El Mois¨¦s que fue tecn¨®crata
Aupado por Jordi Pujol, Artur Mas tom¨® la vara de Mois¨¦s en 2012 y trat¨® de ocultar las huellas de la corrupci¨®n y los recortes hasta que la CUP lo envi¨® a la papelera de la historia
El 23-F de 1981, mientras el coronel Antonio Tejero tomaba como rehenes a los diputados, Artur Mas asist¨ªa a clases de ingl¨¦s en la academia Berlitz, del paseo de Gr¨¤cia barcelon¨¦s. A sus 25 a?os, el ruido de sables no le alter¨® el pulso. Despu¨¦s de los idiomas, dio un paseo con su novia, Helena Rakosnik ¨Cya velando armas para la futura boda¨C y luego se dirigi¨® a su domicilio paterno desde donde, entonces s¨ª, sigui¨® los acontecimientos. El relato ¨Cfacilitado a este diario con motivo del 30? aniversario del 23-F por su entonces jefe de prensa, Joan Mar¨ªa Piqu¨¦¨C describe la visi¨®n que el joven Artur ten¨ªa de la pol¨ªtica. Su aproximaci¨®n a la pol¨ªtica resulta de un candor similar a la observaci¨®n del brit¨¢nico Nigel Barley sobre la tribu de los dowayos del Camer¨²n, aunque a a?os luz de la chispa que ten¨ªa el autor de El antrop¨®logo inocente. Este s¨¢bado el PDeCAT ha aprovechado su Consejo Nacional para despedir al expresidente catal¨¢n.
Y es que Artur Mas ven¨ªa de una familia de la burgues¨ªa catalana. Como correspond¨ªa a su condici¨®n y con 26 a?os reci¨¦n cumplidos, su padre lo acompa?¨® a buscar empleo al despacho de uno de sus amigos, el entonces conseller de Comercio, Consumo y Turismo Francesc Sanuy. El joven Mas hablaba idiomas ¨Cingl¨¦s y franc¨¦s¨C y era un buen trabajador de costumbres espartanas, lo que le hizo ascender con rapidez. Tras ejercer como jefe del servicio de Ferias de la Generalitat, fue designado director general de Promoci¨®n Comercial. De aquella ¨¦poca de mayor¨ªas absolutas del pujolismo data una de sus m¨¢s famosas afirmaciones: ¡°Obviamente soy un t¨¦cnico, no un pol¨ªtico¡±. Artur era un joven calvinista, un g¨¦nero muy apreciado por su exotismo en el entorno de la familia Pujol. Poco a poco fue acerc¨¢ndose al nacionalismo. Quiz¨¢s en ello algo tuvo que ver el trauma que sufri¨® cuando siendo muy joven hall¨® en la empresa de su padre, Magomo, unas octavillas que ped¨ªan aumento salarial, pero a su juicio, destilaban rencor de clase. El texto, engendrado en plena transici¨®n, le abri¨® ojos sobre lo perniciosa que resultaba la izquierda. En contraposici¨®n, el nacionalismo se presentaba como ap¨®stol de la armon¨ªa entre clases.
A finales de los ochenta se puso al servicio del grupo Tipel, liderado por Llu¨ªs Prenafeta, imputado luego en el caso Pretoria y hombre fuerte de varios gobiernos de Jordi Pujol. La efectividad y el elegante porte del joven Mas gustaron a la esposa del president, Marta Ferrusola. Empez¨® su carrera pol¨ªtica seria. Primero fue concejal al Ayuntamiento de Barcelona y, a mediados de los noventa, consejero de Pol¨ªtica Territorial y luego de Econom¨ªa. Pujol vio valores calvinistas en ese hombre capaz de retrasar las obras de la propia cocina de su casa para atajar rumores de corrupci¨®n, mientras era consejero de Pol¨ªtica Territorial. Apoyado por la familia del fundador de CDC, le gan¨® la batalla de la sucesi¨®n al democristiano Josep Antoni Duran Lleida y se hizo con la primogenitura de CiU en 2001. Pujol ve¨ªa en ¨¦l un buen masovero, capaz de guardar casa y finca. Todo temporal, claro, hasta que alguno de los hijos del patriarca reclamara la herencia, lo que los tribunales y la historia impidieron. Para su funci¨®n de regente, Mas se rode¨® de incondicionales. David Mad¨ª, su secretario de Comunicaci¨®n y nieto de uno de los fundadores de ?mnium Cultural, lleg¨® a manipular encuestas para mejorarle la imagen de l¨ªder. Como Pujol, Artur Mas perdi¨® en n¨²mero de votos sus confrontaciones electorales con Pasqual Maragall. Hasta 2010 no pudo acceder a la presidencia de la Generalitat. Pero Converg¨¨ncia sobrevivi¨® con buena nota a su paso por la oposici¨®n (2004-2010), durante la que Mas pact¨® con el presidente Zapatero los recortes al Estatuto catal¨¢n y el ponerle sordina a las ambiciones pol¨ªticas del PSC, con el objetivo de allanar su camino a la presidencia. En el terreno econ¨®mico, CDC sobrevivi¨® a la traves¨ªa del desierto gracias a las mordidas del 3% o del 4% que presuntamente obtuvieron los nacionalistas por obras adjudicadas anteriormente. Una parte del le¨®n fue a trav¨¦s del Palau de la M¨²sica, cuya sentencia ver¨¢ la luz el pr¨®ximo 15 de enero.
Cuando Mas logr¨® en 2010 la presidencia de la Generalitat se present¨® como el administrador eficaz frente a los manirrotos de los tripartitos de izquierda. Con los votos del PP, CiU aprob¨® en 2012 su ley de estabilidad presupuestaria en la que adelantaba en dos a?os ¨Cpara el mism¨ªsmo 2018?¨C los objetivos que el Gobierno central se hab¨ªa fijado para 2020. Se recortaron las prestaciones de renta de inserci¨®n, se expuls¨® a miles de personas el sistema y se mutil¨® en 1.500 millones de euros el presupuesto en Salud. Todo eso fue hasta su conversi¨®n al independentismo, cuando quiso surfear el tsunami independentista generado tras la sentencia del Estatut. Tom¨® la vara de Mois¨¦s ¨Cen esta tesitura prof¨¦tica aparec¨ªa en un cartel electoral en 2012- y trat¨® de borrar las huellas del pasado de corrupci¨®n y recortes en la corte del fara¨®n. Converg¨¨ncia ya divorciada de Uni¨® escondi¨® en 2015 su nueva encarnaci¨®n, su candidato y sus siglas en Junts pel S¨ª. Pero la CUP lo encontr¨®, le barr¨® el paso de Mas a la presidencia y lo envi¨® a la papelera de la historia.
Mas deja ahora la presidencia del PdeCAT, un partido desdibujado por el empuje caudillista de Carles Puigdemont, el hombre que ¨¦l ungi¨® como sucesor. Los tiempos no le son propicios. Converg¨¨ncia ha desaparecido, su viejo tesorero, Daniel Os¨¢car, est¨¢ implicado en el caso Palau, y el fiscal le pide seis a?os de prisi¨®n. Con el partido convertido en una suerte de asamblea de facultad, el sucesor de Pujol busca tranquilidad y trata de huir del laberinto que el mismo contribuy¨® a tejer para sobrevivir con la apuesta soberanista. Tiene causas pendientes, est¨¢ inhabilitado por dos a?os, espera la sentencia del caso Palau y cree que ha llegado el momento de tomarse un respiro ante ese proc¨¦s que devora a sus hijos. Pero Mas no arroja definitivamente la toalla. No renuncia.
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