Operarse la nariz ya no es lo que era: as¨ª se hacen ahora las rinoplastias para evitar rostros ¡®cl¨®nicos¡¯
Aqu¨ª no llegamos tan lejos, pero un cirujano de Los ?ngeles asegura que hay pacientes revirtiendo su intervenci¨®n para recuperar redondeces e identidad (tambi¨¦n la familiar)
¡°Nunca hab¨ªa o¨ªdo una canci¨®n suya, pero empec¨¦ a amar a Maria Callas cuando vi una foto de perfil de ella en la portada de la revista Time. Y el coraz¨®n casi se me sube a la garganta cuando le¨ª a Diana Vreeland [la c¨¦lebre editora de moda] decir que a la gente solo le gustan las personas con las narices peque?as porque les recuerdan a cerditos y gatitos. Una cara fuerte ¡ªdeclar¨®¡ª ha de tener una nariz con un hueso potente¡±. Son las zozobras de adolescencia de la periodista Gabrielle Glaser, experta en temas de salud mental y colaboradora en The New York Times, The Atlantic o The Washington Post. Las narra en su libro The Nose, donde explica que dorm¨ªa con una pinza en la nariz para intentar afinarla. Luego vendr¨ªan una sinusitis cr¨®nica y a¨²n m¨¢s inseguridades, tratamientos, bajones y, finalmente, la aceptaci¨®n.
¡°A las personas, especialmente a las ni?as y a las mujeres, se nos ense?a a odiar nuestro cuerpo para luego cambiarlo, ya sea haciendo dieta o someti¨¦ndote a una cirug¨ªa. En EE UU, el 80% de las ni?as de diez a?os ha hecho alg¨²n tipo de r¨¦gimen¡±, reflexiona por correo electr¨®nico Laurie Essig, directora del Departamento de G¨¦nero, Sexualidad y Estudios Feministas de la Universidad de Middlebury (Vermont, EE UU). Mientras las j¨®venes de los a?os ochenta y noventa so?¨¢bamos con ese puntito imperceptible y resping¨®n que luc¨ªan Lindsay Lohan o Alicia Silverstone en pel¨ªculas m¨ªticas de la ¨¦poca, ellos celebraban la voluptuosidad de su napia. ¡°La verdad de los hombres est¨¢ en su nariz¡±, lleg¨® a escribir Ovidio.
Seguimos teniendo una relaci¨®n complicada con el centro de la cara. La rinoplastia est¨¢ entre las cinco intervenciones est¨¦ticas m¨¢s comunes que se realizan en Espa?a, seg¨²n la Sociedad Espa?ola de Cirug¨ªa Pl¨¢stica Reparadora y Est¨¦tica (SECPRE), desde donde afirman que el paciente m¨¢s habitual tiene entre 18 y 45 a?os y es, en tres de cada cuatro casos, mujer. ¡°Se separa la piel de la nariz de su soporte, compuesto por hueso y cart¨ªlago, que es esculpido con la forma deseada; posteriormente, esta es redistribuida sobre el nuevo soporte¡±, definen. ¡°El 70% de la nariz es igual en todo el mundo. Luego hay un 30% que puedes cambiar: la punta, el dorso¡¡±, concreta Isabel de Benito, presidenta de la SECPRE, quien asegura que las nuevas t¨¦cnicas de ultrasonido han acelerado la recuperaci¨®n, al producirse mucha menos inflamaci¨®n: ¡°Si antes se necesitaban 10 o 15 d¨ªas para retomar la normalidad, ahora en 5 ya est¨¢s listo¡±, apunta. Adem¨¢s, De Benito reconoce un ligero cambio de paradigma est¨¦tico. ¡°La gente ya no te viene con la foto de una famosa. Y lo primero que te dicen es: 'Quiero que quede natural".
Melissa Doft, cirujana pl¨¢stica en una cl¨ªnica que lleva su nombre en Nueva York, traza esta evoluci¨®n: ¡°En los a?os setenta y ochenta muchos cirujanos especializados en rinoplastias ten¨ªan una nariz insignia, que era esa peque?ita y respingona, de naturaleza anglosajona: la cookie-cutter nose [¡±nariz de horneadora de galletas", en ingl¨¦s, una alusi¨®n al personaje naif, casi de cuento, que pasa las tardes cocinando reposter¨ªa]. Ahora los pacientes quieren algo individualizado, que respete sus proporciones y no borre su identidad. Las narices resultantes de las operaciones de hoy son de curvas m¨¢s suaves, no tan respingonas y con menos ¨¢ngulos".
¡°Especializado en narices naturales¡±
Es el eslogan que utiliza un cirujano real para promocionar sus rinoplastias. La pregunta es: ?alguna vez se ganaron la vida moldeando narices marcianas? Patrick Byrne, cirujano especializado en reconstrucci¨®n pl¨¢stica facial y director del Instituto de la Cabeza y el Cuello, en Cleveland (EE UU), lamenta: ¡°Durante mucho tiempo nos hemos encontrado con pacientes que se hab¨ªan operado a?os atr¨¢s y a los que se hab¨ªa extirpado demasiado cart¨ªlago, de modo que ten¨ªan una nariz esquel¨¦tica y exageradamente estrecha, con la punta muy hacia arriba y el puente c¨®ncavo. Son estructuras que ya no se ven¡±. Howard Diamond, cirujano pl¨¢stico de Nueva York, las populariz¨® tanto que en el gremio ese tipo de nariz se conoce como la Dr. Diamond. ¡°Todas las chicas de Long Island ten¨ªan una Dr. Diamond en los setenta¡±, reconoce el doctor George Beraka a The New York Times en un alegato sobre el reflejo de la diversidad ¨¦tnica en las tendencias actuales.
Respirar por la nariz puede ayudarte a tener mejor memoria
Preservar la identidad, huir de la cara cl¨®nica, reivindicar fisionom¨ªas m¨¢s all¨¢ de la blanca y occidental y conservar la herencia son algunas de las peticiones de los nuevos pacientes a los cirujanos, que tienden a respetar en lo posible la estructura y minimizar la extracci¨®n. Esto se traduce en el uso de nuevas t¨¦cnicas. ¡°Existe otra filosof¨ªa de abordaje. Antes se quitaba mucho tejido (cart¨ªlago y hueso); y ahora se conserva, pero esculpes y modelas con suturas e injertos¡±, confirma De Benito, que, a su vez, reconoce que la inspiraci¨®n art¨ªstica del cirujano juega un papel en el resultado. ¡°Esto es 80% m¨¦todo y 20% improvisaci¨®n art¨ªstica, que nace de tu perspectiva para conseguir algo arm¨®nico seg¨²n un concepto personal de la belleza¡±.
El peligro de no reconocerse
La rinoplastia es la segunda intervenci¨®n est¨¦tica con mayor tasa de arrepentimiento (la primera es la mamoplastia), seg¨²n cont¨® a este peri¨®dico la doctora Conchita Pinilla, experta en cirug¨ªa pl¨¢stica, que sit¨²a la tasa de compungidos en un 5%. No aceptar el resultado tiene que ver b¨¢sicamente con tres factores, seg¨²n la psic¨®loga Julia Vidal, especialista en imagen corporal y directora de ?rea Humana Psicolog¨ªa, en Madrid: ¡°Que la nueva nariz no haya cubierto nuestras expectativas, que esper¨¢bamos sentirnos felices y esto no ha ocurrido o que sigamos viendo el defecto a causa de una dismorfofobia, que es un trastorno que tiene que ver con la percepci¨®n err¨®nea de la imagen corporal¡±.
Adem¨¢s, el ¨®rgano del olfato tiene un peso notable en la psique, pues se encuentra en el rostro, nuestra carta de presentaci¨®n. ¡°A lo largo de la historia, los cient¨ªficos siempre se han fijado en ella para obtener pistas del cerebro, los pulmones e incluso el alma¡±, recuerda Glaser en su libro. En el siglo XVIII, los fren¨®logos, cuya disciplina se considera hoy una pseudociencia (se basaba en la determinaci¨®n del car¨¢cter seg¨²n cr¨¢neo, cabeza y facciones), se centraban en el tama?o y la forma de la nariz como la llave de la personalidad y la inteligencia. Freud y los m¨¦dicos victorianos la vinculaban a todo: desde los calambres dolorosos a la masturbaci¨®n. E incluso todav¨ªa en la d¨¦cada de los cincuenta del siglo XX, algunos m¨¦dicos consideraban que alergias comunes y congestiones nasales eran s¨ªntomas de trastornos psicol¨®gicos.
?Falacia o triunfo de la diversidad?
Superados todos los mitos absurdos sobre la nariz y con un canto in crescendo hacia la policrom¨ªa est¨¦tica, era cuesti¨®n de tiempo que las narices que se escapan del canon se reivindicaran. Si bien las cirujanas consultadas admiten que las seguimos prefiriendo peque?as, ciertos micromovimientos sugieren cambios: en Los ?ngeles, por ejemplo, hay quien est¨¢ recuperando su giba y otras redondeces con inyecciones de relleno (lo documenta el doctor Alexander Rivkin en la cuenta de Instagram de su cl¨ªnica).
Existen seis tipos de arruga, y solo dos se borran con una buena crema
Algunos soci¨®logos hablan de una generaci¨®n m¨¢s acostumbrada a la imperfecci¨®n (tienen nombre: los carly), que se vale de las redes sociales para presumir de estr¨ªas, granos o narices descomunales. Por contra, intelectuales como Essig, autora de American Plastic: Boob Jobs, Credit Cards, and Our Quest for Perfection, ponen en duda este aparentemente amable giro de acontecimientos: ¡°La industria de la belleza nos vende conceptos como ¡®diversidad corporal¡¯ o ¡®diversidad racial¡¯ para que compremos productos relacionados con ellos. No hay m¨¢s. Ma?ana podr¨ªan llegar a convencernos de que es bonito tener la piel azul y las orejas gigantes¡±.
En cualquier caso, quien decida cambiar una parte de su cuerpo en quir¨®fano, sea para ponerse ojeras o quit¨¢rselas, deber¨ªa hacerse una pregunta previa: ?lo hago para subir mi autoestima? Porque, si la respuesta es s¨ª, Vidal no le garantiza el ¨¦xito. ¡°Citarse con un psic¨®logo antes de operarse puede ayudar a indagar en los motivos¡±, dice. Y recuerda: ¡°La felicidad y el bienestar no est¨¢n en el f¨ªsico¡±.
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