¡®Tots eren fills meus¡¯, Arthur Miller sin inventos
Un di¨¢fano montaje, dirigido por David Selvas, triunfa en el Lliure de Barcelona
Si los t¨®picos suelen ser verdad, tambi¨¦n lo es aquel que afirma que solo son necesarios un buen texto y unos buenos actores para conseguir un gran espec?t¨¢culo. El teatro Lliure estren¨® Tots eren fills meus (Todos eran mis hijos) y a los pocos d¨ªas varios teatreros celebraban en Twitter el regreso del ¡°Lliure de antes¡±. Esta expresi¨®n vendr¨ªa a ser una cr¨ªtica velada a la programaci¨®n de Juan Carlos Martel, cuya llegada desconcert¨® a m¨¢s de un abonado y espectador fiel con su apuesta clara por la experimentaci¨®n y la performatividad. El cl¨¢sico de Arthur Miller se ha estrenado con una direcci¨®n di¨¢fana de David Selvas, acabado de regresar del Teatro Espa?ol con su refrescante La importancia de llamarse Ernesto. Un reparto encabezado por dos grandes de la escena catalana como Jordi Bosch y Emma Vilarasau y una propuesta sin inventos son suficientes para conectar el texto con un p¨²blico que puede acercarse al cl¨¢sico de Miller por primera vez o bien regresar a ¨¦l para saborearlo de nuevo.
Selvas se permite una peque?a modernez al inicio del espect¨¢culo, cuando hace que suene el himno de Estados Unidos interpretado por la guitarra distorsionada de Jimi Hendrix en Woodstock. Peque?a licencia anacr¨®nica para que quede muy claro que estamos en Am¨¦rica. La tierra de las oportunidades se confronta con la crudeza de la guerra y la miseria moral del sistema capitalista. La f¨¢brica de Joe Keller no puede dejar nunca de producir, y a veces los da?os colaterales regresan como fantasmas del pasado. Jordi Bosch actu¨® por primera vez en el teatro Lliure hace 40 a?os, y ahora interpreta con mucho aplomo a Keller, venerable vecino y padre de familia que quiere por igual tanto a su hijo como a su negocio. Emma Vilarasau es una Kate fuerte, comedida y elegant¨ªsima (muy bien vestida, como todo el elenco, por Maria Armengol), que todav¨ªa espera al hijo que nunca volvi¨® de la guerra como ¨²nica estrategia para no perder la cordura.
La obra, alejada del nuevo perfil experimental del teatro barcelon¨¦s, ha sido aplaudida como un regreso del ¡°Lliure de antes¡±
Es un acierto prescindir de la casa familiar de los Keller y situar toda la acci¨®n en el jard¨ªn: el c¨¦sped, una mesa y el ¨¢rbol partido por el viento como una terrible premonici¨®n son suficientes para centrar toda la atenci¨®n en el texto. La propuesta escenogr¨¢fica de Alejandro And¨²jar funciona por su practicidad y buena visibilidad, como no suced¨ªa con la Yerma ideada por Frederic Amat, con el p¨²blico sentado igualmente alrededor de la escena. De los j¨®venes, Eduardo Lloveras y Cl¨¤udia Benito llevan la funci¨®n con br¨ªo y car¨¢cter, muy bien secundados por un Quim ?vila con menos minutos en escena, pero aun as¨ª con un George muy bien dibujado. Entre los personajes secundarios destacan Gemma Mart¨ªnez como amable vecina que todo lo ve y Clara de Ramon, que muestra excelentemente la tensi¨®n sexual no resuelta que todav¨ªa mantiene con George. ¡°La guerra y la paz son monedas de cinco y de diez¡±, afirma Joe Keller, y casi 80 a?os m¨¢s tarde la frase de Miller sigue siendo verdad. El himno de Estados Unidos abre y cierra la funci¨®n, pero Selvas hubiera podido utilizar tranquilamente el himno de Europa, esa Oda a la alegr¨ªa que afirma que todos somos hermanos cuando, en realidad, somos perros rabiosos que nos comemos los unos a los otros.
Tots eren fills meus
Texto: Arthur Miller
Dirección: David Selvas.
Teatro Lliure, Barcelona. Hasta el 26 de marzo
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