Uniqlo en Madrid: as¨ª fue la fiesta de inauguraci¨®n del ¡°No-Zara¡± japon¨¦s
¡°Esto va a ser como Primark al principio", vaticinan los 'influencers'
¡°Se conoce que aqu¨ª estrenan algo¡±, dec¨ªa la primera. ¡°Es la marca esta de los chinos, que ya han tra¨ªdo una a la Puerta del Sol¡±, comentaba una segunda, algo perdida. ¡°Este es el que quiere competir con Zara¡±, remataba la m¨¢s joven, que superaba ampliamente los setenta a?os. Mirando por los escaparates y oteando al personal, las tres se?oras trataban de entender qu¨¦ era esa cola de gente de todo pelaje y condici¨®n que, algo antes de las siete de la tarde del mi¨¦rcoles, ya hac¨ªa cola en las puertas del n¨²mero seis de la calle de Goya. Esa cola ten¨ªa nombre: Uniqlo.
Y no, ni era china ni estaba ya en la Puerta del Sol. La de la calle Goya, situada en el antiguo espacio del centro comercial El Jard¨ªn de Serrano ¨Cdel que solo sobreviven los portones de madera y la escalera central, por la que se accede a la planta baja¨C es la primera tienda del gigante textil japon¨¦s en Madrid; la tercera en Espa?a, despu¨¦s de las que abri¨® en Barcelona en septiembre de 2017 y en noviembre del mismo a?o (y ya espera una tercera en Pedralbes). Las puertas se abren oficialmente este jueves; pero el martes por la noche ya cenaron en ella, entre sus prendas t¨¦rmicas y sus codiciados jers¨¦is de cachemir, unos pocos VIPS; el mi¨¦rcoles por la ma?ana acudi¨® la prensa especializada a olisquear; y, por la noche, lleg¨® el turno de 700 amigos, influencers, periodistas, modelos, actores, dise?adores y famosos, ya fuesen de altura o de medio pelo, que pasaran por el barrio de Salamanca.
De ah¨ª que, tras un rato en del establecimiento, ya (casi) no chocara encontrarse a un protagonista de la serie ?lite observando gabardinas al lado del cronista social Jaime Pe?afiel; a un grupo de modernos blogueros charlando con divinas directoras de revistas de moda; o a un pu?ado de ejecutivos japoneses riendo junto al patinador Javier Fern¨¢ndez, uno de los embajadores de la marca en esta apertura y de los que anim¨® al p¨²blico a brindar con sake para la ceremonia de inauguraci¨®n de la tienda. Un sake del que no qued¨® un solo vasito en las decenas de bandejas que pasaban los camareros a los m¨¢s de 700 invitados.
Tampoco qued¨® pizca del catering servido por la televisiva Samantha Vallejo-N¨¢gera ¨Ctambi¨¦n embajadora de la firma y ampliamente coreada por el nutrido grupo de aspirantes y exaspirantes de MasterChef que por all¨ª pululaban¨C, que lo mismo mezclaba tortilla de patatas con abundantes bandejas de sushi. Daba algo de miedo ver tambalearse en ellas los peque?os cuencos llenos de salsa de soja, pasando tan cerca de las estanter¨ªas llenas de pantalones vaqueros o de las cotizadas prendas de la colecci¨®n del dise?ador J. W. Anderson para la firma (que no, no ten¨ªan descuento para los influs en esa noche de inauguraci¨®n, como se comentaba con pesar en todos los corrillos).
¡°No, no somos el Zara japon¨¦s, de verdad. Puedes ponerlo, no pasa nada¡±, explicaba sonriente Beatriz Machado, una de las dos encargadas de la tienda, ante la m¨¢s leve referencia al grupo de Inditex, ese enemigo y referente a la vez de Tadashi Yanai, el fundador de la marca japonesa. ¡°Quiz¨¢ por el modelo de negocio¡ pero nada que ver en cuanto a la ropa, la calidad, el funcionamiento¡¡±, explicaba, destacando la calidad de las prendas, como hac¨ªan los m¨¢s de 40 sonrientes empleados que trabajaron esa noche y que repart¨ªan gustosos bolsas para que los clientes cargaran la (mucha) ropa que se probaban y compraban, haciendo cola gustosamente en las cajas como una hora antes la hac¨ªan en la puerta.
Los murales de Gonzalo Mui?o
El que m¨¢s sonre¨ªa de todos los presentes, y el m¨¢s besado, era el ilustrador Gonzalo Mui?o. Tres grandes murales pintados a mano por ¨¦l sobre azulejos en las tres caras de una inmensa columna dan la bienvenida al visitante y definen la est¨¦tica de la tienda y su toque madrile?o. En ellos se ve a una menina escap¨¢ndose del Museo del Prado para ir a comerse unos churros; a un chulapo que se toma una ca?a en la Puerta de Alcal¨¢ compr¨¢ndose un ramo de violetas; y a una pareja comi¨¦ndose un bocata de calamares en la Gran V¨ªa, a la puerta del Metro, antes de coger un taxi pilotado por una gata. ¡°El primero tard¨¦ en hacerlo una semana; el segundo, un fin de semana; para el tercero solo necesit¨¦ un d¨ªa¡±, re¨ªa este joven dise?ador, cuyos dibujos escogi¨® la marca japonesa por ¡°por el color y la felicidad que transmit¨ªan¡±. ?l llevaba cinco meses guardando el secreto y esa era la noche para resarcirse.
Los corrillos fotografiaban al chulapo y sus conversaciones variaban entre las calidades de los tejidos, el tallaje de las prendas (m¨¢s grande del habitual) o el tama?o de la tienda, cuyos 1.600 metros cuadrados imponen. ¡°Esto va a ser como Primark al principio, o como pas¨® en Barcelona, que los primeros d¨ªas se agotaron tallas¡±, susurraban algunos al notar que s¨ª, que de ciertas prendas ya faltaban tallas. La llegada de la esperada tienda hab¨ªa tenido un poder de convocatoria espectacular, incluso inesperado para un martes madrile?o con m¨¢s de un evento al que asistir.
Los precios tambi¨¦n eran cuesti¨®n de los corrillos, que no terminaban de decidir si los 40 euros de los vaqueros, los 50 de los vestidos, los 70 de los c¨¦lebres plum¨ªferos plegables o los a partir de 100 de los abrigos eran adecuados. Unos celebraban que las prendas de lana se realizaran sin causar sufrimiento animal. Otros dudaban si hacerse con el cachemir, calentito pero dif¨ªcil de limpiar. Otros lamentaban con sorna que los 50 euros de los chalecos masculinos (popular prenda convertida en el meme en redes de los "fachalecos") pod¨ªan cambiar la idea de modernidad, de prendas b¨¢sicas apetecibles de resistente calidad y precio medio, de la marca japonesa. ¡°Con el rollo tan guay que tienen, no s¨¦ yo...¡±, comentaban algunos. Habr¨¢ que esperar al fin de semana para comprobar c¨®mo, en el no-Zara japon¨¦s, tambi¨¦n hay cola entre los mortales.
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