Fogonazos de luz y agua en los jardines de La Granja de San Ildefonso
Las lluvias de la primavera extienden el espect¨¢culo nocturno de las fuentes
Una fascinante sorpresa de agua y de luz aguarda a los visitantes que acudan este s¨¢bado y el pr¨®ximo 25 de agosto al Palacio Real de La Granja (85 kil¨®metros al noroeste de Madrid): la entrada en ignici¨®n lum¨ªnica de fontanas como la de los Ba?os de Diana, la m¨¢s grandiosa de las 27 fuentes monumentales, de mitol¨®gico trasunto, construidas hace tres siglos en plomo ornamental y piedra tallada por arquitectos franceses sobre los jardines del palacio.
Un paraje somontano declinante de La Granja de San Ildefonso, antiguo cazadero regio desde la Baja Edad Media, fue transformado entre 1727 y 1734 en Sitio Real por orden de Felipe V de Borb¨®n. El primer monarca de esta dinast¨ªa mand¨® edificar all¨ª la primera gran obra arquitect¨®nica de su reinado tras librar la Guerra de Sucesi¨®n contra el dinasta rival, el archiduque austracista Carlos.
Coronada por la cumbre de Pe?alara, la falda segoviana de la Sierra, donde palacio y jardines se despliegan a lo largo de 174 hect¨¢reas, declina en una acusada pendiente. Su declinar, mimosamente ajardinado por Ren¨¦ Carlier y Esteban Boutelou inspirados en los jardines de Versalles y Marly pero innovando su propuesta, quedar¨ªa jalonado por las magnificentes fuentes monumentales. Salvo tres de ellas, las 24 restantes funcionan mediante un trisecular y todav¨ªa eficiente sistema hidr¨¢ulico de dep¨®sitos, canalizaciones de hierro, junturas aplomadas y surtidores de conductos embocados capaces de proyectar a distancia su l¨ªquido fluido. Este a?o, las fuentes se han visto gratificadas por copiosas nevadas y abundante lluvia, lo cual ha determinado un generoso calendario de veladas abiertas al p¨²blico.
Sembrada de neveros, la sierra ha llenado de fresqu¨ªsima agua un lago artificial, denominado El Mar, que corona los jardines y que, pese a lo avanzado del estiaje de agosto, solo ha perdido 60 cent¨ªmetros de su enorme volumen de agua. Desde all¨ª, a una cota de 48 metros de altura, y hasta la terraza donde se asienta el palacio, desciende tumultuosa el agua que, debidamente sometida a la ley de los vasos comunicantes, irrigar¨¢ las majestuosas fuentes surgidas del genio de los fontaneros regios Ren¨¦ Fremin, Jacques Bousseau y Jean Thierry.
Los Ba?os de Diana
La fuente de los Ba?os de Diana fue la protagonista de la velada nocturna del s¨¢bado 11 de agosto y lo ser¨¢ en los dos s¨¢bados siguientes. Varios centenares de personas de toda edad penetraron a los jardines a las diez de la noche. Tras recorrer el llamado camino de Valsa¨ªn, llegaron a una plaza con seis escalones donde la fontana muestra la presencia de un retablo escult¨®rico grandioso, de 20 metros de altura: en su base, un estanque poblado de una decena de bronc¨ªneas esculturas de plomo que representan de ninfas que juegan con perros y delfines; las ninfas enmarcan tres gradas ascendentes sobre las cuales permanece sentada Diana, la diosa de la caza que, rodeada de otras musas, descansa tras una jornada de arco y flechas -curiosamente, la reina Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, era gran aficionada al quehacer cineg¨¦tico-. Junto a la diosa, encaramado sobre un amplio nicho p¨¦treo, el dios Acte¨®n toca la flauta. Por los flancos del nicho ascienden dos secuencias de grandes bandejas, en forma de conchas, apoyadas sobre m¨¦nsulas de peque?os atlantes, que gu¨ªan la mirada hasta enormes cornucopias. Dos leones parecen rugir desde el ¨¢tico de la fontana a ambos lados de una cr¨¢tera.
La particularidad de la velada es que esta noche estival, bajo una brisa que desciende suavemente de la sierra, hasta 82 puntos de luz, procedentes de otras tantas l¨¢mparas de 100 vatios, se encienden sorprendentemente cuando el reloj marca las 22.30. Un impacto l¨ªquido y lum¨ªnico de vigorosa intensidad golpea las retinas de los asistentes, de cuyas gargantas surge una exclamaci¨®n fascinada. Desde la cresta de la fontana, un turbi¨®n cristalino de agua iluminada comienza a descender desde la cr¨¢tera que, a 20 metros del suelo, muestra su remate poderosamente alumbrado. El agua, a borbotones, desciende por las cornucopias e inunda las bandejas aconchadas, mientras potentes surtidores cruzan su mensaje de agua fresca pulverizada con los chorros que, desde las esculturas de la base del estanque lanzan ninfas y delfines.
El espect¨¢culo adquiere una belleza seductora y ensimismante. El agua surgida desde los surtidores lanza su r¨²brica combada sobre todos los grupos escult¨®ricos y bajo la noche estrellada, Diana cazadora parece sonre¨ªr despreocupadamente entre el borboteo del agua.
La fontana monumental donde la diosa se ba?a, fue restaurada en 1991 por Patrimonio Nacional, entidad estatal que rige el Sitio Real de La Granja, y la compa?¨ªa Campsa. Un motor que funciona con 240 voltios de tensi¨®n con una intensidad de 30 miliamperios genera en los jardines de este enclave segoviano frontero con Madrid el milagro de luz y de agua que transforma en gran palacio borb¨®nico en una de las atracciones tur¨ªsticas m¨¢s demandadas del verano madrile?o. Su oferta de complementa con un programa denominado Noches m¨¢gicas de La Granja, con distintos espect¨¢culos musicales en escenarios de la villa segoviana
Fuentes de La Granja. S¨¢bados 18 de agosto (entrada, cuatro euros) y 25 de agosto (entrada libre). Desde las 22.00.
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