La fil¨®sofa pastora de la Casa de Campo
J¨²lia ?balos Reznak conduce sus ovejas por el mayor espacio verde de la capital.
Paisaje. Por la loma verde de la Casa de Campo de Madrid, cerca de los restos de un b¨²nker de la Guerra Civil, viene Mora, la mast¨ªn que protege el reba?o. Ha salido a darse un garbeo y se cruza con una d¨¢lmata, que pasea a su due?o por los caminos pr¨®ximos al puente de los Franceses: ¡°?Channel! ?Ven aqu¨ª!¡±. Y la d¨¢lmata obedece. Y Mora vuelve con J¨²lia ?balos Reznak, una pastora que conduce sus ovejas por el mayor espacio verde de la capital. Se est¨¢ preparando un caf¨¦ en un tarro de cristal, con leche reci¨¦n orde?ada. Por ella misma, con sus manos. ¡°Solo creo en el sector primario. Lo dem¨¢s son inventos de los hombres¡±, dir¨¢ m¨¢s tarde, cuando el caf¨¦ haga efecto y ella hable de sus principios, cargando una garrafa de agua enorme con la que rellena los bebederos de sus ovejas. Unas 400 cabezas.
Esta noche ha sido muy dura. Es la primera que se ha quedado a dormir sola en el contenedor tirado en medio del monte. ¡°Tiene de todo, eh¡±, dice abriendo los ojos como puede. Para cualquiera de nosotros, urbanitas comoditos, pasar¨ªa por un cuchitril. Pero lo peor han sido los corderos reclamando a sus madres y estas llam¨¢ndolos. Los han separado para llevarlos al amanecer al matadero y la noche ha sido lamentable, de lamentos. Hoy est¨¢ sola, con el trabajo que habitualmente hacen tres. No se queja. No tiene alma de sierva, no padece la desgana del bur¨®crata ni la excitaci¨®n del emprendedor. Recuerda a otra Julia, tan soberana, a la que pint¨® toda su vida Ram¨®n Casas.
Tampoco ha ca¨ªdo en la tiran¨ªa del aspecto, ni en la del ¨¦xito. No ha querido adaptarse a ese mundo en el que vivimos el resto. Con 20 a?os rompi¨® con todo eso y aprendi¨® a ser pastora (en la escuela de Andaluc¨ªa). En su anterior vida se licenci¨® en Literatura y Filosof¨ªa, en Francia. Estudi¨® un m¨¢ster de traducci¨®n literaria. ¡°La traducci¨®n de poes¨ªa es imposible, pero muy divertida. Puedes viajar un d¨ªa entero con una palabra¡±. Ahora tiene 24 y podemos decir que ?balos no ha sido una v¨ªctima de la normalidad. ¡°No soy muy mujer, ni soy muy rural¡±, reconoce. En realidad, es una mujer sin banderas que vive la tierra como h¨¢bitat, no como territorio. Avanza con sus reba?os, aqu¨ª, en Andaluc¨ªa o en los Pirineos, sin atender a los campos cortados a escuadra por el Registro de la Propiedad, en busca de pastos m¨¢s ricos.
?balos no quiere contratos. No tiene salario. ¡°Nunca me falta cama y comida¡±. Le basta, como si formar parte de una organizaci¨®n cuestionara su vida aut¨®noma. Dice que la gente de la ciudad huye al campo por alg¨²n motivo, pero que nadie llega por iniciativa propia. ¡°Los neorrurales en un a?o se van. Hay una parte buc¨®lica del campo, pero el resto no lo es. Ya he orde?ado y ahora me marcho todo el d¨ªa, hasta el atardecer, a pastorear. Por eso hay muchas deserciones¡±, cuenta la pastora que escribe poes¨ªa y orde?a a mano. Y remata: ¡°A m¨ª no me espanta nada¡±. Bueno, algo s¨ª: las c¨¢maras y los periodistas. Desde que llegaron en marzo a este lugar no hemos parado de hacerles reportajes a las ¡°ovejas de Carmena¡±.
Ella trabaja para ?lvaro Mart¨ªn, de una cooperativa de Puebla de la Sierra (Madrid), que paga 6.000 euros por dos temporadas de pastos y ¡ªcomo dice ¨¦l, cabreado¡ª ¡°por atender a la promoci¨®n¡±. ¡°La foto es bonita, pero luego qu¨¦. Esta ma?ana iba camino del matadero y me han adelantado camiones llenos de corderos franceses, que han conseguido que los precios est¨¦n m¨¢s bajos que hace 40 a?os¡±, se queja ?lvaro. ?balos: ¡°No se compran. Prefieren abrazarlos¡±. Y en ese momento entra en el corral otro paseante ¡ªque le explica a la pastora c¨®mo se orde?a¡ª de este jard¨ªn o parque o bosque y le pregunta si ese es su perro. Sabak, un collie que solo atiende a sus ¨®rdenes en franc¨¦s. ¡°No, trabaja conmigo¡±.
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