La ciudad de las desapariciones
La especulaci¨®n inmobiliaria y los desahucios vac¨ªan el centro de vecinos
Mis vecinas han desaparecido. Paso por delante del numero 11 de la calle Argumosa y no se asoman al balc¨®n, nadie mueve las cortinas, dentro hay oscuridad. Fuera, los guapos seguimos tomando ca?as en las terrazas, como si nada hubiera ocurrido, y las maletas trolley siguen repiqueteando en las aceras.
El pasado viernes se ejecutaron las ¨®rdenes de desahucio. Sacaron a Pepi, Rosi, Juani, Mayra y a sus familias de los pisos donde viv¨ªan, y tapiaron las puertas. No ten¨ªan alternativa habitacional. Se suman a los m¨¢s de 11.500 vecinos que han dejado el centro de Madrid desde 2010 (hay un 8% menos). La gran mayor¨ªa de las veces nadie se entera de estas brutales subidas de alquiler, estos desahucios invisibles que proliferan en la ciudad de las desapariciones
Cuando me despert¨¦ la polic¨ªa ya estaba all¨ª. El viernes se mont¨® un impresionante despliegue desde las dos de la madrugada, desde mi balc¨®n parec¨ªa un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n. Baj¨¦ a eso de las siete y los activistas ya se reun¨ªan para intentar detener el desahucio. A media ma?ana me puso los pelos de punta la visi¨®n del ariete para echar puertas abajo, las grandes cizallas, la rotura de la puerta del portal donde los activistas trataban de parar aquello. Los elementos concretos donde se materializa la violencia de un desahucio.
El caso de Argumosa 11 es una gota importante porque se convierte en el s¨ªmbolo de la resistencia a estos procesos de mercatilizaci¨®n de la vivienda que se viven en todo Madrid
Los jueces hicieron o¨ªdos sordos al documento de la ONU que ped¨ªa parar el desahucio y orquestaron un impresionante desalojo m¨²ltiple. A toro pasado el presidente S¨¢nchez, la ministra Cela¨¢, el presidente de la Comunidad Garrido y la alcaldesa Carmena lamentaron los hechos, como si no hubieran visto la prensa en los ¨²ltimos meses, como si les cogiera por sorpresa.
Dec¨ªamos el otro d¨ªa en esta columna (parafraseando a San Juan de la Cruz, perd¨®n, a Fray Luis de Le¨®n), que la apuesta de Carmena por las magdalenas era cosa buena si las magdalenas significaban efectivamente una pol¨ªtica m¨¢s humana, social y solidaria. Sin embargo, las magdalenas municipales no llegaron a estas familias desfavorecidas, ni llegan a much¨ªsimas otras.
El caso de Argumosa 11 es una gota en un oc¨¦ano, pero una gota importante porque se ha convertido en el s¨ªmbolo de la resistencia a estos procesos de mercantilizaci¨®n de la vivienda que se viven en todo Madrid y todo el planeta Tierra.
Son provocados por la desregulaci¨®n, la financiarizaci¨®n y la globalizaci¨®n, seg¨²n explican Madden y Marcuse en el reciente libro En defensa de la vivienda (Capit¨¢n Swing): "La vivienda no se produce y distribuye con la finalidad de que todo el mundo tenga un lugar para vivir, sino que se produce y distribuye como una mercanc¨ªa para enriquecer a unos pocos", escriben. Grandes empresas, fondos de inversi¨®n y supermillonarios han visto un buen negocio en el lugar donde vive la gente y en ese af¨¢n de lucro van destruyendo las ciudades y precarizando a las personas. Y as¨ª va desapareciendo la urbe y sus vecinos, rodeados de silencio.
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