¢neas, como los proyectos de sensibilizaci¨®n de Olafur Eliasson y los corales biomim¨¦ticos de J¨¦r¨¦my Gob¨¦.

Concienciaci¨®n. Pese a la unanimidad de los argumentos cient¨ªficos, a¨²n existe una enorme carga de desinformaci¨®n en torno a la crisis ecol¨®gica planetaria. Tanta como para que haya incluso quien la niega, sin hablar de los muchos otros que la ignoran, o la ignoramos. En Colapsolog¨ªa (Arpa), los investigadores franceses Pablo Servigne y Rapha?l Stevens hicieron inventario de cat¨¢strofes y puesta al d¨ªa de soluciones, dando forma a un libro que se convirti¨® en una suerte de manual introductorio, un punto de partida desde el que abordar el peliagudo asunto del cataclismo. Despu¨¦s, los autores se unieron al bi¨®logo Gaultier Chapelle en Otro fin del mundo es posible (Arpa), donde desde la base de la colapsolog¨ªa, es decir, el estudio del colapso, ampl¨ªan las miras a la colapsof¨ªa, una filosof¨ªa del colapso capaz de propulsar el optimismo frente al sentimiento de derrota. Su receta: respuestas realizables a cuestiones dif¨ªciles, tales como la b¨²squeda de sentido en un mundo en declive, la pertinencia de seguir adelante y la necesidad de crear v¨ªnculos para combatir el ego¨ªsmo.

Decrecimiento. Si sumamos unos recursos finitos al ansia de expansi¨®n ina?gotable, no hay manera de cuadrar las cuentas. ?La soluci¨®n? Restar. En Decrecimiento. Una propuesta razonada (Alianza), el antiguo profesor universitario Carlos Taibo parte de una imagen que invita a reposicionar las escalas: en Espa?a, explica, la huella ecol¨®gica se sit¨²a por encima de 3, lo que significa que ¡°para mantener las actividades econ¨®micas hoy existentes es necesario contar con un territorio al menos tres veces mayor que el disponible¡±. Tras m¨¢s de una d¨¦cada de estudio y divulgaci¨®n, el autor re¨²ne y justifica las conclusiones que ha alcanzado sobre lo que realmente implica decrecer y por qu¨¦ resulta ineludible ponernos manos a la obra. Taibo, defensor del anarquismo y la autogesti¨®n, tiene un t¨ªtulo a¨²n m¨¢s reciente, Ecofascismo (Catarata), donde advierte de la apuesta por la ecolog¨ªa que llega del lado de ciertos poderosos, quienes, sabedores de la grave crisis que atraviesa el planeta, se afanan en preservar los recursos, pero solo para el disfrute de unos pocos.

Espiritualidad. Desde que Ren¨¦ Descartes legara a la posteridad su archiconocido ¡°Cogito, ergo sum¡±, el pensamiento europeo y, con ¨¦l, el global se han visto arrastrados por la creencia impl¨ªcita de que solo la raz¨®n y la l¨®gica gobiernan el universo. La intuici¨®n y el misticismo han quedado relegados al ¨¢mbito de la supercher¨ªa, pero cada vez son m¨¢s las voces que se alzan en contra de la tiran¨ªa de las matem¨¢ticas. Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales de 2017, la brit¨¢nica Karen Armstrong ha plasmado en Naturaleza sagrada (Cr¨ªtica) un esclarecedor alegato para recuperar el v¨ªnculo con el mundo natural. Experta en religiones (fue monja durante siete a?os), se concentra en las tradiciones china e india como exponentes de una corriente filos¨®fica que no solo respeta, sino que venera la naturaleza. ¡°No se trata de creer o no en esta o aquella doctrina religiosa¡±, apunta, ¡°sino de incorporar a nuestras vidas una serie de percepciones y pr¨¢cticas que cuentan con el potencial preciso para transformar nuestras mentes y nuestros corazones¡±. En Ecotop¨ªa (Anagrama), el autor, historiador del arte y maestro de yoga Alexis Racionero Ragu¨¦ recorre el flujo de escuelas, mitos y autores ¡ª?desde el chamanismo hasta el socialismo ut¨®pico; del Caminante ante un mar de niebla, de Friedrich, que se maravilla ante la inmensidad del paisaje, al ascetismo consolador del Walden de Thoreau¡ª para desembocar en un dec¨¢logo fundacional de la ecotop¨ªa, una utop¨ªa m¨¢s all¨¢ de la ecolog¨ªa que nos permita ¡°conectar m¨¢s profundamente con la sabidur¨ªa de la Tierra para establecer una nueva relaci¨®n con ella¡±. Y en Naturaleza esencial (Atalanta), el fil¨®sofo Christian de Quincey recuerda que la noci¨®n de un universo vivo, de la ¡°materia intr¨ªnsecamente sintiente¡±, ha sido un continuum a lo largo de la historia del pensamiento occidental, solo interrumpido recientemente. La falta de consideraci¨®n por el mundo que nos nutre y nos envuelve, resume el pensador, no es sino una anomal¨ªa de nuestro tiempo.

Reorganizaci¨®n. Hace unos a?os, el fallecido bi¨®logo Edward O. Wilson ¡ªapodado el ¡°padre de la biodiversidad¡±¡ª lanz¨® una propuesta extrema para revertir la extinci¨®n de especies animales y vegetales: reducir la presencia humana a la mitad del planeta, dejando la otra mitad disponible a la naturaleza. Despu¨¦s de aquella teor¨ªa, un llamamiento a abrir los ojos presentado en el libro Medio planeta (Errata Naturae), otros autores han seguido planteando ideas sobre c¨®mo organizarnos, muchas sin duda menos audaces, pero quiz¨¢ s¨ª m¨¢s factibles, al menos en el corto plazo. Desde un pragmatismo funcionarial, con informaci¨®n recopilada de encuestas, entrevistas e investigaciones, la exasesora de Obama Beth Simone Noveck ha desarrollado en C¨®mo resolver problemas p¨²blicos (Galaxia Gutenberg) un cat¨¢logo de medidas para reconfigurar la plaza p¨²blica de la democracia con la ayuda de las redes sociales y la tecnolog¨ªa digital. Dentro de su colecci¨®n Ciudad 2030, la editorial Catarata ofrece en t¨ªtulos como Ciudades circulares, cohesivas y creativas, editado por Mar¨ªa Jes¨²s Monteagudo, Nerea Aranbarri y Basagaitz Guere?o, reflexiones sobre c¨®mo las ciudades pueden contribuir al desarrollo humano sostenible a trav¨¦s del fomento del reciclaje, la autonom¨ªa y la potenciaci¨®n del talento.

Salud mental. Tenemos que hablar de ¡°esto-que-nos-est¨¢-pasando¡±. Seguro que muchos no ser¨¢n capaces de definirla con exactitud, se trata de una pesadumbre gris que a veces se percibe como una nube negra o un ruido blanco. Pero ah¨ª est¨¢, siempre al acecho. Un malestar indefinido, asociado a una precaria salud mental, del que hoy en d¨ªa pocos, casi nadie, pueden escapar. Si no exist¨ªan suficientes motivos para la inquietud en esta sociedad tardocapitalista, ahora viene la ecoansiedad ¡ªla angustia ante la inminencia del cataclismo¡ª a colarse en nuestras cabezas. En Y ahora yo qu¨¦ hago (Capit¨¢n Swing), Andreu Escriv¨¤ aplica, sin sermones, la m¨¢xima que afirma que el cambio empieza por uno mismo. Para superar la crisis, el autor insta a tomar cartas en el asunto. Entre los mandamientos que propone para atajar la emergencia clim¨¢tica y, de paso, mejorar nuestro bienestar psicol¨®gico se encuentran ideas tan b¨¢sicas y necesarias como desmontar las excusas con las que justificamos nuestra pasividad. En paralelo, el ambient¨®logo desarrolla un dec¨¢logo de imperativos, con acciones que van desde el ¡°corre¡± y el ¡°exige¡± hasta el ¡°imagina¡± y ¡ªsobre todo¡ª el ¡°hagamos¡±.

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