Valiente aventura literaria a lomos de viajeros y exploradores
Pepe P¨¦rez-Muelas ofrece en su ensayo ¡®Homo viator¡¯ un personal¨ªsimo paseo por la historia del descubrimiento del mundo
En el estimulante y creciente panorama de la literatura de viajes en nuestro pa¨ªs, a punto de aparecer los nuevos libros de Gabi Mart¨ªnez (sobre el delta del Ebro) y Jordi Esteva (el segundo tomo de sus memorias de n¨®mada), y con la nueva novela de nuestra gran viajera Patricia Almarcegui (Las vidas que no viv¨ª, una preciosa filigrana de mezcla de culturas distantes) reci¨¦n publicada, surge este sorprendente Homo Viator (Siruela), primer libro de Pepe P¨¦rez-Muelas, profesor de literatura en Sevilla, columnista y viajero, y una obra que parece que salga de la nada, como una nave de otro planeta aterrizando en el g¨¦nero. Se trata de un voluminoso (450 p¨¢ginas) libro de no ficci¨®n que recorre la historia del descubrimiento del mundo a lomos de viajeros y exploradores de todas las ¨¦pocas y pelajes. P¨¦rez-Muelas cuenta esa gran aventura de manera m¨¢s o menos cronol¨®gica (a veces vuelve de adelante atr¨¢s) utilizando las experiencias de los viajeros hist¨®ricos, pero tambi¨¦n las suyas propias (se va revelando como un viajero experimentado y perspicaz) mientras avanza desde oriente hacia occidente para terminar literalmente en la luna y en un cementerio de Roma lleno de colegas.
Lo m¨¢s sorprendente del libro es su personal¨ªsimo punto de vista, libre de modas, de tendencias, de voces y conceptos que podr¨ªan considerarse imprescindibles en el g¨¦nero de viajes actual (tambi¨¦n de datos: se habla del reciente hallazgo del Endurance de Shackleton pero no de los del Erebus y el Terror de Franklin). La ¨²nica deuda contempor¨¢nea que se?ala Homo viator (posiblemente por recomendaci¨®n de los editores) es con El infinito en un junco, de Isabel Vallejo, libro al que se refiere el autor en varias ocasiones en el marco de sus abundantes pasajes sobre el viaje en la cultura cl¨¢sica. Por lo dem¨¢s, P¨¦rez-Muelas viaja con su propia mochila, sus ideas, sus libros y su br¨²jula (y su mapa, el del cart¨®grafo milan¨¦s del siglo XVI Urbano Monti, su leit motiv). Lo hace con una desconcertante falta de prejuicios (si quiere mete a Oriana Falacci entrevistando a Jomeini en 1979 o un trozo de una novela de Paul Auster) y sin ning¨²n complejo (en la bibliograf¨ªa mezcla fuentes cl¨¢sicas del viaje junto a novelas de su gusto y algunos autores tan inesperados como Fulcanelli, Indro Montanelli o S¨¢nchez Drag¨®), marchando animosamente hacia delante como quien gu¨ªa su safari a machetazos desbrozando jungla, con lo que parece una sorprendente inconsciencia. Alguien podr¨ªa pensar que es una actitud peligrosa, incluso insensata, para viajar, incluso literariamente, y que puede llevarte a acabar en un pantano o en el territorio de una tribu can¨ªbal.
De hecho, desde el principio seguimos el trayecto del autor por el mundo de los descubrimientos con una suerte de fascinaci¨®n por la ca¨ªda: a ver c¨®mo se la pega en el itinerario. Es como seguir a Scott en la Ant¨¢rtida o al coronel Fawcett (que por cierto no sale), buscando la ciudad perdida de Z en la Amazonia. En los primeros tramos del libro su tono puede resultar algo enervante y producir la sensaci¨®n de que estamos ante una obra algo naif y deslavazada. Suena todo un poco a ya o¨ªdo: lo de que viajar empieza en los libros, que los viajeros ¡°rompen la barrera de lo desconocido¡±, o que Homo viator ¡°se presenta en dos direcciones: por un lado, la de entender la vida como un viaje; por otro, la de hacer del viaje una forma de vida¡±. Qu¨¦ decir de que aparezca el aventurero argentino Alfredo Barrag¨¢n y no Thor Heyerdahl.
Sin embargo, a medida que avanzas en la lectura vas cayendo en una extra?a fascinaci¨®n: la voz de P¨¦rez-Muelas se te va haciendo simp¨¢tica y cercana, te atrapan su forma de contar fresca y felizmente desinhibida, sus gustos tan personales (el cap¨ªtulo sobre monta?ismo, que lo pone porque le apetece, qu¨¦ pasa, o el del camino de Santiago; su fijaci¨®n con la arqueolog¨ªa, con el escriba sentado del Louvre, o con Yuri Gagarin), y ya no puedes parar. Es verdad que qui¨¦n podr¨ªa detenerse en una catarata de aventuras como en la que nos va precipitando el autor encadenando h¨¢bilmente unos viajeros con otros, una historia asombrosa con la siguiente. Mucho es bien conocido -ah¨ª est¨¢n, pas¨¢ndose el testigo, Her¨®doto, Jenofonte (¡°un Garcilaso griego¡±), Pausanias, Ibn Battuta, Marco Polo, Magallanes, Orellana, Vivian Denon, Bougainville, Cook, James Brooke, Mungo Park, Isabela Bird, Burton, Speke, Livingstone y Stanley, Alexandra David-N¨¦el, Lawrence de Arabia, o Malraux- , pero ello no le resta emoci¨®n y el autor nos lo cuenta como si fuera la primera vez, con lo que recuperamos aquel viejo entusiasmo de los descubrimientos (y valga la palabra).
¡°Viaje de viajes¡±, Homo Viator nos lleva a lugares que P¨¦rez-Muelas ha recorrido (m¨¢s, y mejor, de los que crees al principio) o que ha imaginado en sus lecturas de las expediciones. Hay pasajes de una emotiva implicaci¨®n personal, como las noches contemplando las cremaciones en los ghats de Benar¨¦s, menciones inesperadas a autores inici¨¢ticos para el escritor (Lorca, 1989) como Octavio Paz, Herman Hesse, Pasolini, Kapuscinski, Neruda, ?talo Calvino (con sus Ciudades invisibles) o Mika Waltari, y frases muy hermosas que jalonan el largo camino: ¡°Hoy en Goa se habla portugu¨¦s con acento triste¡±, Khajuraho: ¡°sexos desparramados, una multitud fornicadora que se alza al amanecer y produce una m¨²sica triste y sentida¡±, o Fil¨¦: ¡°el incienso ya no espantar¨¢ la sombra de los cocodrilos¡±.
Y tiene el gancho para los mit¨®manos de incluir viajeros de ficci¨®n en su relato: Daniel Dravot o el Herv¨¦ Joncour de Seda (aunque en el cap¨ªtulo de los de verdad que no salen, los queridos Thesiger, Leigh Fermor, Jan Morris y Javier Reverte). Interesado por la interrelaci¨®n entre oriente y occidente, P¨¦rez-Muelas presta especial atenci¨®n a los viajeros espa?oles (Clavijo, Pedro P¨¢ez, Al¨ª Bey, Malaspina), reivindicando su papel en la historia de los descubrimientos. Y parece disfrutar no s¨®lo con la gran panor¨¢mica sino explicando las peque?as historias de personajes poco conocidos (Dorothy Eady, que se cre¨ªa reencarnaci¨®n de la amante de Seti I, la monja Egeria que buscaba la estatua de sal de la mujer de Lot, los perdidos hermanos Vivaldi o el conquistador Diego de Ord¨¢s que fue a buscar azufre para hacer p¨®lvora al cr¨¢ter del Popocat¨¦petl). De repente, te encuentras asintiendo y sonriendo ante lo que cuenta sobre Michel Peissel, o porque cita a Heinrich Harrer, y a George Mallory, o porque dedica un cap¨ªtulo a la aviaci¨®n y habla de Saint-Exup¨¦ry o Amelia Earhart. ?Habr¨¢ que seguirle los pasos a Pepe P¨¦rez-Muelas!
Homo Viator, el descubrimiento del mundo a trav¨¦s de los viajeros
Siruela, 2023
450 p¨¢ginas, 23,70 euros
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